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Enfermo por kimee_de_capricornio

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Notas del fanfic:

  •  Tema: Enfermo.
  •  Intérprete: Caramelos de cianuro.

Saint Seiya pertenece a Masami Kurumada y a la Toei Animation, yo sólo tomo prestados a los goldies para escribir dizque fics en cuanto el tiempo me lo permita. Los personajes están en OOC (Out of Character, esto es MUY normal en mis fics), espero no ofender a nadie con esto.

 

Notas del capitulo: Hola! Este es un fanfic que publiqué hace semanas para un evento... espero que sea de su agrado!
 

Enfermo

 

 

Mi nombre es Milo Scouros, tengo veinte años, y hasta hace más de un año era un extrovertido y alegre estudiante de Empresariales - carrera que mi padre me obligó a estudiar, yo no tengo ninguna vocación para eso, por los Dioses- cuya única preocupación era ligarse a la conquista del momento para pasar buenos ratos con esta. Mi reputación era la de un atolondrado seductor en potencia que suele pensar con la entrepierna... ¡Como si me importara lo que dijeran de mí en aquel tiempo! Soy una de esas personas que suele pensar que cualquier tipo de publicidad, ya sea buena o mala, es solo eso... publicidad.

 

No me quejo por esto, total, eso quiere decir que soy una figura de importancia, y que la envidia les carcome porque soy capaz de hacer lo que ellos no se atreven a hacer.

 

Si... ese era yo, un juerguista incorregible. Sabía que era extremadamente guapo, deseado por ambos géneros -No soy exigente con eso, lo confieso- y nunca dudaba en utilizar esa ventaja a mi favor en cuanto fuera necesario hacerlo. ¿Soy cínico?... tal vez, aunque yo diría que soy una persona moderadamente realista.

 

Estaba acostumbrado a mi existencia frívola y vacía, hasta la noche de ese día...

 

Siete de febrero.

 

Recuerdo muy bien la fecha en la que lo conocí: Mu Bélier, mi mejor amigo desde Kínder, y con quien comparto departamento -aunque últimamente no paraba mucho por allí, la verdad- sonsacándome a salir de fiesta como casi siempre lo hacía. Prácticamente me suplicó que le acompañara al cumpleaños del mejor amigo de su novio. Accedí, no por gusto, pues no me agradaba mucho (en realidad nada) el estirado -y megalómano- de Saga Gemini, sino porque me daba corte rechazarle la invitación a mi amigo -claro que tampoco quería quedarme encerrado- por lo que decidí no recordarle las diferencias que tengo con su novio.

 

¡Amigo de Saga!, había pensado. De seguro es igual de arrogante y presumido que él, mirando a las personas por encima del hombro... Al menos esa es la única forma en la que me explico que tengan relación alguna. La verdad, ignoraba que Saga tuviera algún amigo... es que es tan insoportable -el sentimiento es mutuo para él con respecto a mí- que me enferma. Si, está guapo, lo admito... pero aparte de eso, ni idea de porque Mu lo aguantaba, aunque realmente no me interesaba saberlo, excepto por mero cotilleo.

 

Finalmente, llegamos a lo que era un amplio dúplex ubicado en una zona prestigiosa, la mata del lujo y la opulencia. Vaya que estaba forrado en dinero, pensé, sorprendido, pues era uno de aquellos lugares que no me gusta mucho frecuentar, a juzgar por el tipo de personas que pernoctaban allí, pero mi amigo sí, pues se movía como si conociera aquel sitio de cabo a rabo, guiándome a través del considerable número de personas que allí se encontraban, hasta que pareció encontrarlo.

 

Confieso que me quedé literalmente mudo al mirar a aquellos espectaculares ojos caobas. Ojos tan bellos como inexpresivos... a simple vista, pues juraba que existía algo más que no supe identificar mientras parecía evaluarme con la mirada. Confieso que resistí el impulso de buscar un espejo para comprobar si mi rubia cabellera no estaba desordenada, si estaba presentable... me reprimí por ese pensamiento tan ridículo.

 

Me fije que mi amigo saludaba de manera muy efusiva -con un beso de tornillo- al serio Saga, que a juzgar por su expresión, apenas si se estaba acostumbrando a la manera de ser tan espontánea de Mu.

 

- Milo, ya conoces a Saga - me decía Mu un buen rato después. Saga ahora tenía un brazo posesivo sobre su cintura, al parecer no iba a soltarlo en toda la noche- y este es su mejor amigo, Camus Danjou - señaló al joven que ahora me observaba detenidamente a través de sus fríos ojos- Camus, este es Milo Scouros, mi mejor amigo.

 

Saga apenas si me saludó, pues toda su atención estaba completamente dirigida a mi amigo. En cambio, Camus, en un gesto de cortesía, estrechó mi mano.

 

- Feliz cumpleaños - Le dije, esbozando mi mejor sonrisa.

- Gracias - me contestó con propiedad, sin devolverme el gesto.

 

Retuve su mano durante más tiempo del reglamentario, observándolo insistentemente... imaginando por un momento aquella larga y lacia melena pelirroja esparcida sobre una cama, y por supuesto, yo, dándole su regalo de cumpleaños al hermoso dueño de esta. Pareció leer lo que decían mis ojos, porque con toda la sutileza del mundo, se las arregló para soltarse.

 

Saga y Mu no parecieron notarnos, estando tan concentrados uno del otro.

 

En el transcurso de la fiesta, los novios ya se habían escabullido. No los culpaba, las ganas se les veían en la cara. Hasta me daban un poco de envidia, lo admití en ese momento. Intenté acercarme a Camus... quería comprobar si era cierto eso de que los pelirrojos solían ser apasionados. Pero no fue así... me evitó durante toda la velada, y yo estaba atónito. No todos los días era ignorado tan abiertamente. Debo admitir que fue un golpe muy bajo a mi ego de casanova.

 

Si fuese otra persona, hacía ratos que hubiese desistido, ¡Pero, Milo Scouros nunca desiste! Me encantan los retos, lo confieso... y ese pelirrojo era un claro reto que estaba dispuesto a asumir. Después de aquella fiesta, me las arreglé para perseguirlo tal cual cazador a su presa. El seguía con aquella actitud tan suya, esa de "Mira todo lo que quieras, pero no toques" que asumía de forma magistral... pero yo tenía la suficiente experiencia como para asegurar que también le atraía aunque sea un poquito. Este tira y encoge entre nosotros se extendió unos cuantos meses, hasta que me aceptó una cita, como pocas veces lo había hecho gracias a mi insistencia.

 

Algo me decía que esta cita sería diferente a las pocas que habíamos tenido. No me equivoque: En el asiento trasero de mi deportivo dimos rienda suelta a las ganas reprimidas por tantos meses de religioso cortejo, familiarizándonos con cada roce, examinando el terreno con minucioso detalle... descubriendo aquel territorio desconocido por explorador alguno. Eso fue algo que no me esperaba... encontrarse a un virgen estos días, es más raro que toparse con un unicornio.

 

Por primera vez me entraron remordimientos, pero fueron acallados por mis ansias de estar con él.

 

No supe en sí como fue que terminé aceptando tener una aventura con él... aventura que sigue hasta el sol de hoy.

 

 

Ha llegado el momento, diré lo que siento,
tu solo eres una enfermedad.
El cielo, el infierno, muy malo, muy tierno,
y si dicen caballo, mejor yo me callo
¡Pues yo también lo sé pasar muy mal!

 

No puedo engañarme al seguir pensando que sólo me interesa tener sexo del bueno con él hasta que esté harto. No sé bien que es, pero de lo que si estoy seguro, es que trata de algo que no sé explicar... entre nosotros no se ha dado ninguna palabra de amor o algo por el estilo. Sabía que no debía involucrarme más de lo debido, pues nunca llegaría a nada con él. ¿Amor?... no lo sé. No soy de los que se enamoraba, no dejaba que se involucraran más de lo necesario conmigo, eso se lo dejé muy claro, y él aceptó con indiferencia.

 

Es toda una cajita de sorpresas, me sorprendí gratamente al conocerlo. Nunca imaginé que tuviera un lado dulce detrás de esa fachada segura y elegante. También puede tener un poco de picardía... y ni hablar de su imaginación. Confieso que siento una extraña fascinación por esa faceta suya.

 

¡Por los Dioses que me pone a millón esa actitud de chico malo que se carga algunas veces!

 

¡Debería estar prohibido que alguien sea tan guapo y tan sexy!

 

Pero... desde el principio de los tiempos, donde el mundo comenzó a ser mundo, es bien sabido por los seres humanos que lo prohibido puede convertirse en algo muy, pero muy atractivo.

 

He llegado a odiar con todas mis fuerzas los momentos en los que se va de mi departamento, al igual que las veces que tengo que abandonar el suyo, lo confieso. Anhelar su presencia constantemente... desearlo con intensidad...

 

¡Más pensamientos edulcorados y me mato!

 

No sé qué demonios me sucede... no debería sentirme así.

 

He llegado a la conclusión de que Camus Danjou es una enfermedad que está arraigada dentro de todo mi organismo desde quien sabe cuánto. Lo único que sé es que los síntomas son bastante intensos.

 

¡Dioses...! ¿Qué me está pasando?

 

 

El síndrome de abstinencia se me dispara en tu ausencia.
Es que yo no comprendo lo que estoy sintiendo,
ni que me ha pasado estando a tu lado.

 

"¡Hola!... Me llamo Milo Scouros y soy adicto al sexo"

 

Se me hace hilarante imaginar que doy esa confesión frente a un montón de extraños en uno de esos centros de rehabilitación. Confesión que ha llegado a convertirse en verdad. ¡Odio sentirme así... tan necesitado! Necesitado de los momentos que paso junto a él... cada uno mejor que el anterior. Extrañarlo nada más apartarme de él.

 

Eso nunca me había sucedido con nadie. Es la primera vez que deseo a una persona con tal intensidad... y eso me asusta.

 

Nunca me había sentido tan libre, y tan vacío a la vez, es confuso.

 

¿Qué es esto?... ¿Qué está pasando conmigo?

 

¡Necesito que alguien me lo aclare!

 

No lo comprendo... de verdad, no sé lo que me está sucediendo. No sé desde cuando no soy yo, actúo de forma diferente a mi comportamiento habitual. De un tiempo para acá, por más que quisiera lo contrario, no tengo ojos para nadie más, sino para Camus... a quien apenas si le importo, nada más que para pasar buenos ratos en posición horizontal, vertical, encima, debajo... y pare de contar porque si no, no terminó nunca. ¡Es triste mi historia!

 

La idea me descorazona un poco, y no debería. Después de todo, esa era mi actitud al principio de esta... si es que se le puede llamar "relación".

 

Me he convertido en algo parecido,
a un extraño sueño que yo soñaba de pequeño,
imagino que estarás consciente que jugamos ligas diferentes,
yo no puedo seguirte los pasos, llévame en tus brazos.

 

 

Solo puede ser una enfermedad... y de las más contagiosas.

 

Esa es la explicación más plausible para mi extraño comportamiento, para haberme fijado en él, quien no es precisamente mi tipo.

 

"Nunca digas nunca", estoy consciente de ello.

 

Solamente puede ser eso, nada más.

 

Se supone que nuestra relación es estrictamente sexual, únicamente eso es lo que nos une, pues somos diametralmente opuestos, no queremos las mismas cosas de la vida, ninguno va a cambiar por el otro porque si, de eso estamos conscientes.

 

De todas las personas existentes, ¿Por qué rayos me vine a fijar en ti?

 

Algunas veces soy de un impulsivo, lo reconozco. Ya me dijeron hace tiempo que mi actitud iba a pasarme factura un día de estos.

 

Esta vez estoy dispuesto a creerlo.

 


"A veces eres la enfermera,
y otras más la enfermedad,
si los vecinos se quejan de tus aullidos salvajes,
¡Es porque eres mi mujer ideal!"

 

Dicen que en algunos casos, el remedio suele ser peor que la enfermedad. Bien, eso es lo que me sucede con él... es mi enfermedad particular y mi antídoto a la vez, ¿Es eso posible?

 

No lo sé, pero en este caso, si lo es.

 

Pienso en todos los momentos que hemos pasado juntos, y no comprendo como fue que vino a pasarme esto... La persona ideal, suena cursi esa expresión, pero juro que se me vino a la cabeza en un impulso mientras recordaba las quejas de los vecinos que se desvelaron por culpa de nuestros tantos encuentros, ¡Qué loco...! ¿No?

 


Hoy como siempre diré que no más,
como siempre mañana vuelvo para atrás.
No sé si es una conducta normal,
quizás me tengas que internar,
quizás si me das lo que tú me sabes dar.

 

¡Por los Dioses que no podía dejar que esto me dominara! Tenía que ser franco con él, pero parece que las palabras se quedan en el olvido al estar en su presencia. Lo he postergado tantas veces, quizás esperando una señal o algo por el estilo. La mayoría de los humanos alguna vez, han tenido dilemas existenciales; yo estoy pasando por uno en este momento: Decidir entre terminar de una buena vez, por el bien de mi salud mental o seguir con esto hasta sus últimas consecuencias.

 

No es fácil. Pero... ¿Quién dijo que las cosas son sencillas en esta vida?

 

Escuche que la puerta de mi departamento se abría. Varios meses atrás, Mu se había ido a vivir con Saga -hablando de este, no somos amigazos del alma, pero si nos toleramos un poco más... en fin, eso no viene al caso- y me devolvió las llaves del piso. Por lo que supe enseguida de quien se trataba... así estoy actuando de extraño que hasta le dí una copia de las llaves, cosa que jamás había hecho porque nunca duré tanto tiempo con alguien, y este es un record para mí. Ahora que lo pienso, ese gesto denota que -milagrosamente- estoy avanzando de nivel, aunque Camus no parezca fijarse.

 

Lo vi entrar, con ese porte a simple vista inaccesible que me parece tan fascinante. Sus generalmente frías orbes caobas me miraron fijamente, como meditando lo que iba a hacer.

 

- Tenemos que hablar - me dijo con su entonación bien modulada.

 

Por alguna razón, eso no me sonaba muy bien.

 

- Pues... adelante. Conversemos - le respondí.

 

No sé porque, pero me pareció por leves instantes verlo titubear, y eso es raro porque Camus no es de los que titubea. Si una de las cosas que le envidio es su temple tan propio del que hace gala.

 

- No puedo seguir contigo... - me soltó sin anestesia.

 

Me quedé de piedra al asimilar esa información que en verdad no me esperaba en lo absoluto. Por todos los cielos, ¡Me está cortando...!

 

¡Eso no me gustaba nada de nada!

 

- ¡Pero yo no quiero que me dejes! - Me escuché a mi mismo exclamar con desesperación, sin saber de dónde se había escapado mi voz, y ahora las palabras fluían sin ninguna clase de ayuda - ¿Crees que es fácil admitir que significas mucho para mí? ¿Crees que quiero perderte? ¿Qué voy a tomar esto como si nada cuando en realidad estoy hecho polvo? Porque... no sé que me pasó contigo, como llegue a esto, que se me fuera de las manos. Cuando me di cuenta, deje que entraras de lleno en mi vida, te permití cosas que en cualquier otro momento no hubiera hecho - hice una pausa para tomar aire- admitir por primera vez que no puedo tener el control de mi mismo... admitir que esto para mí se convirtió en más que una aventura... y esto me asusta, créeme que sí. Sé que suena extraño... precisamente yo, diciéndote todas estas cosas, que tal vez esto ni te importe...

- Claro que me importa - me contestó en un hilo de voz.

- No te burles de mí, pelirrojo... - supliqué.

 

Su mirada aún estaba fija sobre la mía, escrutándome. Pero, sus ojos no eran fríos como casi siempre lo eran. Esta vez transmitían algo más... algo que no sé como explicar.

 

- Me importa -repitió con vehemencia- Siempre me importó... por algo me involucré contigo. Desde el principio para mí esto no fue un asunto sexual. No sé como hice para pretender lo contrario por tanto tiempo, a pesar de ello, dejaba una que otra señal, mostrándote una parte de mi que no sale muy a menudo de su escondite, hasta que al final, no quise seguir fingiendo; por eso decidí acabar con esto... ya no quiero seguir siendo uno más en tu vida, Milo.

- ¿Para qué fijarme en alguien más si te tengo al frente? - Susurré con un deje de alivio, dando un paso hacia él - Aquí estaré, pegado a ti como lapa, y no te dejaré ir por mucho que intentes lo contrario.

- ¿Quién dijo que quiero alejarme?

 

No sé cuantos pasos dí, pero ya lo tenía entre mis brazos besándolo con todo el entusiasmo del mundo, e inevitablemente, íbamos a terminar en algo más...

 

- Milo, tus vecinos van a protestar otra vez...

- Les daremos razones para que se quejen a sus anchas - murmuré, tratando de desabrochar su cinturón con cierta torpeza.

- ¿Qué tal si te mudas a mi piso? - Me propuso, con la respiración entrecortada- Es bastante amplio... además las paredes son insonorizadas...

 

Me reí, pensando en lo cierto que era eso.

 

Ya concretaríamos después lo de la mudanza, ahora teníamos asuntos muy importantes que atender.

 

Como dije: Es mi eterna enfermedad... y mi medicina personal... la única.

 

 

"A veces eres la enfermera,
y otras más la enfermedad
si los vecinos se quejan de tus aullidos salvajes
¡Es porque eres mi mujer ideal!"

 

Fin.
Notas finales:

Mmmm.... no me convenció, tal vez lo edite :s

Hasta pronto!!!


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