Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El despertar de un insólito sentimiento por Paz

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

He dudado sobre donde subirlo, si a originales o a slam dunk, al final me decidí a meterles a Hana y Kaede para subirlo en esta categoria. Será una pequeña actuación la suya.Deseo que os guste.

Notas del capitulo: Estaba escribiendo el capítulo once de “Haz realidad nuestros sueños” cuando inesperadamente me surgió este fic, entre el doctor Anglade y el jefe de seguridad que le fue impuesto por Rukawa-sama, no me pude resistir al reto, y aquí lo tenéis.

  El despertar de un insólito sentimiento

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo Único

 

Luciens Anglade llevaba unos cuantos meses sintiéndose extraño.

No era normal en él lo que estaba experimentando.

Quería creer que todos sus pensamientos eran debido a la extraña situación por la que estaba atravesando. Había sido secuestrado a pocos metros de su casa en Paris y llevado a un país extraño, en el otro extremo del mundo.

Quienes le habían secuestrado le llevaron a una casa, en un país exótico del que era incapaz de entenderse con los que allí vivían, excepto en inglés, idioma que afortunadamente dominaba. Estando allí se le presentó el dueño de la casa explicándole someramente lo que se esperaba de él y amenazándole para que nada de lo que allí se hiciera o hablara fuera dado a conocer.

Demás esta por decir que se quedo patidifuso cuando su supuesta paciente resultó ser un hombre, un chico joven que si bien presentaba unos síntomas propios de una gastroenteritis resultó que realmente estaba embarazado como aseguraba su pareja.

Todo empezó cuando comenzó a atender a su paciente y a su pareja, a ambos los conocía con el alias Sato-san,  en las siguientes semanas tuvo ocasión de tratar con el hermano de su paciente, algunas noches aparecía de improviso el padre y conversaba con él acerca de la evolución del estado de su hijo.

Pero quien más le impresionó fue el jefe de seguridad, quien en un arranque de confianza le dio su verdadero nombre.

-Mi nombre es Komiya Masamichi.

Sus palabras resonaron en su mente durante los siguientes minutos después de separarse de él.

Komiya-san tomó la costumbre de ir a comprobar todas las noches que no necesitaba nada para el día siguiente, al mismo tiempo que se aseguraba que todo seguía con normalidad.

Algunas noches, le invitaba a quedarse a conversar, bebían sake y charlaban, al principio de cosas impersonales, el cambio climático, el efecto invernadero, el agujero en la capa de ozono, temas que podían desarrollar sin estar pensando en que cosas no debían decir, al cabo de un tiempo, le hablo de él, de su trabajo, Komiya evitaba ese tema y él lo comprendía perfectamente, por lo que no le animaba a hablar de ello.

Una noche de invierno, mientras compartían una copa al calor de la chimenea encendida, se atrevió a preguntarle, en una pequeña antesala del segundo piso, que comunicaba con su dormitorio.

-Esta casado, Komiya-san? Yo le he hablado de mi matrimonio, de mi esposa y mi hija, sin embargo usted se ha limitado a escuchar.

-No, estoy soltero.

-Es una impertinencia por mi parte preguntarle su edad? Es un hombre apuesto, -en ese momento no pensó en la incongruencia que resultaba decirle a otro hombre que era atractivo - seguro que muchas chicas han suspirado por sus huesos -sonrió al decirlo.

Komiya-san miró el contenido de su copa como si estuviera meditando su respuesta.

-Es usted feliz en su matrimonio?

-Si... -sorprendido por su pregunta.

-Ama a su esposa y a su hija? -insistió.

-Por supuesto.

-Yo creo que no..., disculpe mis palabras. -se apresuró al decir al ver su mirada sorprendida por tan categórica afirmación- Las mujeres son personas extrañas ante los ojos del hombre, sus reacciones se apartan de lo que es nuestra lógica. Pensamos y actuamos de diferente manera. Oyéndole hablar de su matrimonio he notado una expresión de hastío, de cansancio, no tanto físico como mental. -le miró a los ojos- Estoy convencido que ahora no ama a su esposa, tal vez hubo un tiempo que creyó amarla, tal vez ahora solo siente cariño, se ha acostumbrado a tenerla ahí, se casó muy joven, usted lo ha dicho, no sabía muy bien lo que hacia. Aún no ha cumplido los cuarenta, ne?

-Tengo cuarenta y cinco. -aclaró halagado, aunque entonces no pudo aceptar su razonamiento como real. Estaba seguro de seguir amando a su esposa.

Sus pupilas aceradas se fijaron intensamente en su rostro como si quisiera confirmar que era así.

-No lo parece...,  dentro de diez minutos tendré treinta y ocho años. -durante unos minutos se quedo mirando su copa, como si dudara en seguir hablando. Finalmente se decidió, nunca antes había hablado de ello, y sin saber porque comenzó a hablar- Cuando tenía trece años creí estar enamorado de una prima... fue una vana ilusión infantil que acarreó la desgracia sobre mi.

-Y luego? -por su tono de voz comprendió que no debía preguntarle que quiso decir. Había amargura en sus palabras.

-Luego... que?

-Cuando creció. Ha tenido que conocer el amor más veces. -en ese instante, pensó que era extraño que estuviera hablando de amor con un hombre que era poco más que un desconocido.

-Hay veces que es más fácil hablar con una persona que no conoces -murmuró como si estuviera leyendo sus pensamientos.

Ocultó su sobresalto bebiendo, mirándole por encima de su copa, al llevarla a los labios para dar un corto trago. Cuando continuo hablando supo que se refería a si mismo.

-Mis preferencias sexuales se torcieron cuando abusaron de mí. -una mueca penosa asomó en sus labios, dándole un aspecto feroz a su rostro- A partir de entones, la mujer dejo de ser el centro de mis pensamientos.

-Lo lamento. -murmuró estremecido ante la terrible revelación.

-Ya lo he superado. -estaba convencido que así era- Ocurrió, ya es pasado. La mayor parte de los abusos a los niños ocurre en su entorno familiar. Es donde son más vulnerables porque no pueden creer que eso pueda pasarles, confían en sus abusadores y son presa fácil.

-Fue así con usted. Quién fue..? Disculpe... no debí preguntar.

-Recuerda la prima que le mencioné... su hermano tenia dieciocho años, era de constitución robusta, vivía más en la calle que en su propia casa, se juntaba con malas compañías y avergonzaba a sus padres, quiso la casualidad que una tarde, inesperadamente, apareciera en el jardín donde jugábamos mi prima y yo, nuestros juegos eran inocentes, alejados de cualquier maldad o egoísmo, empezábamos a sentir un nuevo sentimiento, ella estaba más crecida que yo en ese sentido, se sentía más lanzada. ¡¡Bendita inocencia!! …l nos vió dándonos un beso y pensó lo peor, fue una caricia casta, apenas un roce de nuestros labios. Solo éramos dos niños inocentes, nos grito como si estuviera trastornado, su hermana que debía conocer sus arranques violentos, huyó dejándome solo con él. Su lógica femenina fue ponerse a salvo ella, sin pensar en mi. Al momento, mi primo calmó su irascible arrebato y se mostró más tranquilo invitándome a dar una vuelta con él, debí desconfiar pero solo era un niño. -se quedo en silencio, bebiendo.

No insistió para que continuara contándole, sus recuerdos debían ser todavía muy dolorosos. Siguieron bebiendo mientras miraban las llamas de la chimenea.

Hasta ellos llegaron con nitidez las doce campanadas que daba el reloj del salón, sus pupilas verdes como el mar en calma se fijaron en él que parecía no haberlas escuchado, concentrado en sus dolorosos recuerdos.

-Felicidades.... -murmuró.

-Eh... -pareció salir de un largo letargo.

-Es medianoche...

-Ah... gracias. -recordó, tenía un año más.

Le acercó su copa para que volviera a echarle más coñac. Le sirvió una buena medida, le daba la impresión que la necesitaba.

Anglade-san así lo hizo, también llenó la suya. En ese instante, Komiya-san retomó su relato.

-Me encontraron deambulando durante la madrugada, descalzo y medio desnudo, apenas cubierto con mi camisa rota, al borde de una hipotermia y con lesiones internas mucho más graves. En aquellos momentos yo era incapaz de recordar nada. Aun estaba en shock. Mi padre montó en cólera cuando se entero. Le llamaron del hospital para comunicarle mi estado. Durante las primeras semanas, mientras curaban mis lesiones, no fui capaz de saber quienes habían abusado de mi. Mas tarde, pudo recordar todo, pero callé, mi primo me amenazó con matar a mi familia, yo le creí capaz, si no él, de enviar a alguien para llevar a cabo ese trabajo. Ahora todo ha cambiado, pero entonces, existía mucha gente sin ningún tipo de escrúpulos. Cómo mi primo y sus compinches.

-La policía... pudo dar con ellos?

-Que cree que podían hacer? -le miró, su mirada gris oscura quedo presa de la suya- Solo una persona debía ocuparse de ellos. Sabía quien era el instigador, a través de él llegue a los demás. Los mate uno a uno y ellos supieron porque morían. -a veces volvía a ver en su mente la mirada distorsionada de dolor de su primo y su espeluznante grito de terror, cuando de un tajo le cortó su miembro y se lo hizo tragar, no murió por las heridas que tenía, sino ahogado.

La dureza de su mirada le impresionó sobrecogiéndole.

-Me tiene miedo?

-No. -era sincero.- Qué le hicieron?

Komiya-san le miró a los ojos, en ellos no vio repudio, ni siquiera compasión. Le aceptaba tal como era y eso le gusto. Aunque trabajara con mujeres era un tipo fortalecido por las situaciones en las que había participado, aunque no tuvieran ninguna comparación con las suyas propias. Y entonces lo supo, ambos se complementaban. Se sentía a gusto allí, con él, bebiendo y conversando, aunque esa noche, los derroteros de su conversación habían tomado un camino inesperado. Nunca antes le contó a nadie su vida, con él era diferente, le hacia sentirse bien, le ayudaba a aliviar el peso de su alma. Se pasó la mano por el cabello, como si pretendiera apartarlo de su rostro, apenas lo dejo libre volvió a caer sobre su frente. Lo ignoró.

-Cuando considere que el paseo se prolongaba demasiado quise volverme, más el ajeno a mis protestas, me agarró del brazo y me arrastró hasta una vieja fabrica en las afueras de la ciudad, estaba en un lugar aislado, entonces estaba cayendo la tarde, recuerdo haberme fijado en un disco rojo como la sangre instantes antes de ser empujado al interior del edificio. Fue como una premonición, ahora lo se. Trastabille y caí en mitad de un grupo de chicos, cuando levante la cabeza, sentí miedo e hice intención de salir corriendo de allí. Todos vestían ropas de cuero oscuro y cadenas adornando su cuerpo, cadenas que empleaban para atemorizar a sus víctimas. No lo conseguí. Me agarraron entre dos y me inmovilizaron. Mi primo riendo me dio dos fuertes golpes a los costados de la cabeza, el dolor me sobrecogió, los oídos me zumbaban, me agarró de los cabellos echando hacia atrás mi cabeza, el dolor era terrible, cuando pretendí gritar, no pude hacerlo, había introducido algo en mi boca, duro y blando cuyo desagradable su olor me mareo. Sentí nauseas y asco, me ahogaba y creí que así era cuando enseguida derramó dentro de mi boca, una pasta acre que me obligo a tragar a riesgo de atragantarme con ella y que me resultó asquerosa. Oía como de un modo lejano, risotadas y palabras malsonantes, le jaleaban como si aquello fuera divertido, puedo asegurarle que para mi no lo fue, después me desnudaron y mi primo me forzó y mientras gritaba alguien, no pude ver quien, las lágrimas cegaban mi mirada, me metió su miembro en la boca, perdí la cuenta de las veces que lo hicieron por delante y por detrás, ni siquiera recuerdo como salí de allí. -el sonido de su voz disminuyo hasta apagarse por completo.

Qué él se tomara la justicia por su mano le pareció aceptable cuando acabo de escucharle. Que abusaran así de un niño tuvo que ser traumático en extremo para él, llevado por un extraño sentimiento, se alzó yendo a su lado, no sabía porque lo hizo, pero su mano se posó en su cabeza y en un gesto consolador le atrajo contra su cuerpo.

Ninguno de los dos se cuestiono su actitud. Komiya-san rodeó su cintura con sus brazos durante unos minutos, aceptando su consuelo, sintiéndose confortado por él, por el cálido contacto de sus dedos entrelazando sus cabellos, luego se apartó con cierta brusquedad, convencido que un hombre duro como él no debía rendirse ante sus suaves caricias.

-Me voy, le dejaré descansar... -se levantó y se dirigió hacia la puerta, antes de salir se volvió- Gracias por escucharme. -no mencionó su inesperado gesto.

Asintió en silencio, incapaz de hablar.

Aquella confesión, forjó en ellos una naciente amistad que crecía día a día, o más bien podía decirse, noche tras noche, porque sin faltar una, Komiya-san se reunía con él, en la pequeña antesala y bebían y conversaban como si se conocieran de siempre.

Su presencia, su amistad le ayudaba a no sentirse solo en aquella casa, no podía decirse que estuviera solo, pero así era como se sentía en los momentos que no tenía a su paciente presente, o a su esposo como solían llamarse uno al otro.

Durante todo el día trabajaba sin descanso, por eso al concluir el día, antes de retirarse a dormir, saber que él vendría a hacerle compañía, le resultaba placentero y relajante.

Se sentía aislado del mundo exterior a aquellas cuatro paredes, no le llegaban noticias, de Europa, no sabía si le habían buscado o si le daban por muerto, ni siquiera si su esposa y su hija le habían llorado se quejo en una oportunidad.

-Sato-san no es un hombre despiadado, su esposa y su hija saben que esta vivo, y que por motivos de seguridad se mantiene oculto. Ellas creen que usted es un héroe. -sonrió al decirlo, al mismo tiempo que le tranquilizaba.

-¿Qué fantasía les han contado? -preguntó, mientras pensaba que su esposa pecaba de ingenua y su hija estaba atravesando una difícil etapa entre la adolescencia y la edad adulta, en esos momentos cualquier cosa era un mundo para ella. …l no se sentía un héroe, más bien un ratón de laboratorio perdido en un laberinto de paredes en las que le impedían ver el exterior.

-No puedo decirlo, porque lo ignoro. -dijo Komiya-san- Se esta acabando el verano. Tiene idea de cuando podrá quedar libre?

-Se refiere al parto de vuestro joven señor. -sabía que dentro de la casa era un secreto a voces. Era imposible ocultar un hecho así. Aunque le costaba que la fidelidad de esos hombres hacia su señor era incuestionable.

-Si.

-Bueno, él ya esta próximo a la semana cuarenta y uno, el parto tiene que producirse durante esta semana o la siguiente, no más porque la placenta se vuelve inestable a partir de entonces -sonrió al comprender que no entendía nada- El joven esta a punto de parir. Por qué de pronto te interesas por él? -sin advertirlo le tuteó.

-A finales del verano se llevara a cabo en el Santuario Hachiman, en Kamakura, el Tsurugaoka Hachimangu.

-Ah si, y que es eso?

-Es una fiesta tradicional en ella participan jinetes vestidos con ropas de caza de antiguos guerreros feudales Yabusame que se enfrentan en un concurso tradicional de arco a caballo (yabusame). Me gustaría que pudieras verlo. Te interesa? -también él respondió a su tuteo, llevaban hablando como si fueran apenas conocidos desde el primer día. Ahora que llegaban al final de su creciente amistad bien podía llamarle su amigo.

-Es posible?

-Hablaré con mi jefe. Aunque si nace el bebe ya no necesitaras pensar en que hacer. Podrás regresar a tu casa.

-Me gustaría ver esa celebración contigo.

-En serio? -sus ojos brillaron ilusionados al oírle.

-Si.

-Le diré lo que me has dicho... -se fijo en su expresión interrogativa- lo de las semanas y la placenta inestable.

-Ya esta enterado. -le agradaba saber que prestaba atención a lo que le decía, aunque a veces no comprendiera su significado- Lo hablamos esta tarde y me pidió que estuviera preparado para cualquier contingencia, por ese motivo le he pedido que trajera una matrona para ayudarme en el parto, le he explicado la situación y ha aceptado mis razones para inducir el parto, razones medicas y de seguridad para el bebe y la madre, por supuesto.

-Quiere decir que van a provocarle el parto?

-Así es.

-Cuándo?

-No lo se. Posiblemente antes de finalizar la semana. Deseamos que la madre se sienta tranquila. -se le hizo extraño hablar en esos términos de un hombre.

***************************

Tras limpiar todo los instrumentos, después de apagar todos los aparatos electrónicos o eléctricos tapándolos con fundas plásticas, pensó que aquellas salas parecían fantasmales. Fue cerrando ventanas y puertas, dejando que el silencio las envolviera.

Podía creerse que apenas terminó todo estaba ansioso por marchar y sentirse nuevamente de libre para abandonar esa propiedad y ese país. Regresar a su hogar, ver a su mujer y su hija. Sin embargo no fue así. Durante esos casi nueve meses había empezado a valorarse a si mismo, bajo otras medidas, no había echado de menos las reuniones sociales, ni el parloteo constante de su esposa durante la hora del desayuno o las comidas, en las cuales solo hablaba de fulanita o menganito, de trapos, de asuntos intrascendentales. Sentarse junto al juego con una copa en la mano y escuchar una voz grave, rica en matices. Y supo que no quería volver a ese estilo de vida que llevaba antes de ser conducido allí a la fuerza. Ahora apreciaba el silencio, la quietud, poder trabajar entregado por completo a lo que realmente le agradaba hacer, solo, sentado en un taburete alto, con un microscopio delante, investigando incansable. Si, dejaría la práctica de la ginecología para investigar.

Su primera prioridad fue el descanso. Un cansancio mental le llego de pronto, necesitaba descansar, era la primera vez que se sentía así, aunque también le invadía un estado de gozo, aunque no pudiera manifestarlo. Había realizado un hito en su carrera, ser el primer ginecólogo de todo el planeta en haber llevado a buen termino un embarazo masculino, aunque las causas que lo provocaron le eran todavía desconocidas, el joven pelirrojo se había prestado a ser su conejillo de Indias con ilusión, aunque a veces en el fondo de sus ojos veía un brillo divertido cuando se sentía frustrado, por los resultados obtenidos con las pruebas que le hacia. Todo en el era normal, su compañero también, ninguno de los dos presentaba ninguna anomalía en la sangre, su genética no presentaba ninguna anormalidad, su ADN les declaraba como dos hombres jóvenes completamente sanos y perfectos. Entonces, dónde estaba la explicación? Por qué no encuentra una explicación concluyente a ese fenómeno de la naturaleza? Con ese pensamiento se quedo dormido, atravesado en el lecho, vestido y calzado.

Eran las seis de la tarde cuando Komiya-san llego a la casa, tras estar preparando un asunto personal, el personal de la casa extrañado de no ver al gaijin a la hora de la comida se lo comunicaron apenas entró por la puerta. La seguridad de Anglade-san estaba a su cargo también. Ante el nombre despectivo de extranjero como seguían llamándole hizo una mueca nada agradable, el hombre se apresuro a desaparecer de su presencia. Tras comprobar que no estaba en su despacho y que todas las salas de la primera planta estaban recogidas y cerradas, se decidió subir a sus habitaciones privadas.

Llamó a la puerta de la antesala, más nadie contestó, se decidió a entrar acercándose a la puerta que comunicaba con el dormitorio, el silencio era total, llamó una, dos veces, sin obtener respuesta. Aún a riesgo de ser despedido de allí se arriesgó a entrar. La habitación estaba en penumbras y echando sobre la cama Anglade-san dormía, tan  profundamente que no había escuchado las llamadas.

Pensó que no podía dejarlo así, pero tampoco se atrevía a despertarle, se le veía tan relajado dormido que sentía tener que hacerlo. Le llamó una y otra vez sin conseguir una respuesta, se decidió a sacudirle del hombro, lo hizo varias veces, pero todo lo que consiguió fue que se diera la vuelta y quedara medio de costado.

Con ciertos titubeos se decide, primero le descalza y entonces le acomoda a lo largo de la cama, comprende que ha estado tan tenso durante esos meses que ahora el cuerpo le esta pasando factura porque no despierta, luego empieza a soltar con cuidado uno a uno los botones de su camisa, debajo lleva una camiseta sin mangas, que muestra su pecho cubierto de un vello rizado y de un color cobrizo como sus cabellos, durante esos meses habían crecido y los llevaba recogidos con un prendedor tras la nuca, se apresuró a quitárselo para que pudiera descansar sin apreturas ni agobios. Quitarle el pantalón fue otra lucha consigo mismo, era la primera vez que sentía una atracción tan fuerte y le asustaba que fuera malinterpretada.

Como temeroso de ser sorprendido en una actitud indecorosa, se inclinó hacia su cinturilla y aflojó el cinturón que mantenía su pantalón alzado, luego, soltó los tres botones, apartó hacia atrás los bordes, dejando al descubierto la tela de sus calzoncillos, de un color azulado con rayas verticales del mismo tono más fuerte. Necesito alzar sus caderas para conseguir bajárselo, en el intento casi le saca también su calzón, medio se sobresalto al intentar impedirlo y durante los siguientes segundos perdió los nervios, no sabiendo hacia donde llevar sus manos, ante el temor que despertara, más eso no sucedió y algunos minutos después tras dejarle acostado y tapado con las sabanas y la colcha, se secó unas gotitas de sudor que caían por su frente.

Esa noche Rukawa-sama orgulloso con el nacimiento de sus nietos se acercó a felicitarle por el feliz alumbramiento y a beber a su salud.

-Lleva durmiendo toda la mañana -le comunicó Komiya-san.

-Volveré otro día. Y tú cómo estas? -Estaba enterado de su pasado y de los efectos que habían tenido sobre su personalidad, y aunque se sospechaba que él era el responsable de cierto número de muertes, nunca se le pudo probar nada- Se que ha tenido que resultarte muy duro permanecer tanto tiempo teniéndole bajo tu custodia.

-Ha sido soportable. -dijo sin mostrar ningún indicio de lo que pensaba de ese trabajo.

-Me pediste unos días libres.

-Si, señor. Había pensado ir a ver el Tsurugoaka Hachimangu.

-Eso será pasado mañana. Te vendrá bien distraerte. Vas a ir solo? -estaba seguro de recibir una respuesta negativa, desde que le conocía nunca le vió con amigos, era bastante difícil de hacer amistades.

Inconscientemente llevo la mirada al piso superior y aunque la apartó enseguida Rukawa comprendió. Aquella si era una tarea ardua, por lo que él sabia, con Anglade-san no tenía ninguna oportunidad.

Como si comprendiera los pensamientos de su jefe, algo difícil porque su rostro era una máscara inmutable expresó su intención de viajar acompañado.

-Anglade-san ha aceptado acompañarme, hace unos días me expresó el deseo de distraerse después de tantos meses metido en la casa.

-Comprendo como debe sentirse. Había dispuesto todo para regresarle a su país, pero si él esta dispuesto a quedarse unos días me parece bien. Has hecho algún preparativo para el viaje?

-Contrate pasar dos noches en un ryokan, para que pudiera marchar durante el fin de semana. -extrañado por el interés de su señor.

-Dile a Anglade-san que vendré a verlo después del desayuno, espero encontrarle despierto.

-Supongo que si, Rukawa-sama.

Tras quedar solo, se dirigió a la cocina para hacerse algo de comer, el cocinero y los dos hombres que le acompañaban le hicieron un hueco junto a la mesa, agradeció la cortesía con un leve gesto.

-Sabe cuando volveremos a casa, señor? -llevaban mucho tiempo sin ver a sus familias.

-No. Será pronto, porque Rukama-sama me dicho que ya retiro la vigilancia exterior, supongo que vosotros no tardaréis en recibir vuestra orden.

-Empezaré a recoger mis cosas, apenas me entere me voy. -dijo Dazai que había prestado sus servicios como cocinero- Tengo una linda muchachita esperándome.

-Seguro que se ha ido con otro -dijo chanceándose su compañero Ajibana.

-Lo dudo... la deje bien cargada para evitarlo -rió mientras hacia un gesto obsceno.

-Quien te asegura que es tuyo... -continuó la broma Godo.

Dazai sonrió con maldad, si ellos supieran el mal genio que tenía su madre no le preguntarían eso. La dejo bajo su custodia y de seguro que la ha mantenido bien ocupada.

-Buenas noches... -se levantó dispuesto a retirarse, no tenía sentido escuchar las bromas y chistes picantes de sus eventuales compañeros- Iré a dar una vuelta... -salió por la puerta que utilizaba el servicio cuando llegaban las provisiones. Sabía que ya no era necesario pero la fuerza de la costumbre le llevó a hacer su habitual ronda nocturna, esa noche se encontraba solo, ni hombres ni perros, solo ellos tres, porque también su ayudante se había ido. Era consciente que ellos seguirían allí hasta que Anglade-san fuera enviado de vuelta a su país.

Cuando regresó a la vivienda paso por todos los cuartos comprobando que todo estaba cerrado. Al concluir, miró hacia el piso superior, subió las escaleras para cerciorarse que su ocupante seguía dormido.

Así era.

Para él todavía era pronto por lo que acostado en su cama intentaba leer un libro de misterio, incapaz de concentrarse debido a los ronquidos de sus compañeros, decidió dejarlo al cabo de un par de páginas. Apagó la luz y procuró dormir.

 

 

-Buenos días, Komiya-san -dijo exultante de energía al descender las escaleras con inhabitual habilidad de dos en dos.

-Buenos días, Anglade-san. Deseo que haya descansado bien -sabía que así debía ser porque llevaba más de doce horas durmiendo.

-Si. He tenido un sueño muy reparador. Gracias. Estoy famélico.

-Vaya al comedor. Diré que le lleven comida.

-Gracias.

Algunos minutos después, llegaba Ajibana con una bandeja y alimentos suficientes para calmar el hambre del doctor. Tras él llegó Komiya-san, se sentó en el otro extremo de la mesa.

-Quiere acompañarme.

-Hace una hora que comí. Gracias.

-Anoche, fuiste tu quien me ayudo a...? -preguntó mientras devoraba el abundante desayuno, estaba hambriento después de tantas horas sin probar bocado.

-Si... me avisaron que no había bajado a comer y subí para asegurarme que estaba bien. Le pido disculpas si le molesté.

-Al contrario, se lo agradezco. Gracias. Me sentía muy cansado, ni siquiera recuerdo haberme quedado dormido. Al despertar, esta mañana me dí cuenta de ese detalle. Ahora me siento mucho mejor, con suficientes energías para empezar un nuevo desafío.

-Supongo que te refieres a volver a tu casa. -Consideró su silencio como una afirmación- Anoche vino a verle Sato-sama. No quiso que se le despertara, me dijo que vendría a verle ahora. -a través de la puerta entreabierta reconoció su voz- Ahí esta..., les dejo solos. -se levantó y salió.

No supo de lo que hablaron, durante más de media hora permaneció Rukawa-sama conversando con el doctor, cuando volvió de su paseo por el parque encontró una limusina esperando ante la puerta principal.

Pensó que el doctor había olvidado su deseo de ver la competición en el templo. Al parecer una vez acabado su trabajo ya nada tenía que hacer allí. Tendría que ir solo se lamentó. Se fijo que cuando se acercó, el chofer salió y abrió la puertezuela esperando. Se detuvo sorprendido. Que significaba aquello?

-No subes?... -asomó medio cuerpo del doctor, le miró con una sonrisa- Tu jefe sabe como hacer las cosas. Ha puesto el coche a tu disposición.

Se apresuró a subir aún aturdido por la sorpresa.

El viaje hacia el norte, fue relajante y tranquilo. A veces hablaban, otras se dejaban llevar por el paisaje que pasaba veloz ante sus ojos. Una música relajante se oía por los altavoces. Se detuvieron para comer en una ciudad que no supo como se llamaba, en el restaurante le conocían porque le saludaron ceremoniosos y les condujeron hacia la mejor mesa de que disponían. Todos los gastos corrían por cuenta de Rukawa-sama, le dijo Anglade-san, era su forma de agradecerle por llevar a buen término el embarazo de su hijo.

Cuando reanudaron el viaje, Anglade-san pidió.

-Cuéntame, cómo es el lugar hacia donde vamos?

-Durante el periodo Minamoto, entre los años 1185-1333, conocido también como Shogunato Hojo, Kamakura fue la antigua capital del país. Es uno de los lugares que no pueden dejar de verse. Es el centro del Budismo Zen, una de nuestras religiones más importante. Somos practicantes del budismo y el sintoísmo, por ello tiene seis templos budistas y diecinueve santuarios sintoístas. Esta rodeada de montañas, bosques y preciosas playas, debido a su clima es el lugar ideal para pasar las vacaciones. Se puede decir que entre los muchos templos que existen, destaca el Santuario de Tsurugaoka Hachimangu...

-Ahí es donde vamos... -le interrumpió.

-Así es.. -le satisfacía que hubiera retenido el nombre- No te diré como es el lugar, dejaré que lo veas por ti mismo, no dudo que te gustará, además del Santuario, hay un Museo Municipal, si quieres podemos visitarlo y un Museo de Arte Moderno, con magnificas colecciones de pintura, grabados y acuarelas.

-Debe ser interesante verlas... -creía que merecía la pena empaparse con las cosas bellas que ese viaje podía proporcionarle, cuando se fuera podía llevar un hermoso recuerdo del lugar.

-La visita más espectacular esta ubicada en el Tempo de Kotokuin, allí se encuentra la imagen de Buda más grande de Japón...

El chofer que iba escuchando la conversación, llevaban la ventanilla de cristal bajada intervino hablando con rapidez.

-Disculpa... me dice que estoy equivocado. El Gran Buda de Bronce, es la segunda imagen más grande de Japón -rectifica con una leve sonrisa- Al parecer el Daibutsu de Nara, resulta más espectacular que esta.

-Qué altura tiene el Daibutsu del Templo Kotokuin?

-Once metros de altura y un peso próximo a las cien toneladas, la estatua muestra a Buda sentado y sus rasgos tienen una serenidad increíble. Si lo desea podemos acercarnos y si quiere también puede subir por la escalera que hay en su interior hasta sus hombros.

-Ya estoy viejo para esos esfuerzos, pero me gustaría verla.

-No lo creo. Esta en el mejor momento de su vida.

-Gracias..., qué más puedes contarme?

-Todo lo que desees saber.

-Sígueme hablando de los Templos.

-Eres creyente? -se animó a hacerle una pregunta directa.

-Como la mayoría de los católicos, forma parte de la Iglesia de Roma, aunque no soy practicante activo. -Reconoció- Suelo ir a las celebraciones más importantes de nuestra Iglesia, Pascua, Navidades, Misa de Gallo, etc.

-Comprendo.

Habían estado bordeando la costa, en parte admiraban el paisaje marino, en parte se distraía mirando a Komiya-san mientras le explicaba con una increíble minuciosidad parte de la historia de esa región por la que iban pasando. Estaba atento al movimiento de su boca, su voz rica en matices, ronca le atraía como si deseara seguir escuchándole siempre.

-Estamos atravesando una pequeña península, la ciudad donde paramos a comer es Hayama, todas nuestras ciudades tienen su propia historia... -se volvió a mirarlo y pudo ver que estaba echado hacia atrás en el cómodo asiento con toda su atención puesta en él, se sintió halagado.

En silencio, como si supiera que lo necesitaba le alcanzó un botellín de agua, había observado que durante la comida no había probado alcohol.

Komiya-san lo tomó con un leve gesto de agradecimiento, bebió un trago largo y prosiguió sus explicaciones de un modo tan entretenido que captaba el interés de su interlocutor, le satisfacía escuchar sus preguntas, cuando por alguna duda le interrumpía, sabía que no podía fingir curiosidad. Realmente le interesaba lo que le estaba contando.

El viaje se les hizo entretenido y cuando el coche se detuvo y la portezuela se abrió, los dos se miraron como si no supieran donde estaban.

El edificio tenía la construcción típica del período Kamakura, del establecimiento salieron a recibirles un grupo de empleados acompañados por el okami.

-¡¡Irassheimase!! 

Tras los saludos les invitaron a entrar y sentarse en el hall mientras se llevaba a cabo el registro de los huéspedes

Luciens tuvo la precaución de seguir todos los movimientos de su acompañante, por ello, antes de entrar dejaron sus zapatos en la entrada, recibiendo a cambio unas zapatillas. Mientras se sentaban en sillas sin patas, con cojines sobre ellas, junto a una mesa baja. Komiya-san le explicó como era la forma adecuada para comportarse y no cometer errores. Se lo agradeció porque todo comenzaba a resultarle más que desconocido. Era como si en esos instantes, hubiera cruzado una puerta al pasado.

-Es normal todo esto? -preguntó sorprendido por el trato.

Komiya-san respondió

-Todo depende de la categoría del establecimiento. Sato-sama no ha reparado en su deseo que tenga una agradable estancia entre nosotros.

-Considerando que fui secuestrado, drogado y trasladado de país... -le recordó.

Komiya-san bajo la mirada, avergonzado al recordarle cual era su situación allí y su activa participación durante esos meses de forzoso encierro en los límites de la propiedad.

-Le pido disculpas.... -dijo levantándose e inclinándose ante él durante el tiempo que consideró necesario para disculparse.

-No hagas eso..., tú no eres responsable. -le agarró del brazo y sin ninguna ceremonia le hizo sentarse nuevamente, medio cayendo de lado.

-Aún así. -murmuró acomodándose.

-Estaba en tu mano poder sacarme de allí? -preguntó.

-No...

-Entonces no volveré a mencionarlo. -Estaba dispuesto a perdonar esa afrenta debido al reto que suponía en su carrera profesional el descubrimiento de las causas que provocaban el embarazo masculino, si conseguía llegar a la meta que se había propuesto, y era viable conseguir que el hombre engendrara una nueva vida, nada ni nadie podría negarle el derecho a dar a conocer ese hecho. Además teniendo en cuenta que Komiya-san cumplía ordenes no podía culparle de cumplir con lo que el consideraba su obligación.

-Arigatoo...

Luciens observó que desde donde estaban podían ver el jardín y se entretuvo admirando su sencillez y armonía.

No permanecieron mucho tiempo allí, solo el necesario para registrarles, una señorita vestida con kimono y obi blanco, se acercó, se inclinó ante ellos para comunicarles que podían seguirla.

Komiya-san le explicó que se trataba de una nakai-san, es decir, doncella o moza de equipajes, quien llevando sus maletas, les condujo hacia su habitación, durante el trayecto hacia la misma, les fue mostrando las diferentes instalaciones de las que disponía el ryokan.

La habitación era espaciosa, vió que las paredes, techo y suelo eran de madera, cuando quedaron solos, Komiya-san le contó que estaba decorada a la manera tradicional washitu, que la mesa baja que estaba ubicada en el centro se llamaba zataku y las sillas desprovistas de patas se las llamaba zaisu y zabuton los cojines que estaban sobre las mismas, en algunas habitaciones de lujo podría encontrarse ese mismo asiento con brazos y su nombre era kyosoku. Los enormes ventanales recibían el nombre de shoji y estaban realizados con madera y papel de arroz.

Luciens le prestaba suma atención porque deseaba integrarse por completo y ser capaz de expresar en japonés con la suficiente fluidez como para ser comprendido.

En ese instante, volvió la misma nakai-san que les había atendido, llevando consigo una bandeja con té y dulces, como supo luego en señal de hospitalidad, al mismo tiempo que con las piernas dobladas y con el cuerpo apoyado sobre sus talones, en la postura llamada chugoshi, les informó de los diferentes horarios y de la preferencia acerca de la comida. Aunque intentó comprender lo que les estaba diciendo no le fue posible, por ello permaneció distraído mirando hacia el jardín, pensando si estaría mal visto si les dejaba solos. Finalmente se quedo.

Mientras tomaban té, Luciens le planteo una cuestión que había llamado su atención, donde estaban las camas para dormir?

Komiya-san se permitió una sonrisa y enseguida le dijo que no existía tal mueble.

-Entonces, dónde se duerme? -preguntó sorprendido.

-Aquí mismo, sobre el tatami se colocan los futones que ahora permanecen guardados en grandes armarios.

-Futones?

-Esta noche podrás verlos, ahora confórmate con saber que es un conjunto de colchón, sábana y almohada.

-Komiya-san hay algún inconveniente en salir al jardín?

-Ninguno, si desciendes del engawa no olvides calzarte las getta... -le miró un segundo y rectificó enseguida- mejor las setta, te serán mas cómodas de llevar.

-Cuáles son? -preguntó mirando los dos pares distintos de calzados que allí estaban dispuestos.

-Las sandalias...

En el exterior ya empezaba a oscurecer y luces estratégicamente ubicadas iluminaban el rotenburo como supo más tarde que se llamaba.

-Si quieres podemos relajarnos del viaje antes de la cena -le propuso. Le explicó cual era el propósito del rotenburo y cual era el procedimiento a seguir. Primero tenía que asearse en un lugar aparte y ya limpio podía meterse en el agua.

-No sabía que iba a necesitar un bañador...

-No es necesario.

-Quieres decir que estaremos desnudos? -preguntó atónito ante tal costumbre.

-Si tienes inconveniente... puedo dejarlo para después...  -no le dijo que podía utilizar una de las toallitas para cubrirse.

-No..., no... -Intento decir con naturalidad- solo me sorprendió vuestras costumbres... -pareció darse cuenta que podía ser malinterpretado- no quise decir que me parecieran indecentes..., en Europa hay playas nudistas. -dijo como si eso lo dijera todo.

-Aquí aún no hemos llegado a ese extremo...

-También las mujeres lo utilizan?

-Normalmente existen onsen independientes para hombres y mujeres, aunque también los hay mixtos -le respondía mientras atravesaban el jardín.

Luciens se fijo que solo se trataba de una zona cubierta de grava, rocas y piedras, se distinguían algunas plantas, más bien escasas para su gusto.

Habían encontrado en el baño yukatas de distintos modelos y colores, había elegido el de tono más oscuro, un poco para evitar la transparencia de la tela, toda su vestimenta había quedado guardada en unas taquillas para tal uso. El aseo se llevó a cabo en una pequeña sala próxima al rotenburo, constaba de duchas, unas bancos de plástico para sentase y cazoletas del mismo material para echarse por encima agua y quitarse de encima el jabón, tras eso, se seco y enrolló alrededor de su cintura una toalla lo suficientemente grande para llegarle hasta los tobillos, cuando salió de allí, se fijo que Komiya-san estaba sentado en el extremo más alejado, tenía los ojos cerrados y parecía dormir.

Envalentonado por este hecho, se apresuró a desprenderse de la prenda que le cubría y se introdujo dentro del agua, estaba bastante caliente, pero era soportable, le alcanzaba hasta la altura de las rodillas, se dio prisa en sentarse.

No supo porque actuaba así, no era una persona vergonzosa, durante sus años de servicio militar, había tenido que compartir la ducha y recibir más de una que otra broma como el resto de sus compañeros.

Se fue deslizando hacia delante, hasta sentir que el nivel del agua le quedaba a la altura de la garganta, sus manos estaban apoyadas en el fondo liso de aquella pequeña piscina. También él cerró los ojos y se dejo llevar por la agradable sensación de sentir como sus músculos se aflojaban. La tensión de los últimos días y del viaje se diluía con el agua.

Sintió que le tocaban en el hombro y se sobresalto perdiendo el escaso equilibrio que mantenía con el borde, con un brusco chapoteo se sumergió a medias, debido a la poca profundidad le costó enderezarse. Salió del rotenburo sacudiéndose como si hubiera recibido inesperadamente un baldazo por encima de agua fría.

-Que pretendías sobresaltándome así.!!?  

-Avisarte que llevabas demasiado tiempo, por ser la primera vez es suficiente. -estaba intentando no mirarle mas debajo de la cabeza, para no avergonzarlo, mas sus ojos como llevados por un imán, descendieron por su pecho, cuyo  vello oscurecido por la humedad lo tenía pegado al cuerpo, estaba admirando sus músculos cuando la maravillosa visión desapareció, demasiado pronto advirtió que estaba mostrándose sin ningún pudor- Nuestra cena debe estar a punto de ser servida -le avisó levantándose, si pensó que él se iría se equivoco.

Recogió su toalla y se secó los brazos con una de las puntas, dejando el resto de la tela cayendo por delante suyo, medio cubriéndose, medio destapándose.

Sabía que le estaba provocando más fingió no darse por enterado, dando media vuelta se dirigió hacia las taquillas donde había quedado su yukata, tras secarse con las diversas toallas que les proporcionaban, se vistió el yukata y se dirigió al interior de la habitación, no olvido quitarse las sandalias para no pisar con ellas la madera, ni tampoco pisar el jardín descalzo.

Pensó que eran muy triquis miquis con el asunto del calzado.

Les sirvieron la cena a la hora acordada, las siete y media, entre plato y plato se quedaban solos para paladear tranquilos los alimentos. Hubo una gran variedad de comida, toda ella servida en pequeñas raciones, todo muy bien presentado, finalmente llego el momento del postre.

Mientras bebían sake en el engawa, la mesa fue recogida rápidamente siendo sacados y preparados los futones, quedando uno al lado del otro.

Luciens apenas si tomó nota de ese detalle, el baño le había relajado al punto que se sentía somnoliento, por ello se fue a dormir pronto.

-Buenas noches, Komiya-san -deseo metiéndose entre el futón y la sábana.

-Masamichi..., puedes llamarme así. -dijo tumbado a su lado.

-Solo si tú me llamas Luciens -repuso.

-Buenas noches, Luciens.

-Buenas noches, Masamichi.

A la mañana siguiente, tras un nuevo chapuzón en el rotenburo, bajaron a los salones para desayunar. Masamichi tomó un desayuno japonés con arroz, pesca y sopa miso, en cambió Luciens se decantó por uno occidental, a base de café y tostadas.

A las diez el coche les dejaba en las proximidades del JR, desde allí iban a ir andando, el paseo era corto y Luciens tendría ocasión de admirar el paisaje.

El santuario esta en lo alto de una escalinata, a su alrededor se distinguen diversos edificios, ubicados entre estanques cuyas aguas eran de un color rojo, Luciens observo que acudía mucha gente, al igual que ellos y pensó que debía tratarse de una competición muy importante por la multitud de personas que subían las escalinata bordeada de preciosos árboles que daban sombra consiguiendo que la subida fuera menos fatigosa.

Finalmente llegaron al  final del camino arbolado, habían cruzado una de las impresionantes puertas llamadas Torii que conducían al templo. Masamichi encontró un buen sitio desde donde podían ver la competición. Solo en fotografías había visto guerreros samuráis, y la majestuosidad de sus vestimentas fue todo un descubrimiento, en el que destacaba el color rojo de jinetes y monturas, sintiéndose agradecido por permitirle contemplar la pericia de esos hombres con sus arcos al ser capaces de acertar en una pequeña diana al galope con sus monturas, si bien le quedaba claro que en el pasado debieron atravesar con sus dardos los pechos de sus enemigos. En ese momento, la grandiosidad del espectáculo le hacia olvidar ese hecho. Lo disfrutó, sintiéndose inusitadamente feliz, en aquel momento inmerso en la pugna no se detuvo a analizar sus sentimientos.

Recordó el comentario que le hizo Sakuragi aquella mañana, acerca de la diosa de la benevolencia y al preguntarle a Komiya-san, este le comentó que estaba cerca de conocer su santuario, se llamaba Kannon y era la diosa de once cabezas y poseía unas dimensiones colosales. A partir de aquella mañana, fue una sucesión constante de ciudades, templos, museos y ryokans en los que recibían un trato exquisito, parecía que ninguno de los dos se cansaban del constante ir de un lado a otro. Pero todo lo bueno, siempre tiene un final y al cabo de una semana, Masamichi recibió una llamada de su casa.

-Mi padre ha tenido una recaída y debo volver.

-Nos vamos ahora? -preguntó dispuesto a preparar el bolso con sus efectos personales y alguna ropa.

-Tú puedes seguir.

-Solo? Y quién me contara la historia del lugar? -Estaba decidido- Volveré contigo. Si quieres ya mismo.

Sonrió al oírle.

-A Takeda no le gusta conducir de noche, saldremos mañana. Al mediodía ya estaremos en casa, luego de dejarte iré a ver a mi padre.

-No es necesario que te entretengas conmigo..., Takeda-san me acercará sin problemas.

-Prefiero asegurarme que llegas bien.

-Como quieras... -aceptó.

-Te molesta? -preguntó al oír su tono de voz.

-No... en absoluto... -no quiso analizar porque le alegraba que se preocupara por él. Le hacia sentirse bien.

-Quieres que nos demos un baño antes o después de comer?

-Que sea antes... -aceptó la propuesta.

Pasaron al vestuario donde dejaron el yukata, de allí pasaron a la zona de baños donde se asearon. Cuando estuvieron limpios se dirigieron al rotenburo, como al unísono dejaron caer las toallas al piso, junto al borde y se introdujeron a un tiempo, después de una semana haciéndolo por la tarde y por la mañana, Luciens había perdido cualquier sentimiento de pudor, estaba tan acostumbrado que no pensaba que estaba desnudo y que casi al alcance de su mano, había un hombre en iguales condiciones. Durante esos días, bastante a menudo su cuerpo le provocaba ciertas molestias bastante difíciles de ocultar y que solo su fuerza de voluntad era suficiente para disimular su desazón. Sobre todo por las noches, tenía que levantarse e ir al baño para calmar los ardores propios de su sexo. Justificaba tales excesos diciéndose que llevaba demasiado tiempo sin una mujer, ya que siempre fue muy activo en el lecho.

-Necesito una mujer... -susurraba, si bien cuando se masturbaba no era el rostro de su esposa quien aparecía en su mente, sino unos ojos de mirada melancólica y una voz grave que no se cansaba de escuchar.

Aquella tarde tras el relajante baño, pasaron a la habitación donde ya estaban dejando los diversos platillos sobre la mesa, se sentaron alrededor de ella, como siempre enfrentados, para poder conversar sin volver el rostro. La cena transcurrió en un ambiente distraído e informal.

Masamichi intentaba hacerle hablar de sus cosas y él a su vez le interrogaba acerca de la historia de Japón.

Aquella noche se acostaron más temprano que de costumbre, pasaba de medianoche cuando despertó y vió que el futón a su lado estaba vacío. Se incorporó mirando alrededor, le vió sentado en el engawa, con expresión meditabunda.

-Te vas a enfriar -dijo pasándole sobre los hombros la sábana que había llevado consigo.- Te preocupa la salud de tu padre?

-No exactamente. 

Masamichi se arrebujó agradecido bajo la cálida tela. El otoño estaba llegando con frío, ninguno de esos motivos era lo que le mantenía despierto. Antes de alcanzar su adolescencia había padecido lo indecible, siendo apartado de su infancia de un modo brutal que lo marco de por vida, desde aquella noche, se había prometido a si mismo que los causantes de sus males iban a pagar con su propia vida, porque le condenaron irremediablemente, desde aquella trágica noche, y durante los siguientes tres años permaneció internado en el hospital, demasiado tiempo solo para rememorar una y otra vez lo sucedido, para planear lo que iba a hacer y como, le marcaron de por vida, no solo físicamente, también moralmente, su inocencia quedo atrás y con ella parte de sus sueños. Fue en el hospital donde nació su pasión por la historia, debía de ser el único enfermo que llegó a tener una biblioteca en su habitación. Se prometió a si mismo que nunca volvería a enamorarse, porque su incipiente idilio con su prima había desembocado en tragedia. Cuando creía que lo había conseguido, inesperadamente su corazón latía desaforado cada vez que él estaba a su lado.

No le fue difícil reconocer los síntomas, era inevitable que sucediera, habían pasado demasiado tiempo juntos, recordaba con nitidez cada uno de esos momentos, cuando iba a hacerle compañía durante una hora o dos y conversaban como si se conocieran de siempre, aunque a veces se sentía más como un carcelero que como amigo. Era consciente que no tenía ninguna oportunidad, nuevamente se enamoraba de la persona equivocada. Sabía la separación estaba próxima, por ese motivo disfrutó plenamente cada uno de esos segundos pasados a su lado. Quedaban pocas horas para dejarle en Yokohama, con toda seguridad tomaría un avión de regreso a su casa, junto a su mujer y su hija, mientras él iba a ver a su padre y no volvería a verle nunca más. Ese pensamiento era lo que le mantenía despierto.

-Qué es entonces? -Ante su prolongado silencio insistió- Qué te mantiene así?

-Me he enamorado de ti... -confesó con voz apenas audible, enseguida serenamente su mirada se posó en la suya enfrentándola- Dirás que soy un maricón de mierda.

Luciens llevó la palma de su mano a su boca acallándolo.

-No digas tonterías. Sabes bien, que jamás diría algo así de ti, porque sería tanto como decírmelo a mi mismo. -le hizo saber.

Masamichi abrió mucho los ojos, al segundo siguiente se refugió en sus brazos feliz con la revelación.

-No se como ha podido pasar.... -le estrechó contra su pecho- Te amo, Masamichi.

-Te amo, Luciens.

***************************

A la mañana siguiente despertó en sus brazos. Al ver que también él estaba despierto, tras un suave beso como saludo le contó un pequeño secreto.

-Recuerdas la llamada de anoche?

-Si. Lo que me recuerda que tenemos que marchar. Lo olvidaste? -preguntó al ver que no tenía intención de levantarse.

-Mi padre tiene una salud de hierro, nunca a estado enfermo. -Sonrió al ver su desconcierto- Es un truco suyo para que le lleve a conocer a mis amigos cuando cree que tengo algún lío con ellos siempre me hace llamar con esa excusa.

-Y los tuviste?

-No. Tú eres el primer hombre del que realmente me enamore.

-Tú también eres el primero para mí.

-Y espero que también el último -la sonrisa que asomó en sus labios, iluminó su rostro, irradiando alegría hasta sus ojos.

-Lo serás... -tenía la convicción que así iba a ser. Porque desde que le hizo participe de su tragedia, sintió la imperiosa necesidad de protegerle y solo estando a su lado lo iba a conseguir.

Era irónico que él que durante toda su vida de trabajó con mujeres, que estaba casado con una acabara enamorándose profundamente de un hombre y no de uno cualquiera, sino de él, el único que llego a su corazón, que le comprendía y por encima de todo le estaba demostrando que también sentía amor por él, un sentimiento profundo que los había alcanzado de manera inesperada y que había arraigado en sus corazones con fuerza.

-En qué piensas?

-En ti, en mi, en nosotros juntos.

-Tienes intención de marcharte... -su tono de voz y su consiguiente silencio le inquietó.

-No..., si Rukawa-sama me acepta, me gustaría seguir investigando aquí... no siempre se encuentra uno con un reto semejante.

-Cómo sabes...?

-Tengo oídos y vuestra gente no es muy prudente cuando se creen solos, hablan entre si.

-Debería córtales la lengua... -murmuró fiero.

-No es para tanto.... -se puso serio, le preocupaba que así lo hicieran- Yo no diré que lo sé si tu tampoco lo dices. -propuso.

-Le diré que quieres trabajar para él....

-No te confundas..., no quiero trabajar para él -se apresuró a aclarar- no quiero saber nada de su organización, solo quiero investigar el motivo por lo que esos chicos han alcanzado tal..... milagro? -Sacudió la cabeza, porque no encontraba una explicación lógica- de la naturaleza.

-De acuerdo... -rió al oírle, se movió de forma que quedo medio sobre él- Yo también quiero investigar... -su voz sonó sensual.

-Ah si?

-Si... -se inclinó hacia su costado, su lengua húmeda se deslizó dentro de su oreja, moviéndose ligera en todo su pabellón auricular.

Un gemido estremecido sacudió a Luciens, su amante le abría un mundo nuevo de sensaciones, por lo que no iba a poner impedimentos a que siguiera investigando. Sus brazos le rodearon la espalda animándole a continuar, sus caderas se arquearon buscando su contacto.

Se estremeció al conseguirlo.

***************************

-Es impresionante lo que sabes -le dijo esa mañana, mientras el coche iba devorando distancias y acercándoles a su destino final, Masamichi le había dicho que le esperaban en Yokohama y era allí donde les llevaba Takeda- Nunca antes había conocido a alguien que supiera tanto de su país.

-Me gusta la historia y me especialice en el período medieval. -Dijo Masamichi, sonrió al ver su desconcierto- Soy profesor de Historia.

-Quieres decir que das clases? A jóvenes universitarios? -preguntó desconcertado.

-No, a chicos de preparatoria. Excepto estos últimos meses que tuve que pedir un retiro provisorio.

-Pero... no eres experto en tecnología de vigilancia y todo eso?

-Solo como entretenimiento...., lo mío es la historia.

-Como sucedió que te metiste en esto?

Masamichi comprendió su pregunta.

-Tu paciente, es mi sobrino.

-Por parte de padre? -empezaba a dudar si no le había engañado respecto a su nombre.

-No. Su madre era mi hermana mayor.

-Así que le estabas haciendo un favor... -se sintió aliviado y resentido consigo mismo por esa pequeña duda.

-Se puede decir que si. Solo podían confiar en mi para protegerles, a ellos y a ti. En el pasado mas de una vez amenazaron la vida de los gemelos, por ese motivo llevan una escolta permanentemente, siempre han estado sobreprotegidos.

-Gemelos? O sea que no es la primera vez que pasa...

-Es una constante en nuestra familia, cuando murió mi hermana, mi padre le ofreció a su viudo, a su hermana gemela, eran idénticas, más el rechazo la oferta, no deseaba otra esposa. K y K también son gemelos, son los hijos menores de Rukawa-sama.

-K y K? -interrogó.

-Kaede puede ser nombre de chica o chico y mi hermana quiso que se llamaran así.

-O sea que mi ex paciente se llama Kaede Rukawa.

-Rukawa Kaede... -le corrigió.

-Ahora, recuerdo... ese nombre me resultaba familiar... oí hablar de un celebre basquetbaolista japonés que tuvo que retirarse por una lesión. Estaba en la NBA, es él?

-Si.

-Puedo saber el nombre de su pareja?

-Solo si me prometes no mencionar a nadie lo que sabes -comentó.

-Sabes que mis labios están sellados. Además, Rukawa-sama ha amenazado con acabar conmigo y te aseguro que después de conocerte quiero vivir muchos años.

-Sakuragi Hanamichi, ese es el nombre del pelirrojo. Me aseguraré que efectivamente tus labios queden sellados -se movió sentándose en su regazo, quedando sus piernas dobladas a horcajadas de él. Sus labios se posaron en los suyos, presionándolos unos segundos, luego movió los suyos abriéndolos y dejando que su lengua resbalara por sus encías hasta presionar sus dientes para incitarle a abrirse a él, al instante la suya salió a su encuentro, iniciándose una urgente necesidad de sentirse.

Inesperadamente una suave frenada, les hizo saber que el coche se había detenido. Con un gemido de frustración se apartó.

-Mas tarde seguiremos lo que hemos dejado a medias -le sonrió, acomodándose en el asiento y fijándose que su ropa estaba correctamente acomodada.

Al instante la puertezuela se abrió. Masamichi salió el primero y él detrás.

-Vive aquí Rukawa-sama? -preguntó en un suave susurro para ser solo escuchado por él.

-No. Esta es la casa de mi padre....

Antes que pudiera mostrar sorpresa, unos sirvientes se acercaron saludándole con respeto.

-Donde esta? -preguntó.

-Admirando el jardín, joven amo.

-Vamos... -le agarró la mano y tiro de él.

Se descalzaron en el guenkan, de allí le hizo atravesar diferentes estancias hasta llegar al final del pasillo delimitado por paredes de papel.

Masamichi se arrodilló, su mano deslizó el panel hasta que alcanzó a ver a su padre.

-Pasa, no te quedes ahí -levantó la cabeza en su dirección.

-No vengo solo, padre. He traído un invitado.

-Qué entre también.... -veía su sombra a través del papel.

Masamichi se incorporó, con un sonrisa le animó a adelantarse.

Luciens entró con paso firme, el rostro alzado, la mirada serena, sabía que iba a pasar un examen, lo que le hizo recordar sus años de estudiante cuando tenía que presentarse ante los profesores para examinarse.

-Buenas tardes, Komiya-sama -saludó respetuosamente en ingles, Masamichi le había advertido que no lo intentara en japonés, porque su padre podría creer que lo hablaba correctamente y se dirigiría a él hablándole con fluidez y no comprendería nada- Me llamó Luciens Anglade -al mismo tiempo que con ambas manos le acercaba su tarjeta.

El hombre que tenía delante, la recogió, leyó su contenido  y le hizo un gesto para que se siente a su derecha.

Masamichi se apresuró a acercarle una silla sin patas.

Sus ojos de un color negro se posaron en él sin ocultar la curiosidad que sentía, por el amable gesto de su hijo.

Luciens por su parte también observó que vestía traje típicamente japonés, estaba sentado sobre sus talones y nada en su mirada indicaba que le había sorprendido su presencia, se preguntó si estaba enterado de todo. Era bastante mayor, su rostro aparecía surcado por profundas arrugas y sus cabellos blancos parecían nieve en su cabeza, no intento calcularle la edad, podía tener, sesenta como setenta, o tal vez más.

El hombre golpeó con el mango de un bastón labrado, el borde de la mesilla, al instante, uno de los paneles se descorrió, la mujer permaneció en posición chugoshi, las manos extendidas, las puntas de los dedos tocando el suelo, la cabeza inclinada, escuchando la retahíla de palabras que pronunció en segundos.

-Mi padre ha pedido té y dulces -le explicó.

-Dile que es un honor compartir su comida. -no estaba seguro que esa fuera la respuesta correcta a su amabilidad.

Masamichi se dirigió a su padre expresando lo dicho por Luciens.

Por la expresión inescrutable de su anfitrión no supo que más podía decir y decidió no hablar en tanto no se dirigieran a él. Masamichi le sonrió como dándole a entender que todo estaba bien. Saberlo le ayudó a sentirse relajado.

Durante los siguientes minutos permanecieron en silencio, al cabo de un rato, tres jóvenes, vestidas con kimono, solicitaron permiso para entrar, cada una llevaba una bandeja que presentaron a su señor.

Komiya-sama entregó a su huésped una de ellos, la otra la recibió su hijo y la tercera quedo para él.

Recordó que Masamichi le había hablado de la importancia de la ceremonia del té y todos sus pasos, supo que se trataba del kaiseki, una comida ligera, que en ese instante aparecía todo tapado y acompañado de palillos de madera, cuando el anfitrión les invitó a comer, echando sake en pequeños cuencos más planos, dentro de los cuencos  encontró arroz, sopa, pescado y verduras, tras la comida les sirvieron un postre consistente en fruta de la temporada.

-Salgamos al jardín.. -le propuso Masamichi.

Al principio se sorprendió, luego recordó que se trataba de un breve descanso llamado maka-dachi mientras se preparaban los utensilios para preparar el goza-iri, la siguiente fase de la ceremonia del té. Los tres hombres dieron un corto paseo siguiendo un estrecho sendero que les llevó de regreso al punto de partida.

Una mujer mayor vestida con kimono había dispuesto todo lo necesario delante de donde ellos  habían estado sentados, ocuparon sus lugares, mientras ella comenzaba a preparar el té delante de ellos.

Movido por la curiosidad no apartó la mirada de la mujer, siguiendo todos sus movimientos, así la vió calentar agua en una tetera de hierro sobre un brasero portátil, limpiar los cuencos y utensilios, tomar en  una mano un cuenco y dentro de él echa te verde en polvo con una cuchara de bambú, le añade agua caliente con un cucharón de bambú y comienza a batirlo con un batidor, que si bien entonces le pareció una brocha, mas tarde supo que también era del mismo material que los otros utensilios, estuvo revolviendo hasta que vió aparecer sobre la superficie del cuenco espuma, es en ese momento que se lo ofrece a Komiya-sama, quien de forma deferente se lo pasó a su invitado.

Fue en ese segundo que recordó una de las muchas recomendaciones que Masamichi le hizo durante el viaje de regreso, entonces le pareció una tontería, ahora lo hace sin un titubeo, cuando lo toma en sus manos da al cuenco un giro de ciento ochenta grados y le da un sorbo y se lo devuelve. Ha notado la consistencia cremosa y el sabor amargo del te koicha, más su rostro permanece inmutable, siguieron bebiendo del mismo cuenco en pequeñas cantidades hasta terminarlo.

Mientras tanto, la mujer esta preparando un te más ligero, llamado usucha, que les sirve en cuencos individuales y que toman hasta terminarlo, limpia el borde que ha tocado con sus labios con los dedos de su mano derecha y estos con una kaishi, entrega el cuenco a la mujer, que da por concluido su servicio y se retira llevándose todo.

Con palabras de agradecimiento se dirige a su anfitrión, quien es entonces cuando comienza, sin rodeos el inevitable interrogatorio.

-Conoce muy bien nuestras costumbres, Anglade-san. Lleva viviendo mucho tiempo en Yokohama?

Masamichi se le advirtió y llevaba esperándolo desde el primer instante, la ceremonia del té al prolongarse durante cuatro horas le había ayudado a tranquilizarse.

-Es la primera vez que estoy en esta ciudad. -aún ignoraba donde había estado todo ese tiempo. Todo lo más que sabía era los lugares por donde había transcurrido su trepidante viaje junto a Masamichi.

-Masamichi-kun nunca me habla de sus amigos. Supongo que se conocieron dando clases.

-No.

La negativa de su huésped le dejo perplejo unos segundos, apartó la mirada para fijarla en su hijo, quien inmutable la sostuvo.

-Dónde trabaja?

-En estos momentos no tengo trabajo...

-¡¡Padre!! Yo puedo explicarlo...

-Quiero que me lo diga él. -empezaba a dudar de la honestidad de su huésped.

-No puedo decirle algo que ignoro..., vine a Japón a efectuar un trabajo, -no tenía sentido decirle que le habían secuestrado- he vivido aquí durante ocho meses y medio. Era mi intención volver a mi casa y a mi trabajo... -miró a Masamichi.

-Ya no se va? Por qué no? -le intrigaba cada vez más ese hombre, sus palabras le sonaban sinceras, pero como era posible que estuviera sin trabajo-  Cuál era ese trabajo que vino a hacer?

-Soy ginecólogo -sonrió al notar el respingo de su anfitrión, por una vez le había tomado desprevenido- Ese es mi trabajo, traer niños al mundo.

-Tenía entendido que no estamos necesitados de personal médico.

-Al parecer necesitaban una persona con un amplio criterio... -se interrumpió cuando el panel se descorrió.

-Disculpa la intrusión, Komiya-sama -dijo el hombre que allí se presentaba de improviso, con una reverencia de disculpa.

-Siempre eres bienvenido, Rukawa-sama. Que te trae por aquí?

-Vine apenas me entere del regreso de Masamichi-kun y su acompañante, Anglade-sama me ha concedido un par de favores muy especiales. -le miró como si esperaba una reacción negativa.

-Fue un placer, Rukawa-sama -dijo Luciens- Es más quería hablar con usted y esta me parece una buena ocasión.

-Puedo hacer algo más por usted. Si le preocupa su regreso, esta todo dispuesto. -no mostró sorpresa cuando mencionó su nombre.

-Al contrario, quiero quedarme.

-¡¡Quiere quedarse...!! -repitió con incredulidad.

-Así es, como le explicaba a Komiya-sama estoy sin trabajo, contaba con usted para trabajar en su laboratorio, me gustaría profundizar más en la investigación que tan amablemente me proporcionó.

-Estuvo trabajando para ti? -preguntó Komiya-sama.

-Si, solo que no esperaba que quisiera seguir.

-Ahora te dedicas a la investigación médica?

-Puede decirse que si, son cosas que pasan... -dijo con una amable sonrisa Rukawa-sama- ... inevitablemente..

-Entonces, me acepta? -intervino Luciens que se había levantado yendo al lado de Masamichi.

-Por supuesto...., solo tendré que trasladar su laboratorio al mismo lugar que sus conejillos de Indias -dijo con una amplia sonrisa.

-Indudablemente los necesito. -admitió.

Komiya-sama miraba a uno y otro, perplejo por el intercambio de palabras, lo que fuera que se estuvieran diciendo, solo ellos se comprendían, al mirar hacia su hijo noto que él se mantenía tranquilo y cosa extraña, sus labios estaban curvados por una sonrisa que atenuaba el semblante de su rostro. Abstraído en su conversación con Rukawa-sama no se había apercibido del cambio efectuado por Anglade-san, que se había trasladado al lado de su hijo, entonces lo comprendió todo. Anglade-san era algo más que un amigo, finalmente su joven hijo había encontrado la felicidad que se merecía. Si, Masamichi-kun había entregado su corazón a ese hombre, a pesar de todos los misterios que le rodeaban, él estaba dispuesto a aceptarlo, porque su hijo había padecido durante años su drama personal que había preocupado a toda la familia. Ahora ya podía descansar tranquilo, viéndoles juntos, mirando a los ojos de Anglade-san, tuvo la certeza que había tomado el relevo y le cuidaría por él.

-Has llegado oportunamente... -dijo mirando a Rukawa-sama.

-A qué te refieres?

-Esta noche vamos a celebrar un compromiso oficial y quedas invitado, llama a tus hijos para que vengan. Déjalo, llamaré yo personalmente.

-Un compromiso, padre!!!? -preguntó sin ocultar su sorpresa.

-No me dijiste que se casara alguna de tus nietas... -comentó Rukawa-sama mirando a su suegro.

-Aún son jóvenes para casarse, todavía están tonteando.

-Entones, quién...? -Siguió la mirada del anciano- Masamichi-kun..., pero... pero él.... -veía que estaba tan sorprendido como él, hasta Anglade-san había palidecido.

-Komiya-sama, puede hablar un instante con usted -pidió Luciens antes que esa situación les desbordara.

-Demos un paseo por el jardín -propuso.

Masamichi y Rukawa-sama se quedaron mirándoles marchar. Uno preguntándose que podía querer decirle, el otro perplejo por ese inesperado compromiso y sin saber quien era el novio.

-Komiya-sama... era mi deseo decirle que amo a Masamichi..., se por lo que ha pasado y deseo hacerle feliz, tenga la seguridad que siempre le protegeré.

-Si mi hijo te ha contado lo sucedido, yo no tengo nada que objetar. Bien se lo mucho que ha sufrido.

-Es mi intención quedarme aquí, pero tengo que decirle que estoy casado, mi mujer y mi hija viven en Paris, no creo que vengan aquí porque no conocen mi paradero, no he estado en contacto con ellas desde que deje Paris por motivos de trabajo. -le contó.

-Comprendo. Acabas de decirme que amas a Masamichi-kun.

-Si, lo amo. No puedo explicar como sucedió, solo se que me sentí atraído desde un principio y que nuestra relación se basaba en la amistad. Ninguno de los dos nos atrevíamos a expresar lo que sentíamos hasta anoche.

-He tenido una larga y fructuosa vida, con alegrías y pesares, unos más que otros, todo lo acepté con beneplácito, porque me ayudaban a ser mejor. Mi gran dolor ha sido siempre lo sucedido a mi único hijo, no fui capaz de protegerlo. Me dolía verle, llevando en su corazón el dolor, pero ahora, ahora es diferente. Nunca antes vi sonreír a mi hijo, tú lo has conseguido y para mi eso es suficiente. Esta noche se llevará a cabo el compromiso. Si estas dispuesto, vendrá un monje y bendecirá vuestra unión. A todos los efectos serás su esposo y es un honor para mí entregarte la custodia de mi hijo, algún día el será mi sucesor y solo sabiéndose acompañado podrá cumplir con su deber de familia.

-Gracias...

Estrecharon sus manos con energía, quedando así sellado su trato.

Mientras regresaban a la habitación donde esperaban los demás, el anciano preguntó llevado por la curiosidad.

-Puedo saber que trabajo realizabas para mi yerno?

-No puedo, lo siento. Solo él puede decírselo.

-Masamichi-kun esta enterado?

-Puede decirse que formaba parte del grupo -sonrió al decirlo de ese modo.

-Te ha contado el motivo que provocó que dejará el colegio?

-No, solo que pidió un permiso para ausentarse. -no necesitaba contárselo, ya lo sabía.

-Tengo mucho que hacer...., Masamichi-kun enséñale entretanto la casa a tu prometido. Rukawa-sama, me ayudaras con las llamadas -le sacó de su estupor palmeándole el hombro.

-Sabes que esta casado? -preguntó mientras se alejaban.

-Si.

-Que tiene mujer e hija.

-Me lo ha contado... solo se ha callado que trabajo realizaba para ti, aún me pregunto para que necesitas un ginecólogo, se que tu hija aún esta en la universidad y no se le conoce pareja.

-¡¡Ah...! Eso es más sorprendente que el compromiso de tu hijo. -afirmó.

-A mi edad ya nada me sorprende....

-Si piensas así, pásate un día de estos por casa, les pediré que se queden otra semana. -dijo con una sonrisa de afable aceptación- Aprovecharé la ocasión para presentarte también al prometido de Kaede-chan.

-No esperaba oírte pronunciar esas palabras...

-Ni yo tener que decirlas..., es un buen chico y no he puesto reparos a su relación, solo les impuse algunas reglas, él ha aceptado y Kaede-chan también, aunque a regañadientes.

-Y tu hijo?

-Hiroshi-kun lleva muy bien su parte del trabajo, es un buen padre y no tengo ninguna queja... -se hizo el desentendido, pensó que la única nota discordante era su joven esposa. Tenía referencias respecto a sus constantes salidas, si bien, no parecía haber nada reprochable en ellas. Solo preocupaba la asiduidad de las mismas, por el irregular cambio en sus costumbres.

-Me refería al pequeño... -le interrumpió.

-Ah, Kaede-kun!!! Me da muchas satisfacciones.

Komiya-sama no insistió.

Poco después, cuando todas las llamadas estuvieron realizadas, Rukawa-sama se despidió dejando constancia de su asistencia a la celebración.

Antiguamente los casamientos se llevaban a cabo en el propio hogar, aquel tan especial iba a ser así. Ya había hablado con el monje que iba a oficiar la ceremonia, era un viejo amigo suyo, conocía a Masamichi desde niño, había intentado darle ayuda espiritual durante el tiempo que estuvo hospitalizado y saber que su vida estaba resuelta, era una gran satisfacción para él, por eso cuando supo el motivo de la llamada, dijo que iría personalmente.

En casi todos los hogares de Japón, donde la tradición no se ha perdido, existe una sala donde se manifiesta el espíritu de la  familia, ya sea con una caligrafía o un arreglo floral.  Ese lugar era usado como altar y allí iba a llevarse a cabo la ceremonia. Esa sala se llama tokono ma, allí Masamichi y su pareja harían sus votos.

Existen diferentes maneras de celebrar un enlace. En Japón, según el modo tradicional el matrimonio tiene tres etapas, llamadas Yuino no Gui, Kekkon no Gui y Hirou no Gui, debido a la inusual unión, la primera es el anunció del compromiso que se lleva a cabo entre los padres, el siguiente la ceremonia religiosa, es decir el casamiento y por último, el Hirou no Gui, es decir la fiesta de celebración.

Si hubiera sido una chica, él debería presentar sus respetos a la familia de la futura mujer de su hijo y ellos en agradecimiento por recibirla como compañero de su hijo le ofrecerían el yuino yin, o sea la dote. Como ese no era el caso quedaba liberado de hacer tal presentación, en cambio, había dispuesto que los siete elementos estuvieran presentes en el altar, porque era una manera de manifestar la gratitud que sentía hacia el compañero de su hijo.

Masamichi no pensó en desobedecer la petición de su padre y enseñó a Luciens, no solo el interior de la vivienda sino también sus jardines, cuando volvieron a la casa, dos mujeres en kimono les salieron al paso interpelándoles.

-Quieren prepararnos para la ceremonia -le dijo con una sonrisa.

-Y eso, en que consiste.

-Baño, masajes y luego vestirnos -dijo escueto.

Luciens asintió, dejándose llevar por una de las mujeres, separándolo de Masamichi que fue llevado en otra dirección.

No permitió que le ayudaran durante su aseo, después con una toalla alrededor de la cintura, se acercó a una camilla, donde se recostó.

El masaje consistió en presionar a lo largo de su cuerpo, en los puntos que ellos conocían y que le provocaron una gran relajación y un equilibrio físico y mental. Mucho después se enteró de su nombre:"Shiatsu". Es una terapia de masaje con los dedos pulgares y la palma de las manos, es eficaz y simple y que gustaba mucho a los japoneses. En aquel momento solo supo que era agradable, dejándole muy descansado.

Cuando concluyó el masaje, le condujeron por un largo pasillo, a cuyos lados, se veían paneles de madera y papel, que en esos instantes eran desmontados por diligentes sirvientes, dejando a la vista una amplia habitación,  mostrando al mismo tiempo la vista del maravilloso jardín, donde destacaba un puentecillo que atravesaba un pequeño lago, un caño de bambú surtía de agua de vez en cuando.

La habitación donde le condujeron, permanecía aislada, le hicieron pasar, dejándole solo. No paso mucho tiempo sin que solicitaran permiso para entrar, tras responder con la única palabra que de momento se sentía seguro de conocer su significado, les permitió el acceso a donde él estaba con expresión confundida, porque no sabía que le esperaba. Los hombres todos ellos vestidos con traje típico japonés, se alinearon delante suyo, dejando en el piso el par de baúles que portaban, luego se inclinaron con respeto saludándole.

El que estaba a la derecha, se dirigió a él en inglés, idioma con él que se había expresado durante todos esos meses.

-Masamichi-dono  se complace en presentarle un obsequio, deseando que si es de su agrado lo lleve puesto.

-De que se trata? -inquirió acercándose para ver que había en el interior de los baúles. 

Al momento, a un gesto del portavoz, los hombres se aprestaron a abrirlo mostrándole su contenido.

-Es el Kuro Montsuki, el tradicional traje japonés para el novio. -explicó el mismo hombre, mientras extendían ante los ojos de su nuevo señor las distintas piezas de que constaba.

-Dígale a Masamichi-kun que será un placer llevarlo.

La parte superior del traje era negro y los pantalones rayados con blanco y negro.

-Ellos le ayudaran a vestirse. -le dijo antes de alejarse con nuevas y profundas reverencias.

Anglade se dejo en sus manos, capas de tela fueron cubriendo su cuerpo, kimonos de suaves lino haciendo las veces de ropa interior, hasta que finalmente le vistieron el Kuro Montsuki, llevaba muy amplias las mangas, quedando suelto, sin estar sujeto, más tarde le preguntó a Masamichi acerca de los símbolos bordados que llevaba, le explicó que se trataba del nombre de la familia, antiguamente, si alguien salía de incógnito de su casa solía llevar su kimono sin su nombre, si en ese instante algún enemigo se cruzaba con él, le reconocía y le mataba, podía justificarse diciendo que no sabía quien era, quedando libre de esa muerte.

Se sentía extraño vistiendo ese traje oriental, pero al mismo tiempo, experimentaba un sentimiento de plenitud, convencido de estar haciendo lo correcto, una sensación que no había experimentado cuando siendo más joven se había casado con su novia de siempre, compartir toda la vida con Masamichi le llenaba más que el compromiso que había adquirido en su juventud.

Con ese sentimiento se dejo llevar hasta una concurrida sala, hombres y mujeres con sus mejores y exóticas galas volvieron la mirada hacia él, haciéndole sentirse incomodo durante unos segundos.

-La mayoría son familiares, la invitación de Komiya-sama aunque inesperada, era impensable negarse a asistir a la ceremonia, por ese motivo han venido todos -le explicó Rukawa-sama aproximándose a él- Si quiere, mientras esperamos la llegada de su prometido, le pondré al corriente de la ceremonia.

-Gracias... por un instante me he sentido como perdido, como si estuviera bajo el foco de un microscopio.

-No tiene motivos para sentirse así, todos mantienen lazos de sangre con el clan Komiya. Nadie se atrevería a importunarle con una mala mirada, a partir de ahora usted forma parte de la familia, ponerse a malas con Komiya-sama es caer en desgracia.

-Tan poderoso es? -preguntó sorprendido.

Rukawa asintió.

-Ellos ya son consciente de su importancia, si Masamichi-kun le ha cedido su kuro montsuki es por él llevara el kimono Shiromuku -al fijarse en su mirada, aclaró- Es un kimono totalmente blanco con capucha para llevar cubierta la cabeza, es la vestimenta que llevan las novias cuando se casan. Los pasos a seguir son sencillos, primero entran los invitados y la familia de los novios, luego lo hará usted y su prometido -se le hacia extraño decir novia- por último el maestro de ceremonia y se llevara a cabo la purificación y es entonces cuando comienza la ceremonia en si.

-En que consiste exactamente? -no quería cometer ningún error.

-Los novios intercambian un juzu, es un rosario -aclaró- en la antigüedad no era corriente aquí intercambiar anillos, esa es una costumbre occidental, que finalmente ha sido introducida en nuestras ceremonias. El momento más importante es cuando se toma sake para sellar la unión de la pareja, es un ritual conocido con el nombre de san san kudo, significaba tres-tres-nueve, en el que tres significa el Cielo, la Tierra y el Ser Humano. El número importar es indivisible y el nueve el máximo del número impar. Como puede ver todo es muy significativo, con este ritual se manifiesta el deseo de máxima felicidad y unión eterna para la nueva pareja. Cuando han concluido de beber la pareja expresa un juramento, lo pueden hacer juntos o por separado, supongo que Masamichi no le ha dicho nada al respecto.

-No...

-Entonces, diga lo que le salga del corazón, es para que la familia conozca su compromiso de unión, y la ceremonia concluye con las palabras del maestro de ceremonia.

-Gracias, creo que sabré salir adelante.

En ese instante, su mirada se clavó en la figura que apareció en la sala, tal como le explicó Rukawa-sama, Masamichi llevaba puesto un kimono blanco, su cabeza aparecía cubierta con una amplia capucha que caía en ondas sobre sus hombros. Estaba resplandeciente y su corazón se llenó de gozo al verle.

Masamichi le buscó con la mirada, su presencia destacaba como si solo estuvieran ellos solos, sus miradas quedaron fijas y luego Luciens salió a su encuentro, su paso un tanto entorpecido por la falta de costumbre de llevar esa vestimenta.

-Te ves deslumbrante.

-Gracias..., tu también.

Tomó su mano entre las suyas y luego con gesto galante la llevo a sus labios, dejando entre sus dedos un cálido beso.

Tras su prometido vio a su padre, Komiya-sama a quien también se le veía pletórico de felicidad ante tal acontecimiento y como no luciendo sus mejores galas para tal excelsa ocasión.

-Enhorabuena, Anglade-sama -dijo una voz a su espalda.

-Aún es pronto, espera después de la ceremonia... -dijo Kaede.

-Gracias, Sakuragi-san. Es un placer verlo aquí.

-No me perdería esta boda por nada. -dijo Hanamichi alzando una ceja al oírle llamarle por su nombre.

-Aunque este no es el lugar ni el momento apropiado, confío que me permitan continuar mis investigaciones.

-Mi esposo y yo estamos encantados que quiera seguir siendo nuestro médico, verdad? -miró a Kaede.

-Por supuesto. -y mirando a Hanamichi le aviso- Vamos están pasando a la sala.

Komiya-sama no perdía palabra de esa corta conversación. Preguntándose como Rukawa-san no me dijo que su hijo estuviera enfermo, -enarcó una ceja al recordar la profesión de su futuro yerno- cómo era posible que la joven pareja necesitara un ginecólogo? Allí había algo extraño. Supo que se resolvería el misterio cuando aceptará la invitación de visitar a yerno.

Efectivamente, los invitados estaban ocupando la sala donde se llevaría a cabo la ceremonia.

-Debemos entrar... -dijo Hanamichi- Nos veremos más tarde.

Anglade-san asintió.

La boda daba comienzo. Eran las seis de la tarde.

Tras ellos hizo su entrada el maestro de ceremonias.

Gracias a las explicaciones de Rukawa-sama y también a lo que Masamichi le había contado pudo comprender el significado de las diferentes simbologías que precedían cada uno de los pasos del ritual. Se fijo en las ofrendas, en las velas y en las flores que presidian el altar, todo tenía una explicación.

Intercambiaron con solemnidad los rosarios, tras manifestar sus deseos de felicidad e indestructible unión. Bebieron sake de las tacitas superpuestas según tamaño y siguiendo el mismo orden sellando de ese modo su unión.

Expresaron su juramento solemne, el maestro de ceremonias dijo unas palabras y finalmente todo se había cumplido. Eran ya esposo y esposo.

Hubo felicitaciones y parabienes de hombres y mujeres, estaba seguro no iba a volver a ver, sin embargo, no por eso, dejo de lado la buena educación y respondió en la medida que podía con todos. Su japonés era muy básico a pesar del tiempo que había transcurrido allí, se propuso que a partir de entonces iba a esforzarse en aprenderlo, porque desde ese instante, aquella era su segunda patria, allí estaba su hogar, junto a Masamichi con la seguridad que nada ni nadie podría apartarle de su lado.

El hirou no gui empezó apenas dejaron la sala tras los saludos. Fue en ese instante cuando se alzaron al cielo los más hermosos fuegos de artificio, tras quince minutos en el que el cielo se lleno de colores y figuras, se dispersaron por los jardines, jóvenes muchachas vestidas con kimonos de color azul para destacarlas de las jóvenes asistentes a la ceremonia, comenzaron a pasar entre los invitados, sirviendo comida y bebida, de alguna parte se dejaba oír música tradicional japonesa.

Luciens y Masamichi fueron pasando por los diferentes grupos que charlaban entre sí, para presentarle sus saludos y asegurarse que todo estaba a su gusto. Masamichi era quien se dirigía a ellos en su nombre y todos le trataban con respeto.

Durante aquellos paseos, volvieron a encontrarse con Sakuragi y su esposo y se quedo un rato conversando con ellos, hasta que Masamichi fue en su busca, se acercaba la medianoche y era el momento de retirarse.

Fueron a despedirse de Komiya-sama, quien sentado en el engawa observaba todo cuanto sucedía a su alrededor.

Vió acercarse a su hijo y a su esposo, se levantó e hizo una seña, al instante, un joven sirviente le alcanzó un pergamino.

"Si aman y tienen deseos,/que sus deseos sean éstos:/Fundirse y ser como un arroyo/que corre y canta su melodía a la noche./Saber del dolor de la demasiada ternura./Ser herido por el propio conocimiento del Amor./Y sangrar gozoso y alegremente./Despertarse al amanecer con un alado corazón/y dar gracias por otro día de Amor" -recitó Komiya-sama un antiquísimo poema japonés acerca de las delicias y las angustias del matrimonio.

Luciens se dirigió a él agradeciéndole todo cuanto ha hecho por ellos, haciendo ademán de inclinarse.

-Sois mi hijo, no necesitáis hacerlo. -dijo posando sus brazos en los suyos para indicarle que no tiene porque hacerlo.

Sus palabras llegaron a muchos oídos y los que no lo escucharon lo supieron por otros, pero a partir de aquel momento, Luciens Anglade pasaba a ser una persona que iba a ser aceptada e todos los hogares, porque nadie se atrevería a faltarle al jefe del clan Komiya.

Momentos después Luciens y Masamichi se retiraron. Komiya-sama había dispuesto todo para que estuvieran fuera de Yokohama durante un par de semanas. Después, tendrían que ocuparse de sus respectivos trabajos.

Aquella noche, en un compartimiento de primera clase, rumbo a Hakone, la región de las termas, ninguno de los dos pensaba en cosas terrenales, como trabajo u obligaciones, solo les importaba amarse y lo hicieron durante todo el trayecto de forma incansable.

-Te amo, Masamichi...

-Te amo, Luciens... -pudo murmurar antes de caer dormido en sus brazos.

FIN

20 de noviembre de 2007

Paz

Notas finales:  

Autora: Ignoro quien es el autor del poema, lo leí y me pareció apropiado, tuve que cambiar una letra para adaptarlo a ellos, apenas si se nota. Este es el original: "Si aman y tienen deseos,/que sus deseos sean éstos:/Fundirse y ser como un arroyo/que corre y canta su melodía a la noche./Saber del dolor de la demasiada ternura./Ser herido por el propio conocimiento del Amor./Y sangrar gozosa y alegremente./Despertarse al amanecer con un alado corazón/y dar gracias por otro día de Amor"

 

GlosarioRyokan: Hotel típico japonés. Se dice que es la esencia de la hospitalidad japonesa. Cualquier turista desearía alojarse en ellos, por su arquitectura, su estilo de vida, su naturaleza, su tradición y su cultura, llegando al extremo de conocer la forma de vida nipona que se ha conservado a lo largo de generaciones.

Engawa: Espacio exterior a modo de porche.

Obi: Faja ancha de tela fuerte que se usa sobre el kimono y se ata a la espalda.

Getta: Chanchas de madera.

Setta: Sandalias de cuero.

Rotenburo: Onsen exterior.

Onsen: lugar para relajarse, el agua esta muy caliente.

Kaishi: servilleta

Y muchas otras palabras que quedan explicados su significado en el fic.

 

Aprovecho la ocasión desde aquí para agradecer a todas las que habéis leído mi anterior fic. Gracias amigas.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).