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En el baño de pERfectos por GRUNGRIN

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Sirius se bañaba tranquilamente en el baño de prefectos, pensando en la envidia que le inspiraba su hermano menor. Si, si; envidia.

A esas horas ya sabía toda la escuela que Regulus Black-hermano-del-tío-bueno-de-Gryffindor se había estado revolcando con el bueno de Lucius Malfoy-soy-perfecto-y-engreído.

Sirius estaba locamente enamorado del rubio y no entendía por que alguien como él, cabrón a más no poder, se había ganado su corazón. Siempre lo espiaba en el mapa del merodeador, e incluso se sabía de memoria el horario de séptimo, cuando él hacía quinto todavía. No entendía por que lo amaba, pero a esas alturas ya había aceptado que poco podía hacer para matar tal sentimiento.

Oyó como la puerta se abría lentamente a sus espaldas y alguien ingresaba en el lugar, mas no se giró a ver quien era. ¿Algún profesor? No, imposible. Nunca entraban en el baño de los prefectos. ¿Un alumno tal vez? Tampoco podía ser, solamente James, Peter y él eran tan insensatos como para entrar allí sin ser prefectos. ¿Moony? Casi seguro. Era la única persona que sabía de su amor por Malfoy y donde iba a reflexionar.

Pero se equivocó, no era Moony quien había entrado en el baño. Una tenue voz sonó a sus espaldas.

-¡Qué sorpresa! Sirius Black por aquí –dijo-. Si no recuerdo mal el prefecto de tu curso en Gryffindor es Lupin, ¿o me equivoco?

Sirius volteó más sorprendido que asustado. La había cagado, le acababan de pillar. Seguro que él se iba a chivar. Pero una imagen desvió su mente de tales pensamientos, el otro chico estaba desnudo completamente. Y al alcance de su mano.

La larga y rubia melena caía sobre sus hombros, tenía los pectorales y el abdomen marcados en su medida justa, los brazos largos y fuertes, su miembro era grande y vigoroso, mientras que sus piernas eran altas y perfectamente proporcionadas.

-Yo también me alegro de verte, Sir Malfoy-tengo-el-pelo-casi-tan-largo-como-Black –contestó.

Sirius volteó la cabeza de nuevo, no podía seguir viéndolo así. No podía.

-Precioso sentido del humor, Black. Regulus es igual.

Se acercó a la bañera y se sentó en el borde, muy cerca de Sirius, el cual si volvía a voltear la cabeza seguro que hallaba un firme trasero apoyado en el mármol, y un flácido y largo miembro.

-Malfoy, lárgate –susurró Sirius, arrastrando cada una de las palabras-. Quiero estar solo.

-¿Qué yo me vaya? Perdona pero el único que no es prefecto aquí eres tú. Además, dudo que realmente quieras que me vaya.

Y dicho esto, Lucius apoyó una mano en el hombro más cercano de Sirius, y la fue bajando hacía su pecho. No obstante, no se había movido del lugar, seguía sentado allí, tranquilamente.

-¿Dónde está Regulus?

-Ignoro que ese tono sea el más apropiado para dirigirte a mi, Black. En cuanto a Regulus… No se donde está tu hermano. Ni me importa.

Apartó su mano del pecho del moreno, arrancándole un suspiro de resignación, y entró en el agua.

Estaban sentados uno al lado del otro, Sirius temblaba mientras que Lucius sonreía divertido. ¿Era adicto a los Black? Bellatrix, Narcisa e incluso Regulus habían pasado ya por su cama. Sólo faltaba Sirius Black, el joven rebelde y atractivo progenitor. La verdad era que Lucius se moría de ganas por poseer aquel escultural cuerpo, pero siempre había notado algo más que deseo de parte del Gryffindor: esa manera de insultarle constantemente. Que va, debía de gustarle mucho para llamar tanto la atención de un Black. ¡Aix, los Black! Los conocía tan bien. Pero, en fin, ahora Sirius estaba a su mera disposición y si debía herir los sentimientos del moreno para satisfacer su apetito sexual, así sería.

De golpe, Lucius se sumergió ruidosamente en el agua y nadó hasta la mitad de la inmensa bañera. Cuando salió a la superficie llevaba, entre sus dientes, un pequeño frasco.

-Ven pequeño, acércate –dijo.

Sirius tembló de arriba a bajo. El agua le parecía fría, aunque poco a poco se tornaba caliente. Calor, tenía mucho calor.

-¡¿Qué?! –casi chilló.

Nunca había tenido problemas de esa clase, ni con chicos ni con chicas, siempre todo le había salido muy natural y hasta el momento no había recibido queja alguna. Al contrario, todo el mundo halagaba sus labores sexuales. Si bien, ahora que tenía a Lucius Malfoy-estoy-aquí-cómeme en frente, todo le parecía algo más difícil. ¿Y si lo hacía mal?

-Para tener tanta fama de tigre pareces más un gatito. Ven precioso, ven aquí –dijo otra vez el rubio, sacando el tapón del frasco.

Sirius se levantó y fue andando hacía él, con tres cuartos de su cuerpo fuera del agua. Un leve tono rojo teñía sus mejillas, mientras Lucius no se cortaba a la hora de examinarle.

Apenas tenía bello en las piernas y en el pecho era inexistente. Estaba dotado por una extraordinaria melena que seguro le tapaba el trasero, y de unas finas cejas que reinaban encima de sus ojos azul marino. Un pecho fuerte y pectorales poco pronunciados, pero unos brazos musculosos y que no dejaban lugar a dudas la fuerza que tenían. Piernas largas y delgadas, tal y como le gustaban, y un miembro que nada tenía que envidiar al del Slytherin.

Cuando llegó cerca de Malfoy-estoy-tremendamente-bueno-y-hago-correrse-a-Black-sólo-con-mirarle se dejó caer en el agua, salpicando por todos lados.

-¿Qué es eso, Malfoy? –susurró, temiéndose lo peor.

Si él contaba con la fama de ser extremadamente exigente, placentero y original en la cama, Malfoy contaba con la de ser exigente, placentero y extraño. Dentro de Hogwarts, tan solo había follado con los Black y tres o cuatro pura sangre más, pero todos coincidían en lo mismo; Malfoy daba mucho placer, pero lo daba a su manera.

-¿Tu que crees, gatito? –contestó Lucius, tocándole coquetamente la nariz con un dedo. Bajándolo hasta los labios del chico de cabello negro y recorriéndolos incansablemente.

-Malfoy, estás loco. No pienso tomarme cosas raras.

El rubio echó a reír. Cuando pudo contenerse sumergió la mano libre en el agua y acercó a Sirius hacía él, cogiéndole por la cintura. Cuando lo tuvo tan cerca que sus cuerpos empezaban a rozarse, colocó esa mano sobre el desnudo pecho para empezar a jugar.

-¿No quieres jugar con tito Lucius? –dijo camino de sus labios-. Prometo no hacerte daño.

Antes de que el Slytherin pudiera siquiera besarlo, retiró un poco la cabeza y habló con voz tímida y nerviosa.

-¿Y si no quiero jugar?

-Entonces deja que nos divirtamos nosotros –contestó Lucius, mordiéndole el óvulo de la oreja derecha antes de sumergirse de nuevo e introducirse el miembro del moreno en la boca.

Sirius sintió como se le nublaba la mirada. ¡Lucius Malfoy-me-cabe-toda-en-la-boca se la estaba chupando! ¡A él! Bajó la mirada y vio la figura del rubio en el agua.

Lucius no se estuvo con contemplaciones de primero besar y luego lamer, no. Des de un principio se la metió toda en la boca y empezó un rápido mete-saca que traía loco al moreno. Minutos más tarde, cuando notó como líquidos pre-seminales llegaban a su boca, paró. Se sacó el hinchado miembro de entre los labios y, antes de ascender a la superficie, vació el contenido del frasco en su boca, aún sin tragar ninguna gota.

Una vez arriba lo besó.

Sirius abrió su boca, deseoso de más, cuando notó como Malfoy le pasaba un líquido consistente y le aguantaba la nuca ara que no pudiera escupirlo y acabara tragándoselo. Sirius se lo tragó todo, sólo entonces el rubio lo soltó y lo miró satisfecho.

-¿Qué era, Malfoy? –preguntó molesto, mientras hacía un gesto de asco con la cara. Realmente se veía adorable.

-Veritaresum corpous, querido –su voz sonaba tranquila, sincera y entretenida. Por fin todo aquello que alguna vez soñó hacerle al mayor de los hermanos Black se haría realidad. Le costaba admitirlo, pero ese chico era la persona a la que más había tardado en conquistar, y una de las que más había acabado deseando poseer.

-¡Ah si, ya se que es! –contestó con una sonrisa triunfante en la cara-. Una vez Remus la preparó para Lily Evans, la chica que le gusta a James, a ver si de veras lo odiaba como decía o tal vez… Bueno, no resultó. Te hace hablar con la sinceridad por delante y actuar de tal forma, ¿verdad?

Lucius lo observó detenidamente; era un niño pequeño. Esa diferencia de dos años se notaba mucho, pero no le importaba.

-Exacto, chico lindo –dijo acariciándole la mejilla, cosa con la que Black se sonrojó-. Sirve para decir lo que realmente piensas y para actuar como de verdad quieres hacerlo, sin cortes ni vergüenzas.

Sirius cogió la pálida mano que bajaba por su cara y la puso sobre sus labios. Lamió los dedos, los besó y los mordió. Luego se acercó al Slytherin, pero antes de besarlo se lo pensó mejor y se quedó parado. Sorprendido.

-¿Yo te gusto, Malfoy?

Lucius meditó esa respuesta más de una vez antes de llegar a ese punto esa tarde; la respuesta era no. Pero se la guardó para él, no quería herir los sentimientos del chico si podía evitarlo. Prefería que ambos lo pasaran bien, siempre resultaba más estimulante y divertido, y mucho más placentero.

-No desvíes el tema principal, pequeño –susurró palpitante en los labios ajenos, rojos de deseo-. ¿Quieres o no jugar?

Sirius asintió nervioso y terminó de acercar sus labios a los del rubio.
Notas finales: reviius, sip?? ^^

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