…rase una vez un lindo y poderoso guerrero llamado Goku, que cayó en las redes de la histérica y malvada bruja Chichi, que con malas artes le engañó para convertirse en su esposa.
Goku era muy valiente y había salvado a sus amigos y a la tierra de numerosas amenazas. Y lo único que había conseguido a cambio era una arpía egoísta que se pasaba el día entero discutiendo a gritos por cualquier nimiedad y quejándose de lo mal marido que era.
La horrenda mujer no le permitía visitar a sus antiguos compañeros de batalla e incluso había intentado hacerle abandonar las artes marciales para dedicarse a buscar un empleo bien remunerado, así ella podría satisfacer su ambición gastando enormes sumas de dinero en lujosos vestidos y costosas joyas.
Durante todo el tiempo que había estado casado, la única fuente de alegría y consuelo de nuestro héroe fue el nacimiento de su retoño, su orgullo, el pequeño Gohan.
Cuando Gohan cumplió cinco años, Goku logró convencer a la bruja Chichi para que le permitiera ver a sus viejos amigos, puesto que deseaba presentarles a su hijo.
Cuando Goku llegó a la morada de su querido maestro, apareció de repente un malvado y feo individuo llamado Raditz, que aseguraba ser hermano de Goku. Este siniestro personaje le reveló que su verdadero nombre era Kakarot y que ambos pertenecían a una raza alienígena, los saiyans, procedentes de un planeta distante, a millones de años luz, llamado Vegetasei, destruido tiempo atrás por una malvada criatura, que respondía al nombre de Frieza.
Los pocos saiyans supervivientes, entre ellos el príncipe Vegeta, ahora estaban al servicio de dicho tirano. El tal Raditz aseguraba que el príncipe Vegeta le habia ordenado reclutar a su perdido hermano para tomar parte en sus malvados actos.
Por supuesto, nuestro héroe se negó, y con la ayuda de sus amigos consiguió librarse del horrendo Raditz, quien antes de morir les anunció que en un año el príncipe
Vegeta llegaría a la tierra para destruirla.
Finalmente llegó el momento en que Goku y Vegeta se encontraron por vez primera. Ambos quedaron deslumbrados por la belleza y coraje de su oponente. Fue amor a primera vista. Pero el sentido del deber de nuestro héroe, y la arrogancia y orgullo del príncipe eran obstáculos muy difíciles de superar en su camino hacia la verdadera felicidad. Así que lucharon brutalmente, como encarnizados enemigos. Aunque en el fondo de sus corazones sabían que estaban hechos el uno para el otro.
Después de que Goku derrotara al tirano Frieza, Vegeta quedó libre de su servidumbre y se estableció en el planeta tierra, para poder estar cerca de su amor. Aunque intentó ocultar sus verdaderos sentimientos bajo una máscara de odio y desprecio.
En su intento de evitar al otro saiyan, Vegeta cayó en las garras de una zorra de cabellos azules. Ella le engañó con sus falsas sonrisas y su fingida dulzura. Y aunque no podía rivalizar en belleza con su Kakarot, al menos le serviría de distracción.
Cuando Vegeta se dio cuenta de que no era más que una
vana, despiadada y egoísta arpía ya era demasiado tarde. La odiosa mujer estaba embarazada. Vegeta se negó a casarse, tal como ella le demandaba. Pero él no quiso rehuir su responsabilidad como padre, quedándose para criar a su hijo. Pero nunca mas volvió a tocar a la madre.
Pasaron los años y tras enfrentarse a incontables enemigos, la paz había regresado a la tierra. Todo sería perfecto, a no ser por el hecho de que el príncipe aún era reacio a confesar sus sentimientos a su amado.
Los dos saiyans se habían hecho amigos íntimos, llegando a conocerse mejor tras pasar la mayor parte del tiempo juntos, bien fuera entrenando o simplemente conversando. Pero Vegeta seguía cautivo de su arrogancia y orgullo, férreas cadenas de las que era difícil librarse.
Finalmente llegó el día en que el príncipe fue capaz de dejar atrás el pasado. Por fin estaba dispuesto a abrir su corazón para dejar que reinara en él su verdadero dueño. Así que decidió mandar una nota a Goku para citarse con él.
“Querido Kakarot,
Tengo algo muy importante que confesarte, algo que cambiará nuestras vidas para siempre.
Te espero mañana al atardecer junto al lago.
Tu príncipe.”
Goku quedó extasiado al leer la nota. Sería cierto que Vegeta sintiera lo mismo que él? No quería forjarse vanas ilusiones, pero no pudo evitar sentir como una ola de abrumadora felicidad invadía todo su ser. Tenía ganas de reír y llorar a la vez, de cantar, y saltar como un chiquillo, y gritar a los cuatro vientos el nombre de su amado. No podía dejar de sonreír de oreja a oreja.
Cuando la bruja Chichi le vio radiante de pura alegría, se enfureció de tal manera que tan solo deseaba hacerle sufrir, arrancarle el corazón con sus propias manos, hacerle llorar lágrimas de sangre. Así que le prohibió salir de casa para que no pudiera acercarse al maldito príncipe.
Oh, sí! Ella sabía perfectamente de donde provenía esa felicidad, su marido pasaba cada vez más tiempo con Vegeta, y el príncipe había conseguido llenar ese vacío, esa sensación de pérdida y desazón que ella tan paciente y laboriosamente había ido imprimiendo en el corazón de Goku a lo largo de los años.
Ella no podía consentirlo, no podía dejar que el príncipe venciera. Así que después de golpear a Goku en la cabeza con la ominosa sartén de todos los diablos, (solo por darse el gusto de hacerlo)
amenazó a su marido con apartarle de su hijo si osaba desafiarla. La bruja había encontrado el arma definitiva para derrotar al ser mas poderoso del universo. Goku tenía el corazón roto, no podía faltar a su cita, Vegeta era su vida, su paraíso en este mundo. Pero no quería perder a su hijo.
Goku, derrotado, no sabía que hacer.
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