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Absolution por kitsune gin

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Notas del fanfic:

Cuando escribí "Lágrimas de Cianuro", utilicé un personaje que no me pertenecía y del cual, hice disclaimer, sin decir de qué película-manga-animé-cómic provenía. Este personaje era S'chn Xon. Prometí un fic a quien lo adivinara. Nunca lo aclaré; Yageni-chan investigó y descubrió de quién se trataba. S'chn Xon es el teniente vulcano protagonista secundario en "Phase II", de Star Trek. Esta serie de filmes está hecha por fans, exclusivamente. Xon no lleva el T' en su nombre ni tampoco lleva un nombre vulcano que principie con "S" -en honor a Surak- porque es un s'kanderai, el descendiente de los antiguos guerreros vulcanos. Por supuesto, éstos, al igual que los quincy, manejaban fundamentalmente el arco y la flecha y sus colores son distintos al del resto de los vulcanos; en vez de cabello negro y ojos oscuros, son rubios de ojos azules y en vez de usar el corte de cabello en "casco" tradicional, lo llevan cortado igual que los Ishida -los mechones laterales. Es un quincy vulcano, por decirlo de alguna forma. Yageni investigó a fondo y lo descubrió. Éste es su fic.

Notas del capitulo:

Parte inmediatamente después del final de "Wrong", mi primer Abandono. Uryuu, ligeramente OOC. El mal uso de un tatuaje que se considera tabú... y una aparición ¿siniestra?

cap dedicado a Maryzza san.

 

 

 

1

 

Releyó la nota, contemplando, desolado, el interior del refrigerador

 

Uryuu-kun: 

Marisa y yo vamos a estar afuera por seis semanas; mi sobrina María nos invitó a pasar unas vacaciones y hace muchos años que no la vemos —desde que se fugó con ese japonés muerto de hambre; Tite, creo que se llama—. Ya conocés las manías de mi hermana e insistió en dejarte toda esa comida. Le dije que sos un muchacho sano y no un náufrago y me respondió que podrías tener “invitados inesperados”, así que espero que lo disfrutes todo. Ya sabés que cocina bien. Besos y cuidáte.

Ditta. 

P.d. Esta es de Marisa, Uryuu-kun. Los dos sabemos que la maniática es mi hermana Ditta: ya le dije que estamos obligadas con vos por ser un vecino tan gentil con éste par de viejas. Hay bocaditos para Numberone y algunas cositas porque tengo razón. Un chico tan bonito como vos de seguro tendrá invitados… invitadas, quise decir. Y María, mi hija, se casó con un hombre decente, que no es ningún “muerto de hambre”. Te traemos un regalo de la Argentina, ¿dale? Y gracias por cuidar la casa.

Marisa.  

 

Bien, muy bien. Glorioso, pensó Uryuu. Sus vecinas eran adorables con él, pero el refrigerador estaba lleno, como para comer tres meses. Uryuu no alcanzaría a vaciar ni medio estante, antes de que ellas hubieran regresado. Estofado, Vacío listo para asarse, pasta de varias clases, cajas con alfajor, dulce de leche, pescado en pinchos… junto a kilos de comida japonesa y australiana. Numberone maulló junto a él. Uryuu asintió

 

-Sí, tienes razón… no veo cómo nos acabaremos esto – eligió una de las múltiples cajitas al azar y regresó a su cabaña, cuidando de dejar todo bien cerrado.

 

El sol terminaba de ocultarse; el viento soplaba desde el mar en ese momento y Uryuu reprimió momentáneamente sus ganas de mirar el atardecer. Naranja naranja naranja. No. Claro que iba a mirarlo. No todo lo anaranjado de este mundo significaba Kurosaki Ichigo. Y él, era un quincy; su orgullo lo sacaría adelante, aunque de momento su corazón se sintiera como un trozo de plomo helado, incapaz de latir, atrapado entre sus pulmones y costillas.

 

Miró el mar, aguas negras e infinitas rodeadas de un anaranjado Júpiter tan intenso que los ojos se le llenaron de lágrimas. Se acercó hasta el  borde mismo del acantilado, las olas rompiendo blanquísimas en la base, tan saladas como su llanto. Era la luz intensa y no los recuerdos, se obligó a pensar, a sentir…

 

Entonces, lo encontró y no pudo evitar inclinarse y recogerlo del piso. Madera de ébano, ahumada, pulida. Y los ojos de nácar. Y la V trazada bajo la nariz. Por Kami, eso NO era un amuleto quincy, no.

 

Era un Tiki, una figura de los dioses locales; sintió escalofríos al ver el naranja del cielo reflejado en la mirada de nácar de la figurilla, apenas del tamaño de la palma de su mano.

 

Instintivamente miró a todos lados ¿Quién habría dejado eso ahí? Uryuu conocía poco de la magia local, pero sabía que un Tiki podría representar tanto una protección como una maldición para quien lo encontrase. Y Ditta, quien era la experta en esas cosas, no estaba cerca, para explicárselo.

 

Ditta… eso era. Seguramente le pertenecía a ella o lo había mandado poner ahí para proteger las casas o alguna de esas cosas.

 

Alguien se acercó a la ¿reja? Bueno, difícilmente se podía llamar así al bajo cerco de varas que Ditta había improvisado, el cual hasta Numberone podía derrumbar fácilmente. El gato se acercó, maullando amistosamente, a la mujer, muy morena y de cabellos rubios y rizados.

Yandu, claro.

Porque, por más esfuerzos que había hecho por aprender el tiwi de la zona, su nombre verdadero –Yandhrruwandrrha- no sólo era difícil de escribir sino imposible para él, de pronunciar. La muchacha tenía el clásico corte craneal aborigen, los ojos de un verde asombroso y una estatura pequeña y apariencia frágil, capaz de engañar al mismísimo quincy. Ella sonrió, dientes blanquísimos, la canasta de ropa limpia entre los brazos, los pies descalzos

 

-Ishida san, buenas tardes… las señoras se han ido?

 

-Hola, Yandu. Sí, hace un rato

 

-¿Puedo dejar esto?-señaló la cesta

 

-Adelante- Uryuu la dejó pasar, cortésmente. La aborigen acomodó la ropa en las cajoneras y cuando estaba a punto de salir Uryuu la detuvo

 

-Yandu… estaba pensando

 

-Diga, Ishida-san

 

-Las señoras… bueno tu sabes cómo son de amables y…

Uryuu hizo una pausa, señalando el refrigerador

 

-Le han dejado comida como para diez familias, cierto?

Uryuu asintió, una sonrisa tímida. Yandu puso ojos de espiral

 

-No se preocupe, Ishida-san: veré que puedo llevarme

 

El quincy suspiró de alivio: Si sus vecinas regresaban y encontraban cosas sin comer en el refrigerador, le regañarían por lo delgado que estaba, le harían un tango infinito y él no quería ofenderlas, además de que en verdad, les tenía estima. Ayudó a Yandu a sacar unas cuantas cajas y, en ese momento, del bolsillo de su camisa, el trozo de madera cayó al piso. La aborigen reaccionó como si le hubieran disparado

 

-Dónde…encontró esto, Ishida san?

 

-Estaba tirado en la arena, justo al borde del acantilado, tras las cabañas y de hecho, que bueno que puedo preguntarte…

 

Sin esperar nada más y dejando caer las cajas, Yandu le arrebató el trozo de madera, salió corriendo por el portal trasero y lo arrojó al mar, lo más lejos que pudo, susurrando en su idioma, los ojos desorbitados

 

-Yandu ¿Qué pasa? Sólo es un Tiki, no? Los conozco

 

-No, usted…tú no conoces nada, niño. Tiki es Él, es una señal de que EL llegará –lo tomó de la barbilla, apretándola entre sus dedos, marcando su tatuaje- ¡Y tú te hiciste esta marca! ¡Niño tonto!  ¡A EL no lo invocan los blancos como tú, sólo los de las islas sabemos conocerlo! ¿O eres un principe y no lo habías dicho?

 

Uryuu estaba sin habla, frente al ataque furioso de la mujer. Yandu se atrevió a más; lo tomó de las solapas de la camisa y la abrió, reventando los botones, dejando su pecho al descubierto. Su rostro palideció al ver la cicatriz encarnada sobre éste, los tatuajes en el lado izquierdo. Exclamó algo, en tiwi y luego se tiró al piso, temblando, postrada, las manos sobre los piés de Ishida, el joven quincy aterrado

 

-¡Oh mi Dios! ¡Eres un príncipe!

 

Ishida se recuperó de inmediato de la impresión y se agachó, levantándola por los hombros, intentando sonreír para tranquilizarla

-No soy ningún príncipe ni nada, Yandu… y no quise faltarle al respeto a tus antepasados, te lo juro –señaló el lado izquierdo de su barbilla- el maestro de Tatuú que me hizo esto sólo dijo que era adecuado para mí. Hasta que no llegué aquí, no sabía lo que significaba

 

Ella acarició sus negros cabellos, manchados de blanco por el sol

-Eres hermoso… eres como EL. Y ahora –acarició el mentón del quincy, tatuado con los fieros colmillos marrajos, con un solo dedo- sólo falta tu reflejo. Así, el Tiki estará completo…

 

Juntó sus manos e hizo una graciosa reverencia

-Perdóname, Ishida-san. No quise ser violenta, pero tuve miedo

 

Uryuu aprovechó

-Te perdonaré con una condición, Yandu ¿Qué diablos fue todo eso del Tiki y que salieras corriendo?

 

La aborigen sonrió

-Si me permite hacerle el té en su casa, se lo contaré. Pero no hoy; está oscureciendo ya y no habrá luna. No esta noche.

 

Uryuu rechinó los dientes; tendría que soportar las supersticiones locales. Asintió sonriendo y la aborigen salió, hundiéndose pronto en las sombras del creciente oscurecer. La aldea no estaba lejos y, sin embargo, el quincy no pudo evitar un escalofrío cuando ella se perdió de vista. “Estoy cansado. Y triste y eso me está poniendo histérico”,  Numberone se frotó cariñoso contra sus piernas

 

-Amigo, que te parece si cenamos algo con pescado y salimos al mar al amanecer, eh?

Numberone maulló como si asintiera y siguió a su joven amo a la destartalada cabaña. La noche –ese monstruo hecho de ojos- no tardó en envolverlo todo, el eco del mar ronroneando, vigilante…

 

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Primero, el ronroneo del motor y luego, el click del switch de apagado. La semidormida memoria del joven quincy recorrió los sonidos hasta ubicar de qué se trataba, mientras su cuerpo se mecía suavemente en la hamaca.

 

Una Harley-Davidson.

 

UNA. HARLEY. DAVIDSON.

 

El suspiro de fastidio ni siquiera llegó a formarse; ojalá y fuera alguno de los amigos de Vania y no otro de esos chopperos molestos que estaba “haciendo el camino” y que llegaría dando lata, pidiendo algo para comer y que insistiría en invitarlo después, como solía ocurrir.

Tenía que decirle a Vania que dejara de mandar a toda la gente que conducía una motocicleta –fueran turistas o delincuentes- cada vez que necesitaban que alguien les echara una mano, sobre todo porque sí, él sabía como reparar cualquier cosa en dos ruedas pero no, no tenía refacciones y no podía hacer milagros.

 

El ruido de las botas en el porche le fue familiar y quiso meterse bajo la almohada y no contestar… hasta que identificó el reiatsu, dos segundos antes de que la enorme mano golpease la puerta. Un shinigami. Miró a Numberone y el gato miró a la puerta, bajando de un salto al piso

 

-¡Ya voy!

 

Uryuu descendió de la hamaca con bastante poca gracia y se amarró el pareo a la cintura, por toda pijama. Su capacidad de percepción lo estaba engañando, sin duda alguna. No podía ser un shinigami…

 

-¡Ishida kuuuuuuuun! ¡Ohayou!

 

Kami. Kami diez mil veces. No, Kami no. Renji vestido enteramente de cuero negro, lentes oscuros, guantes, botas, y la Harley –sí, negra con rojo- estacionada junto a su BMW. Uryuu sacudió la cabeza y se ajustó los anteojos

 

-¿Qué demonios estás haciendo aquí, Abarai Renji?

 

-Ey, pensé que estarías contento de verme… persiguiendo hollows y dando un paseo, por supuesto

 

 

Uryuu se recargó en la puerta, los brazos cruzados, en un ademán poco amistoso

-Sí, cómo no… a qué te mandó tu capitán?

 

Renji no quitó la enorme sonrisa y se sacó los lentes oscuros

-Estoy de vacaciones y no me mandó mi capitán. Quise venir a ver cómo estabas…

 

La frase entre ambos quedó implícita.

“Quise venir para ver en qué estado te había dejado ese desgraciado de pelo naranja y mi capitán estaba preocupado por ti”

 

-Ah, de veras?

 

-Así es

 

-Y… desde dónde manejaste la Harley?

 

 

Renji puso cara de tabla. Uryuu suspiró, señalando la enorme chopper

-Ah… te refieres a la motocicleta?

 

-Que cosa tan rara que hayas venido a dar un paseo y no sepas que vienes montado en una moto clásica, Abarai

 

-No vivo en el Ningenkai, Ishida

 

-Y estoy seguro de que tampoco sabes manejarla…-plantó un dedo firme sobre la chamarra de cuero negro, a la altura del pecho- tu capitán te mandó para ver si un colaborador tan importante como yo, no estaba con el corazón roto, por SU shinigami sustituto, verdad?

 

Renji se desinfló de inmediato. Maldito chico listo. Asintió,  dándose por vencido

-Está bien. Pero te equivocas de capitán. Si Byakuya lo supiera, ya habría castrado a Ichigo. Quien me envió fue Yama jii…

 

-No necesito niñera, Renji

 

El pelirrojo se encogió de hombros

-Eso fué lo que le dije al viejo y también a Ukitake taichou, pero tuve que obedecer. Urahara me dio la ropa y la píldora para poder manejar la…cómo dices? La Harley –Renji miró hacia el mar- tienes un bonito lugar, eh?

 

-Gracias

 

Renji se soltó la coleta, consciente de que uno, Uryuu no lo invitaría a pasar y dos, si pudiera, ahorcaría a Yama jii. Aunque el último quincy se estuviera muriendo, no aceptaría apoyo ni amistad alguna de los shinigami y Renji se había cansado de decírselos, sin resultado alguno. Decidió aclarar las cosas desde el principio

 

-Mira Ishida, yo sólo estoy cumpliendo órdenes y no vengo con ganas de fastidiarte… por qué no, digamos, me invitas a pasar, me dejas estar unos días, yo hago un reporte de que estás feliz y sano y NADIE en el Seireitei tiene que preocuparse por ti y acabado el asunto, neh? En verdad estoy de vacaciones y  la idea de ver por ti y si lo de Ichigo te hizo daño o no, psssh, es una estupidez, lo sé, estás grandecito y demás y Kurosaki es un idiota, pero eso ya lo sabemos y…

 

-Renji

 

-Y te entiendo perfectamente y…

 

-RENJI…

El shinigami cerró la boca. El quincy dio media vuelta y con una señal de su mano, lo invitó a pasar

-Trae tu mochila y ya cállate… tienes hambre?

 

Numberone escogió ese momento para maullar y Renji soltó la carcajada

-No sabía que los dos me estaban invitando

 

Uryuu puso ojos de espiral, mientras Numberone se frotaba contra las botas de Renji, aprobándolo. El quincy se rascó la cabeza, terminando de despertarse. Esperaba surfear al amanecer y el sol había salido ya. Bueno, no importaba. un cambio de planes no le vendría mal. Y, después de todo, Renji era un buen amigo. Hablador y tragón, pero buen amigo…

 

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-Así que ésa es toda la historia

-Nada que no sepas- Uryuu tragó saliva – cómo… cómo está Rukia?

 

Renji terminó de acomodar sus cosas. Se esforzó en contestar con naturalidad; después de todo, Rukia también era amiga del quincy

 

-Muy bien. Poniéndose gorda… el embarazo le sienta bien

 

Uryuu sintió como si lo hubieran pateado en el estómago y Renji sintió la patada de Zabimaru dentro de su propio cráneo, haciéndolo morderse la lengua. Idiotaidiotaidiota. ¿Por qué no podía ser más cauto? Pero Ishida se limitó a subirse los lentes y sonreír

 

-Tal vez debería tejerle algo… se lo harías llegar por mi?

 

Renji se dio cuenta del esfuerzo enorme que Uryuu estaba haciendo por seguir su vida y perdonar y olvidar; la ira contra Ichigo lo hizo rechinar los dientes. Uryuu no se merecía eso, no. El quincy debería tener a alguien que lo cuidara y lo amara cada segundo de su vida y sabía que el shinigami sustituto era un idiota, pero no a ese extremo. Carajo.

 

-Claro, Ishida

 

-Uryuu. O Bodhi… nadie me llama aquí Ishida, a excepción de mis vecinas o la chica que nos ayuda a la limpieza, Yandu… qué quieres desayunar?

 

A Renji no se lo dijeron dos veces y aceptó todo lo que el quincy le sirvió, desde la sopa de macarela con tiras de huevo hasta dos waffles con mermelada y café. Uryuu, en tanto, puso orden en la pequeña casa

 

-Acá –le señaló una cesta tejida- acomoda tu ropa y tápala. Hay hormigas y no te gustará que te muerdan; la cesta está hecha de una paja que las repele. Sácate las botas, no las aguantarás a esta temperatura…uhmm, aquí tengo unos bermudas que pueden quedarte y dos pareos. Los usaremos en el Camp Adelaide, hoy tengo que trabajar ahí… estaremos en esa playa hasta el atardecer y podemos quedarnos en Alice Cotton Blue para cenar. Te presentaré a mis amigos. Y espero que Urahara te haya dado más píldoras de instrucciones, porque conmigo tendrás que surfear un poco, al menos sabes nadar, no?

 

Renji se limitó a asentir, la boca llena de comida. Uryuu siguió dándole indicaciones

-No respondas sobre tus tatuajes; aquí son simbólicos y un poco… peligrosos de usar. En todo caso, dí que son herencia de tu familia y con eso te dejarán en paz y nadie tratará de imitarlos. Dirás que me conoces desde… la preparatoria. Vania va a sospechar de ti, sobre todo porque ya lo conoces…

 

-Vania?

 

-Es un amigo ruso. Pero antes fue un hollow…-soltó una risita- era el hermano menor de nuestro loco de cabello rosa, te acuerdas? ¿Hueco Mundo?

 

Renji arrugó el ceño ¿Yillford Grantz?

 

-¿Có…cómo?

 

Ishida se encogió de hombros.

-No me preguntes. Varios de ellos reencarnaron como humanos, al morir a manos de shinigami. Me imagino que tuvo que ver ese tipo de muerte; en vez de purificarlos, los mandó de vuelta al Ningenkai

 

-Y cómo sabes que es Grantz?

 

-Conozco los reiatsus de cada espada, Renji. Y Vania se dio cuenta de que yo era alguien diferente; hablamos sobre el asunto y resultó que pódía ver “cosas” y lo demás, puedes imaginarlo…

 

Sin entender muy bien el por qué, Renji  sintió un pinchazo de celos

-No. No puedo NI QUIERO  imaginarlo

 

Uryuu lo miró y al notar su expresión, soltó la carcajada

-Por Kami… no creerás que me metí a la cama con él…

 

Renji enrojeció, no sólo por la implicación, sino por la forma con la que Ishida había hablado del asunto. No había tenido tiempo de sorprenderse por todos los cambios que notara en Uyruu y éste los manejaba con tanta naturalidad que fue hasta ese momento que se dio cuenta de que el quincy no traía nada encima, mas que el pareo anudado a la cadera, tan bajo que la fina línea de vello oscuro, bajo su ombligo, lucía como una sombra más y la fina tela blanca no dejaba nada a la imaginación

 

-Claro que no, yo…

 

El pareo rojo le cayó encima

-Amárrate esto. Te enseñaré cómo; después de todo, eres nuevo en campo Adelaide. No creo que pongan objeción a que vayas vestido.

 

“Vestido?”

 

Antes de que pudiera pensar más, Ishida ya se había metido al baño y escuchó el ruido de la regadera. Renji se apresuró a arreglar la mesa y lavar los platos, con el ruido del mar como fondo, bajo la mirada inquisitiva de Numberone. Sin darse cuenta, comenzó a platicar con el gato

 

-No se vé que haya sufrido mucho, cierto, amiguito? –maullido- bueno, puede que tengas razón, después de todo, Uryuu siempre lo amó –maullido y gruñir- sí, Ichigo es un idiota… me gustaría romperle la cara y hacerlo entender que se perdió de alguien genial, sabes? Es un guerrero asombroso, cuando peleamos juntos en Hueco Mundo…- y Renji se siguió conversando, entre los maullidos de Numberone y el splash del agua de lavar los platos. Unos minutos después…

 

-Ahem- gato y shinigami miraron al quincy- si ya terminaron su… interesante conversación, podemos irnos…

 

Notas finales:

Bueno, va caminando. Tiki creó el mundo... pero no lo hizo sólo. Tuvo que ser la Madre Tierra quien le explicara el asunto. Renji se llevará una... sorpresa en el siguiente capítulo.

 

Namasté y mil gracias anticipadas por sus lecturas y reviews.

Kitsune Gin.


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