Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¡Elfitos! por midhiel

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo Dos: La Cena

El reloj marcó las siete cuando Aragorn y sus hijos se sentaron a la mesa servida. Eldarion fue ubicado en una sillita para bebés junto a su padre, pero apenas comenzó a sacudir la cuchara y ensuciar con puré de manzanas a los comensales, el rey ordenó a una criada que lo alimentaran en la nursery.

La insolada Celuiel se había adornado el rubio cabello con cintas y trenzas para lucir bonita, y le había pedido a la niñera que le empolvara el rostro para disminuir el tono de la quemazón.

Aragorn suspiró al verla acicalada como una cortesana pero no podía protestar. La niña había sido herida donde más le dolía: su belleza.

Gilraen y Ethuil no hacían más que festejar el enorme pastel, que ya estaba elegantemente colocado en el centro de la mesa.

-Tiene nueces –repetía la menor en voz baja, como si se tratara de un manjar prohibido.

La cena transcurrió sin sobresaltos, salvo dos sollozos de Celuiel cuando se miró de fisgón el rostro reflejado en la cuchara.

-En una semana te habrás olvidado de esto, hija – intentó consolarla su padre.

-¿Cuánto es una semana?

-Siete días.

-¿Enteros?

-Sí, Celuiel. Enteros – confirmó Aragorn, limpiando a Ethuil el bigote blanco que se le había formado después de beber la leche.

Celuiel lloró con toda la fuerza de sus pulmones.

-¡Me veo un mostro!

-Monstruo – corrigió el rey con calma -. Y no te pareces a ningún monstruo. Sólo te ves una niña bonita y colorada.

-¡Soy un mostro! – enfatizó Celuiel -. ¡Parezco un orco!

-Orco… Orco… Orco… Orco – canturreó Ethuil, golpeando la cuchara contra la mesa.

Aragorn sintió que perdería los estribos.

-¡Basta! Celuiel, lo siento, hija. Fue mi culpa. No debí dejar que jugaras tantas horas a la luz de Anar. Lo olvidé y lo siento. Ahora – suspiró para tranquilizarse -. Cortemos el pastel y marchemos a dormir. Gilraen, ¿te importaría hacer los honores?

Gilraen aceptó la propuesta con entusiasmo. Cortó y repartió el pastel entre su padre y hermanas. Comió toda su porción, repitió otra y otra más, y a los diez minutos estaba correteando de una esquina a la otra del comedor.

-Gilraen no puede comer nueces –recordó de pronto Celuiel.

Aragorn sintió otra tunda en la cabeza.

-Las nueces la vuelven más loca que un balrog – repitió las palabras de Legolas.

Gilraen se trepó a una butaca y brincó y brincó.

Ethuil quiso imitarla pero cayó y terminó con un bollo en la frente.

Un enloquecido Aragorn ya ordenaba a Gilraen que se detuviera y ya consolaba a su hija más pequeña.

-Su Majestad, ¿necesitáis ayuda? –se ofreció la niñera detrás de la puerta.

-Sí, adelante –más que autorizar, suplicó el rey.

Apenas entró la jovencita, el monarca le entregó a la llorosa Ethuil mientras él se disponía a detener a su retoño mayor.

Entretanto, Celuiel se había observado de cuenta nueva en la cuchara y lloraba sin consuelo.

Finalmente Aragorn consiguió cargar a Gilraen.

-Lleva a cada niña a su respectiva alcoba. Iré a buscar a Lord Elrond a ver si conoce una solución para Gil.

La niñera se retiró, tomando a cada gimiente media elfita de la mano.


……….


Elrond sacudió la cabeza con resignación cuando Aragorn le enseñó el estado de su hija. Apenas el rey la apoyó en el suelo, la niñita corrió de un extremo al otro de la sala.

-Así que Gilraen no tolera las nueces, Estel.

-No, ada, y Legolas me lo advirtió – suspiró el hombre -. Por favor, dale algo para contrarrestar su conducta. Tiene que ir a la cama – observó la luna a través de la ventana -. ¡Por Elbereth! Ya deben haber pasado las diez.

-Veré qué hierbas sedantes me quedan – decidió Elrond, enfilando hacia otra sala.

Aragorn aguardó impaciente hasta que su padre regresó, cargando un vaso con un líquido ámbar. Le añadió tres cucharadas de miel y se lo entregó a la niña.

-Bébelo, Gilraen.

Aragorn creyó que su padre tendría que repetir la orden, pero la niña obedeció sin chistar. Elrond poseía una tranquila severidad que infundía respeto aún en los espíritus más rebeldes.

-Le hará efecto en un cuarto de hora –avisó el medio elfo -. Después dormirá toda la noche.

-Eso espero – suspiró Aragorn, cansado.

De a poco, la niña fue desacelerándose hasta quedar sedada. Su padre la cargó en brazos, agradeció a Elrond las atenciones y se retiró a sus aposentos. Al llegar, lo aguardaba otro conflicto.

-Majestad, la princesa Ethuil no está más en su alcoba – informó la niñera -. Su Alteza suele encontrarla en el jardín. Creo que se esconde detrás de la estatua del Rey Elendil.

Aragorn entregó a la dormida Gilraen a la joven y corrió al jardín. Pero Ethuil no estaba detrás de la estatua del rey ancestral.

-No era aquí donde Legolas me había advertido que se escondería – y volvió a palparse la ropa para buscar la ansiada carta -. ¿Dónde rayos la guardé?

La misiva no aparecía. Ahora su hija menor estaba perdida en el jardín y Legolas… Legolas simplemente lo mataría.

…………

Pobre Aragorn :(

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).