Todo a mí alrededor era confuso, oía ruidos pero no era capaz de reconocerlos.
No podía moverme, era como estar dentro de una pesadilla, todo a tu alrededor es oscuridad y los pensamientos te atormentan sin poder evitarlos.
Pero las sensaciones cada vez me llegaban mas intensas y pude sentir como me iba despertando lentamente.
Abrí los ojos y una luz me cegó haciendo que tuviese que volver a cerrarlos, me removí e intente volver a abrirlos más lentamente para acostumbrarme a la luz.
Me costo un poco enfocar la vista, hasta que distinguí sobre mi el techo de una habitación que no reconocía y la luz de los fluorescentes que me habían cegado hacia apenas unos segundos.
Gire la cabeza y una punzada de dolor atravesó mi cuerpo haciendo que en ese mismo momento los recuerdos se agolparan en mi mente como si de un destello se tratase.
Era una tarde como otra cualquiera excepto por el hecho de que hoy la vería, a mi ángel, a mi niña.
Estaba nerviosa, como cada vez que sabia que la vería, la podría abrazar, besar y como siempre le diría que nunca la dejaría escapar, que la secuestraría para tenerla siempre conmigo, para hacerla feliz y amarla como solo ella se merecía.
Ella solo me sonreía, sabiendo que al final, como siempre ocurría, la tendría que dejar marchar una vez más.
-No me dejes nunca - susurraba.
Y yo sabía que a pesar de todo, nunca podría hacerlo porque a ella le pertenecía mi corazón.
He pasado horas enteras pensando en como definirla, como definir lo que siento por ella pero a pesar de ese tiempo no he encontrado las palabras para hacerlo.
Ella simplemente lo es todo.
Todo lo que quiero y siempre he querido.
Todo lo que me hace feliz, me hace sonreír.
Todo lo que amo...
Sonrío tontamente al pensar todo esto, es algo inevitable cuando me acuerdo de ella.
No puedo evitar ser feliz... por ella y para ella.
Miro la hora calculando mentalmente el tiempo que me queda para estar con ella.
Una eternidad en estos momentos en los que los segundos parecen minutos y los minutos horas.
Como odio cuando para eso...
Suspiro esperando que ahora el tiempo pase mas rápido pero se ve que la suerte no me acompaña.
Al rato vuelvo a mirar la hora y ya no aguanto mas, cojo las llaves del coche y salgo a la calle.
Corro por las calles sorteando los coches que encuentro a mi paso, no tengo prisa pero aun así deseo llegar cuanto antes.
Quizás así la vea antes, pienso, aunque se que eso no ocurrirá.
Me siento en el primer lugar que encuentro y me pongo a escuchar música, observando a mí alrededor mientras intento evadir mi cabeza de la impaciencia.
Mi mirada vaga por el lugar observando a las parejas pasar frente a mi, debía de ser por como me sentía en esos momentos, una mezcla de ansiedad y felicidad, porque no dejaba de ver a gente enamorada.
Es fácil saber cuando la gente tiene ese sentimiento en el corazón. Solo hay que mirarlos a los ojos y conseguirás ver su alma.
Estaba tan absorta que me asuste cuando algo suave recorre mi cuello produciéndome un cosquilleo.
Pego un salto y me doy la vuelta.
Ahí esta ella, sonriente, esa sonrisa que me encanta de ella, en la que sus ojos brillan y una mueca traviesa inunda su rostro.
-Mala - le digo sacándole la lengua para provocarla.
Su rostro cambia y se queda mirando mi lengua. Una mirada sensual, llena de deseo.
Sonrío y rodeo su cintura con mis brazos pegándome a ella para después rozar mis labios con los suyos.
Suspira y cierra los ojos correspondiendo a mi beso con más pasión.
Yo también cierro los ojos y me olvido de todo, solo quiero sentirla entre mis brazos, en ese beso y que ese momento no acabe nunca.
Pero cuando empezamos a necesitar aire para respirar nos separamos lentamente, sin quererlo en el fondo.
-¿Sabes que te amo? - le digo pegando la frente a la suya.
Ella pone esa sonrisa de nuevo.
-¿Sabes que yo mas? - me responde.
Yo la miro durante unos segundos y una sonrisa traviesa aparece en mi rostro.
Ella se da cuenta y me mira confundida.
-¿Qué andas pensando? -dice
-¿Yo? Nada - sonrío ampliamente y sin que se lo espere comienzo a hacerle cosquillas.
Ella se revuelve intentando escapar sin dejar de reír, hasta que me detengo y la miro sonriendo aun más.
-Hum... mala - me dice con cara de indignada, esta adorable cuando se pone así.
-Si, pero yo te amo mas - le vuelvo a sacar la lengua.
Se ríe suavemente y me abraza.
Me encanta esto, tenerla entre mis brazos, sentir como respira, como late su corazón.
Si pudiera estaría así toda la vida.
Nos volvemos a separar y agarro su mano guiándola hasta mi coche.
Sonrío tontamente, feliz porque se que la tendré para mi durante los días que vienen y podré demostrarle cuanto la amo.
Le tengo una sorpresa en casa, espero que le guste.
Un camino de velas la sorprenderá al entrar y la guiara hasta la cama, llena de pétalos de rosa y una rosa en medio, presidiéndola. Supongo que en esos momentos no tendrá palabras para hablar y me mirara emocionada, pero lo que no sabe es que la verdadera sorpresa esta aun por llegar.
Meto la mano en el bolsillo y noto el estuche que le entregare. Un anillo se esconde en su interior, el anillo con que le pediré que este conmigo para siempre.
Sonrío aun más, aunque en el fondo los nervios me están matando. Nunca se sabe lo que puedes recibir como respuesta ante algo así o quizás si puedas saberlo pero tu autoestima te hace pensar que no eres suficiente para ella, que no la mereces. Algo tan maravilloso es imposible que te ame para siempre, se acabara cansando.
Suspiro y agito levemente la cabeza para que esos pensamientos se vayan de mi cabeza.
-¿Todo bien? - me dice apretando levemente la mano.
Yo vuelvo a sonreír y asiento.