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Conspiracion por mordred

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Notas del fanfic:

Disclaimer: HP no me pertenece

Notas del capitulo:

Aqui empieza la secuela de 'Demasiado mayor para ser pequeño'.

Tiene cinco capítulos mas un epilogo...

 

Si no has leido la precuela antes, pasate por alli.

 

Atte.

 

mordred

01: Sed de venganza.

 

La habitación se encontraba a oscuras, la persiana bajada y la cama deshecha. Apenas había tenido fuerzas para arrastrarse hasta su lecho, antes de caer rendido a los brazos de Morfeo. Draco estrechó sus ojos hinchados por el llanto anterior hasta convertirlos en dos rendijas; su cuerpo maltratado y mancillado se encontraba cubierto por la ropa sucia, tumbado de lado para que su recto no doliese.

 

Desde su posición tenía una vista privilegiada de la puerta de madera oscura, actualmente cerrada. Habían pasado pocas horas desde que su padre había dejado de serlo, pero Draco no había salido de su atrincherado cuarto. Con los ojos, buscó en su mesilla el reloj mágico, obteniendo la hora inmediatamente: estaba anocheciendo, y no había comido nada desde esa mañana. Ahogó un suspiro de tristeza, pero no se movió de su posición.

 

Repentinamente, escuchó voces en el piso inferior; parecía que su padre tenía visita esa noche. Deseó con toda su alma que el invitado no fuera Blaise; sabía que su padre le mataría si llegaba a tenerle delante. Con tranquilidad, Draco esperó y esperó hasta que las voces dejaron de oírse y las luces se apagaron paulatinamente. Solo en ese momento se permitió relajarse, cerrando los ojos. No supo cuanto tiempo había pasado desde que sus párpados se cerraran, pero, demasiado pronto, una mano grande tapó sus labios con fuerza.

 

Sus ojos se abrieron rápidamente aunados en pánico, pensando en su progenitor. No obstante, erró en su suposición: ante él, acuclillado para estar a su altura, Snape le miraba sin sentimiento alguno en sus orbes negros. Uno de sus dedos largos y pálidos se alzó hasta sus labios, haciéndole una señal para que guardase silencio. Acto seguido, su mano se apartó de su rostro y con cuidado y lentitud, le tomó en brazos procurando no provocarle más dolor del necesario. Antes de que Draco supiera lo que iba a hacer, se vio sumido en una espiral de colores que duró unos cuantos segundos.

 

Mareado, miró a su alrededor: la sórdida casa de su padrino le daba la bienvenida. En cualquier otro caso, el rubio se hubiera negado en rotundo a entrar en esa prácticamente chabola. No obstante, prefería vivir allí que en esa mansión lujosa donde se encontraba su padre. Rápidamente, el pocionista dejó a su ahijado en la cama doble en la que el mismo dormía y, retirando la ropa de su cuerpo, empezó a inspeccionarle ante la vergüenza del niño.

 

Pronto llegó a su ano inflamado y sangrante y, sin perder el temple que tanto le caracterizaba, comenzó a aplicarle pomadas en el orificio sin hacer preguntas. Draco lo agradeció en el alma; sin embargo, tenía la ligera sensación de que el mortífago sabía lo que había pasado. Cerrando los ojos ante la incipiente amortiguación del dolor que empezaba a tener, el heredero de los Malfoy se sobresaltó al escuchar a su padrino:

 

- ¿Qué piensas hacer, Draco?

 

- No… no lo sé.

 

- Le dijiste lo tuyo con Blaise y ahora tu amado está en peligro.- le puso al tanto el ex profesor.- ¿Sabes tus opciones? ¿Tus aliados?

 

- ¿Qué opciones? ¿De que estás hablando, Snape?- en algún momento de la conversación, Draco empezó a sentirse confuso ante las palabras del hombre.

 

- Puedes matar a tu padre, dejar que éste mate a Blaise o hacerle caso a Lucius.- la voz suave y aterciopelada de su padrino sonaba hipnótica en sus oídos, transmitiéndole una tranquilidad que no encontraba desde la mañana. No obstante, tenía que elegir. Y esta vez no habría titubeos:

 

- Le mataré - el rencor y el odio tiñeron sus palabras. Una cosa era que su padre le golpeara una vez por haber desobedecido, otra muy distinta era ser el jefe en su vida.

 

- Entonces deberías hablar con Zabini y arreglártelas con él. Ahora te tengo que llevar a tu casa.- los ojos de Draco se abrieron por completo: volver a casa no era una opción.

 

- ¡No!- el grito resonó por las paredes de la casa.- N-no puedo volver… me volverá a…

 

- No quiero meterme en problemas, y menos con Lucius, Draco.

 

- Ayúdame, por favor. Pensé que estabas conmigo, que ibas a protegerme de él…- la voz del niño perdió fuerza, pero la insondable mirada del hombre no cedió.

 

- Te equivocas de persona.- A pesar de las lágrimas retenidas en los ojos acerados de su ahijado, el hombre empezó a vestirle con parsimonia. No iba a ceder ante los deseos del niño, tenía sus propios problemas que resolver. Sin embargo, sentía que se lo debía; se suponía que era su padrino, que era parte de su familia. Con un suspiro, terminó de vestirle.

 

- Por favor…

 

- Veré lo que puedo hacer.- dijo finalmente a regañadientes.- Mientras tanto, quédate aquí y descansa.

 

Draco observó como aquel hombre que se había vuelto su salvación salía de la habitación en completo silencio. Sus métodos eran insondables por lo general, pero siempre llegaba a buen término, así que confió en sus palabras por una vez y se dejó caer en los brazos de Morfeo.


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