En una fábrica antigua…una reunion de un grupo de asesinos.
los humanos son una basura-dicho esto lo tomo del cuello destrozándoselo-
-Jm…en eso tienes razón-lamió la punta de su filosa y ensangrentada katana-
-son solo unos seres que merecen morir-guardó los hilos en su cabello-
-nuestra misión ha concluido-desaparecen entre las sombras dejando un río de sangre y cadáveres descuartizados por doquier.
Varias horas más tarde el sonido de las sirenas se escuchaba cerca de aquel lugar, ellos disfrutaban del lugar que se les había prometido.
Las miradas sin sentimiento alguno se cruzaban varias veces, el líder miraba atónito su preciada arma.
-lo perdimos, ese chiquillo nos sirvió de mucho cuando estaba con nosotros, lástima que haya decido traicionarnos-sonriendo de manera cínica mientras cerraba los ojos.
-no tuvimos otra opción, era nuestra misión-su mirada se tornó vacía y triste.
-te duele el haberlo perdido? A tu querido hermano?-cruza las piernas mientras limpia su arma de fuego.
-estabas encaprichado, admito que el niño era hermoso, pero así es nuestro trabajo, a veces perdemos sin querer a nuestros seres queridos, por eso no debemos encariñarnos-se levanta y camina hacia una muñeca de porcelana tamaño humano, acaricia su mejilla.
-es por eso que tu reemplazo es esa porcelana?-le mira con desprecio mientras se acerca a el.
-tu que puedes saber, y ella no solo es porcelana, es mi amada Maria-besa los labios de la muñeca.
-maldito fetichista-baja las escaleras y sale del lugar, sin antes pasar una mirada por su nuevo hogar.
-tienes tiempo medido, no lo desperdicies-toma su rostro acariciándole la mejilla.
-no habría porque-se deja hacer manteniendo aun la mirada fría y vacía.
-te esperaremos-le empuja fuera del lugar.
-claro-susurra y se va lejos de aquella desolada fábrica.
Varias esquinas después se pueden apreciar a un chico caminando como si un fantasma se tratase, el viento movía su larga cabellera de un lado al otro, la gabardina de igual manera.
-solo me quedan unas cuantas horas-sonrió ante su tal impaciencia, ¿tanto extrañaba a aquella persona?.
-sei…- un leve susurro se escuchó detrás de el.
Su mirada se torno iluminada, giró su rostro comprobando aquello, aquel ser que le había hablado era el, su amado hermano.
-sai!-unos brazos recogieron al chico, lo pegó a su cuerpo, no le dejaría escapar ahora.
-aun sigues con ellos?-una mirada preocupante apareció en el rostro de sei.
-perdóname, aun sigo…-la sonrisa se había borrado de su rostro y una tristeza enorme emergía de su interior.
-no debes, no es tu deber!, aquello se había acabado! Volviste a caer!-aquellos brazos ahora le apretaban mas fuerte contra si.
-sai, claro que lo es, nuestro padre lo dejo a mi cargo, además…es necesario-acariciando su cabello mientras le miraba con ternura.
-no es nada nuestro!-unas lagrimas caían por las mejillas de sai, y una voz triste salía de su boca.
Todo se tornó oscuro, aquel latido que había sentido contra su pecho ya no estaba, solo había frialdad, todo parecía una neblina oscura, solo unas ultimas palabras logró apreciar en todo eso…”siempre estaremos juntos” y su aliento antes tibio se convirtió en hielo, su piel helada, sus ojos blancos…y una sonrisa en el rostro.