Capitulo 1: en un instituto de chicas y unos ojos claros
Hola me llamo Menalee y tengo 16 años. Mi visa no ha sido llena de lujos, no vivimos tan mal pero sabemos lo que es tener que pasar hambre, de esa forma fue que me hice adicta al ramen instantáneo, los bores de ramen eran tan baratos que comprábamos en grandes cantidades y lo variábamos: Ramen de pollo, ramen de huevo, ramen de pescado, ramen de papas… etc. Estudio o estudiaba en una escuela pública de mi país, hasta hace solo un mes cuando mi madre visito de la nada mi escuela y me encontró besándome con un chico, al menos fue un chico pues si llegaba a llegar una hora antes me hubiera encontrado besándome con una chica, eso si hubiese sido vergonzoso, no porque me todos supieran que era bisexual sino por el escándalo de mi madre.
No soy de las chicas que llama la atención de todo el mundo, soy calla, llevo mi pelo rubio castaño amarado en una baja coleta, utilizo unos pantalones holgados y un abrigo ancho. Siempre me la pasaba metida en la biblioteca, peor aunque mi notas eran bastante buenas no era uno nerd más bien me metía a la biblioteca a dormir, todo la escuela me conocía por mi manera de dormir, muchos decían que yo pude estar entre las mejores calificaciones si no hubiese sino porque me quedaba dormida en clases hasta tengo el mal habito de no estudias. Mis notas regulares son muy reales sin estudiar, todo los resultados a base de lógica y de lo poco que atendía en clases.
Mi castigo fue enviarme a Japón (gracias a kami ^^) a un internado solo para chicas, mi madre no sabía que más que un castigo era un regalo, una escuela de puras chicas bonitas, a lo lejos en alguna parte de mi cabeza escuche la risa de mi mejor amiga diciéndome “pervertida, eres una loca pervertida” me reí ante ese pensamiento y entre al internado, fue cuando todo el mundo se me fue enzima.
Las Chicas llevaban Trajes!!! Y lo peor no había tecnología!!!! Lo más allegado a tecnología era el teléfono que solo estaba disponible para las estudiantes una vez al mes. Me sentía horrible con el traje negro al estilo medieval, mi madre me dio el peor de los castigo, ella sabe lo mucho que detesto utilizar traje y faldas y mas al tener que mantenerme alejada de mi computadora más de seis horas.
La subdirectora me mostraba mis salones y mi deberes… deberes! Con lo vaga que soy! Esto es el infierno, adiós a mi felicidad. Al llegar a mi habitación entre y dentro había una chica que miraba por la ventana. Ni se voltio a mirarme cuando serré la puerta algo muy extraño en esa cultura pues ni me saludo. Me fije en el cuarto, había dos closet, dos camas, dos escritorios y un solo baño, tire mi maleta al pie de la cama que por lógica era la mía y me tire en esta lista para dormir.
-No piensas bañarte- sorprendentemente la frase fue dicha en un castellano nítido, pero como ya tenía el sueño agarrado la ignore y me quede dormida. El reloj marcaba las 3:30 de la madrigada cuando sonó de forma escandalosa, dando honor a mi apodo me vire del otro lado y seguí durmiendo. Sincronizada mente abrí los ojos a las 6:00 de la mañana y pude oír a la chica hablar en japonés con alguien.
-Duerme como un oso, toda desparramada en la cama y no se levanto con el desertado, parece hasta muerta- la otra persona exclamo sorprendida- ¿Qué no se levanto con tu despertador?!!! Pero si ese despertador se oye en toda la residencia!! – pero que escandalosas pensé en ese momento. Tome mis cosas y me metí a la ducha, mientras el agua caliente resbalaba por mi cuerpo solo podía pensar en el uniforme, no era que estuviera feo, pero no me siento cómoda en trajes a pesar de que mis amigos y amigas dicen que me veo bien, pero todos estamos tan acostumbrados a verme con ropa de chico que nos resulta incomodo.
Al salir de la ducha me enrede en una toalla y salí al cuarto en busca de mis lentes, pero al no tenerlos puestos no calcule la distancia entre mi caminar y mi maleta por lo que tropecé y caí, maldije a diestra y siniestra con todo el vocabulario obsceno el tener los ojos verdes, un mal de familia el tener los ojos claros a muchos les gusta mis ojos pero cuanto daría por tener unos ojos marrones o negros, mi ceguera de debía mucho a lo claro de mis ojos, la luz entra tanto que a lo largo de mis 16 años me ha dejado siega, si una persona toma una libreta con una página escrito y le con la libreta lo bastante alejada que sus brazos le permite esta persona puede leer, yo en cambio tengo que tener la libreta bastante de cerca pues sino solo veo mancas negras en un fondo blanco.
La chica se me quedo viendo, más o menos por lo que podía ver estaba sorprendida, no sé porque pues la toalla de milagro no se me había caído, arrastrando las palabras la salude en japonés – hola, me llamo Menalee y soy latina- ella se quedo callado al no recibir respuesta me encogí de hombros alcance mis lentes me los puse y me puse de pie.
Me estaba poniendo el maldito traje cuando escuche su voz-¿hablas japonés?- sin voltearme le conteste- Bastante, lo que he aprendido con el diccionario y el anime, pero no tengo tanta fluidez como quisiera- ella se volvió a quedar callada. Como era temprano acomode mis cosas en mi parte, por suerte había comprado una buena cantidad de libretas para escribir mis poemas y cuentos, ya vería como hacer para actualizar mis fanfic. Todo estaba en silencio y eso me gustaba pues no soy muy habladora.
-¿Tus ojos son verdes?- la pregunta me tomo de sorpresa entre tanto silencio, solo la mire y vi que intentaba ver a traves de mis lentes. –Si- conteste a secas, al ver que ella quería mas explicaciones me vire de nuevo continuando acomodando mis cosas mientras hablaba – Toda mi familia materna tiene los ojos claros, lo más oscuro que he visto entre nosotros son marrones, pero son tan claros que parecen amarillos. Mi tía los tiene azul grisáceo, mi abuela los tiene verdes azulados, mi madre los tiene verde claros y mi hermanito los tiene verde monte, el de los ojos marrones amarillentos es mi hermano mayor- el silencio volvió… suspire al ver que no volvió a hacer otra pregunta. Una vez todas mis cosas acomodadas salí a inspeccionar el lugar.
Me dirigí al patio donde todas las miradas estaban sobre mí. Odiaba ser el centro de atención, odiaba ser la cara nueva. Caminaba por los senderes cuando se me ocurrió una pequeña travesura. Corrí a toda prisa a la biblioteca, en los pasillos todos me miraban y negaban con la cabeza, eso me resulto divertido. Al llegar pedí agitadamente el manual y reglamento de la institución. Al tenerlos busque lo que quería.
Reglamento del uniforme
Bla… bla… bla… vestimenta negra… bla… bla… 1987… no obligatorio el uso de faldas o trajes.
Sonreí tontamente, apenas acababa de llegar y ya iba a causar problemas. Seguí leyendo los dos libros de cabo a rabo para asegurarme de que no existiera nada que me impidiera utilizar pantalones. Al terminar de leer ya se hacia la hora de comer por lo que devolví los libros, para dirigirme al comedor. El sol matizaba en el horizonte de una forma hermosa, me quede mirando el crepúsculo un momento admirando lo reflexivo del momento. No me fije que iba tarde, corrí tan rápido que si un corredor profesional me viera sentiría celos. Al doblar coche con algo que me llegaba a la altura del pecho, caí de espaldas del mismo golpe, esta sobándome mi retaguardia cuando escuche un leve quejido, al mirar con lo que había chocado me quede atrapada en lo profundo de unos ojos azul cielo, unos ojos claros…
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