Abrí los ojos, ya que entre sueños había sentido claramente como alguien me observaba y acariciaba mi mejilla, rozando sin permiso mis labios; nunca había sentido esa sensación de seguridad y al mismo tiempo miedo de no saber quien era. Pero, para mi sorpresa, ahí estabas, justo al lado de mi cama, inclinado tan cerca de mí que los dos nos quedamos estáticos al cruzar nuestras miradas.
Aparentemente no habías esperado que me despertara y ojala no lo hubiese echo.
“F-Fred??” me atreví a preguntar, pero no había señal de que me respondieras. Tu mirada parecía perderse cada vez más en la mía, como si desearas fundir tus ojos con los míos... acercarte más, con urgencia. Me senté aun quedando más cerca de ti, ignorando mis pensamientos, preocupándome por que no me había contestado. Te puse mi mano en tu hombro lleno de preocupación, y ligeramente te tambalee. “Que tienes Fred??” volví a insistir al notar que tu semblante de sorpresa había cambiado por uno mas... oscuro.
“Nada, George…” respondiste con una sorprendente tranquilidad y sonrisa enigmática, algo, que realmente me alarmó “No pasa absolutamente nada” afirmaste quitando mi mano de tu hombro.
Días atrás. No. Meses atrás, ambos habíamos estado ignorándonos, para no mostrar nuestros verdaderos sentimientos. Algo había cambiado. Y algo nuevo surgía. Un sentimiento, un lazo y de alguna manera, algo más. Definitivamente había sido algo más. Tragué saliva, para después suspirar.
“En… serio??” pregunte desconfiado “¿¿Por que estas despierto a estas horas??” dije mirándolo fijamente. Ya casi no hablábamos. Y nuestra necesidad de estar juntos, era mayor. Pero ninguno de los dos cedería para demostrarlo. O al menos eso pensaba yo.
“Escuche que murmurabas algo y me dio curiosidad” contestaste encogiendo los hombros dándole poca importancia. A tu respuesta, solo me quede callado y baje la mirada pensando. Parecía que iba a ser una noche larga.
Entonces, de repente, inconcientemente, roce mis labios con mi dedo índice, recordando lo que había sentido en mi sueño. Absorto y sin notar, que me mirabas de reojo con una sonrisa.
Por otro lado, en mis pensamientos trataba de averiguar cuando nos distanciamos, repasando los últimos hechos que hemos vivido juntos. Dándome color que, sí, últimamente as estado bastante raro, ausente a todo lo que te rodea, con una actitud completamente diferente, tanto, que te me quedas viendo constantemente, que de alguna manera, buscas algo en mí. Algo que necesitas que te diga o te muestre, algo que hasta me tratas diferente, me miras diferente, me abrazas diferente, me hablas diferente, por esa misteriosa razón.
“Hey… ¿¿En que piensas??” me sacaste de mis pensamientos con una voz, ahora dulce y tierna. Te mire algo consternado y solo negué con la cabeza “Vamos George!! Somos hermanos… puedes confiar en mí” trataste de convencerme sentándote a mi lado, para después recargarte con tus dos brazos sobre la almohada, mirando al techo, y sonriendo. Solo conseguiste como respuesta un suspiro de mi parte. Esos cambios de humor en ti me desorientaban a tal grado de desesperarme, dejándome sin respuesta. ¿Debía decirte lo que en verdad pensaba acerca de nuestra hermandad? ¿Qué... extrañaba estar así de juntos? ¿Qué...?
Me sentía acorralado por ti, tanto, que miraba las sabanas para no toparme con tu mirada, que aun así, la sentía, sentía como recorrías con tu mirada todo mi ser, tratando de descubrir que me pasaba, por que ahora era yo el que me comportaba enigmático contigo. Qué de alguna manera sabias lo que pasaba por mi cabeza.
Todos en la habitación dormían, tan placidamente que los envidiaba. Quería descansar, descansar de estar con el pendiente de mi hermano, quería poder aclarar las cosas, quería poder enfrentarlo, pero al mirarlo simplemente no puedo, no puedo hablar, ni comer, ni hacer nada, odio ser el menor, odio ser el mas débil, el mas sensible, el que no puede dar el primer paso, el que tiene un sentimiento atorado en su corazón, el que te quiere demasiado y no sabe que le sucede tampoco ni siquiera con el mismo.
“Ya... dime que tienes, hermanito…” susurraste suplicante muy cerca de mi oído dejándome completamente helado. Y entonces comencé a temblar, sentía que el aire me faltaba, que mi mente se bloqueaba, que mi sangre hervía en mis venas quemándome por dentro, que no podía ni moverme… Recordando que esa sensación me hizo alejarme.
Porque me gustaba. Me gustaba demasiado.
“No tengo nada, Fred…” logre responder, tratando de controlarme aun sin atreverme a moverme.
“Mírame” me ordenaste, como si hubieras leído mis pensamientos “George… mírame” apreté mis manos en las sabanas tratando de tranquilizarme. Tenía que ser fuerte, y enfrentar aquel dilema. Así que respire profundamente.
Y en un instante de autocontrol, voltee y te mire con la poca firmeza que me quedaba, tu rostro expresaba toda la seriedad que sentías al saber que estaba desconfiando de ti, reprendiéndome con tu dureza.
Largos segundos pasaron antes de que pudiera auricular palabra alguna. Ambos, pensando. ¿Qué decir? ¿Qué... hacer?
“No tengo nada, Fred… En serio” trate de que se oyeran creíbles mis palabras ante tu mirada dura. Pero solo sonreíste de lado y tu mirada cambió, dejándome perplejo.
A eso me refería!! Siempre a cada acto que hacia, un movimiento de mi parte... uno solo y tu personalidad cambia totalmente… ¿Qué pasaba por su mente? ¿Qué es lo que nos impedía estar unidos otra vez?
Cerré mis ojos, sabiendo muy en el fondo lo que sucedía. Que aunque me cuestionara por todo lo demás, que aunque ponga peros y porqués invisibles, había un sentimiento más grande que los dos. Porque yo lo sentía. Y él también. Negándome a que llegara a más.
Suspiré con dolor y tu sonrisa se desvaneció. Sabias lo que pensaba sobre eso. Y que aun así, tú seguías intentando.
“Fred…” susurré agachándome y quedando a pocos centímetros de tu rostro, apretaste los ojos negando con la cabeza. Sabias que cuando decía tu nombre con ese tono de voz era para decirte la realidad, y quebrar tus fantasías. Porque si yo, te... correspondiera, te lastimaría más de lo que saldríamos ganando. Y me odiaría si fuese así, no sabría que hacer… quería saber que nos sucedía, y quería saberlo ya. Desde cuando nos queríamos de esa manera imposible.
Soy tu gemelo, y todo lo que te sucediese me importaba.
De repente, alzaste tu mirada, pero en ella había un brillo el cual no conocía su significado. “Tienes que saber qu…?!!” una onda eléctrica paso por todo mi cuerpo, dejándome sin aire y sin protección, acelerando por completo mi corazón y confundiéndome más de lo que ya me encontraba. Tus labios, en un momento de sed, se posaron desesperados, en los míos; tu reacción fue tan fuerte que ya estábamos tendidos sobre la suavidad del colchón. Tú, enzima de mí, explorando sin permiso la cavidad de mi boca.
Te separaste de mí al necesitar aire y me miraste, yo estaba estático, perplejo, con los sentidos alterados y con la mente nublada, me acariciaste una mejilla y al estar a punto de volver a besarme, reaccioné. Como siempre.
“Fred…” te detuve, implorando con mi mirada, que no lo volvieses a hacer mientras trataba de recuperar el aliento
“Shhh…” me callaste posando ahora tus labios en mi mandíbula, saboreando mi piel, la cual ardía, excitándote aun más. Lágrimas amenazaban con salir, tus manos me impedían movimiento alguno, y mi respiración me ahogaba junto con mis sentimientos. Era tal tu deseo y osadía, que ante ti ya me encontraba sin la parte de arriba de mi pijama.
Sabias que este era mi sueño también, pero que tenía que impedirlo. Tenia que hacerte reaccionar.
Mis mejillas sonrojadas no paraban de alertarte de mi inconformidad, alteración y deseo, creando una diversión en todo lo que hacías. Parecía un juego, donde tú eras el gato hambriento y amenazador, mientras yo era el indefenso ratón, que a pesar de todo, le agradaba la situación pero lo negaba.
Tus manos expertas en como dar caricias placenteras, dejaban en mí, huellas de evidencia y rastro tuyo; no comprendía aún, cuando comenzamos a querernos con esa indecencia y fiereza. Estaba mal, era un error fatal, por Dios, somos hermanos!! SOMOS GEMELOS!!
Por que correspondía a toda aquella escena?? Le necesitaba con tal desesperación como él a mí??
“Fred… fred, por… por favor… no sigas…” susurraba suplicante, mientras te entretenías besando y lamiendo mi ombligo, amenazando con descender a mi entrepierna, y de repente temí.., temí que no pararas y termináramos haciendo algo que seguro nos arrepentiríamos. Te detuviste, y alzaste la mirada. Me encontraba totalmente sonrojado y excitado por ti, despeinado y sudando como si hubiese corrido una carrera de ida y vuelta.
“Oh, George…” dijiste contemplándome en aquel estado, y con movimientos suaves y silenciosos te acercaste hasta quedar frente a mí, con una sonrisa “Eres todo lo que tengo… y todo lo que necesito, George… Se que esta mal, se lo que tienes que decir, se que me sientes, que también lo deseas... Yo... te...” solo podía observar tus actos, ante mi se encontraba no solo mi hermano gemelo, si no también… mi amor imposible.
¿Qué hacer? ¿Qué sentir? ¿Qué corresponder?
Oh, Fred... no sabes cuanto te necesito también... si tan solo pudiera decírtelo, si tan solo... si tan solo...
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