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Fachadas por Ainu

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Notas del capitulo: Hm , el título es un poco aleatorio, pero bueno, a mí me gusta tal y como está ^^

Y el hermano de Sara está basado en varias personas de mi vida cotidiana con las que tengo que convivir, a disgusto, cinco dias a la semana.

Are, de todas formas últimamente escribo poco, estrés de clases y todas esas cosas xD

Vuestro! P.D.: palabrotas de vez en cuando, yeah! XD

Sara salió de clase, mochila al hombro y con el móvil en la mano. Su objetivo, mandar unos cuantos mensajes a todas sus amigas para acabar de planear la fiesta de pijamas de aquel viernes. Después de clases cada una iría a su casa, y sobre las ocho estarían en la suya. A pesar de las continuas excusas de Marta, había conseguido invitarla a su fiesta. Sonrió, tecleando a toda velocidad mientras bajaba los escalones de dos en dos.
En el patio del centro se limitó, una vez más y como todos los días, a ignorar los gratos comentarios de sus compañeros, es decir insultos y murmullos. Con la cabeza en alto, salió del centro mascando chicle y pensando en sus cosas. Para empezar, tendría que conseguir neutralizar a sus hermanos y comprar refrescos, algo de picar y revisar sus discos de música. Descartaré las canciones pastelosas, se decía esquivando a todas las personas que atestaban la puerta del centro. Caminó calle abajo, tarareando por lo bajo y observando el vaivén de las hojas de los árboles. También buscaría velas. Y algún pijama que no fuese de los que le regalaban su tía y su abuela, pensaba esbozando una mueca de disgusto.
Pateó una lata de cola, enviándola en medio de la calle. Justo a la vez, una chica que iba en bicicleta a toda velocidad esquivó la lata, frenando a duras penas a pocos centímetros de un contenedor de basura. Sara, maldiciendo su mala suerte, se escabulló por otro lado de la calle, silbando con las manos en los bolsillos de los vaqueros. Lo que menos le apetecía era tener problemas con la hija del director, pensó mientras caminaba sobre la mullida hierba de un parque cercano.

Ya en su casa, entró con las llaves en la mano musitando un "Ya he llegado", que hizo que sus hermanos pequeños se lanzasen hacia ella desde la cocina para abrazarla en medio de gritos inteligibles. La chica suspiró, bajando la cabeza y haciendo que varios mechones morenos cayesen sobre su rostro. Entrecerró sus ojos castaños mientras sonreía de forma cariñosa a sus hermanos, revolviéndoles el pelo. Se dirigió a su habitación, donde lanzó la mochila y la chaqueta sobre la cama. Se quedó en medio de su cuarto, con la vista fija en el tablón de corcho que colgaba sobre su mesa repleto de fotografías. Sólo ella sabía por qué, Marta se repetía hasta la saciedad en ellas. Sonrió, sentándose en el borde de la cama. Ya bajaría a comprar las cosas.

Se desperezó, bostezando y observando la habitación con ojos somnolientos. Bostezó otra vez, estirándose. Miró el reloj que colgaba en la pared de su cuarto. Entrecerró los ojos para ver la hora, entorpecida por el sueño y la repentina penumbra del cuarto. ¿¡Las siete y media!? pensó levantándose y dándose en la cabeza con la litera de su hermana pequeña. Rascándose la cabeza, se levantó, cogió el monedero y las llaves que había sobre su escritorio y salió de su cuarto a toda velocidad, ignorando a sus hermanos.
-Ahora vengo.-gritó desde el pasillo. Con aire ausente, su hermano mayor le respondió que hiciese lo que le diese la gana. Tras encogerse de hombros, bajó las escaleras a toda velocidad.

De vuelta en su casa, cargada con las bolsas, entró a la cocina y dejó la compra en la repisa, quitándose la mojada chaqueta y revolviéndose el pelo mojado. En el último momento había tenido que llover. Seguro que a Marta no la dejarían ir porque vivía muy lejos y tendrían que llevarla en coche, se dijo con resignación. Y teniendo en cuenta como eran sus padres... Cabeceó, sacando las cosas y metiéndolas en la nevera. Todavía le quedaban unos quince minutos. Dio un respingo, sorprendida por el tono del móvil. Descolgó.
-¿Marta?
-Sí, hola. Sobre la fiesta... Mis padres dicen que para qué voy a ir, pero mi hermana va a casa de su novio y dice que me lleva... ¿A qué hora había que estar en tu casa?
Sin acabar de creérselo, Sara dejó caer una bolsa de patatas al suelo. Se agachó a recogerla, esbozando una sonrisa.
-Es a las ocho. Y dale las gracias.
-¿Las gracias?¡Eh!-.Sara cortó la llamada, tiró las bolsas y se dispuso a salir de la cocina.

-Eh, ¿acabas de escuchar la noticia que acaban de poner?
-Estaba hablando por teléfono, no la he oído.
-Es otra vez sobre esos... Ya sabes, los homosexuales. Otro caso de adopción. Hay que joderse, a saber cómo acabarán los hijos. Aunque claro, con esta puta sociedad en la que todo vale...
Alzando una ceja con desaprobación, Sara observó fijamente a su hermano, sentado en medio del sofá con un cigarro entre los dedos. Chasqueó la lengua, ignorándole. Recorrió el salón con la vista. Velas, decoración étnica, algo de arte moderno, las paredes de un tono verde manzana claro, las dos lámparas de pie encendidas, llenando la sala con una luz tenue. Entrecerró los ojos, mirando con asco el eslogan de la camiseta de su hermano.
-¿Y qué tendrá que ver, Carlos?
-¿Qué tendrá que ver el qué?
-Que sean homosexuales.-escupió, apoyada en el umbral del salón de dos alturas. Metió las manos en los bolsillos, cogiendo aire. A ver con qué saltaba ahora, se dijo Sara.
-¿Los defiendes?
-No he dicho que los defienda, sólo te pregunto que qué tendrá que ver que sean homosexuales. Fíjate en David, por ejemplo. ¿Es raro o algo?
-Es un jodido maricón. Seguro que está con ese tío que siempre le acompaña. Ya sabes, el rubio nenaza.
-Con Roberto no te metas que me cae bien.
-Te cae bien... Igual que también te cae bien la bollera de turno, esa Carol. Te lo acabarán pegando, hermanita.
-¿Y qué si me lo pegasen?
-¿Acaso eres una puta tortillera?
-¿Y si lo fuese?
-Te lo resumo. Todos los putos homosexuales me dais... Digo, me dan asco. Que te cunda la orgía de esta noche, enana.
-Que te jodan.-replicó antes de ir a su cuarto y cerrar de un portazo.

Sonó el timbre, tapando momentáneamente el estruendo de la música que salía del cuarto de su hermano. Cabreada, fue a abrir la puerta, mascullando por lo bajo. Abrió, saludando a Diana y a Nerea sin muchos ánimos. Las dos, vestidas iguales, de pelo castaño y ojos verdes, cargaban con sendas mochilas al hombro. Pasaron al interior, abrazando a Sara para después ir al cuarto de la chica a dejar sus cosas.
-¿Y el resto?
-Sois las primeras.
-Excelente, al fin podremos hacer lo que llevamos planeando desde principio de curso.-dijeron al unísono y mirándola con sorna.
-¿De qué habláis?
-Nada, nada, cosas nuestras. Nos viene bien quedarnos en tu casa, así no tenemos que colarnos. Es un punto a nuestro favor.-acabó Diana guiñándole un ojo. Sara hizo una mueca y, sonriendo, fue al salón. Se tumbó en el sofá, esperando al resto de las invitadas.

Miró el reloj, riendo por otro de los comentarios de Nerea. Llevaba diez minutos contándole con todo lujo de detalles su última cita, entre comentarios de su hermana y risas generales. Sara miró por la ventana, escuchando el repiqueteo de la lluvia. A ver si al final viene, murmuró desviando la mirada hacia la puerta. Se levantó como un resorte al escuchar el timbre, extrañándose al ver a una chica, ¿o era un chico?, de pelo rubio extremadamente corto, alta, delgada y vestida con una cazadora de cuero negro. Sonrió, haciéndose a un lado. Marta esbozó una pequeña sonrisa agitando una mano.
-Buenas noches. ¿Ves? Te dije que mi hermana me traería.
-Es lo más normal del mundo, yo siempre me preocupo por la enana de la familia.-dijo revolviéndole la corta melena rubia. Marta agachó la cabeza, ruborizada.-Bueno, que os divirtáis. Yo también tengo planes.-dijo guiñándoles un ojo a ambas y sonriendo. Mientras ella se iba, Marta entró al recibidor.
-¿Qué tal el viaje?
-Tía, voy a acabar odiando el post-punk por culpa de mi hermana. Todo el viaje escuchando el mismo disco. Que no me molesta, pero es una hora escuchando lo mismo y raya un poco, ¿sabes?
-Sí, yo tengo todo el día a mi hermano y su música de retrógrados.-dijo molesta.-Y hoy ha vuelto a decirlo.
-Puf, predecible. Seguro que tu hermano lo es y no lo admite.-comentó riendo.
-Y...¿Tú qué piensas sobre eso?
-¿Eh?
Antes de que pudiese contestar, Nerea y Diana salieron corriendo del salón, lanzándose sobre Marta. A la chica no le dio tiempo a reaccionar y las tres cayeron sobre la moqueta que cubría el suelo. Nerea se levantó, extendiendo una mano para que las otras dos se levantasen.
-Ya estamos todas.-dijo Diana.-Perfecto. ¿Planes?
-Cenar y ver una peli.
-Yo tengo una idea mejor.-dijo Nerea dándose aires de importancia.-Luego os la comento, luego.
El resto la miraron escépticas, antes de echarse a reír a la vez.

Ya entrada la noche, las cuatro estaban repartidas por el cuarto de Sara, con la luz apagada y una linterna en manos de Marta. La chica contaba varias historias de terror que siempre acababan en macabros chistes que arrancaban alguna que otra risa del resto. Al rato, la linterna pasó a manos de Nerea, quien carraspeando y poniendo la linterna bajo su rostro, moduló su voz y empezó a contar una pequeña historia. Escuchando, Marta paseaba la vista por el cuarto de Sara. Paredes de tono café, casi invisibles por la cantidad de hojas que empapelaban las paredes. Se fijó en el tablón de corcho, descubriéndolo con más fotos que antes. Ella se repetía en casi todas, sustituyendo las que antes habían ocupado ”scar o Nerea y Diana. Parpadeó, retomando el hilo de la historia. La típica historia de Nerea, la típica parejita con final macabro. Sonrió al oírla contar el final, donde siempre parecía disfrutar contando cómo acababa en tragedia. Bostezó, llamando la atención de Sara.
-¿Alguien más tiene sueño?
-Bueno, eso se puede negociar.-dijo Diana bostezando.-Marta, que son contagiosos, joder.
-A mí no me eches la culpa, te estás cayendo de sueño tía.
-Eso significa que las historias de Nerea son un rollo, ¿verdad, hermanita?
-¡Eh! Eso es trampa, te la estás ganando.
-Je.-rió mirándola divertida.-Admítelo, todas son iguales. Variedad, hermanita, variedad.
-¿Va con segundas?
-No, pero tú busca otro tipo de historias, ¿vale?
Mientras las dos hermanas habían pasado de las palabras a los golpes, rodando por la alfombra entre patadas, puñetazos y carcajadas, Marta y Sara estaban en silencio, una junto a la otra.
-Sobre lo que me preguntabas antes...
-¿El qué?
-Tía, hoy estás a la defensiva.-dijo sonriendo.-Sobre la pregunta de antes, supongo que no tengo nada en contra.
-Ni puntos a favor, ¿verdad?-murmuró Sara mirando la alfombra.
-¿Qué?
-No es nada... Mira, otro golpe certero a su cabeza. Pobrecillas neuronas.-comentó cuando Diana estampó una almohada sobre el rostro de Nerea, arrancándole nuevas carcajadas.

De madrugada, Nerea y Diana dormían en la alfombra, cada una en un saco distinto pero abrazadas como si estuviesen pegadas con celo. Marta dormía en la litera de arriba, respirando con tranquilidad. Sara, por su parte, trataba en vano de conciliar el sueño. No paraba de darle vueltas a los comentarios de su hermano, la respuesta de Marta y los comentarios de Diana y Nerea. Suspiró, resignada. No serviría si no para crearle problemas, pensó levantándose de la cama. De pie en el centro de su cuarto, se acercó a la litera de Marta, observándola mientras dormía con los labios entreabiertos. Era tan... No sabía definirlo sin entrar en dilemas mentales. Apartó un par de mechones de su cara, sonriendo. Después de volver a suspirar, se metió en su cama tratando de dormirse.
Cuando ya iba a lograrlo, la sobresaltó un crujido de la escalera de la litera. Sólo era Marta bajando para ir a beber algo. Para su sorpresa, se giró hacia ella y se metió en su cama. Sara se echó hacia la pared, con los ojos como platos. Marta se volvió hacia ella, mirándola fijamente.
-La pregunta de antes...¿A qué ha venido?
-Solo quería saber que pensabas al respecto.-respondió también en un susurro. Entre las sombras, le pareció ver una leve mueca de disgusto en el rostro de Marta.
-Otra pregunta. ¿Por qué todas las fotos que tienes son mías? No tienes fotos del resto del grupo.
-Es que a ellos no les he sacado...
-Tenemos un montón de fotos con ellos. Es un poco raro que todas las que tengas sean sólo mías.
No respondió, bajando la vista. Cogió aire, diciéndose que se lo jugaría todo a una carta.
-Es porque... Tú...-titubeó.
-¿Te gusto?
-¿Eh?-.Sara alzó el rostro, sorprendida y ruborizada.
-Perdona, ha sido una estupidez.
-No, quiero decir, sí... Mierda.
-¿Mierda? ¿Por qué? Tú tampoco estás mal...
-¿A qué...?-preguntó, insegura. Seguramente lo dice para joderte, pensó.

Marta rodó sobre la pequeña cama, quedando sobre Sara. Sonrío, aprisionando sus muñecas contra el colchón.
-¿Te molesta?-preguntó al ver que trataba de soltarse.
-Hm.-emitió, enfadada.-No...
La rubia rió, ladeando el rostro para mirar a las dos hermanas, que dormían entre algunos ronquidos.
-Acerté. Sara, ya somos dos... Mi hermana lo sabe.-musitó.
-¿Qué sabe?
-Que soy... Mira, no me gusta etiquetarme.
-Supongo...
Marta se inclinó para besarla en los labios. Fue un pequeño roce, apenas unos segundos. Hizo amago de ir a levantarse, siendo detenida por Sara. Pasó los brazos por su cuello, dandole un pequeño beso. Marta se apartó al oír un quejido de una de las hermanas. Las dos se inclinaron hacia ellas, viendo cómo Diana golpeaba a Nerea incluso entre sueños. Soltaron pequeñas risas, Sara echada sobre Marta y ésta abrazándola. Marta ensortijó un par de mechones azabache, esbozando a su vez una pequeña sonrisa. Miró de nuevo las fotos, en las que sólo salían Sara y ella.
-Creo que deberíamos dormir. Lo digo por si se despierta alguna de estas dos.
-A saber con qué nos saltarían...

En la alfombra, Diana abrió un ojo, mirando a su hermana con complicidad. Ambas sonrieron, girándose para mirar a las dos chicas que dormían abrazadas la una a la otra.
-Me debes un euro, he ganado la apuesta.
-No hemos apostado nada.-repuso Nerea con voz ronca.-Mañana ya tenemos a quien molestar, hermanita.
-En efecto.-dijo soltando una pequeña carcajada. Rebuscó en su mochila, buscando el móvil. Apuntó hacia la cama, presionando el botón para sacar una foto.-La enmarcaremos, ¿no crees?
-Se ven tan...Adorables.-dijo Nerea mirando la foto y la realidad sucesivamente.
Las dos hermanas sonrieron, asintiendo al unísono. Ajenas a todas sus maquinaciones, Sara y Marta dormían abrazadas. En el fondo, la fiesta no había acabado tan horriblemente mal.
Notas finales: Hm , ya seguiré escribiendo~ ^^

Lo de siempre, tartas, cartas bomba, tomates... Sugerencias, ya que estamos.... ETC. :D

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