Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Rosa negra por Alleine

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Soy amante de esta pareja *¬* y TENÍA que hacerles un fic aunque no precisamente en su universo normal xDDD los metí en una peli practicamente xDDDD una de psycho killers y he aqui el resultado ^^U

Para [b]EVE[/b] por ayudarme a elegir cual subir xDD y a tod@s l@s que se tomen el tiempo de leerlo ^w^

Saludos .w.

Sady 

“La policía sin pistas en el cuarto caso de los asesinatos ya conocidos como “Los crímenes de la Rosa negra” no se han obtenido datos de algún sospechoso, pero se investigan evidencias, tales como la ya famosa flor envenenada que aparece junto a las víctimas... los móviles de los crímenes parecen ser el robo de joyas y dinero; pero no se descarta el asesinato serial obra de un psicópata”

- ¡Jajajaja! –

La risa fría, pero aún cargada de melodiosos matices se extendió por el lujoso cuarto de baño, las manos blancas y finas de la persona en la tina estrujaron el periódico y lo echaron sobre el suelo con desprecio.

- La rosa negra... Eso suena tan estúpido, policías estúpidos- Estiró sus largas piernas por fuera del agua jabonosa y las contempló con satisfacción, se sabía una belleza sin par, capaz de arrebatarle el aliento a cualquiera, sus rasgos perfectos se adornaron con una sonrisa plena de perversidad mientras se llevaba la copa de champaña fría a los labios.

Si, era capaz de arrebatarle el aliento a cualquiera... con su belleza o sin ella. Soltó una carcajada viendo resplandecer el zafiro de la sortija que adornaba su dedo; no le ajustaba, no había sido hecha para su mano originalmente... pero ese era un pequeño defecto que se había encargado de corregir.

-Gracias querido...-

Dio otro sorbo a la champaña. Por la puerta abierta del baño se veía el rostro de un hombre robusto de mediana edad, el gesto desencajado y la piel amarillenta... la más reciente víctima de “La rosa negra”.

- Veamos...-

Con un gesto lleno de una emoción casi infantil, alcanzó una revista de chismes con varias páginas marcadas y pedazos recortados sobresalientes. Sus ojos celestes brillaron de interés y su lengua repasó la parte superior de sus labios, llevando el olor de la bebida hasta su nariz.

- ¿Quién será ahora.?-

Su bien cuidado dedo tropezó con un pequeño artículo encabezado con la foto difusa de un hombre a medio busto, atractivo y de rostro serio. Comenzó a leer ávidamente.

“... Gilles Redmoth volvía de su crucero por las Bahamas sólo para enterarse de que la desgracia había tocado a su puerta, que su esposa Linney había sido cruelmente asesinada dentro de su hogar por el contador que se vengaba así del hecho de haber sido despedido.

El señor Redmoth acosado por los medios y los investigadores se ha recluido en su residencia de los viñedos y nadie le ha visto.

Este es otro caso en que el dinero no da la felicidad, el brillante dueño de la vitivinícola más importante del país se ha vuelto un ermitaño que cierra las puertas de su finca a todo ser viv...”

Dejó de leer el artículo y recargó la cabeza en el borde de la tina, adoptando una postura soñadora.

Rico, solitario... y viudo.

Quizá hubiera enloquecido y guardaba sus millones bajo el colchón. Sonrió con un gesto travieso, era perfecto.

- Aunque yo quería un actor esta vez... -

Se puso en pie dejando que la espuma se deslizara lánguidamente por las formas de su cuerpo, caminó gracilmente hasta el espejo para contemplar su desnudez casi andrógina.

Sin duda era el hombre más hermoso en toda la ciudad y nadie, absolutamente nadie le podía resistir... hombres, mujeres o... viudos, le abrían las puertas de su casa y de sus pertenencias gustosos, le daban sus cuerpos y sus vidas para alimentar su ansia de lujos.

Y todo por ser tan bello...

Recordó la piel bronceada del hombre en la foto y se estremeció de gozo, sería un muy buen ejemplar para la colección... tembló al imaginar su cuerpo desnudo retorcido y pálido goteando el veneno por la comisura de la boca.

Delicioso...

La finca de los viñedos era con facilidad una de las más grandes y lujosas edificaciones de toda el área, tan sólo el camino bordeado de árboles que llevaban a la entrada resultaba un lujo para la vista, a pesar de lo enmarañado de la maleza alrededor y las maderas podridas de las cercas. El bello chico de cabellos azules evaluó con ojo experto el abandono de la avenida arbolada y la mansión misma.

Meses, quizá más de un año... la revista no refería la fecha exacta de los sucesos, pensándolo... ni siquiera recordaba la fecha de portada de la revista.

Pero ya que importaba. Estaba ahí, sólo y de pié ante la puerta de hierro forjado de la mansión. Era un poco más de lo que estaba acostumbrado a enfrentar, pero se las arreglaría para pasar, descubrió una cámara de circuito cerrado funcionando sobre su cabeza y le sonrió con coquetería, apretando el pequeño ramo de rosas rojas que cargaba.

-¿Quién?- Interrogó una voz ronca por el intercomunicador.

-Afrodita – Respondió el joven con su voz profunda y sedosa- Me ha enviado mi madre, la señora Astrid a visitar la tumba de mi tía-

Se había informado bien, la señora de la casa había sido enterrada en la cripta familiar, que se encontraba dentro de la finca, también sabía de la hermana de la fallecida... perdida en algún lugar del mundo, gastando la fortuna que heredara de su madre, criando hijos consentidos y prepotentes sin padres... más o menos de su edad.

- Afrodita ¿eh?- Había algo de cínico y vulgar en la voz que le desconcertaba- Pasa-

La enorme puerta de metal se estremeció y comenzó a moverse, temblorosa y chirriante hasta dejarle el paso franco. Avanzó por el camino que atravesaba el jardín descuidado y neblinoso hasta llegar frente a la figura de un hombre, que presumió, debería ser el mayordomo.

-¿El señor de la casa?- Sonaba molesto, odiaba tratar con la servidumbre.

- Soy yo- Apagó un cigarrillo en el piso.

El bello visitante lo contempló con extrañeza, su piel no era bronceada como en la foto, era más bien pálida... casi amarillenta. Le cruzó el pensamiento de que sólo le faltaba el veneno goteando de sus labios. El cabello era claro, demasiado claro y despeinado con una rebeldía natural distante del limpio, lacio y obscuro cabello de la foto.

- ¿Señor Redmoth?-

- El mismo -

Lo que más le impactó fueron sus ojos. Crueles, burlones y carentes de vida a un tiempo, eran unos ojos aberrantes que ya había visto en algún lugar; lo estudiaban, lo retaban, lo deseaban...

- Mucho gusto – Extendió la diestra con una sonrisa seductora, había descubierto la chispa de interés que necesitaba para seguir adelante con su plan. El excéntrico y sufrido señor Redmoth se convertiría en su amante, en un contenedor de veneno y en su siguiente patrocinador... todo ese mismo día.

-Así que vienes a ver la tumba de Linney, lo siento chico, pero se mudó al cementerio de la ciudad hace un mes-

-¿Perdón?- Un detalle que se escapaba a sus informes- No puede ser, si yo sabía...-

- La prensa no se entera de todo lo que ocurre en mi casa- Se burló el sujeto- ¡Y los parientes tampoco!-

Sonrió con nerviosismo, el excéntrico parecía querer decirle algo con lo de la prensa ¿o estaba comenzando a sufrir paranoias?

“Conserva la calma”

Y utiliza lo que tienes a la mano.

Se abrió un poco el cuello de la camisa.

- Tengo calor, he caminado mucho desde el enrejado – Su tono era quejoso y sensual – Si no puedo visitar a mi tía... al menos puedo pedir algo frío de beber?-

Clavó expectante sus pupilas azules en aquellos ojos rojos, no podía contemplar una reacción más allá de la forma en que vagaba la mirada del otro por su cuerpo.

Mordía el anzuelo.

- ¡Jajajajaja! –Una carcajada casi gutural- Aquí todo es frío, nene, por si no lo notaste... a ver si no te resfrías con “algo” helado-

Frunció el ceño con desconcierto, se sentía contrariado... de cierta forma vulnerable.

- ¿No vas a pasar?-

Tuvo que seguirlo de prisa, empujaba la puerta tras de sí y era obvio que lo dejaría afuera si no corría ¿Qué en el mundo...? ¿Estaba cayendo en la trampa o no?

-Señor Redmoth... –

- Llámame DM-

-¿Porqué? –

-Porque me gusta- La sonrisa torcida, se preguntó si de verdad el homicidio de su esposa había trastornado al empresario... ¿ O sería que él mismo la había matado?

Se relamió los labios, un asesino podría oler a otro ¿no? Y hasta ahora Redmoth sólo parecía chiflado.

- ¡Herlinda!- El tal DM llamaba a voces a alguien, justo cuando Afrodita creía que no había un alma más en aquella mansión.

Una sirvienta rolliza de uniforme negro y delantal blanco un tanto sucio se presentó enseguida, también estaba pálida y parecía que el roce mismo del aire la hacía temblar, tímida como gacela.

- Trae café y una limonada para mi invitado-

Asintió, los ojos enrojecidos y llorosos miraron al apodado Rosa negra con súplica.

-¡Ahora, Herlinda!-

Despareció enseguida, con un gesto de temor verdaderamente conmovedor, pero Afrodita la miraba con asco.

Odiaba a la servidumbre, odiaba sus modales humildes de asalariados, odiaba sus apestosos cuartos de servicio, sus ropas, sus perfumes corrientes.

-Se parece a mi madre- Gruñó DM sobresaltándolo.

-¡Es desagradable!-

- Mi madre también – Dejó escapar un “jijiji” Afrodita lo miró con ira. Tal vez estaba listo para dejar ir vivo a una presa... ese estaba más estúpidamente loco de lo que era capaz de tolerar- ¿Quieres ver mi colección?-

Arqueó una delicada ceja.

- ¿Colección? ¿De qué?-

-De joyas, están en mi cuarto-

- ¡Ohh tu cuarto!-

Sonrió. Comenzaba la rutina... sólo había cambiado algo la forma. Lo siguió con paso elegante y seductor hasta su cuarto acariciando su método de ejecución oculto en su bolsillo, pensando en el detalle “Herlinda” sólo tenía una dosis de veneno, ella tendría que ser despachada de otro modo. Nunca antes la servidumbre lo había visto por tanto tiempo... no podía permitirse testigos.

-Adelante –

El anfitrión se replegó de espaldas a la puerta abierta y Afrodita pudo pasar libremente, recorriendo con la mirada la decoración polveada y sucia de grasa en algunas áreas; se veía como si quemaran ceras en diversos puntos y había un olor rancio-dulzon que le provocó nauseas.

- ¿Dónde están?- Lo urgió. Necesitaba ver su futuro botín para seguir adelante en aquel cuarto maloliente.

- Ahí –

Señaló la cama, un mohín de auténtico fastidio se dibujó en el rostro del hermoso, DM lo guiaba, lo inducía como si conociera su juego, eso no le agradaba. Le gustaba verlos como corderillos siguiendo a su pastor al matadero. Este corderillo pretendía llegar al matadero e indicarle al carnicero que hacer.

¡Estúpido loco!

Comenzó a quitarse la ropa mecánicamente, se le antojaba aburrido dar ese paso, si pudiera envenenarlo directamente...

- Que hermoso-

Se volvió a medias hacia él con ademán despectivo y descubrió su mirada intensa aún más inquietante que antes, brillante de lujuria, de ansia cargada de deseo.

Sonrió con coquetería, la fuerza del otro se sentía aún a distancia vibraba, lo estremecía, lo atemorizaba.

-¡Estúpido loco!-

Espetó con desprecio y fue como un detonante, el señor de Redmoth se lanzó sobre él, reduciendo su ropa a pedazos y se posesionó de su cuerpo como nadie lo había hecho hasta entonces, con una pasión demencial que lo mismo lo lastimaba que lo excitaba. Sus manos eran como garras, lo arañaban, lo estrujaban, marcaban esa piel de porcelana de la que tanto se enorgullecía y la que tanto cuidaba.

En medio de la vorágine de sensaciones que lo envolvían pensó que valía la pena, soportaba aquello por la fortuna que le aguardaba dentro de alguno de esos cajones. Él tal DM se esclavizaba a sí mismo al tomarlo de ese modo... porque Afrodita no sentía nada en absoluto sin importar cuan sensual pudiera parecer. Era una máscara fría.

La viuda negra que devora a sus amantes... Afrodita sólo tenía placer cuando mataba y veía retorcerse y cambiar de color los cuerpos bajo el poder de sus venenos.

- ¡Ahh... si! -

El sudor hacía que brillara como si estuviera recubierto de oro, no podía quitarle las manos de encima, no a él... el torvo olor del cuarto lo tenía como hechizado, la textura satinada de las sábanas, el cuerpo rudo y salvaje del hombre encima suyo no se comparaban a nada que hubiera visto o sentido antes.

Que contradictorio. Él sólo obtenía su placer al matar... y ahora se descubrió a sí mismo dudando junto al cuerpo adormilado de satisfacción del señor Redmoth, que le había dado un cúmulo de sensaciones desconocidas.

“Me gusta tu olor...”

Se sentía cómodo.

“Al diablo!”

Sacó la pequeña rosa obscura de su saco y la acercó a los labios del durmiente, dejando correr una gota amarillenta dentro de su boca como rocío mortal, sonrió con perversidad y besó su frente.

-Adiós –

No esperó a ver el resultado; se puso en pie y se enfundó en los pantalones del recién fallecido, ya que los suyos estaban desgarrados, para hurgar en la habitación en busca de las joyas. Echó a andar alrededor del cuarto escudriñando la obscuridad, distinguiendo vagamente la forma de los muebles. Canturreando y eligiendo al azar cual revisar primero.

- ¡Ese!-

El elegido fue el armario de enormes puertas de estilo clásico, abrió una de ellas y lo que vio lo dejó pasmado.

Frente a él estaba un cadáver casi momificado, los rasgos denotaban un atractivo considerable en vida... el cabello en pequeños mechones; negro como la noche... negro como en la foto... y sin ojos.

Mr. Redmoth en persona, sin duda alguna...

- ¿Dónde están sus ojos, Sr. Redmoth?-

Se burló cruzando los brazos frente al cuerpo, deduciendo ahora el porqué del extraño comportamiento del difunto DM.... el porqué de lo familiar... del olor...

- Un imitador – Soltó una carcajada cristalina, así que después de todo si había sido un asesino... su presentimiento era correcto y no lo había creído- Le he hecho justicia Sr. Redmoth ¿No me lo agradece en joyas?-

Alargó la mano hacia un cofre que se divisaba detrás del cadáver y lo sacó para examinarlo con interés, extrayendo con mano temblorosa un par de esferas de color marrón-negruzco.

- Sus ojos, Mr. Redmoth ¿Porqué en el cofre de las joyas?-

-Mis tesoros – Sonó la voz desquiciada y ronca de DM, lo miraba apoyado en la pared, tambaleante y con la mirada extraviada – Quería mostrártelos- Pareció recuperarse y se irguió desafiante y ágil, esgrimiendo en una mano una pequeñísima navaja, apenas visible entre sus dedos. Pero suficiente para matar si se aplicaba en los lugares indicados; su arma preferida.-Me gusta guardar recuerdos de la gente que “conozco” ¿A ti no, señor Rosa negra?-

Afrodita palideció considerablemente, pero no demostró mayor reacción, si acaso una sonrisa cínica, cruzó los brazos sobre el pecho sin soltar el cofre.

- ¿Porqué no estás muerto, impostor? ¿Eres inmune al veneno?-

-En parte – Curveó los labios con ironía- Y en parte es gracias a tu tontería que aún vivo- Se señaló la comisura de los labios, había errado al vaciarle el veneno; la gota había corrido fuera de su boca. Era el primer error de su “carrera”.

-¿Qué harás?- Aún tenía el suficiente aplomo para ofrecer un gesto de coquetería frunciendo sus labios encarnados- ¿Vas a tomar venganza?-

DM se carcajeó de manera siniestra.

- Pero antes dime... –Dejó el cofre fríamente en su lugar y se acercó con pasos hipnotizantes al otro- ¿Cuánto tiempo crees que te durará esta charada? Eres un asesino torpe y descuidado que guarda a sus víctimas en el closet – se burló- ¡Ni siquiera eres un buen impostor! No te pareces a él-

- No soy un impostor- Deslizó la navaja por la mejilla de Afrodita, sin cortarlo- Solo me tomaba unas vacaciones... es divertido sentirse un millonario de mierda de vez en cuando.-

-Eres estúpido- Escupió con desprecio y giró dándole la espalda.

- Soy la muerte –Replicó DM con su sonrisa torva- No discrimino entre ricos y pobres, mujeres, niños o viejos... mato por placer, - Siseó la ultima palabra- No por dinero, Rosa negra-

-¡Deja de llamarme así, es un apodo idiota puesto por idiotas!-

-Para idiotas- Continuó el otro, riendo a arcadas- Me gusta, me gusta haberte conocido, será un placer matarte-

-¡Gracias... estúpido loco!-

DM chilló festivo y lo jaló con brutalidad, echándolo al suelo, sonriendo con satisfacción y los ojos desorbitados.

- ¿Cómo prefieres morir?-

Lo cortó en el pecho con la navaja, Afrodita gimió de dolor con la mirada perdida en el rostro de DM, la línea de sangre se extendió hasta su cuello pero no parecía una herida profunda, sus manos buscaron la cintura de su asesino y le mostró los dientes con ferocidad.

-Atraviésame- Suplicó en un susurró, enlazando las piernas a su alrededor, se sentía tan excitado que apenas podía respirar- ... con tu mejor arma- Finalizó con un jadeo, alzando las caderas con ansiedad, provocándolo.

- Dame algo- Cortó el pantalón a lo largo de los muslos, hiriendo la piel al mismo tiempo, los ojos de Afrodita se nublaron de deseo y gimió con auténtico deleite.

- Te daré placer – Le echó los brazos al cuello y mordió su mentón con voracidad- Dolor y muerte-

- Me gusta...- Lamió obscenamente sus labios- Dame tu veneno, Rosa negra-

Y se apoderó de su cuerpo cruelmente, sin concesiones de ningún tipo, los gritos de dolor de Afrodita se intercalaban con los del más profundo placer, exacto reflejo de los de su amante... el sudor y la saliva diluían la sangre en una mezcla perturbadora, enfermiza.

“... La ola de crímenes extraños no se detiene, las autoridades investigan en todos los barrios bajos de la ciudad, hacen redadas de posibles sospechosos. Los llamados crímenes de La rosa negra parecen haber sido sólo el principio de un verdadero baño de sangre.

El pánico cunde en la ciudad, las víctimas no siguen un patrón específico; cualquiera podría ser el siguiente. Ya no hablamos de un posible asesino serial, sino de una secta satánica dedicada a los sacrificios humanos o de una pandilla subversiva... por doquier bullen rumores de conspiración.

Es un tiempo de angustia en que ningún habitante de esta ciudad puede dormir en paz por las noches, ya que podrían despertar en pedazos...”

- ¡Jajaja, periódicos amarillistas!- DM hizo una bola con el periódico y lo tiró por la borda despectivamente, el aire marítimo despeinó aún más su cabellera platinada.

-¿Qué lees querido? – Afrodita se le abrazó a la cintura mirando al azul del mar sobre su hombro.

- ¡Tonterías, las paranoias de la prensa, que ven casi un juicio final con nuestras travesuras!-

El peliazul rió con su carcajada fría y melodiosa.

- Si nos hubiéramos quedado más tiempo tal vez si diezmaríamos la población – Enredó los dedos blancos en el cabello del otro con violencia- ¡Tú no tienes freno!-

- Pero te conseguiste tu preciado dinero...- Le mordió los labios hasta que casi sangraron.

- No gracias a ti- Reprochó con voz sensual- Matas sucias ratas de los peores barrios de la ciudad, no buscas interés-

-Esa es tu parte- Lo aferró con ambas manos.

- Lo sé- Se pegó a su cuerpo, rodeando su pierna con la suya.

- Aunque podríamos tratar de intercambiar papeles alguna vez... –Propuso DM saboreando los hombros de Afrodita.

- No... Deathmask es la muerte cruda, dolorosa y despiada, yo soy la seducción... el veneno sutil que te mata cuando gozas. Tenemos nuestro lugar y nuestros intereses... nos acompañamos, pero no nos usurpamos.-

- ¿Somos una pareja perfecta, Afrodita?- Interrogó con sarcasmo, sin darle crédito a sus propias palabras.

- Lo somos – La perversidad en los ojos celestes del hermoso joven era completa, se perdió en el beso arrebatador de su amante, su lobo compañero... él único capaz de sobrevivir a su veneno...aunque fuera voluntaria la falla que lo mantenía con vida.

“Tarde o temprano se desea un compañero... “

Los asesinos se huelen, había sido cierto. Deathmask supo que Afrodita era La rosa negra apenas verlo por la cámara de vigilancia... lo deseó, tenía curiosidad, ser asesinado por él sería una experiencia increíble aunque fuera la última...

“Y tarde o temprano se marchitan las ilusiones...”

Y Afrodita se sentía arrastrado por su magnetismo, aquello en él que lo hacía su igual... la maldad, la fuerza, la crueldad... había decidido ser su compañero aún antes de darse cuenta. Era agradable compartir la riqueza, la orgía de sangre... aunque el peligro de la navaja persistía, siempre tan peligrosamente cerca de su corazón.

“Cuando termine, si termina, será la muerte...”

Se sonrieron como dos colegiales enamorados, abrazándose, con la brisa salina despeinando sus cabellos... sus ojos fríos enfrentados, como perfecto espejo unos de los otros. Tenían un nuevo rumbo que tomar y otro país que explorar, recorrer... bañar de sangre...

FIN 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).