Es viernes. Inicio del fin de semana. Hoy, como siempre, salgo temprano de la Universidad, pero por órdenes de mi madre tengo que esperar a mi padre después de su trabajo para que juntos nos vayamos directitos a la casa.
Como de costumbre, siempre lo espero merodeando por los pasillos de la Agencia. Gracias a mis continuas visitas, he hecho extraordinarios amigos nada fuera de lo común. Sin embargo, debo de confesar que dentro de estas instalaciones he visto a alguien que desde el primer momento que lo vi, me cautivo.
Estoy hablando nada más ni nada menos de Sasuke Uchiha, el hijo menor de Fugaku Uchiha –medio dueño y medio señor de la compañía-, su padre. Nos conocimos en un pequeño convivió que organizaron para informarnos tanto a Sasuke como a mí sobre nuestros próximos puestos dentro de la empresa en cuanto se retiraran nuestros padres.
En cierta forma, me entusiasmo mucho, pero… ahora que lo pienso mejor, no me siento tan tranquilo estando junto de él porque, cuando nos presentaron no pudo ni ha podido quitarme la mirada de encima. Son de esas que son fijas… hipnóticas…. Perturbadoras… hasta el grado de desnudarte y de no evitarlas, pero eso sí. Belleza inigualable. Cuerpo atlético. Ojos y cabellos negros como la noche. Y dando el toque perfecto esa piel blanca. Todo un efecto atractivo teniendo en cuenta su físico se podría decir que, aparentaba tener más años que yo.
-Este es mi hijo menor, Uchiha Sasuke. Estudia su antepenúltimo semestre en la "Universidad Conde" - dijo orgulloso su padre.
-Un gusto –inclinó levemente la cabeza, mi padre-. Te presento a mi hijo Namikaze Naruto que también estudia en la Universidad Conde apenas va en la mitad de su carrera –explicó sin tanto pavonearse.
-Mucho gusto -estire mi mano en forma de saludo.- Espero y seamos buenos compañeros, Uchiha -estrecha su mano dándome la oportunidad de sentir su fria piel.
-De eso no hay duda y, por favor dime Sasuke - lambió su labios antes de poder esbozar una media sonrisa prepotente.
Después de eso, nuestra convivencia dentro y fuera de la escuela o agencia ha sido una de las mejores, aunque he de admitir que fue su aura seductora la que me hizo caer en sus juegos atrevidos. Juegos mismos que me llevaron a enamorarme de él.
Últimamente, no nos hemos concurrido pero cuando se da el caso es inexplicable y fascinante, por ejemplo:
La otra vez, caminaba tranquilamente por uno de los corredores y justo antes de doblar la esquina choque con él, y, con respecto inclino mi cabeza en son de disculparme, pero con su nívea mano levanta delicadamente mi mentón consiguiendo que nuestros ojos se cruzaran. Y me pidió que no hiciera eso cada vez que lo viera.
Al erguirme, delineo con un solo dedo las marquitas de mi mejilla derecha. Su tacto frío en mi piel, provoco, que se me erizara. Se despidió dándome un beso en la frente dejándome anonado aunque lo que nunca podré olvidar fue ver ese brillo misterioso y picaron que dieron sus negros ojos antes de ponerse las gafas de sol.
Y cada vez que paso por ahí mismo se me pone la piel de gallina de tan solo recordarlo.
En fin, volviendo al presente las horas pasan y pasan y mi papa no se digna en salir. Me estoy desesperando que no sabe que más al rato tendré una parranda ¿Porque a mi? Esperen... Puedo escuchar el rechinar de unas llantas y solo eso lo hace… ¡Masaka! Corro a la primera ventana para cerciorarme de mi predicción. Sí, como lo supuse, se baja bien galán, según él del Eclipse Concept-E negro del año ¡Carrazo! A decir verdad, no entiendo el porque pero al verlo simplemente me emociono ¡Que estupidez!
Por estar auto-regañándome no vi cuando elevo el rostro, precisamente, hasta donde yo lo observaba, así que solo me quito molesto suponiendo que, le hice reír. Pese a qué llego nunca lo llegue a ver por los alrededores. Muy extraño, la verdad.
Harto de esperar voy a la oficina de mi padre.
-Oto-san todavía te falta mucho - más que una pregunta fue una sugestión.
-Naruto... etto siii perdona Hijo -dice apenado.
Suspiro cansado.
-No te preocupes pa.
-Pero si quieres puedes irte a la casa ya -me sugiere.
-De verdad ´ttebayo.
-Si porque no quiero ser el causante de tu retraso a la fiesta -ríe nerviosamente.
-Mmm bueno si tu lo dices -estiro la mano hacia su escritorio en cambio el me ve fijamente la mano.- Entonces me prestarías la llaves del carro -sonrío zorrunamente.
Suelta una carcajada logrando hacerme enojar.
-¡Papa!
-No - detiene la acción para decirme claramente con su voz grave sonando a mandato.
-Entonces como me iré... Sabes bien que caminar no es lo mío –se lo hago a recordar.
-En metro hijo -me responde como si nada.
-¡¿METRO?! -grito a todo pulmón.- Pero papa…
-Nada jovencito estás castigado ¿lo recuerdas? -me mira mientras enarca una ceja.
-Está bien, está bien –rasco mi nuca dando media vuelta. Antes de que empiece con su sermón-. Nos vemos en casa –tras salirme de la oficina exhalo un suspiro desanimado.
Eso te pasa al vivir con tus padres por una temporada mientras remodelan tu departamento y también porque llegas a las 5 de la mañana, borracho y medio apendejado a la casa con tus padres sentados en la sala, sin dormir ¡Me lleva la…! No viendo solución me dirijo a la salida principal, no obstante teniendo clavada en mi espalda una mirada, miro atrás pero nadie. Deben ser suposiciones mías.
Caminando –con la música retumbando en mis oídos- con mi mochila cruzada sobre el pecho me da la máxima sensación de que alguien viene siguiendo. Siendo si sí o si no apresuro el paso y no solo porque me venían "siguiendo" mas bien porque ya era un poco tarde para alistarme e irme a la fiesta.
Una vez en la estación de metros y ya con el ticket en la mano, espero la llegada del metro. Siendo duras y apenas las 5, había muchas personas. Más que obvio si esa la hora de salida de todo trabajo, menos el de mi padre. Suspiro en cuanto arriba y abre las compuertas el metro.
Comienza el desmadre… Gente queriendo salir, otra entrar y, a mi, me traían entre la multitud. Finalmente cerradas las puertas y tomando su curso, se logra tranquilizar el caos dejándome, a fin de cuentas, frente a la puerta del otro extremo (esas que se abren cuando llegan a otras estaciones especificas) sin tener la oportunidad de acomodarme ¡Caray!
Pasando 5 minutos… el metro de frena de golpe causando que muchos pasajeros chocaran contra los tubos y contra otros pasajeros o incluso caerse al mismísimo suelo. A mí me hubiera pasado lo mismo si no fuera porque, me sostuve con ambas manos del barrote localizado arriba de mi cabeza antes de tiempo. No se explicaban el motivo por el cual llevo al conductor hacer aquello sin previo aviso. Como hecho no analizado volvieron a tomar sus anteriores posiciones junto con esto el andar del metro.
De repente, vuelve a suceder lo mismo y, esta vez, empezaron a expresar su molestia comentándoselo al que tenía a lado o al espacio. Inquirí una risita de vivir eso –a mi manera de verlo- gracioso. Por ello decidí a escuchar lo que decían pero antes debía quitarme los audífonos si no como. Solte mi mano para quitarme los audífonos y bajarla junto con mi cabeza, para cerciorarme de bajar el volumen y apagar correctamente el ipod ya que eso tenía su magia.
Pronto la gente comienza a desplazarse produciendo el roce innecesario de cuerpos aunque, conociendo experiencias, aprovechaban eso para algo más acá melocochón.
“Enfermos” pienso sin despegar mi concentración del aparato.
-Hola -me susurran al oído causándome un escalofrío.
Asustado, alzo mi vista teniendo reflejado ese rostro níveo sobre los vidrios de la puerta permitiéndome ver como dibuja una maliciosa sonrisa propia de él…
…. Sasuke Uchiha.