Incompleto
Era la ultima noche del año, muchos alumnos partirían a sus casas para regresar el año que venia mientras que muchos otros se irian definitivamente dejando sus lugares a nuevos alumnos, la ultima cena siempre era motivos de alegría para muchos, sin embargo también era el día en que las despedidas era pronunciadas y las promesas en muchas ocasiones anuladas.
-¡No!- hablo el castaño apresando los brazos del más joven con tanta fuerza que la presión dejaba círculos blancos alrededor de cada digito.
-Entiéndeme, es lo mejor.-hablo el menor sin siquiera forcejear ante el agarre doloroso que el otro impartía en su cuerpo.
-¿como puedes atreverte siquiera a pensar que es lo mejor? –sus ojos reflejaban enojo, pero al verlos Cedric noto algo de tristeza escondida entre la primera emoción.
-¿Y que piensas hacer?-arremetió contra el por fin liberándose del doloroso afiance- ¿Limitarte? ¿Dedicarme unas cuantas líneas entre entrenamientos? –Negó suavemente mientras trataba de controlar el dolor que se arremolinaba en su pecho- Piensa que todo pasara.
-¡¿Pero es que tu estas loco?!, ¿que paso con todo aquello que prometimos?, ¿simplemente lo olvidaras?
-Dime ¿Qué mas podemos hacer?-la voz sonaba triste pero segura, desde el día en que la carta del quipo Puddlemere había llegado amarrada a la pata de una lechuza y vio los ojos de Wood rebosantes de alegría supo que todo el sueño escolar donde el exterior no importaba tendría que terminar, conocía perfectamente que ahora su presencia solo seria una limitante; Oliver no merecía una clase de relación donde, el tratar de estar juntos solo interrumpiría el sueño que ha tenido y alimentado desde que conoció los gozos del Quidditch.
-¡Algo se nos ocurrirá!-murmuro esperanzado, se negaba siquiera a dejar que aquel chico pusiera fin a la mejor época de su corta vida.
El menor bajo la cabeza negando, sabía que no seria fácil y menos tratándose de Oliver, el chico mas testarudo que había conocido en sus actuales quince años de vida, alzó nuevamente el rostro para enfrentar aquellas pupilas castañas, con una sonrisa triste
-Tu no te puedes quedar, y yo no puedo ir, Puddlemere exige mucho, y se que puedes darlo, sin que yo este contigo.
-Puddlemere es la mitad de lo que quiero-dijo cuando nuevamente se afianzo al cuerpo menor- no me puedes dejar así… incompleto.
-¡No!, incompletos estaremos los dos, ¿no lo vez?, -el ojigris apretó el cuerpo que le sujetaba y con fuerza lo presiono hacia si, le dolía, no podía evitarlo le dolía demasiado- la vida tiene algo para ti, sin mi.
-¡Mientes!-grito exasperado aun sin soltar aquel calido cuerpo que lo albergaba como en muchas otras ocasiones.
Que ciego había sido, nada podía ser completamente bueno, y la verdad podía ser tan aplastante a la vez que desgarradora.
-Me gustaría no dejarte ir, mantenerte aquí, darte todo lo que tengo y mas, pero, sabes que no puedo darte lo que ahí te ofrecen, lo que tu quieres.
-Pero tu pronto saldrás, podrás ir conmigo.
El menor no dijo nada al no encontrar las palabras adecuadas, por lo que simplemente ambos cuerpos se quedaron estáticos dejando que el tiempo transcurriera y la sensación de ahogo los consumiera.
El mayor se aparto un poco, y sujetando el mentón del Hufflepuff lo acerco hacia si para compartir lo que seria un último beso. Un beso donde las antiguas promesas se rompían y una nueva se conjuraba.
En ese instante una de las puertas del comedor se abrió mostrando el rostro sonriente de la que según los pronósticos de Oliver seria la nueva capitana de Quidditch del equipo Gryffindor.
-Oliver, ya es tiempo –apremio la chica sin siquiera ser conciente de lo que segundos antes ahí estaban y es que ¿quenoción podía tener ella al momento de abrir y notar dos rostros plenamente sonrientes?.
-Si, ya es hora Gryffindor, ve por lo que es tuyo. –y tras darle unas palmadas en la espalda, el prefecto dejo que Angelina guiara al chico a la cena de despedida.
La puerta del comedor se cerró nuevamente haciendo por fin que el cuerpo de Oliver quedara fuera de su vista.
El silencio mantenido fuera del comedor se rompió al escuchar una horda de animosos aplausos. Fue en ese momento que sintió como sus mejillas comenzaron a humedecerse.
-¿Ves?, también me duele. Y es que como no dolerle, Oliver era de la persona que a pesar de los pleitos y discusiones se había enamorado, con el que había compartido el último año y con el que había vivido grandes logros y momentos.
Si, le dolía dejar ir al ser que amaba, sin embargo sabia que era lo mejor para el, cumpliría sus sueños y tal vez, al final del camino se reencontrarían.
F I N