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Más allá del dolor por fatalyuri

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Notas del capitulo: Una difícil petición, que acaba con la tranquilidad (o comodidad mejor dicho de una de las protagonistas.
El Encuentro

“No era la primera vez que la veía. Ella sólo apareció un día en el cual yo estaba destrozada. Había recibido otra fuerte zurra de parte de mi padre y no me podía más el cuerpo, me dolía horrores cada vez que caminaba o inspiraba profundo. …l siempre acostumbra golpearme en partes cubiertas para que nadie se diera cuenta de nada… debería ya estar loca por eso, pero estoy acostumbrada, el dolor ya es parte de mi. Es como el compañero que nunca falta, el convidado de piedra. Las crisis me vienen un poco más seguidas que antes a causa de los golpes, pero las aguanto; o al menos, eso intento.
Todos los días sufro de dolores fuertes y a pesar de que sigo un tratamiento riguroso todos los días, me sigue doliendo, y me dolerá siempre porque lo que tengo no tiene cura, al menos todavía no la descubren, sufro de Fibromialgia.
La fibromialgia es un grupo de síntomas y trastornos reumáticos, cuya principal característica es el dolor, además la fatiga extrema, y rigidez de intensidad variable de los músculos, tendones, y tejido blando circundante. Además de otros síntomas. Al menos es la descripción científica de esta enfermedad, como me lo dijo el medico que me atiende. Esta enfermedad no es contagiosa y según mi medico la padecen las personas de entre veinte y cincuenta años de edad, incluso hasta pueden padecerla los niños… es horrible. El medico también me dijo que posiblemente la enfermedad se encuentre radicada en el cerebro, ya que me mando a hacer una resonancia magnética, y me dijo que estaban afectados mis lóbulos frontales del cerebro. También me dijo que puede ser a causa de falta de serotonina. Pero que el dolor físico que la enfermedad conlleva es real. Y más, ya que tengo suficiente con los dolores que me provocan las zurras de mi padre. El medico me dijo que ese maltrato fue la principal causa de que mi enfermedad apareciera.
Primero fue la fatiga constante, no podía hacer educación física en el liceo porque quedaba reventada. La enfermedad me apareció a los quince años, después de que mi madre nos abandonó a mi padre y a mí en la casa. Un día llegue a la casa desde el liceo y mi padre me esperaba con la noticia. Yo no lo podía creer, no le creí hasta que fui a su pieza y no encontré ninguna de sus pertenecías. No dejó absolutamente nada, ni ropa, ni cartas, ninguna explicación o indicio de parte de ella que la hiciera tomar aquella decisión.
Aquella tarde fue el comienzo de mi pesadilla. Discutí con mi padre por haber permitido que mamá nos abandonara, le eche la culpa a él de eso. No le gustó todo lo que le dije, y me golpeo. Era la primera vez que lo hacía, y lo sigue haciendo hasta ahora.
La cosa es que aquel abandono y luego los golpes gatillaron la fibromialgia (FM). Luego de la fatiga fueron los dolores. Son constantes y los sufro cada vez que siento presión en mis “puntos hipersensibles” o sea en la región lumbar, (espalda baja), cuello, tórax, y muslos.

He tenido que aprender a localizar mis puntos sensibles para poder seguir mi tratamiento. No ha sido fácil. En fin, son demasiadas las cosas que he tenido que hacer para sentirme un poco mejor, y el hecho de que simplemente ella haya aparecido, lo hace más llevadero.
Porque aquélla fue la primera vez que la vi. En el Consultorio de Especialidades del Hospital Carlos Van Buren. Apareció de repente, ni siquiera la vi llegar. Supongo que andaba rápido porque ese día había mucha gente, (era lunes, y los lunes siempre son un horrible caos en los lugares públicos), por lo que ella llego esquivando torpemente a la gente que le cortaba el paso, balbuceando débilmente “permiso por favor”. Note que mucha gente se le quedaba mirando y en una ocasión una de las funcionarias del lugar, una mujer alta y delgada la detuvo en medio de su camino. Si bien parecía, esa distracción no haberla tomado por sorpresa, si la molestó un poco. Aún así no demostró nada en su rostro que no fuera una agradable sorpresa el haber encontrado a aquélla mujer.
- Hola Marite –la saludó la mujer en tono amable-. ¿Cómo has estado?
- Bien gracias tía –le respondió la joven-, ¿y usted cómo ha estado? Así comenzaron una pequeña conversación y supe que era lo que ella estaba haciendo en el consultorio. Tenía que ver a uno de sus tíos que estaba enfermo. Pude ver su cara de tristeza cuando habló de él. La mujer le dijo que cualquier cosa que necesitara, que la fuera a ver, luego le deseo suerte y ambas se despidieron.

Luego la vi volver a correr, (aunque lo hacía con una bastón, eso no le impedía hacerlo), y desaparecer por uno de los pasillos que llevaba a los ascensores.
Marite. Necesitaba saber más de ella. Y aunque no sabía por dónde empezar a buscar información, de seguro la volvería a encontrar, esta cuidad es demasiado pequeña para no hacerlo.
Así que decidí esperarla, quería saber a dónde iba. No tenía planeado regresar a casa todavía por si encontraba a mi papa para que me lastimara de nuevo.

No tuve que esperarla tanto, ya que ella apareció a la hora después de haber subido a ver a su tío. Como la había seguido sabía que estaba en el cuarto piso y luego bajó en el ascensor. Pidió que le marcaran el subte y yo la seguí detrás. Nunca me vio. La vi sumida en sus propios pensamientos, ensimismada. Me llamó la atención la manera en como podía abstraerse del resto de la gente. Ella es de las personas que viven en su mundo. Como en una burbuja.
La seguí cuando salió del ascensor y se fue a la salida, la vi que se dirigía a la plaza victoria así que la seguí hasta allá. En ningún momento me vio, yo iba detrás de ella a unos pocos pasos, así que al menos mi cercanía no la asustaba. No quería que sintiera que la estaba persiguiendo, aunque haya sido exactamente eso lo que estaba haciendo, persiguiéndola.

Cuando por fin llegó a la plaza victoria, la vi seguir hasta la biblioteca Severín así que volví a seguirla y entré a la biblioteca justo después de ella.

La vi perderse entre un montón de libros y de pronto supe un poco mas. Tenía un carnet de discapacidad en la mano y se lo entregó a la dependienta de la biblioteca. Luego vi su ficha con su nombre: María Teresa Cerpa, su edad veintiséis años, y note que su historial clínico lo podía saber aquélla mujer con la que habló.
Salí rápidamente de la biblioteca, y volví a casa. Necesitaba pensar alguna estrategia para buscar información, alguna manera de poder sonsacarle a aquella enfermera información sobre “ella”.
Notas finales: Espero que no haya sido muy largo. Gracias por leer.

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