Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Proposición indecente por apos

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 

¡Yo! Pasándome por aquí con este entretenido (según yo) oneshot. Más vale que a nadie se la haya ocurrido una idea así para no opacar mi originalidad ¬¬.

Los gemelos no son míos o estarían sodomizados bajo mi látigo perverso muajaja.

Notas del capitulo:

 

Nah, otra chorrada de las que se me ocurren cuando intento tener la mente en blanco. Está un poco pervert.

 

MALAS INTENCIONES by apos.

~TWinCest.

 

La habitación de hotel era de un total color blanco, apenas viéndose interrumpida su monotonía con muebles de fina madera pulida y un par de cuadros de pinturas abstractas y vivaces. En la cama tipo matrimonial de sábanas color champagne las manos de un moreno de melena exótica apretujaban la colcha hasta que se le marcaban todas las venas de sus pálidos brazos y sus nudillos perdían color. Sus gemidos eran muy altos, sin intención de reprimirse por la sensación tan increíble de ser poseído con tal deseo y pasión, como si ese hombre sobre su cuerpo quisiera atravesar todo su interior.

 

Bill estaba de cara en las almohadas con la respiración trabajosa, haciendo lo imposible por no ahogarse con sus propios gritos; sobre su espalda y muy enterrado en él sudaba un hombre rubio algo fornido y de expresión “macho” con su piel blanca adornada de un par de piercings y pequeños tatuajes, quien sujetaba al Kaulitz con una mano del hombro para ganar propulsión y con la otra mantenía firme su cintura mientras movía sus caderas a una velocidad frenética para hundirse con profundidad y certeza entre las nalgas del andrógino.

 

— Oh, Bill. —gimió en el oído del moreno con una voz ronca y profunda, preso de la excitación del momento— Tu estrechez me está volviendo loco. —terminó enterrando su barbilla en el cuello de Bill, sintiendo sus mechones negros encrespados acariciar su rostro enrojecido.

 

— Sólo córrete… ¡rápido! —exigió impaciente el menor.

 

Su delgado cuerpo era bombeado hacia delante y atrás sobre las sábanas con facilidad, imitando el ritmo de las embestidas que estaba recibiendo. Su propio miembro estaba muy duro y a punto de chorrear; sabía que el otro también estaba de cara al clímax pues lo sentía bien hinchado y apretado en su entrada, un poco más y podría contar las venas palpitantes y bien marcadas de ese potente miembro.

 

— Aah… ¡sii! —finalmente, tras un acertado empuje que hizo brincar su próstata sintió el semen de su amante llenándolo a chorros a la vez que él mismo acariciaba su excitación con velocidad para terminar satisfaciéndose con un hermoso orgasmo— Sii, bien… así, hasta el fondo. —soltó una pequeña risa atareada por su dificultoso respirar, relajando sus dedos para dejar de estrujar las cobijas y cerrando sus ojos pintados soltó un largo suspiro de satisfacción.

 

— Dios, aah… fueron dos seguidas. —comentó el rubio que cayó pesadamente a un lado de Bill, rebotando el en colchón— Dos bien buenas y jodidas corridas dentro de tu culo pálido. —silbó por lo alto, como si acabara de realizarse.

 

El Kaulitz aún seguía de espaldas normalizando su pulso, casi ignorando a su acompañante, alegrándose al sentir un poco de esa blanquecina viscosidad chorreando por su entrada, esperando que el resto cumpliera su trabajo de fertilizar su interior.

 

“Ojalá que esta vez dé resultado”.

 

Los muslos de Bill se tensaron y apretaron por el nerviosismo que electrizaba sus vellos, no viendo la hora de tener un test de embarazo en sus manos que finalmente marcara positivo.

 

•TwC•

 

— ¡¡Maldita sea!! ¡Me cago en la puta! —el pequeño tubito que lanzó Bill con rabia rebotó en las paredes del baño donde se encontraba; cuando dejó de dar vueltas por el piso se logró ver que marcaba un signo negativo, negándole de nuevo al pelinegro la posibilidad de un embarazo— Mierda… mierda… —sin energía y a punto de llorar se dejó arrastrar por las baldosas de la pared hasta quedar sentado en el suelo a un lado del test resquebrajado por el golpe. Se pasó las manos sin cuidado por el rostro, no preocupándole regarse todo el maquillaje oscuro que usaba.

 

Su mente en esos momentos era un completo agujero negro que se tragaba todas sus esperanzas.

 

Se había acostado con ¿cinco? ¿seis? pretendientes diferentes sanos y de buenos genes, haciéndolo con cada uno más de una vez seguida y en sus ciclos más fértiles para garantizar resultados, pero siempre era la misma negatividad en cada examen posterior a sus encuentros.

 

¿Qué acaso el mundo se estaba quedando estéril? Porque todos sus candidatos, se veía, eran totalmente aptos para preñar hasta con la mirada.

 

¿Entonces qué problema había con él?

 

No… él no era el del problema. Los exámenes médicos que se hizo cuando decidió que quería tener un hijo probaban que él era muy fértil.

 

“Entonces… ¿por qué?”.

 

Se preguntó frustrado mientras enterraba sus finos dedos entre su cabello, dejando correr libres un par de lágrimas que humedecieron en negro sus mejillas rojas por la rabia y la incertidumbre.

 

Apoyó por completo la espalda en la pared sin importarle el golpe que se dio en la cabeza, sus brazos cayeron flácidos a cada lado de su cuerpo y mirando fijo al techo dejó escapar un suspiro hondo que se perdió entre la nada.

 

“Todo mundo tiene hijos y se ve tan fácil. Los que apenas pierden la virginidad quedan pinchados, las putas, incluso los que no quieren tenerlos… y yo que deseo uno con tanta ilusión no doy una”.

 

— Quiero tener un bebéee… —berreó por tal injusticia que estaba sufriendo— Sólo quiero un hijo para mi. —tomó el test negativo que yacía a sus pies y en una perfecta encestada lo arrojó en la papelera a un lado del inodoro para que le hiciera compañía a los anteriores. Se dejó caer recostado de perfil en el suelo frío, descansando los ojos por un momento — Quiero uno. —dijo casi sin voz apretando fuerte su vientre por encima de la camisa gris holgada que usaba.

 

No supo cuánto tiempo se quedó encerrado en el baño pero el calor de allí dentro lo despertó. Se limpió la baba que le colgaba de la barbilla al piso y desperezándose se levantó tambaleando, se estacionó frente al lavabo y sin mirar su patético reflejo abrió la llave y se lavó, luego se secó con una toalla a mano y respirando hondo salió de las cuatro paredes que tantas veces lo vieron llorar.

 

Pasó un segundo por la cocina a por un vaso de yogurt líquido ya que sentía su cuerpo débil, bebiendo casi todo a pecho se encaminó a la sala de la casa, notando en el sofá principal el bolso de Tom.

 

“No escuché cuando llegó”.

 

Y parecía que su morocho tampoco se había preocupado demasiado en buscarlo, después de todo tampoco era que coincidieran mucho en la casa ya que desde su paranoia con los bebés pasaba mucho tiempo fuera y Tom trabajaba.

 

Terminando su vaso se dejó caer rebotando en el sillón. Sin nada mejor que hacer curioseó el bolso de su gemelo… llaves, el celular, algunas monedas, condones, una carta médica, lentes de sol, identificación… esperen, ¿una carta médica? Eso pinchó el interés del menor y aunque el sobre aún no estaba abierto (típico de Tom, nunca revisaba nada) no dudó en rasgar el borde y sacar la hoja, leyendo por encima de qué se trataba. Era un examen general de su próstata y esperma; se rió por imaginarse al machista de su hermano con un par de dedos masculinos hurgándoles el culo. Todo estaba normal, buen color, buena cantidad… todo en orden a excepción de un alarmante porcentaje que se topó al final.

 

Sus ojos pardos se abrieron tanto como pudo.

 

¡¿Pero qué rayos tomaba Tom?! ¡¡Con unos espermatozoides así Alemania corría peligro de sobrepoblación!!

 

No pudo evitar arrugar la hoja entre sus dedos tiesos.

 

Una gota de sudor se deslizó por su quijada para desprenderse en la barbilla y caer húmeda en su camisa.

 

“¿Acaso él… podría…?”.

 

No, Bill… ¿ahora en qué tonterías estabas pensando?

 

•TwC•

 

Tom se adentró en el baño recién haberse cambiado en su habitación luego de que lo desocupara Bill, que tan ido se encontraba cuando salió que no notó su presencia y él tampoco quiso sacarlo de su mundo. Ya adentro se lavó la cara y luego de secarse con la toalla que hace segundos usó su gemelo abrió una gaveta y sacó una tijera para cortar cabello, se la tomaría prestada a Bill un momento. Desde hace un par de días que notaba las puntas de sus trenzas un poco marchitadas así que se iba a deshacer de esa imperfección; se acomodó bien cerca del espejo para no perder detalle y tomándose una primera trenza le acercó las cuchillas de la tijera.

 

— ¡Tom, desgraciado infeliz! ¡¿Cómo es esto de que eres un conejo preñador desatado, ah?! —entró de pronto Bill al cuarto de baño con el examen del mayor alzado en lo alto y claramente ofuscado.

 

— ¡Ah! ¡Coño, Bill! —gritó espantado el hermano mayor por la bestialidad con la que su morocho abrió la puerta del baño, haciendo que los cojones se le subieran a la garganta de la impresión. Se giró al de la melena lisa con una expresión de enojo, pero cual fue su sorpresa al alzar una mano y ver como una trenza entera le colgaba de los dedos— ¡¡Bill!! ¡Mira lo que me hiciste hacer, mamón cabeza de espantapájaros! —su cólera fue en aumento cuando se giró de nuevo al espejo y confirmó que se había cortado la trenza casi desde la raíz de su nuca.

 

— ¡Tom! —.

— ¡Bill! —gritaron ambos gemelos a la vez, mirándose con odio.

 

~Un par de segundos después…

 

Los hermanos se encontraban en la sala sentados en un par de sofás individuales uno frente al otro. La enorme vena en la frente de Tom estaba a punto de reventar, Bill tenía que estar bromeando.

 

— Vamos, que no se nota. —dijo Bill.

 

— ¡¿No se nota?! ¡Un ciego lo vería desde China! —se refería el mayor a su anterior trenza cortada por accidente que ahora volvía a colgar de su cabeza “remendada” con un pedazo de cinta adhesiva.

 

— ¡Mi punto es este! Deja de preocuparte de tus trenzas por un segundo que luego veo que en la peluquería la tejan y quede como nueva. —exigió Bill con voz firme, mirando a Tom con intensidad.

 

— Espero que sea algo importante. —se dio por vencido, la última vez que vio así a su hermanito fue cuando se revolucionó con eso de tener un hijo.

 

— ¡Claro que lo es! Mira. —le puso en la cara el examen médico que no se preocupó en revisar.

 

“¿Y ahora me vienes a restregar el recuerdo de un tío zampándome los dedos en terreno prohibido?”. Se quejó Tom mentalmente.

 

— Ajá, y el punto es… —invitó a Bill a que le dijera de una buena vez a qué se debía su alboroto.

 

— ¡Puesto esto, Tom! —le señaló lo de su abrumante potencial para embarazar— ¡Tú eres el indicado para embarazarme! —la felicidad con la que lo dijo descolocó a Tom.

 

— ¡¿Pero estás fumado?! ¡¿Acaso no piensas lo que estás diciendo?! —le reclamó poniéndose de pie.

 

¡Por dios! ¡Su hermano le estaba pidiendo que se lo follara para embarazarlo! De verdad que esa agonía por tener un bebé que de un momento a otro se convirtió en una desenfrenada obsesión le estaba pasando caras facturas a Bill. Ya no razonaba con lógica.

 

— ¡Por Jesucristo, Bill! Tienes apenas 22 años, ¿cuál es el afán por preñarte ahora? Tienes mucho tiempo para eso —.

 

— No me entiendes, lo quiero… lo necesito ahora —.

 

La determinación que veía en los ojos de Bill lo asustaba, pues no estaba dispuesto a echar atrás la idea de incestar. Se masajeó la frente con preocupación, las ansias de su hermano por ser “madre” iban más allá de sus manos.

 

Desde hace unos cinco meses que Bill estaba loco con la idea de un bebé en brazos y apurado por tener un embarazo. Desde un principio dejó bien en claro que su hijo sería solo suyo, que al encontrar un buen gestador éste no tendría ningún derecho sobre el niño y no participaría en su vida aparte de abonar su semen, y en eso no habían tenido problema ninguno de sus apuestos amantes, pero ahora que nada le estaba funcionando a Bill y sin modo de hacerse inseminación masculina pues aún no era aprobada médicamente, realmente parecía que la desesperación le estaba nublando el buen juicio.

 

Más cuando sin esperar respuesta Bill empezó a desnudarse frente suyo.

 

— De verdad que te necesito, Tom… —ay no, esa expresión era demasiado tentadora además de ese espectacular brillo en sus ojos. Su realidad se estaba torciendo a tal punto que todo de su gemelo le parecía antojable, atractivo y muy sexy.

 

— En serio, Bill. No… ¡uhm! —el imponente beso con el que el más pálido violó su boca dejó en claro quién tenía las riendas de tal descabellada situación.

 

Tom estaba cayendo demasiado bajo al excitarse con el frote del delgado cuerpo de Bill contra el suyo, absorbiendo el calor que éste despedía al igual que sus ansias sexuales.

 

Tomó a su morocho de cada lado del rostro para separarlo de sus labios con brusquedad.

 

— Aah, ah… —respiraba entrecortadamente— Lo digo en serio, Bill. Una vez desnudo debajo de mi no habrá forma de detenerme. —le advirtió para que fuera consciente de lo que pasaría si no pensaba en frío.

 

— Ya te estás tardando en cumplir. —le retó la paciencia con una sonrisa de lado. Tom se la correspondió enseguida para empotrarse de nuevo contra los labios de su hermano.

 

¿Quería que se lo cojiera? Él estaba a la orden.

 

•TwC•

 

— Ahh, Tom… date prisa. —apremió Bill la lentitud de su hermano; se recostó en la cama de la habitación de Tom, la más cercana que tenían, sin pena de exponerse completamente desnudo a ojos del pelinegro de trenzas que luchaba por terminar de sacarse los boxers y no resbalarse con su propia baba ante semejante visión de Bill en cueros jugando sugestivamente con el piercing plateado de su lengua entre sus dientes.

 

¿Qué más podría hacer con esa boquita tan sucia?

 

Liberando finalmente su gran excitación se arrodilló al borde de su cama de sábanas azul oscuro para gatear hacia Bill, quien abría sus largas piernas para dejarle un cómodo espacio al mayor. Ambos respiraban con dificultad y tenían el pulso disparado, no era para menos, jamás de los jamases se les pasó por la cabeza ver a su gemelo con líbido, pero claro, Bill tenía que hacer gala de su “creatividad”.

 

Tom se irguió de rodillas frente a Bill y antes de que éste pudiera ubicar una posición de su agrado lo agarró de la cabeza y le empujó el rostro frente a su miembro tieso que le rozó primeramente la mejilla, luego Bill, captando el mensaje, giró la cara para que su boca quedara justo en la punta de la parte del cuerpo más importante de Tom, se la tragó entera sin preámbulos y empezó a succionar recreando el ambiente con el sonido mojado y perverso de sus labios apretándose en el tronco de esa erecta virilidad. El de trenzas se apoyó en los hombros de su hermano, quien hacía maravillas rodeando una y otra vez la bolita de su lengua alrededor de la roja cabeza de su pene, cosquilleándole de forma placentera y empujándolo un poco más hacia el orgasmo.

 

— Santo cielo, Bill… eres el puto amo dios mamando, ¡ooh! —elogió como pudo el increíble trabajo de su hermanito con esa boca tan fogosa.

 

— Créeme que dios no sería tan bueno jodiendo. —le rectificó el de la melena salvaje luego de un prolongado lametazo que se llevó a su cavidad un par de gotas preseminales. Se echó hacia atrás acostándose sobre las almohadas y con ayuda de sus manos retuvo sus piernas abiertas hasta que los talones le pegaran en el nacimiento de los muslo, casi en sus nalgas— Estoy listo. —le indicó a un perplejo Tom que fotografiaba con la mirada cada acción del bastardo andrógino sexual de su hermano.

 

— Aquí también estamos preparados. —correspondió agarrando su miembro y alzando las caderas de Bill a su medida empezó a entrar con cierta facilidad, pero aún así sintió la estrechez tan sofocante de su interior que luchaba por tragarse toda su hombría— Oh, cielos… si, diablos… Bill, esto está bien bueno, jodido trastornado de mierda. —avanzó entre sus paredes hasta ocupar todo el espacio de esa caliente entrada, encajando perfectamente, como si su miembro hubiera sido exclusivamente para el culo de Bill.

 

Encontrando apoyo en las rodillas de Bill comenzó una serie de duras y certeras estocadas que volvieron loco al menor que no se reprimía con ninguno de sus gritos gruturales. Él mismo se obligaba a empujar contra el miembro de Tom cada vez que éste salía casi por completo de su cuerpo. Inclinó la cabeza hacia atrás apretando los ojos, exponiendo notoriamente la nuez de su cuello.

 

Tom estaba muy inspirado en su trabajo, y ver a Bill retorciéndose de esa manera enloquecía a su corazón que ya no razonaba a qué puntos debía enviar la sangre, pareciendo que sólo circulaba en torno a su entrepierna. Dejó de tomar las piernas de su gemelo para recostarse por completo sobre él, enterrando la cara en su cuello y arraigándose a sus caderas para profundizar con rudeza.

 

El de trenzas estaba, literalmente, clavándolo contra la cama.

 

Bill pensaba que un poco más y los resortes atravesarían el colchón, clavándose en sus costados.

 

— Si, Tom… justo ahí. —era el punto exacto donde el orgasmo se haría inminente.

 

— De inmediato. —dando en ese específico lugar que enloquecía al menor provocaba que su cavidad anal se encogiera por momentos aprisionando así tortuosamente su hinchado miembro a punto de estallar. Apretó la mandíbula estando en las últimas, gritando contra la piel sudada de Bill al alcanzar el clímax y sufrir sus deliciosas secuelas.

 

— Tú si eres… aah… un puto dios. —Bill nunca había sentido a nadie corriéndose tanto dentro de él. Si eso no era suficiente para hacer un bebé se lanzaría de un puente.

 

El menor soltó sus tobillos adoloridos por su fuerte agarre, subiendo las manos por la mojada espalda de Tom hasta descansarlas en sus hombros que se alzaban raudos por el sofocante respirar del trenzado que sentía seca su garganta. Bill se sintió más recuperado, relajando su rostro en una sencilla sonrisa; tenía muchas esperanzas esta vez con su hermano, y además esa si había sido una maravillosa manera de concebir.

 

— Tom, gracias. —acarició con cariño una de sus orejas, como si fueran una pareja de enamorados que acababan de tener juntos su primera vez.

 

El musculoso cuerpo de Tom se acomodó mejor en el pecho de Bill, pasando su libidinosa lengua por la mejilla de éste. El gemelo menor se extrañó un poco por esta acción, más cuando empezó a sentir que ese miembro que aún descansaba dentro de su entrada hacía presión contra sus paredes internas al hincharse nuevamente en una bien formada erección.

 

— Gracias ni qué nada, cariño, todavía faltan unas cuantas más. —salió del interior de un sorprendido Bill para sujetarlo con firmeza y estamparlo de cara al cabecero de la cama.

 

— To-¿Tom? —se alarmó Bill por la brusquedad de su hermano. Se puso de rodillas apoyando las manos en el cabecero de madera para tratar de girarse, pero en eso sintió los dedos de Tom arraigarse a sus caderas hasta sentir que le lastimaba, seguro que dejaba marca; seguido se dejó escuchar un gruñido algo animal y la entrepierna de Tom atravesando de nuevo en su interior— ¡Ahg-aah! —había sido una invasión sorpresiva, no se lo esperaba, más cuando el dolor era mayor al esperado al no estar excitado aún— ¡Oh, vamos, si! ¡Dale, Tom! —cosa que no fue problema, en un par de segundo estaba masturbando su nueva erección.

 

El mayor no alargó la espera y comenzó a empujar contra su hermano, obligándolo a ejercer fuerza en su agarre al cabecero que amenazaba con desprenderse en cualquier momento. Con un grito Bill apretó los ojos y echó la cabeza al hombro de su gemelo que le acariciaba sus duros pezones rosados.

 

Con razón la tasa de natalidad estaba saturada.

 

•TwC•

 

A ese más que satisfactorio primer encuentro entre los gemelos Kaulitz le siguieron varias sesiones más para “garantizar resultados”. En diez días Bill casi hace una caravana para festejar su, por fin, deseado embarazo gracias a la “ayuda” de Tom.

 

Y ahora, a sus cinco semanas no podía borrar esa enorme sonrisa de sus labios ni despegar sus ojos brillosos del monitor donde, gracias al aparato que se deslizaba sobre el gel en su vientre, podía ver un par de manchones inteligibles que formaban a su bebé. A su lado estaba Tom tomando su mano en señal de apoyo, cinco meses con Bill hastiándole la existencia con sus ganas de procrear y ahora debería de soportarlo ocho meses más quejándose de sus antojos y los achaques.

 

— ¡Por fin un hijo, Tom! —le exclamó feliz su gemelo menor— Un niño que dependa de mi, al que quiera, cuide, atienda, proteja y que me llame “papi” o “mami”. —parecía que Bill estaba recreando perfectamente la futura vida con su hijo.

 

¿Eso era lo que Bill quería? ¡Entonces que se comprara un perro!

 

Esperen… ellos ya tenían un perro.

 

— Si ese era tu afán ahí tienes olvidado al pobre de Scotty. Básicamente harías lo mismo con él, jugarían, lo bañarías, lo sacarías a pasear, le darías de comer y limpiarías sus porquerías. —así de simple y sencillo.

 

“Cosas que nunca haces, por cierto”. Se quejó en silencio “Además, en vez de ‘papi’ o ‘mami’ tendrías que conformarte con un ‘guau’…”.

 

— ¡No es lo mismo! Tonto… —le regañó falsamente para volver a mirar en dirección al monitor donde se veía su ecografía.

 

Pero esa expresión de plena felicidad en el rostro de Bill valía todo sacrificio.

 

Nunca se imaginó que la alegría del moreno maquillado le llenaría tanto, como si esos sentimientos se los trasmitiera.

 

Apretó más el agarre de sus manos sin llegar a causar daño, simplemente para sentir aún más esa conexión especial.

 

— ¿Qué pasa? —la pregunta de su hermano menor llamó su atención, fijándose él también en la contrariada expresión del doctor que detallaba el estado de su hijo/sobrino en el monitor— ¿Pasa algo malo? —la angustia de Bill se sentía; Tom rogó porque el médico no les fuera a dar una mala noticia. Lo que menos quería el de trenzas era tener un hermano martirizado por el dolor de un hijo perdido.

 

— Es que… —empezó a hablar el doctor, moviendo en diferentes ángulos el aparato en el abdomen de Bill para asegurarse de que veía bien. Acomodó sus lentes en acto reflejo y se giró hacia la pareja de hermanos, carraspeó— Vaya que si te embarazaron con ganas, Bill. Espero que aguantes la felicidad de tener un hijo multiplicado por cuatro. —comentó con una sonrisa extraña, no sabiendo qué tan bien o qué tan mal se lo tomaría “la madre”.

 

— ¡¿Quéeeee?! —.

— ¡¿Quéeeee?! —.

 

Gritaron al mismo tiempo los gemelos; Bill casi desencaja la camilla al levantarse salvajemente.

 

— ¿Q-Qu-Qué está… qu-querien… do decir? —Tom no quería escuchar esa confirmación.

 

— Pues que tu hermano tiene embarazo cuádruple, espera cuatrillizos. —Tom y el doctor se quedaron mirando fijo con los ojos muy abiertos.

 

La repentina aura maligna que parecía querer tragárselos les hizo voltear los ojos hacia un Bill con expresión retorcida.

 

— ¡¡Toooom!! ¡Corre por tu vida, maldito engendroo! —y el de trenzas no esperó a una segunda advertencia ya que tenía pegado de los talones a un desquiciado hermano con motosierra en mano (¿?).

 

— ¡¿Pues no que querías un hijo?! —.

 

— ¡Si, pero uno solo! ¡No un batallón! —realmente no se había esperado que Tom fuera tan eficaz.

 

Quería un bebé y luego de que Bill lo violara (¿?) le cumplía el capricho… ¿y ahora venía a quejarse?

 

¡¿Quién entendía a su hermano?!

 

ENDE.

Notas finales:

 

Dejen comentarios fabulosos o cargarán en su consciencia a una autora frustrada y amargada. Agradecimientos de antemano a quienes se pararon a leer, a quienes invirtieron un par de minutos de su valiosa existencia en dejar review y también a los %&!”/Ç? que pasaron de largo el fic… mentira, a esos no les agradezco nada xP.

Besos y reverencias para las lindas lectoras.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).