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Rosa, rosa... por Nekoki

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Notas del fanfic:

Lo de siempre: Saint Seiya es © de Masami Kurumada, ninguno de los personajes me pertenece y los uso sin fines lucrativos, sólo por mero entretenimiento. La canción "ROSA ROSA" le pertenece a Sandro, orgullo argentino, carajo!! XD

Notas del capitulo: Bueno, qué decir, son tiempos difíciles por aquí… Y no hablo de la economía, ni la pobreza, ni las inundaciones de esta zona, sino del tema inspirativo jaja XD
Seee últimamente el agua no me llega al tanque así que ando malita para continuar lo de La Saga de Saga jaja, así que aquí les traigo algo totalmente diferente pero que yo amo con toda el alma, ya que es una de mis parejas favoritas y sinceramente me gustó mucho la historia.
Bien, sólo resta que ustedes lean y den su opinión, desde ya muchas gracias y nos vemos abajo!!
El sol en Grecia volvía a iluminarlo todo con sus rayos incandescentes, y de su letargo despertaban los Santos de Atena. Y entre ellos una hermosa flor, una rosa blanca, que abría delicadamente los ojos y estiraba sus pétalos con la luz del sol colándose por su ventana.
Afrodita, el más bello entre los Caballeros, Marinas y Espectros, despertaba complacido de una noche de reparador sueño, y como era ya su costumbre, iba a darle alimento a sus amigas. Aún con sólo un calzoncillo cubriendo su hermoso cuerpo, su prioridad siempre eran las flores, y su primer impulso al despertar era regarlas con gran regocijo.
-¿Cómo amanecieron hoy, mis queridas?
Las rosas se movían cada vez que Afrodita les hablaba, pareciera que le contestaran, y eso ponía al pisciano de muy buen humor.
-¿Qué haces hablándole a las plantas?
-(!!) ¿Quién--?
Una intromisión inesperada en su templo y más a esas tempranas horas, Death Mask de Cáncer estaba parado tras él con su Cloth muy sucio y su cabello desarreglado. Afrodita simplemente no soportaba la presencia de ese individuo, reflejando su disgusto en su mirada fría, pero por su parte, Death Mask sólo lo miraba de arriba a abajo con una media sonrisa sátira.
-Parece que estar tanto tiempo con las plantas te ha enloquecido, Afrodita.
-Death Mask de Cáncer, ¿qué haces tú en mi templo? Y sobre todo en esas fachas.
-Acabo de llegar de una misión y me dirigía a ver al Patriarca. Pero si de apariencias hablamos, primero mírate tú.
Afrodita echó una mirada hacia abajo recordando que no traía nada más que unas finas telas cubriendo lo necesario en su cuerpo. Así que retrocedió unos pasos y juntando las piernas, puso su mano frente a su rostro sonrojado.
-Yo estoy en mi templo y puedo hacer lo que quiero.
-Bueno... Entonces me voy.
El canceriano pasó junto a él dejando tras sí el mismo aire mortífero que lo caracterizaba, y haciendo que el peliceleste se estremeciera por un momento. Y un poco antes de salir de Piscis, se detuvo e hizo una acotación interesante.
-Por cierto, eres muy sexy. Me gustaría tener la oportunidad de verte así más seguido.
Afrodita volteó a mirarle con desprecio pero Cáncer ya se había marchado, dejando el olor a muerte impregnado entre las rosas. Y aunque el orgulloso Santo no había dado cuenta de tales palabras, Death Mask se lo había dicho en serio.
Una vez terminada la reunión con el Patriarca, pensó en darse una vuelta por el templo de Piscis, planeando disfrutar del maravilloso gozo que le provocaban los ojos agresivos de aquel hombre. Y motivado por esta idea insana, fue aumentando la velocidad de sus pasos hasta la Casa de Piscis. **Lo más probable es que él se moleste con mi presencia**.
Al llegar allí, invadió impune todo el templo, buscando al susodicho. Una vaga idea de placer le recorría la mente al pensar en Afrodita, y aunque los cuestionamientos que se hacía a sí mismo, eran igual de fuertes, lograba acallarlos así como acallaba a todas las voces que lo visitaban en las infinitas noches.
Luego de revisar cuarto por cuarto, se rindió ante la idea de que Piscis había salido, y desmoralizado, se tiró en uno de los delicados sillones decorativos que Afrodita tenía en la Casa. Ideas y más ideas asaltaban la mente del italiano, regañándose a sí mismo e intentando recordar algunas de las razones que lo habían traído hasta allí. Aunque su mente lo llevaba siempre a una misma conclusión, no importaba qué camino tomara, en cualquiera encontraría que la respuesta se sumía en la piel de Afrodita. Una piel que había visto varias veces y que siempre le resultó atractiva, tanto su textura, como su color y su aroma eran los de una exquisita rosa blanca.

Ay, rosa, rosa, tan maravillosa
Como blanca diosa
Como flor, hermosa
Tu amor me condena a la dulce pena de sufrir


Su mente volaba entre recuerdos borrosos de días que probablemente hayan sido totalmente alterados por su deteriorada memoria, podía imaginarse a Afrodita junto a él, acariciándose, besándose; ya no le importaba lo demás, ahora había fijado un nuevo objetivo en sus fantasías, y como Caballero de Atena, no se rendiría tan fácil.
Buscó por el Santuario a su amado pisciano, y lo encontró, cayendo la tarde, en una zona de entrenamiento que él mismo había nombrado como suya, llena ya de sus rosas mortíferas, entrenaba el lanzamiento de las mismas con gran concentración.
-¿Otra vez estás jugando con las plantas, Afrodita?
-Piérdete.
Con un tono frío despachaba al italiano que lo miraba agachado entre el jardín.
-El Santuario es de todos, puedo estar donde me plazca.
Lanzando la última rosa hacia una columna de piedra, resto de las antiguas construcciones griegas, bajó la guardia y se dirigió hacia Death.
-¿Y bien? Debes tener una buena razón para venir a molestarme en medio de mi entrenamiento.
-En realidad no la tengo. Sólo quería verte.
-¿Acaso te resulta divertido molestarme todo el tiempo?
-Obviamente.
-Mph...
Afrodita lo volvió a mirar con esos ojos dignos de un maestro de los hielos y levantó una rosa hacia él.
-A mí no me parece nada divertido. Tú eliges: te vas por tu cuenta o te obligo a irte.
-Está bien, me iré. Pero primero tengo que hacer algo...
Death Mask se levantó tranquilamente ante la atenta mirada del pisciano, y cuando aparentó marcharse, con un rápido juego de brazos hizo romper la guardia de Piscis, y llevando los brazos de este hacia atrás, se apoderó de sus labios, robándole un beso intenso que hizo que su boca se tiñera de un rosa pálido.

Ay, rosa, rosa, dame de tu boca esa furia loca
Que mi amor provoca
Que me causa llanto
Por quererte tanto sólo a ti


Pero Afrodita no se quedó estático, si no que aprovechó la oportunidad en la que Death bajó la guardia para hacer uso de la rosa que llevaba en mano. Un momento después de sentir el dolor punzante del arma de su compañero, Death Mask no tuvo más opciones que alejarse rápidamente del peliceleste y quitarse de encima la rosa que le había clavado.
-¡Maldito...!
-No te preocupes, no es una rosa con veneno, sólo es una simple flor.
Dio media vuelta y comenzó a andar, haciendo que con cada paso las flores voltearan a verlo guiadas por la agradable brisa que despedía. Death se quedó quieto mirando la figura alejarse cada vez más de él, hasta que por un breve momento, ésta cesó sus pasos.
-Lo que hiciste recién... No lo vuelvas a hacer... Nunca...
Y con la última palabra se perdió entre los tonos rojizos de la tarde, mientras Death se quedaba con los recuerdos de esos labios ahora prohibidos, los que sabían a rosas, húmedos como el rocío de la mañana y suaves como un capullo que acaba de florecer.
Sus pensamientos lo llevaron hasta su cama, a descansar su cabeza fatigada de pensamientos e imágenes captadas en el día, pensando en conseguir aún más.
A la mañana siguiente procuró despertar con el alba, y así cruzar los siete templos que los separaban para poder verlo a él, verlo despreocupado y sonriente mientras le da el cariño a las plantas que Death sólo podía ver en sueños. Y nuevamente excitado por la posibilidad de ver esa dulce sonrisa, partió sin despreocupaciones. Y así llegó hasta Piscis, donde Afrodita estaba como todas las mañanas charlando animadamente con sus plantas.
Al sentir de nuevo esa presencia en su templo, su mirada cambió al color metálico que llevaba cada vez que veía a quien creía la persona más molesta de todas. Y esta vez, previniendo lo que iba a suceder, Afrodita llevaba puestos unos jeans desgastados y una remera blanca ajustada que hacía resaltar su pectoral.
-Otra vez tú aquí. ¿Vas a decirme que tienes asuntos con el Patriarca?
-Mentir no servirá de nada, sólo vine para verte.
-¿Por qué estás tan obsesionado conmigo? Debe ser por mi excepcional belleza, ¿verdad?
-Debo admitir que tu cuerpo y tu rostro se comparan con los mismos Dioses... No, tú eres más bello aún.
Con un caminar refinado, Piscis se fue acercando hasta quedar cara a cara con Death, quien estaba apoyado sobre una columna haciendo lujo de su galantería.
-Veo que lo comprendes. Pero aún así no logro entender en qué parte de tu retorcida mente manchada de sangre puedes llegar a pensar que alguien tan hermoso como yo podría quererte.
-Es que... me he enamorado de ti.
Aunque su rostro casi no había cambiado en nada y seguía llevando su pícara sonrisa, Death Mask había pronunciado las palabras más sinceras que le había dicho a alguien en toda su vida. Afrodita sólo lo miró por un momento y luego comenzó a soltar sonoras carcajadas en tono de burla.
-Parece que no lo entendiste, el amor que sientas por mí me tiene sin cuidado. Pero sí me molesta que estés todo el día rondándome.
-Lo siento. Es que me gusta mucho verte.
En un momento, la cara del peliceleste cambió de una sonrisa a la total seriedad, regresando a su fría mirada de hierro.
-Ya estoy cansado. Quiero que te largues de mi vista, quiero que te largues de mi templo, y si es posible, vete del Santuario por algún tiempo.
-Está bien, pero antes de hacer todo eso, sólo dame una cosa y me iré.
Afrodita comprendió de inmediato a qué iba el canceriano, así que se acercó a él y colocando suavemente sus manos sobre el pecho de Death, le arrimó su rostro y entreabrió los labios con los ojos ya cerrados. Cáncer lo rodeó con sus fuertes brazos y un momento después introdujo su lengua en la dulce cavidad de su compañero, moviéndose dentro y haciendo que éste se estremeciera, aferrándose a la remera de Death en señal de placer.
Mientras el italiano lo arrinconaba contra una de las paredes del templo, Piscis sólo se dejaba llevar, hipnotizado por el erótico baile de lenguas al que lo estaba guiando la pasión de Death Mask. Pero por un fugaz momento pudo recobrar la cordura y lentamente ir separándose de la boca de su amante.
-Bueno, creo que con eso es suficiente para que me dejes tranquilo.
Death lo miró insatisfecho, pero se resignó ante la palabra de Caballero y sin decir nada comenzó a dirigirse hasta la entrada del templo de Piscis. Afrodita lo siguió detrás, movido por quién sabe qué impulso, apoyándose contra una de las columnas para ver cómo se alejaba el guerrero de Cáncer.
Y así unos días pasaron sin que tenga noticias de Death Mask, pero incluso con las horas corridas y el tiempo volando, Afrodita pensaba en la pasión que sintió cuando ese cuerpo lo besaba y lo tocaba, dominándolo completamente. Se tiraba en su gran cama suspirando y acariciando suavemente sus labios buscando las memorias que se iban borrando con el correr de las horas. Su mente se había obsesionado como la de Death, ahora se sentía capaz de rendirse y entregársele por completo a cambio de que lo volviera besar.
Y pensamientos similares eran los que recorrían entre suspiros la Cuarta Casa, entre monotonía y aburrimiento, Death ya sólo esperaba el que pasasen las horas para que el sol se ponga y sus pesados párpados lo lleven hacia un sueño en el que se pudiera encontrar con su amado, con su obsesión convertida en romance.

Ay, rosa, rosa, eres orgullosa
Y sin contemplarme tu fe se destroza
Mientras tanto yo agonizo por ti


No hizo falta mucho tiempo más para que Death Mask pierda la paciencia y fuera corriendo hasta el doceavo templo. Y al llegar allí, el eco lejano del agua de la ducha corriendo, despertó su perversa mente como antes, guiándose sólo por el sonido y su instinto de fiera sedienta de carne, llegando así hasta la puerta del cuarto de baño de la Casa de Piscis.
Lenta y silenciosamente abrió la perilla, y entre todo el vapor pudo divisar la figura de Afrodita, tenía el cabello recogido que dejaba ver aún más su piel blanca totalmente empapada, como las rosas que brillan con las gotas de rocío al alba. Deshaciéndose de su remera, se acercó hasta quedar detrás de su amado y tomándole suavemente por los hombros, comenzó a besarle el cuello.
-¿Y tú dices ser un Santo de Atena? Ni siquiera pudiste notar mi presencia.
Afrodita giró, dando unos pasos hacia atrás con los ojos bien abiertos por la sorpresa que le había causado el Santo de Cáncer junto a él, mientras éste sólo aprovechaba más la vista del cuerpo inmaculado y completamente desnudo de su amor.
-¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo te atreves a entrar a mi templo sin mi permiso?
-Lo siento. Intenté aguantar, pero ya no puedo más... Afrodita...
Se lanzó contra Piscis, poniéndolo contra la pared y utilizando una de sus manos para aprisionar sus muñecas e inmovilizarlo. Mientras que con la otra lo tomó del mentón obligándolo a besarlo, cosa que no era muy necesaria ya que el pisciano también lo esperaba con ansias, y cuando este comenzó a ceder, su mano libre bajó más, alcanzando su entrepierna y comenzando con suaves caricias y roces en su miembro. Al sentir esto, Afrodita consideró que la situación se le estaba yendo de las manos, así que separándose abruptamente de la boca de Cáncer, comenzó a procurar por su libertad.
-¡Suéltame, Death Mask!
-Lo siento. No puedo hacer eso.
-¡¿Acaso piensas violarme?! ¡Eres un maldito imbécil!
Death Mask aflojó la fuerza en sus muñecas hasta soltarlo definitivamente, pero en cambio lo tomó fuertemente del cuello alzándolo en el aire.
-En verdad no logro entenderte, te rindes ante mis besos pero no quieres que te toque, me deseas constantemente pero luego me rechazas.
Afrodita quedó en silencio, la fuerza que ejercía Death era muy débil, sólo lo suficientemente fuerte para mantenerlo ahí sin lastimarlo, ni siquiera quitándole el aire.
-Si tu no me amas no me importa, ¿pero por qué no dejas que yo te ame?
-... Simplemente... No quiero...

Ay, rosa, rosa, pide lo que quieras
Pero no nunca pidas que mi amor se muera
Si algo ha de morir
Moriré yo por ti


Soltándolo hasta dejarlo caer, Death Mask recogió su remera y volvió a retirarse derrotado, sentándose en la primera escalinata del templo de Piscis, aún mojado por los acontecimientos en la ducha, el frío de la noche lo golpeaba duramente, pero seguía allí sentado.
Un rato después, Afrodita apareció tirándole una toalla, él estaba con una graciosa bata de baño y su pelo también goteaba.
-Ven, entra. Te resfriarás si sigues ahí afuera.
Death sólo se sacudió un poco la cabeza con la toalla y entró junto con Afrodita. El interior estaba bastante iluminado por decenas de candelabros y las paredes de piedra le daban un aire a castillo antiguo que hacía a la noche muy romántica.
Piscis lo guió por su templo hasta llegar al cuarto, donde los dos se sentaron en la cama. Hubo silencio por parte de ambos, mientras Death sólo miraba aburrido las paredes y las deliciosas telas que colgaban de ellas, definitivamente el peliceleste era un gran decorador de interiores y exteriores.
-Death Mask, quiero que sepas que no te estoy rechazando a ti, es sólo que no siento deseos de mantener una relación con nadie, ¿entiendes?
-¿Por qué? No pido mucho, sólo estar juntos de vez en cuando, tener sexo, charlar un rato, tener sexo...
-Dijiste "tener sexo" dos veces.
-¿Lo dije? Lo siento... Dime, ¿por qué no quieres tener una relación seria?
-Pienso que es muy molesto, al final terminaría buscando una excusa para terminar y te odiaría a ti y a mí por eso.
-No entiendo por qué deberíamos romper.
-Porque es mi manera de ser, vivo por mí y para mí, siempre fue así y siempre lo será.
Afrodita estaba usando un tono neutral en sus palabras, así que Death no sabía exactamente cómo responderle.
-Bueno, yo nunca he estado en pareja por mucho tiempo, siempre relaciones de una noche que terminaban cuando yo escogía a alguien nuevo...
-¿Ves? Es muy difícil sorprender al otro todo el tiempo, el nivel de tensión y expectativa es muy estresante.
-Pero... Siempre quise saber lo que se siente depender de alguien, y que ese alguien se preocupe por ti...
El pisciano había quedado en silencio, y la tensión que se respiraba en el aire se hacía más intensa, Death tenía ganas de borrar todo lo que había dicho y simplemente desaparecer.
En un momento Afrodita se acercó al italiano y tomó su mano con delicadeza, apoyando la cabeza contra el hombro de éste.
-Me encanta como besas, ¿sabes?

Ay, rosa, dame todos tus sueños
Y dueño de tu amor quiero ser
Dame de tu ayer las heridas
Y vida junto a mí has de tener


Tales palabras sorprendieron completamente a Death, quien guiado por un mero impulso de casanova, lo tomó del mentón con sus aires de superado, penetrando en esos hermosos ojos celestes.
-Pues estoy dispuesto a darte todos los que quieras... y los que no quieras también...
Rodeándolo con sus brazos lo acercó hasta su boca y comenzó a succionarla suavemente, mientras el pisciano se aferraba a la fuerte espalda de su compañero. En un abrir y cerrar de ojos, Death lo había recostado sobre la cama, mientras que con sus manos se abría paso entre los pliegues de la bata, acariciando la blanca piel del sueco. Y así, lentamente fue descendiendo por el cuerpo de Afrodita deteniéndose a lamer y juguetear con sus pezones, arrancándole a éste gemidos de placer que sólo excitaban más a Death Mask, tanto así que lo apuraron hasta bajar a la hombría ya despierta de su hermoso amante.
-Wahh, Afrodita, es tan blanco como toda tu piel...
-¿Qué estás diciend--? ¡Ahh!
Death comenzó a chupar el miembro de Afrodita, introduciéndolo en su boca casi en su totalidad, cosa no muy sencilla por las dimensiones que éste presentaba. Mientras masajeaba la base, dedicaba su boca a lamer con cuidado el glande, sacando sonoros gritos de parte del peliceleste, demandando que siga y siga.
Como todo un maestro en el arte del amar, Death movía su lengua por los puntos más sensibles de Afrodita, mientras que intentaba hacer que éste chupe los dedos que había introducido en su boca; y una vez el trabajo estuvo hecho, acercó uno de los dedos hasta la entrada del pisciano, haciendo un poco de presión y luego introduciéndolo por completo, seguido de un segundo, y hasta un tercero.
-Death... Mask... Por favor... Quiero sentirte dentro de mí...
El canceriano expuso una mirada lasciva, cargada de deseo, dirigiéndose a los labios de Afrodita, aprisionándolo en un beso en el que el protagonista fue esta vez el indefenso Afro, que lo rodeó con sus brazos y le metió la lengua por la garganta, en verdad le gustaba besar.
Un poco aturdido por el avance del peliceleste, pero muy excitado, Death tomó su miembro, y recostado sobre el cuerpo de su compañero, se dispuso a introducirlo en el trasero de Afro. Al sentir la intromisión, piscis soltó un largo grito de placer, encorvando su espalda y abriendo más sus piernas para poder recibir a Death por completo.
Tanto tiempo deseando ese blanco cuerpo, horas rezándole a los Dioses que lo ayuden a convencer a piscis, o por lo menos que apagasen esa luz de lujuria que habían puesto en su camino; ahora tenía a su amado y amante debajo de él, gimiendo de placer una y otra vez. El sólo hecho de ver a Afrodita así de sometido llenaba de adrenalina pura su cuerpo, ni una lucha contra mil Espectros, ni una batalla en contra de los Dioses, nada podía compararse al placer que ese rostro sonrojado y acalorado le daba. Guiado por un impulso de placer, comenzó a besar el cuello de su amante, mientras este se aferraba al respaldo de la cama que se movía continuamente por las fuertes embestidas.
-Aah, Death... Si haces todo eso a la vez... yo... ahh...
Desobedeciendo deliberadamente las peticiones de Afrodita, acercó su mano hasta el miembro de éste, frotándolo con mucha fuerza, causándole espasmos, y haciendo que se abrace a su espalda para poder soportarlo. Death sentía cómo las uñas del pisciano se clavaban en su espalda, excitándolo aún más.
-Ya... no puedo... ahh...
Conteniendo por un momento la respiración y luego lanzando un grito de placer puro, Afrodita acabó sobre el vientre de Death, ensuciando así todo su cuerpo y el de su compañero. Unas gotas de semen resbalaban por la cintura del peliceleste, creando un camino desparejo por el movimiento brusco que se ejercía cerca de esa zona.
-D... Death...
-Sólo te pido que esperes un poco más... Ya casi acabo...
-No... No es eso...
Afrodita tomó tiernamente el rostro de Cáncer, besándolo con pasión y ternura, y luego liberando sus manos para ayudar un poco a Death en su tarea, tomándolo del trasero y reforzando las embestidas, para que pueda entrar hasta lo más profundo de su cuerpo. El peliazul sintió esto, y redirigiendo sus últimas fuerzas, aumentó la velocidad al máximo y con una última estocada, se vació en la cavidad de Afrodita, haciendo que el peliceleste experimentara un nuevo orgasmo, mucho más fuerte y sabroso que el de la última vez.
Exhausto, Death Mask se recostó sobre el cuerpo de Afrodita, quien acarició sus cabellos azules suavemente. Ambos amantes se miraron con una sonrisa alegre, y luego Death se colocó junto a Piscis y lo estrecho en un abrazo que duró toda la noche.

Ay, rosa... ay, rosa...


Las bendiciones de luz de Apolo comenzaron a hacerse presentes por el umbral de la doceava Casa, y anunciando la mañana, las aves trinaban hermosas melodías. Afrodita despertó de su sueño, viendo que el Santo a su lado, aún no se había levantado. Con una mano empezó a moverle el hombro, procurando que despierte.
-Death Mask, anda, levántate.
-Mhñmhh... Sólo un poco más...
Tomando una de las almohadas, el peliazul se cubrió la cabeza. Con un pequeño refunfuño, Afrodita se levantó para ir a regar sus flores como cada mañana, poniéndose unos jeans salió hasta su patio y comenzó a bañar a sus amadas.
-Nee, ¿cómo amanecieron hoy? Yo, anoche, tuve un sueño estupendo...
-*Ya~wn*... Afrodita, ¿otra vez hablando con las plantas?
-Cállate. Son mis amigas.
El peliazul se acercó hasta Afrodita, abrazándolo por la espalda.
-Amo tu piel tan blanca...
Mientras acariciaba su pecho, había empezado a besarle el cuello, haciendo que Piscis entrecerrara un poco los ojos. Y al comprender esta reacción, también comenzó a juguetear con sus pezones.
-¿Está bien así...?
Su tono de voz era tan lascivo, que hacía derretir a Afro. Pero un momento antes de perder la cordura, se dio media vuelta y con la manguera en la mano, bañó a Death con el agua fría matutina.
-¡Es muy temprano para que estés tan caliente!
El peliceleste lo miró con ojos de regaño, mientras Death yacía sentado en el piso, aún un poco conmocionado por el sorpresivo ataque.
-... ¡¿Qué te pasa?! ¡Estaba helada, ¿sabes?! ¡Dime, ¿acaso te he hecho algo malo?!
Afrodita se le acercó, agachándose hasta donde estaba él, tomándolo por los hombros y besándolo.
-Ahora debes ducharte... Vamos...
Con una mirada lujuriosa, tomó la mano de Death y lo guió por dentro del templo, llevándolo hasta el baño, despojándose de su prendas y preparándose para hacer el amor con su nuevo amante; de ahora en más y hasta que los pétalos blancos se marchiten, y la rosa muera.

Ay rosa, rosa... ay rosa, rosa... ay rosa, rosa...

Notas finales: Holaaa!! Aquí estoy otra vez, agradeciéndoles que hayan llegado hasta aquí y esperando con muchas ansias sus comentarios acerca de esta obra, que, dicho sea de paso, está para justificar el por qué la otra no continúa XD.
También quiero pedir disculpas a quienes leían la otra, pero juro que pronto tendré listo el cap. 5 y todos seremos felices por siempre :3
Bueno, esto es todo por ahora y espero que dejen reviews, mi gente! Los quiero!!! X3

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