--Señor, aquí tiene su pedido.
--Retírate.
Estaba actualizando su lista de esclavos para revisar quienes se habían liberado y quienes eran nuevos. El cuaderno demoniaco ya estaba algo gastado y su lap top necesitaba ser actualizada. Afortunadamente, había muchos sirvientes para resolver asuntos estorbosos. Dejó avanzado lo de las siguientes tres horas y decidió salir a despejarse un poco. Sus ojos estaban aburridos de tanto número, así que salir a dar una vuelta era buena opción.
Abandonó la casa, después de darse un baño y cambiarse. Llevaba un atuendo bastante sexy: Pantalón de vestir negro, que marcaba su esbelto cuerpo y una camisa azul marino desabrochada de dos botones. Los pocos jóvenes que no lo conocían, admiraban el cuerpo bien formado y esa belleza salvaje de ojos verdes y cabello rubio alborotado, sin duda una delicia. [Ah... Sólo de imaginarlo se me antoja *¬*]
Caminó por los alrededores del distrito, entró a un convini y compró mutou gum más un refresco. Con una hora, despejar sus pensamientos en un lugar relajado, sería suficiente. Llegó al parque y se apoderó de una banca. Lamentablemente cerca de ahí, se hallaba la peor persona con que se podía y quería encontrar: Kongo Agon.
Quiso fingir que no lo vio e ignorarlo para no entrar en el espacio de la irritación. Sin embargo, el otro si lo notó. Y no podía rechazar esa oportunidad. Dejó a la chica con la que estaba pasando el rato y caminó elegante hasta el rubio.
--Basura... Es un honor tener a tan asquerosa criatura por aquí.
--Cállate jodido rastas.
Sin consultarlo, se sentó a su lado y se quedaron en incómodo silencio.
--Pareces triste.
--Eso no te importa.
--Cuando nos conocimos, siempre me importó.
--Porque te convenía. Déjame en paz, no tengo ganas de pelear contigo.
--Esa basura de Takekura te ha cambiado. Antes eras más razonable, pero ese tipo te ha hecho un gatito lame bolas.
Hiruma no le contestó.
--Ni siquiera peleas, que bajo caíste.
--No tengo por qué hablar contigo-Se levantó para regresar a sus actividades.
El otro lo siguió por las calles.
--¿Piensas seguirme para siempre, jodido rastas? ¿Volverás al principio?
--Los viejos tiempos me gustan.
--¿Qué quieres?-Se detuvo y enfrentó al de Shinryuji.
Afortunadamente, no había gente cerca.
--¿Por qué estás con él?
--¿Me sigues para eso?
--Contesta.
Se dio la vuelta y siguió ignorando al otro. Un jalón en su mano, lo detuvo en seco. Agon aprovechó para jalar su cintura y atraerlo para poder besarlo.
El rubio se sorprendió un poco y no respondió el beso. El otro se dio cuenta.
--Antes esto te gustaba...--Acarició su cintura y su mano descendió hasta sus nalgas.
--¡Maldito bastardo!-Se quiso soltar, pero, ciertamente, el de las rastas era más fuerte.
--Sabes que no quieres resistirlo... Divirtámonos un poco...
Hiruma se comenzaba a exasperar, ese imbécil estaba siendo rudo pero llevaba casi una semana sin nadie que lo tocara y la verdad, esas manos comenzaban a hacer un buen trabajo.
--Suéltame...
--Sigues siendo sensible en tu cadera...
Por lo visto, el de Shinryuji pensaba excitarlo y dejarlo incómodo. Ese maldito ¿Qué planeaba?
--Musashi no va a enterarse...
Lo besó de nuevo y lo arrinconó contra la pared. Estaban en un callejón que era raramente transitado y solamente por la noche.
No pudo resistirse, aunque le parecía molesto, pero no era extraño besar a ese tipejo. Cuando comenzaron a salir, era común estar así, por eso el rubio tenía talento en la oratoria [Piensen pervertidamente].
Le desabotonó la camisa y desabrochó su pantalón. Ya no se detendría.
Hiruma lo notó y como pudo, se separó.
--Te tardaste...
--Vamos a un hotel.
Llegaron a un lugar que ambos conocían y pidieron una habitación. Subieron y el moreno tomó por sorpresa la espalda de Hiruma. Le terminó de quitar la ropa y lo arrojó sobre la cama.
Cierto era que tuvieron algo en un pasado no tan lejano, pero no tuvieron la capacidad de sostenerlo y ahora, Hiruma encontró a Musashi que se supo ganar su corazón.
--Al parecer tu novio no te ha tocado mucho.
--Cállate.
El moreno regresó a la piel del rubio y chupó su cuello mientras lo masturbaba ágil, pero a pesar de disfrutarlo, Hiruma sabía que era incorrecto, pero ya le contaría algún día a su koi.
Las caricias preliminares se cumplieron y cuando el momento de la verdad llegó, el rastas dejó que el de Deimon tomara el control. Hiruma se montó sobre el miembro del moreno, comenzó a cabalgarlo lento y después aumentó el ritmo, haciendo que ambos gimieran y el sudor de la espalda de Hiruma se mezclara con la piel morena.
Los gemidos se convirtieron en gritos y el placer embargó a ambos, haciendo que sus cuerpos no lo resistieran.
--Muévete más...
--Cállate maldito bastardo.
Aún así, Hiruma no dejó de subir y bajar la cadera, sintiendo un intenso orgasmo. Agon terminó después de él y lo recibió en un abrazo. Se quedaron en silencio por unos minutos y después Hiruma recordó sus actividades. Se levantó y comenzó a ponerse la ropa. Agon se puso a fumar un cigarrillo.
--No has cambiado mucho, pero reconozco tu mejoría.
--Sigues siendo una bestia.
Salió de la habitación y se fue en un taxi hasta la casa. Se dio un baño y terminó de organizar todo. Al día siguiente, encontró a Musashi y en cierto modo se sintió culpable pero lo resistió por el bien de todos.
No podría olvidar tan fácil lo que tuvo que ver con Kongo Agon pero lo intentaría. Musashi no merecía el saber que lo traicionó, aunque lo gozó bastante ya que el desfogue le sirvió para el stress. En su mente demoníaca quedaría el recuerdo placentero y morboso del encuentro.
FIN