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El coleccionista de muñecas por Mew-Strawberry

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Notas del fanfic:

Primer fic yaoi, en esta web

Notas del capitulo: Hi non esperop les agrade mi fic!!
Era precioso simplemente precioso todas aquellas muñecas de porcelana, con su rostro níveo, esas mejillas ruborizadas, esos labios que cambiaban de tonalidad según su dueña, esos tan bellos, la sonrisa perfecta…todo en ellas era perfecto.

Un salón precioso, lleno, atiborrado de muñecas y en medio de aquel edén de criaturas celestiales, se encontraba el dueño.

El un hombre alto, de aspecto común, tez blanca, el; James Harrison un hombre cualquiera, un ser humano corriente, pero de gusto exquisito, no llamaba la atención…excepto por sus ojos grises y fríos…aunque a veces solo de vez en cuando esas orbes se iluminaban.

Quizás su apariencia no llamaba la atención pero su interesante conversación y su personalidad impactante, lo hicieron uno de los hombres más interesantes de Londres…
Las damas le adoraban y los caballeros le estimaban.
Las damiselas ostentaban preciosos vestidos para llamar su atención, pero el solo estaba interesado en sus muñecas.

Aquellas muñecas habían iniciado a ser adquiridas desde que James era pequeño pues era factible para el conseguirlas, pues el tenia una posición alta desde que nació.

Su afición por los inocentes juguetes parecía adorable, pero realmente su circulo de amigos íntimos…creían que el rayaba la locura.
Pues vestía, cambiaba, bañaba y sacaba a pasear a sus muñecas.

En las noches el besaba los rostros fríos de cada muñeca y los labios de porcelana inerte, a veces dormía con alguna de ellas, quizás creyendo o intentando encontrar el amor carnal y emocional de una mujer pero la diferencia es que ellas…las muñecas por supuesto eran aun mas bellas.
Cada una tenia un nombre, el jamás se había equivocado al nombrarlas…jamás las había confundido porque ellas eran únicas…

Fue una noche cuando lanzo un agudo grito: la muñeca elegida no respondía a sus caricias.

Su rabia aumentaba, seres tan perfectos tuvieron que haber sido creados por dios.

A la mañana siguiente despertó desconsolado aun por la carencia de vida en las muñecas.

Tomo el café amargo de la mañana y salió a relajarse un poco ¿Qué mejor que salir a dar un buen paseo?

El caminaba mirando a las mujeres a comparación de las muñecas ellas eran monstruosas… que seres más imperfectos decía…criaturas mas horribles.

La idea persistía en su cabeza, esa idea le perseguía como perseguía el depredador a su incauta presa.

Las noches de insomnio eran cada vez más larg
as, ni siquiera sus muñecas podían ayudarlo…

Releía todas las noches, la historia de Pigmalión y aquella esposa inerte y no humana, a la que afrodita llena de misericordia y ternura le dio vida…

Ojala Venus en un arrebato de bondad le diera vida a sus muñecas…pero los días pasaban y Venus no mostraba piedad alguna.

Eso lo enloquecía
…perdía la cordura al pensar en Pigmalión y su esposa.

Las enormes ojeras, en su rostro hablaban sin palabras de las horas de estudio que llevaba a cabo, para solucionar su problema.

Esa fatídica mañana decidió ir a caminar por aquel parque mas asemejado aun bosquecillo, que a un sitio de juegos infantiles.

Entonces apareció…apareció la solución a su dilema y justo estaba enfrente de el.

La pequeña niña de bucles dorados y ojos azules, parecía un angelito con aquel vestido rosa pastel y el listón del mismo color le sentaban perfectamente bien, ella era pequeñita tendría unos tres años apenas, era menuda y correteaba con un globo rosa, cerca de mamá y papá.
Y pensar que semejante deidad fuese humana y se moviera y parloteara.

¿Cómo no lo había pensado antes? ¿Cómo pudo haber estado tan ciego?

Entonces llego a la conclusión ¿Para que transformar muñecas si puedes crearlas? El lo haría..el crearía sus muñecas.

Y entonces la mirada felina se poso en su pequeño objetivo
Tan solo basto unos cuantos minutos de distracción por parte de los padres, para que el consiguiera lo que quería.
Y lo que siguió fueron pequeñeces, el tan solo había estirado la mano derecha en la que tenia un dulce, la pequeña se aproximo a el… el le tomo la mano y ella sonrió, era una niña muy vivaz y alegre y algo descuidada, el la metió a su auto enseguida y lo puso en marcha.
Cuando la pequeña comenzó a gritar ya era muy tarde pues ya estaban fuera de ciudad en la casa de campo al lado de aquel lago el le sujetaba la mano cuando salieron del auto ella intento forcejear… y el le sonrió

La pequeña casa de campo era más espaciosa que una casa de campo común, pero era diminuta a comparación de su residencia.

El la ayudo a sentarse en una confortable silla del elegante y precioso comedor, el le ofreció galletas, ella dejo de llorar.
El visitaba la casa de campo cada fin de semana, por ende no era extraño que la alacena y la nevera estuvieran repletas, tampoco era raro que la casa estuviese limpia pues el pagaba un servicio de mantenimiento.

Ella había olvidado su pena mientras devoraba las golosina
s
.
El no lo pensó dos veces mientras ella comía, el por su parte ideaba un plan.

La hora de dormir de la pequeña se acercaba y ella termino rendida y callo en los brazos de Morfeo, el la deposito en la cama mientras la observaba dormir.

El coloco ambas manos en su blanco cuello y apretó con fuerza, la pequeña intento morderlo, intento defenderse, pero poco a poco sus bríos disminuyeron y la vida se apago en ella, el no se arrepintió en ningún momento…valía la pena.

Entonces la segunda fase comenzó el llamo a su persona de mayor confianza, a su mano derecha, a aquella persona que era su mejor amigo y confidente y no sabia el significado de moral cuando se trataba de el.

A los quince minutos el llego, de inmediato como
siempre , con los ojos llenos de emoción, le estrecho la mano y el inclino la cabeza, el le miro y le guiño el ojo no hizo falta más.

El lo dirigió hacia la habitación, Henry se quedo pasmado, aunque imaginaba que eso iba a pasar, no hubo horror en su mirada, solo satisfacción y orgullo, no esperaba menos de James.

Sonrió y el momento quedo cristalizado…la mirada de complicidad de ambos firmaba un vínculo que se había establecido desde que eran niños.

Colocaron a la pequeña infante, en la mesa del comedor, Henry saco del estuche de cirugía, un bisturí e hizo una incisión empezando por debajo del cuello y bajo hasta el vientre, lo hizo con la elegancia y habilidad de un artista, el tampoco dudo ni un segundo al seguir cortando.

Cuando la incisión estuvo finalizada, con los guantes de látex introdujo su mano en la niña y fueron brotando como flores, extrajo los órganos vitales… la había dejado totalmente vacía.

Coloco los órganos en frascos de frutas en conserva y jalea que ahora estaban llenos de formol , no era sorprendente que contasen con equipo medico pues los guardaban en un gran armario de la casa, por si había una emergencia.
Mientras ellos se hacían cargo de inmortalizar, por supuesto a la belleza de la niña, por otro lado su desaparición, había causado un enorme revuelo, los medios seguían la investigación, los padres buscaban desesperadamente como Mery a su corderito, la policía no cesaba de buscarla y los voluntarios aumentaban.

El periodista más famoso de Londres, fue encargado de la nota, mostro su indignación llamando, demente y pedófilo al secuestrador.

Fue justo en ese momento, cuando Henry sufrió una metamorfosis; como las que sufren las orugas al convertirse en mariposas, una ira dentro de el se desato por completo.

Llamarle demente a la persona que más amaba, menuda osadía había cometido ese sujeto, el demostraría lo que era un demente.

¿La persona que más amaba? Así es… el siempre había estado enamorado de James desde niño, desde siempre.
No le molestaba ser cómplice de sus macabros y depravados actos, como muchos lo llamarían si estuviesen al tanto.

Las muñecas eran su balsa de salvación tal y como lo eran las muñecas para James.

Las muñecas eran sus aliadas, gracias a ellas, James no tenia novia es más…

Mejor aun gracias a ellas el sentía cierto asco “Saludable• hacia las mujeres.

Así es, era preferible que el amase a sus muñecas pues si se enamorase de una mujer, el acabaría matándola.
Prefería mil veces en asesinar niñas para convertirlas en muñecas a asesinar mujeres por no ser muñecas.

Entonces tuvo la idea perfecta encendió la laptop y se las ingenio para conseguir la dirección de los infelices padres de la criatura.

Comenzó a deshidratar los órganos vitales, excepto el corazón, el corazón se los pondría a las muñecas.
La razón era simple, si su propio corazón pertenecía completamente a James, era justo que el de ella también le perteneciera a James, eso estaba claro ¿no?

Los órganos ya estaban deshidratados, había usado un método impecable y arduo, había extraído con jeringas la sangre.

Después de darse a la tarea de investigar a los padres, había guardado los órganos en cajitas y los había enviado por correo.

La noticia se había destapado en un cerrar de ojos, los padres demostraron su dolor ante la cámara de diversas maneras, la madre fritaba y el padre sollozaba.

El sonreía mientras James parecía encantado con la muñeca pero consternado por la niña.

Es irónico pensar que la muñeca y la niña eran lo mismo y el no lo notaba.

La nota roja era acerca de la niña ahora muñeca.

La pequeña muñeca adornaba la sala de estar, las persianas estaban cerradas… además nadie sospecharía de aquellos hombres encantadores.

Pero lo que pasa una vez siempre sucede una vez más
Y la historia se repitió, solo que los métodos variaban , ellos o James mejor dicho planeaba todo.

Pero Henry era el que conseguía las dosis altas de morfina.

El patrón cambiaba, encontraban a las niñas o muñecas en centros comerciales, aeropuertos, restaurantes, aceras, guarderías.

El color de las niñas también cambiaba, desde los ojos, cabellos y piel.

Un asesino serial poseía la primera plana y embargaba los periódicos.

En total iban doce victimas o juguetes.

Cada una era diferente, desde el rostro el físico, la edad era de 3 a seis años y los vestidos aquellos preciosos vestidos; amarillo, rojo, naranja, rosa, verde, azul, morado, blanco, gris, negro, marrón y marfil.

Doce, el ya no mataría más ya tenia doce, doce su numero favorito doce los meses del año, doce los discípulos, doce el numero perfecto.

El era feliz pero Henry, no , el se encargaba de hacer las muñecas, de enviar órganos, de deshidratar a los órganos, de perfeccionarse en sus métodos mientras James solo las seleccionaba, asesinaba y vestía.

Ese día…esa noche, Henry le confeso su amor a James, el lo miro sonriendo y susurro un “Eres mi hermano” mientras cargaba a la muñeca, a la primera, a la del vestido rosa sin inmutarse.

El mundo se desboronaba sobre el…todo había sido para nada…

El se le abalanzo, le abrió el pecho saco su corazón y abrió su propio pecho con cuidado e introdujo el corazón de James sobre el suyo, mientras se inyectaba una alta dosis de de morfina para morir rápido,

Justo en ese entonces giro la mirada hacia la muñeca y ella le sonrió…
Notas finales: Gracias por leer

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