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Fall For You por YuukiC

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Notas del fanfic:

Bueno, realmente me costó mucho hacer este fanfic, pues andaba con una sequía mental terrible S:
Estrujando mi cerebro escribí la mitad de este en 1 día (hoy) y lo terminé a las 23:35 aprox xD quería subirlo antes de las 24hrs, pero no me funcionó la página xD, fue triste... pero aquí está.

Gracias a Pablo por su ayuda y comprensión. Lo olvidaba: Nada de Death Note me pertenece; sino que a Tsugumi Ohba y Takeshi Obata. La trama sí.

-Hoy... -dijo en un suspiro un chico pelirrojo, quien aún estaba acostado en la cama, más bien en el sofá, el único que había en esa pocilga. Miró su reloj de muñeca, marcaba las 6:05 Am. Le costaba dormir, de hecho ya no podía hacerlo.

Ese día era trece de diciembre del dos mil nueve y para él, Matt, ese era un día muy especial; era el cumpleaños de cierto rubio competitivo y choco adicto, Mello. Aquel chico del cual había perdido rastro hace cinco años y, que hace un poco más de dos semanas había vuelto a encontrar por las casualidades de la vida...

Matt no supo de la partida de Mello del orfanato; sino varias horas más tarde. Cuando por fin se enteró, se entristeció demasiado, pues desde hace meses el pelirrojo tenía un dilema sentimental con el rubio de ojos verdes. Sentía cosquillas en el estómago cuando estaba con él -la mayoría de las veces-, y le gustaban, demasiado a su parecer, los abrazos amistoso que se daban; aun pese a que fueran siempre toscos, pues Mello nunca fue chico de afectos. Hasta llegaba a soñar con cuidarlo y protegerlo, siendo que el rubio no necesitaba nada parecido a la protección, oh no... Mello era completamente autosuficiente, y Matt lo sabía, pero de todas formas nacía desde lo más profundo de sí mismo, aquellas ganas de hacerlo.

Todo era extraño, muy extraño para él, y no tuvo el tiempo de solucionar aquel problema. Quería creer que no le gustaba, pero no lo sabía, ni siquiera sabía si le volvería a ver alguna vez...

Y ahora, luego de cinco largos años de vagar, y volver a encontrarle, cree sentir las mismas cosas que sintió en su niñez. Pero no se lo diría, claro que no. Mello ya tenía demasiados problemas con el famoso caso Kira para que se le agregara uno más cuando le dijera: "sabes Mello, he descubierto que me gustas mucho", bueno... quizá no se lo diría así, pero sería casi el mismo impacto, estaba seguro.

El pelirrojo se levantó, pues ya estaba completamente conciente de que no podría dormir, aunque lo intentara. No necesitó cambiarse, pues había dormido con la ropa del día anterior. Pesadamente se dirigió al baño, se miró al espejo e intentó recordarse a sí mismo cuando pequeño. Aquel chico inocente y despreocupado que solía ser, aunque eso no quiere decir que ya no lo fuera, quizá... ya sólo un poco menos.

Abrió la llave del lavamanos y se lavó la cara.

-Todavía está dormido. -Se dijo, mientras se secaba con una toalla. Esa era una de las pocas veces en que lograba convencer al rubio de que durmiera decentemente.

EL pelirrojo no recordaba mucho de su reencuentro con Mello; sólo acciones concretas. Como cuando le vio camino a la tienda de electrónica, o cuando luego de estar un 100% seguro de que fuera su rubio amigo, y reuniera el coraje suficiente, le hablara. Porque con esa deslucida cicatriz que llevaba en el rostro le crecían las dudas. Se veía tan distinto, tan obviamente maduro, con un semblante endurecido y de pocos amigos. Había perdido ya esa rudeza mezclada con un toque delicado, casi afeminado, del que tanto se burlaban los demás chicos del orfanato, y que, de alguna u otra manera, derretía a la mayoría de las chicas del mismo lugar. Pero aún así no perdía su belleza, esa extraña y oculta perfección que sólo Matt percibía. Y lo supo. Supo que no era ni admiración, ni algún tipo de cariño relacionado con la amistad, sino que realmente sentía algo más fuerte, algo que hacía que su corazón latiera más rápido cuando el rubio pasaba frente a sus ojos.

En ese momento, Matt comprendió muchas cosas: como que no era para nada conveniente decidir declarársele tan pronto, que el rubio necesitaba un poco de ayuda -lo que podía ver en sus ojos. …l era el único que podía descifrar esos enigmantes ojos, - que Mello andaba de unos ánimos, que de trabajar con él, era mejor obedecer a cada una de sus ocurrencias y caprichos, si no quería pasar un -gran- mal rato, y lo principal, más básico y lógico... si trabajaba con él -para él, como sentenciaba Mello la mayoría de las veces,- estaría muy cerca de suyo, se pondría al tanto de su vida y quizá -y lo que realmente esperaba hacer,- influiría en la vista que el de ojos verdes tenía de él. Un plan perfecto.

Obviamente decidió ayudarle -o aceptó forzadamente como decía Mello-, usando lo que mejor le venía: la tecnología, y el mismo día comenzaron a operar. Consiguieron un departamento barato, frente a sus principales sospechosos, para usar de "base secreta" y... como casa. Era un lugar pequeño y sucio, pero servía para las necesidades básicas. El único "problema" que llegaba a tener, era que sólo una de sus habitaciones tenía una cama pequeña. Pero para Mello eso no fue un lío. Un simple "tú duermes en la sala", bastó para arreglar todo; no era que el rubio durmiera, más bien aquella habitación era un extensión de la sala, su zona de trabajo. A veces tomaba siestas, pero no duraban más de dos o tres horas.

Matt trasladó sus pertenencias, las cuales se basaban en cosas como una computadora portátil, su televisión, DS, PSP, etc. Sí, Matt tenía dinero suficiente como para comprar sus pequeños vicios, pero para nada más. Antes de mudarse vivía miserablemente, pero no se aburría. Y pensar que todo comenzó por sus pequeños trabajos de hacker a través de una computadora de un Cyber Café... como sea.

Salió del baño dirigiéndose a la cocina y se preparó un café. Todavía no sentía ruido alguno proveniente de la habitación de Mello, como no... si debían ser como las 6:20 y con suerte. Se sentó en el sofá que anteriormente fue su cama, desbloqueó su computadora, para que no pareciese que se había quedado dormido, pues le había prometido a Mello que si dormía, él estaría atento toda la noche por alguna novedad de Kira, y tomó su DS para seguir jugando. No es que estuviera desinteresado en el caso, pero sabía que en la noche no pasaría nada más relevante que en el día. Y menos en la casa de esa chica, Misa Amane. Ella no es, para él, de las que madrugan.

Ya habían pasado como unas dos horas, hasta que decidió guardar la partida y echarle un vistazo a su amor secreto, quien sabe, quizá ya se había fugado por la ventana o alguna estupidez por el estilo, o eso pensaba Matt.

Sigilosamente, abrió la puerta de la habitación de Mello, y se internó en el cuarto. Estaba todo terriblemente desordenado. Lleno de cables, la mayoría inútiles. Se notaba demasiado que el rubio no tenía experiencia en eso. El pelirrojo esquivó aquel campo de cables y se detuvo frente a la cama en donde Mello dormía.

Si fuera tan fácil decirle que lo quería de esa extraña manera, que hacía que su corazón se acelerara, que esperaba ansioso su llegada todos los días sin excepción, que de alguna forma llegaba a envidiar a Kira por llevarse toda su atención. Que daría todo por él y sus planes, fuesen cuales fuesen, que le seguiría fielmente aunque esto lo llevara a un final nefasto, y que por sobre todo, le amaría incondicionalmente. Si fuera tan fácil soltar aquel maldito nudo de su garganta...

Suspiró tristemente y decidió tomar un baño. Así, por lo menos Mello le miraría, aunque fuera por una idiotez como esa... Además, era un día especial y debía estar un poco más presentable ¿no?

Se metió a la ducha y comenzó a lavarse el cabello.

-Me encantaría poder llevarlo a algún lugar lindo, no sé un viaje, algo novedoso... un regalo de cumpleaños inolvidable. Y mejor aún: hacer lo mismo pero como pareja, habrían más panoramas. Sin contar que podría probar esos finos labios cuando quisiera; esos tan apetecibles y hermosos labios. Sentir el chocolate mezclado con su sabor. Sería el hombre más feliz del mundo si así fuera, -pensaba el pelirrojo mientras dejaba que el agua se deslizara por su cuerpo. Se quedó varios minutos en la misma posición, pensando en la perfección del de ojos verde, hasta que finalmente cerró la llave del agua y cogió una toalla -¿Por qué tiene que ser tan difícil? -se cuestionaba.

Luego de secarse, rodeó su cintura con otra toalla y salió del baño. Había olvidado el cambio de ropa y esta se encontraba junto la de Mello, en la habitación de este último.

No quería despertarlo aún, pues quería pensar en algún regalo para él, cualquier cosa que llamara la atención del otro chico, pero aún no sabía qué. Se adentró a la habitación nuevamente, pero en vez de dirigirse al armario, fue nuevamente hacia la cama en donde Mello dormía, en la misma posición que la vez anterior.

Se le había hecho imposible estos últimos días, acercarse tanto al rubio, a su rubio y verle dormir, tal como hacia cuando eran pequeños. Deleitarse con aquella liviana melodía de su respiración y con su rostro sereno. Dudó un momento en acariciar su cabello, quizá ahora tuviera el sueño ligero y despertara de inmediato, pero... ¡como extrañaba aquel suave roce! Sentía que su corazón se le saldría en cualquier momento por la boca. Cuidadosamente, depositó su mano en la rubia cabellera de su pequeño tormento, respiró hondo, procurando no emitir mucho ruido y comenzó a acariciarle. Aquel simple contacto lo llenó de felicidad y quiso arriesgarse aún más: deseó acariciar su rostro y delinear aquella cicatriz que ahora encontraba perfecta. Desplazó su descuidada mano por el cabello de Mello hasta su mejilla y deslizó suavemente aquellas ondas permanentes. Estuvo horas acariciando su piel, según él, pero sólo habían pasado unos minutos cuando Mello comenzó a abrir sus ojos. El pelirrojo estaba embobado, por lo que no se percató de ello.

-¿Matt? -Dijo el rubio en un susurro, pero el pelirrojo no contestó. -¡Matt! -repitió, esta vez con enfado, haciendo que el nombrado despertara de su "sueño". -¿Qué mierda estás haciendo? -Preguntó mientras se levantaba de la cama.

-Ah Mello, -contestó un tanto nervioso, e hizo una pausa para buscar una buena excusa- sólo tenías una pelusa en la cara. -Mello lo miró poco convencido.

-Ya que... -se rascó la cabeza- Matt, ¿por qué diablos estás sólo con una toalla?

-¿Eh?... Ahh sí, tomé un baño y bueno... mi ropa está aquí y vine a cambiarme.

-Claro. -El rubio echó un vistazo por toda la habitación- Por cierto... ¿Qué hora es?

-No sé, deben ser como las siete y algo, quizá las ocho... -Se quedaron unos segundos mirándose. Matt pensando en lo sexy que se veía el rubio recién despertado, y Mello preguntándose si habría algún avance en la vigilancia.

-Bien y... ¿cuándo piensas vestirte? -dijo Mello un poco molesto.

-¡Claro! De inmediato, lo siento... -exclamó nuevamente nervioso, se levantó y fue al armario a sacar algo simple que ponerse. Ya la había cagado, ahora sólo quería salir lo más pronto de allí. Cogió unos jeans, otra camiseta a rayas y sus calzoncillos, para luego dirigirse a la puerta.

-¿Para que te vas, idiota?

-Pues para cambiarme. -Contestó Matt, era demasiado obvia la respuesta.

-Sí sé...

-¿Entonces para qué preguntas?... idiota -intentó igualar el tono de voz de su amigo.

-Porque es completamente innecesario idiota, puedes cambiarte aquí mismo. -Contestó con fastidio.

-¿A-aquí...? ¿Contigo? -Titubeó el pelirrojo desviando la mirada, ya que su cara comenzó a arder.

-Claro. ¿Acaso tienes algo que ocultar? -Rió Mello.

-No... -respondió intentando mantener la calma. Comenzó a cambiarse lo más rápido que pudo mirando hacia la pared, pues sentía que el otro chico no le quitaba los ojos de encima. Pero Mello no le prestaba atención, simplemente comenzó a revisar las computadoras que habían en la habitación.

-Eh... bueno, me voy. -Se apresuró a decir Matt al terminar de vestirse.

-Como digas. -Respondió Mello sin tomarle mucha importancia.

-¿Quieres que te haga el desayuno? -Preguntó tímidamente.

-¿Eh? -Lo miró extrañado.- Si quieres...

Matt salió de la habitación muy ruborizado, se detuvo unos segundos para normalizar su respiración y fue a la cocina a prepararle el desayuno a su cumpleañero.

-¡Mello! -gritó desde la sala. -Ya está listo...

-Voy. -Respondió el rubio desde la habitación.

Era a l rededor de las 8:30, y Matt comenzó a trabajar. Se colocó unos audífonos y los conectó a una de las tantas computadoras, la cual transmitía la conversación que se llevaba a cabo en la casa de Misa. Mientras chequeaba de tanto en tanto otras computadoras, para ir al tanto de las noticias del caso.

Mello salió de su habitación y vio la mesa servida. No era una gran comida, pero se veía que el pelirrojo había puesto empeño al prepararla. Al lado de esta, estaba su "chocolate matutino". Buscó con la mirada a Matt y lo encontró absorto en su labor; prefirió no molestarlo.

-Gracias... supongo. -Susurró, aún sabiendo que el chico de goggles no le escucharía.

A las horas después Mello se colocaba su abrigo y se disponía a salir.

-Me voy con Halle, tú continúa vigilando, cualquier cosa ya sabes que hacer.

-Sí. -Matt sólo esperaba que se fuera para poder salir a comprarle algo... o, mejor dicho, pensar en algo que comprarle.

El rubio se fue y Matt cogió su chaqueta. Esperó un rato, para asegurarse de que no se encontraría con él, o se metería en un gran lío. Se fue caminando, hacía un poco de frío y todavía no tenía claro que diablos comprarle... Finalmente se decidió por comprarle algo típico, un chocolate. Se sintió fatal por su falta de imaginación, pero tampoco podía darse el lujo de estar fuera de casa tanto tiempo, tenía que volver a trabajar y... claro, no le gustaba salir.

Al llegar al departamento, envolvió el chocolate, que no era uno cualquiera, sino "de excelente calidad y un sabor inigualable, perfecto para su novia", como le dijo la vendedora, -aunque Matt no sabía de calidades, pero quedó completamente conforme con el comentario de la chica y sobre todo por lo de "novia", obviamente pensando en Mello.-

Cuando Mello volvió, fue muy entrada la noche, venía más serio de lo normal, pero Matt estaba simplemente en las nubes, imaginándose abrasado al rubio por la emoción de este al recibir su regalo.

-Hola Mello. -Casi chilló el pelirrojo cuando le vio pasar cerca.

-¿Alguna novedad? -Preguntó cortante.

-No, ¿Qué tal te ha ido con la chica esa, eh? -La sonrisa no se le despegaba del rostro.

-No quiero hablar de eso. -Decía mientras se quitaba su chaqueta y la tiraba a ningún punto en especial.

-Vamos Mello... dime, ¿Sí?

-Joder Matt sigue con tu trabajo. -Matt se levantó y se puso frente a él- Sal de mi camino.

-No, dime que ocurre. -Protestó el pelirrojo cada vez más serio.

-¡Ese hijo de puta de nuevo! ¿Quién más?

-¿Hablas de Near?

-Ni lo menciones, joder...

-¿Qué ha hecho esta vez?

-Me ha estado usando como un estúpido juguete para sacar sus propias conclusiones. -Gruño Mello apretando los puños.

-Tranquilo, que no es nada... -tragó saliva, la estaba cagando- ...tan grave.

-¿Cómo que no es grave? -El rubio estaba a punto de explotar, Matt lo sabía demasiado bien y quizá él saliera herido física o sicológicamente... o tal vez ambas. Tenía que hacer algo para calmarle, y tenía que actuar rápido. Sin pensarlo más, cogió al de ojos verdes por los hombros, haciendo que este lo mirara con un odio incontrolable y cerrando los ojos... lo besó.

Mello quedó atónito, por un momento olvidó todo su enojo hacia Near, y hacia Matt... por hacer tantas preguntas y tener siempre esa sonrisa tonta en la cara. Su mente quedó en blanco, hasta que el pelirrojo se separó de él.

Matt por su parte actuó por instinto, la única solución en su mente había sido esa, aunque más que una solución era un deseo personal. Sin embargo, de todas formas no pudo sentir esa mezcla que tanto había soñado; que importaba había quedado conforme. Al separarse y ver los ojos desconcertados del rubio, comenzó a titubear, su mente maquinaba excusas, pero ninguna era lo suficientemente creíble para el momento.

-Me...Mello -Lograba decir Matt, sólo eso. Mello seguía atónito.

-¿Qué... -aguantó decir una palabrota- ha sido eso?

-Eso... -dudaba en qué responder- No... no lo sé. -Hubo un silencio en donde ninguno de los dos dejó de mirarse.- Sólo no quería que te enfadaras. -Señaló Matt con la cabeza gacha y un poco de rubor en sus mejillas.

-Ah... bueno, no importa. -Dijo el rubio aún desconcertado- Bien, continuemos... trabajando.

Cada uno se fue por su lado, esta vez Mello se instaló en el sofá a escuchar las conversaciones de Misa, y Matt no sabiendo qué hacer, fue a la habitación del rubio.

Aún llevaba el regalo de su amigo en la chaqueta, recogió uno de los tantos papeles inútiles que estaban regados en el piso de la habitación y escribió algo. Depositó el chocolate en la cama y volvió a lo suyo.

Mello permitió que el pelirrojo se durmiera más temprano, por ser a su opinión tan eficiente. …l se quedó unas horas más analizando detenidamente los comentarios de Halle. Cuando el sueño le vencía se dirigió a su habitación, y sin encender la luz se lanzo en la cama, chocando con algo. Al encender la lámpara de noche pudo ver un paquete dificultosamente envuelto con una hoja de papel encima de ella. "Feliz cumpleaños Mello... siento mucho lo que ocurrió esta tarde". El rubio sonrió y desenvolvió su regalo. Sacó un trozo de chocolate y se lo comió cayendo en el placer de degustarlo. Maldita obsesión... Guardó el resto en un cajón del armario y se dispuso a dormir.

-Gracias Matt... -Dijo antes de caer profundamente dormido.- Supongo.

Matt, por su parte estaba soñando con aquel corto beso y le agradecía a su subconsciente, por recurrir a aquella maravillosa forma de calmar al rubio... su rubio.
Notas finales: Espero lo hayan disfrutado tanto como yo al terminarlo xD

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