Con aprecio, tu castigo.
- ¿…Insatisfecho acaso? – preguntó arrastrando las palabras usando un tono fingido de conciliación, con una tranquilidad que sugiería la paz que antecede a la tormenta; afuera ya la furia del clima arremetía contra los grandes ventanales, obsequiando el fondo musical tan acorde para el momento.
Esperaba represalias, algún tipo de multa o pena, pero definitivamente no vio venir semejante encargo; pesé a la sorpresa, su rostro, como siempre, no distó mucho de su gesto indiferente.
- Por supuesto – la firme respuesta resonó dentro del circular recinto; la mirada azabache se clavo fulminante en uno de sus costados, dejando clara la ira.
La amenaza, flotando en el aire, filosa y muda, revoloteó a su alrededor; con inexpresivo tedio, procedió a justificar la respuesta que le había válido el apuñalamiento por los ojos negros a su derecha.
- Hay cosas más importantes que hacer ahora, misiones relevantes -
Se dio el gusto a observar de reojo a los testigos de su audiencia, aprovechando la deslumbrante luz de la más reciente centella de la noche; la quijada de la pelinegra delató una vez más la rabia que sentía, y en los ojos esmeraldas metros a su izquierda leyó algo nuevo: desprecio. No era ni la primera ni la última que lo habían mirado así.
- ¿Relevantes dices? – preguntó una vez más la mayor, con el mismo tono venenoso que lo puso alerta desde que lo escuchó minutos atrás; con “apuesta” grabada en la jacketa verde, la rubia parecía abstraída totalmente en el negro paisaje de una Konoha castigada por una feroz tormenta nocturna.
- Si… –
- Pobre niño patético – le espetó sin voltear a verle; la humillación le cayó como balde de agua fría y sintió un calor carcomiéndole los pies – cree saber lo que es relevante…-
Molesto por palabras y testigos, a primera instancia un deseo de regresar el ataque le invadió, más con frialdad de estadista acalló sus violentas aspiraciones; simplemente no retiro los ojos de la mujer, manteniendo su boca cerrada para no dar pauta a más ataques, privándola así de desahogo.
Sonriendo con sarna indetectable tras la máscara, dobló levemente sus rodillas, adquiriendo una pose más cómoda.
-También ahora tienes órdenes, ¿crees poder acatarte a ellas esta vez? – prosiguió la mayor; bajo la luz plateada de una nueva centella la venda alrededor del cuello de Shizune pareció adquirir un reflejo fantasmal que combinó perfecto con la lividez en la piel de la chica – claro… no hace falta decirte, Junnín, que si no te sientes capaz de completar la tarea, tengo en mente un par de aspirantes a gennin que están perfectamente capacitados… ¿podrás hacerlo? –
Ahora era la furia la que se posicionaba de él; el ojo izquierdo, escondido tras la banda protectora que desprendía destellos metálicos bajo cualquier luz, se encontraba más rojo que nunca.
Mordió su lengua para no responder.
Se limitó a maldecirla por dentro, pero de su boca no se escapó absolutamente nada.
- ¿No mas replicas?, que bien, éstas creciendo Hayate – continuó mientras señalaba los expedientes que necesitaba para la consiguiente investigación a sus dos ayudantes; fue hasta que la puerta se cerró tras Sakura y se hubieron quedado solos, que Kakashi habló.
-Es una manera estúpida de castigarme –
- Ohhh, pero si esto no es para nada un castigo Hayate – paseándose entre las pilas de libros acomodados a lo largo de escritorios y piso, la quinta Hokage fue observada con desagrado por el peliplateado - ... castigo hubiera sido si por alguna de tus bobadas las heridas de Shizune hubieran sido de preocupación… o si Sakura se hubiera visto en aprietos por tus brillantes movimientos… – los ojos, que resplandecieron en la oscuridad en la que se encontraban, adquirieron un destello de fiereza; había abandonado la actitud de flojera para ponerse serio a medida que la rubia se acercaba hasta él, irritado en extremo por la decisión de la sannin.
- Y por cierto, mi fría maquina de guerra – susurró burlona cuando pasó al lado del joven sin mirarle – …sabes que se lo debes - agregó con calculada suavidad.
- ¿Tan importante es para ti? – inquirió despreocupadamente, sin molestarse en girar y buscar los avellana ojos, los cuales ahora sabía que lo devoraban vivo.
- Eso no debería importarle al gran Copy-ninja – contestó condescendiente la mujer mientras seguía paseándose por todo el lugar; la cinta en las blancas manos una vez azul, mostraba ahora un decolorado tono vino, residuos de sangre que ya nunca dejarían la tela que sostenía la placa - … tu no dejarías que ningún sentimiento infantil como el cariño nublara tu juicio, así que no requieres de la información para concluir exitosamente la misión –
Su paso no produjo ninguna clase de sonido, a tal punto que sólo el roce de la tela de su pantalón con la piel de sus muñecas al introducirse éstas dentro de sus bolsillos delató su salida; de los cortes de cu cuerpo el fatal veneno había sido extraído casi al momento que hubo tocado su piel, más sin embargo sus heridas ardían como recordatorio de lo ocurrido.
“…¡Idiota!, y todavía creíste que se dejaría atrapar tan fácilmente…”
Fue la voz de la mujer lo que le detuvo; con el ego herido, el cabello mojado, la mitad de su escuadrón refundido en el hospital y su suerte ligada a un pasado incomodo, esperó a que la Hokage le diera permiso de retirarse como amablemente se lo había echo saber antes de que alcanzara la perilla en la puerta.
- Y Kakashi… - quiso agregar mientras sujetaba con fuerza el abollado protector frontal de Iruka – por supuesto espero que esto no se te dificulte por su pasado en … común, es decir, éste no es tu castigo por tu ineptitud, sino el de él por su desobediencia – fue el sharingan quien divisó la cruel sonrisa en el rostro de la mujer, escondida entre los largos cabellos dorados que le tapaban el rostro aquella noche; sintió rencor- … es decir, su compañía para ti nunca fue… relevante ¿verdad?, ¡fuera de mi vista! -
Sintió más que rencor.
Sus puños temblaron mientras recorrió los largos pasillos que le guiaron hasta la salida del edificio, donde una vez al aire libre, la tormenta lo devoró; con hastío recordó las estrictas órdenes de la Hokage mientras pequeños ríos de agua le resbalaban por la sien.
“ … su estado es de lo más inconveniente, y digas lo que digas, es toda tu responsabilidad…”
Con ironía, volteando para despedirse con la mano hipócritamente del par de ojos que le fulminaban desde la oficina del dirigente de la Villa, su mente lo transportó a una noche lluviosa parecida, por lo que siguió caminando bajo la lluvia en lugar de desaparecer con un jutsu.
Aquella vez el par de ojos avellanas le veían a la misma altura, no desde arriba, y en lugar de fría reprobación, fue un remolino de emociones hirientes lo que se reflejó en las orbes castañas, levemente más oscuras.... hacía ya tantos meses...
Sonrío indiferente; aunque muriera por evitarlo, no era tan estúpido como para desobedecer directamente a Tsunade después de semejantes errores que se habían traducido en la herida de Shizune… y de él otro…
“ ….hasta que pueda recordar lo realmente importante….”
De camino a casa pasó frente al hospital, pero no se detuvo ni siquiera a mirarlo.
Ella había ordenado desde mañana pero aún era hoy.
Si bien no fue su decisión detenerse, fue el fijo recuerdo de un par de ojos esmeraldas en su cabeza lo que le congelo el sistema nervioso; sacudió la cabeza con fuerza tratando de librarse del desprecio fijó en la mirada de su ex alumna, sintiendo repentinamente el frío de la lluvia y lo rasposo del viento.
Al llegar a su apartamento, su mente estaba ocupada con el recuerdo de una mirada castaña, llena de odio y bordeada de lágrimas que se mezclaban con las gotas de lluvia que le resbalaron por la cara; se tumbó en una esquina de su hogar, empapado, tratando de olvidar o más bien… de matar recuerdos.
-El despreció es mutuo – susurró con desapego mientras invocaba a sus perros, asqueado por el silencio que zumbaba en sus oidos.
-¿No murió entonces?, tal vez sea tiempo de que reeconsideres… – comenzó a sugerir perezosamente el pequeño perro cafe sin levantar la cabeza.
-¿Debería atravesarte con kunais o sólo castrarte si sigues con esta estupidez? –
La insinuación de Pakku jamás llegó a concretarse; en cuestión de horas, pesé a lo que ambos pudieran desear, uno perdido en el insomio y otro abandonado al sueño, el mañana se convirtió en hoy.
"...Umino Iruka... chunnin y sensei Umino Iruka..."