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Reflexiones por MaYani

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Notas del fanfic:

Junjou Romantica ni sus personajes, me pertenecen. 

Notas del capitulo:

 

¡Hola a todos!

Este fanfic trata más que todo sobre una reflexión de Akihiko sobre su vida y cómo Misaki influyó en ella =) 

La verdad, a mi me gustó mucho, pero no sé si a ustedes lo hará. Espero que comenten para saber si les gustó o no, si hay algo que cambiar, etc ;D

¡Disfruten! 

 

Mientras observo a Misaki, persona cual llena mi vida, preparar la cena con un poco de gracias, mi mente retorna a memorias lejanas. Allí, en una mansión, hace veintiún años, un niño de cabellos grises hallábase sentado sobre una mesa, con su característica mirada melancólica posada sobre la ventana. En su regazo, un cuaderno junto a una lapicera, fieles acompañantes en aquellos días.

 

Siento a mi corazón oprimirse al volver hacia esa imagen. Lo observo dibujar cada letra con pasión y tristeza a la vez, escribiendo historias con el único objetivo de salir de esa fría realidad. ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué un niño de diez años tendría que estar envuelto en ese manto de soledad? ¿Por qué alguien tan pequeño tendría que desconocer el poder de unos brazos acobijándolo?

 

Todavía no puedo quitar ese resentimiento que me invade cuando recuerdo cómo su familia fue alejándose de él gracias a la cobardía de tener a un hijo diferente. Pero, ¿qué hicieron? En lugar de intentar comprender a esa pobre alma invadida por la desolación, buscaron métodos para olvidarse de aquella existencia; su madre se escapó de la realidad y le enseñó qué era el engaño a tan temprana edad, su padre solamente se ocupaba de sus asuntos y le hacía acordar de su debilidades, y su hermano simplemente se dedicaba a robarle lo único que a aquél niño lo podía hacer sentir, al menos un poco, acompañado.

 

Y cuando las cosas empeoraron, ¿qué pasó? Simplemente se dedicaron a comprarle obsequios superfluos, intentando compensar tal falta. Por su puesto, eso no arregló nada. No necesitaba eso. Él no necesitaba eso. Yo no necesitaba eso.  ¿Tan difícil era darse cuenta? Solamente quería amor. Eso es todo lo que pedía; un abrazo, un beso en la frente, una sonrisa. Amor es todo lo que necesitaba.

 

Así pasaron los días, los meses, los años. Aquella sensación de no tener a nadie ya parecía común. Se convirtió en costumbre durante los siguientes ocho años, cuales permanecí allí. Si bien era verdad que mi corazón consiguió sentirse un poco cálido ante la presencia de alguien quien movió ligeramente mi mundo, la soledad nunca desapareció. Quizá en ese momento, y admitirlo cuesta, llegué a pensar que sí, que finalmente podía sentir esa felicidad que uno experimenta al estar cerca de alguien. Pero el cruel destino me castigó como peor se lo podría hacer a un alma sin rumbos: Yo lo amaba, él no a mí. Sin embargo, no podía renunciar a él, ese júbilo superficial me estaba ganando.

 

A los dieciocho años tomé una decisión que marcó mi vida desde entonces: abandoné por completo mi hogar. ¿Qué más podía hacer? Ese lugar representaba mi infancia; el desinterés, la frialdad y el dolor que la rebozaba. Ni siquiera puedo pensar en él sin que un escalofrío recorra por completo mi cuerpo.

 

Los diez años siguientes a aquellos fueron menos crudos. Simplemente me preocupaba por llevar al papel todas mis emociones y mis sueños. Aunque siempre hubo algo que me inquietó, nunca pude sentirme tranquilo ante ese amor no correspondido. Siempre intentando sorprenderlo, hacerlo feliz, acompañarlo a todos lados, limpiando mi departamento para que él pensara que siempre se encontraba así de limpio; y ¿para qué? Si era completamente consciente de que por más que fuera como realmente soy nunca me querría de la manera que yo lo hacía.

Y justo, cuando pensé que en verdad lo estaba haciendo feliz, cuando por fin sentía que estaba abrazando la alegría de hacer a la persona que amas feliz, llegó anunciando su casamiento y rompiendo mi corazón.

 

Pero ¿por qué debería quejarme? Si ese día marcó el comienzo de la felicidad en mi vida, de la calidez en mi corazón, del verdadero amor. Ahora realmente puedo decir que la soledad ha abandonado mi vida.

 

Misaki rompió todos mis esquemas. Todos quienes me conocen todavía no pueden creer que mi vida se haya transformado de tal manera, no pueden creer que alguien pueda vivir junto a mí. Ni siquiera yo soy consciente de todo lo que cambió en mi vida; más de lo que yo y otras personas podrían saber.

 

Hubo un tiempo en que mi padre se interpuso en nuestro camino. Actuando tan a su egoísmo como siempre. ¿Por qué tuvo que volver a mi vida justo en ese momento, reclamándome, como si estuviera celoso y burlándose de mi relación con él? ¿Acaso le molestaba que en mis ojos ya no se reflejara la persona triste y solitaria que él mismo ayudó a crear? Escalofriante, lo sé. Pero es imposible no pensar en aquello.

 

Misaki prepara la cena con mucho cuidado y yo le sonrío. ¿Cómo no hacerlo sabiendo que lo hace de esa manera para que yo sea feliz comiéndola? Siempre mirando por mí, siempre preocupándose por mí.

 

Nunca pensé que alguien me podría amar con tales magnitudes. Nunca pensé que me sentiría acompañado y feliz.

 

No es perfecto, pero es lo que yo he soñado toda mi vida.

 

Ya no hay más tristeza, no más soledad, no más melancolía. Incluso hay momentos, que la felicidad que me invade es tan grande, que hasta podría llorar.

Te amo, Misaki.

Nunca te dejaré ir.

Gracias... Por estar junto a mí.

 

Fin

 

Notas finales:

Ooh, ¡espero que les haya gustado! Aunque sea, algo xD Comenten, por favor. Se los agradeceré =).

¡Saludos!


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