-Mira, mira, te han traído algo – el viejo gordo con lentes de envoltura metálica salió frunciendo el ceño. Bueno, no era de extrañar, parecía que había nacido así y con fortuna moriría así.
Se levanto, se cambio de ropa, camino con dificultad entre la habitación, el camino estaba lleno de regalos de sus “fans”: la mayoría de ellos… pervertidos.
La cafetería estaba inundada por el olor de la comida rancia y los comentarios de un lenguaje vulgar de todos los presentes. Bueno...Ahora si sabia como era la prisión, tal vez, después de pasar dos meses, esto era algo aburrido y monótono.
Se encontraba mirando a la ventana, bueno, no había mucho que ver: un muro lleno de moho y el poco cielo que se podía ver era oscuro, gris y lúgubre… como su corazón. – Buenos días Syu chan – le dice la linda señorita de sonrisa hipócrita. Que fastidio. –Etto… solo te tomaste UNA Ponta… estas bajo peso – dijo algo preocupada.
- Me gustan las Pontas – le dice con esa dulce sonrisa que ha tenido desde que nació. – Si, pero es que necesitas carbohi… - no pudo continuar, para la sorpresa de todos el chico la golpeo. ¡Malvado destino! ¡¿Qué le habéis hecho a un ciervo tuyo, para que golpeara a esa linda y dulce chica?!
- ¡Me gustan las Pontas! – grito en un tono mucho mas molesto. El nunca gritaba y menos perdía esa hermosa sonrisa en su cara. Pero todo tenía su primera vez ¿no? Llegaron los guardias, lo tomaron del torso. Todo el lugar se lleno de gritos y aplausos. -¡Déjenme! ¡no me toquen! - pero esos neandertales no parecían estar escuchando.
Lo tiraron en la sala. Estaba solo, esa sala era oscura, solitaria, parecía ser la única forma de vida allí. -¡No saldrás hasta reflexionar! – dijeron por el altavoz que había allí. Suspiro resignado. Empezó a sonar una canción de fondo…
“You can stand under my umbrella ella ella eh eh eh…”
Se tapo los oídos con sus manos, no soportaba esa canción. En realidad, el nunca había sido así… pero desde que los funerales aumentaron, el había perdido la cabeza. -¡Odio, odio, odio esa jodida canción! – gritaba frenético. Esos recuerdos… sucios y repugnantes fragmentos de esos días… estaban volviendo…
- Flash Back-
- ¡oí, recoged todas las pelotas! – grito la vieja Sumire Sensei como siempre lo hacia. No estaban los novatos, los titulares asintieron silenciosamente. - ¡Mamushi, apártate!- grito cierto oji morado al chico de la pañoleta. -¡Oblígame! – le grito en defensa propia.
- Ah, ya empezaron ¿ne, Eiji? – le dijo el chico a su compañero de dobles. -¡Hoi hoi! – le respondió con una gran sonrisa. Cierto castaño seguía recogiendo las pelotas, vio una… cuando fue a tomarla su mano se encontró con otra. - ¡oh Echizen! Hola – le dijo en ese tono dulce, con el que le hablaba a su novio, bueno, el era así de dulce.
- Chess, Fuji Sempai – le dijo con una sonrisa arrogante en su cara. –Saa, te dije como me llamaras – le dijo acercándose. – Syu chan, aquí no –dijo el peliverde sonrojado. El mayor dejo salir una risita ante ese gesto. – Oye, hay una fiesta, bueno, vendrá un grupo de música ¡vamos! – le dijo con esa sonrisa tan hermosa. El menor hizo un gesto de molestia. - Vamos Ryo chan, te hace falta salir- le dijo con una carita de cachorrillo, que ni el mismísimo Satanás ignoraría.
- Bueno, iré… pero por ti – le dijo algo conmovido, aunque intento ocultar este gesto. - ¡Que bien! – le dijo dándole un beso en la mejilla, captando la atención de Kikumaru, quien ante la confusión de muchos, les silbo.
La noche callo rápidamente, el club estaba atestado de gente, jóvenes, drogadictos, prostitutas, en fin, era un carnaval lleno de los más extravagantes fenómenos. Entraron y se sentaron en la mesa. – Saa, voy por una bebida ¿quieres algo? – pregunto amablemente. –Ponta – dijo tranquilamente. El mayor se fue, el oji dorado miraba alrededor, tanta gente… seria un milagro salir sin ser violado. Ni por un desconocido o por Fuji, aunque lo ultimo no era tan malo.
-¿Te dejaron plantado? – pregunto alguien detrás de el menor. Volteo y suspiro. – Monkey King… ¿y tu que haces aquí? – pregunto con la misma sonrisa arrogante de siempre. – Nada que te importe, Echizen – dijo tomando asiento- Nee, ¿eres virgen?
¿A que venia esa pregunta? ¿Qué diablos le estaba dando? El mayor estaba comportándose raro, el menor quería darle un solo manotazo y matarlo. No… no podía, había muchos testigos. Suspiro pesadamente. - ¿por que preguntas? – le dijo tranquilamente, como si esa pregunta no fuera nada, pero su cara se había pintado de un rojo carmín. – Ese grupo de allí… - empezó el mayor señalando a la que parecía ser la banda- … me pregunto. – y… ¿Qué les dijiste? – pregunto Ryoma algo nervioso. – Que si lo eras – dijo como si nada.
El menor llevo una mano a su cabeza, ¿Cómo podía ser tan imbécil ese chico? Bueno, después de todo, era el rey de los primates.
- En realidad… - empezó el chico con aires de autosuficiencia -… no lo soy. - ¿A no? – pregunto el mayor sorprendido. El chico tenía apenas 13 y no era virgen. – No. Gracias a Fuji Sempai, por detrás no lo soy – dijo tranquilamente. – No quería saber esa parte – dijo el peli lila molesto. - ¿Sabes? Duele mucho y no me pude sentar sin tener un cubo de hielo en el trasero – dijo sabiendo que lo que decía irritaba al mayor. – Urusei – dijo el chico – viene tu novio, me voy adiós. – El mas pequeño ni lo miro e hizo un ademan con las manos.
- Toma, Ryo chan – le dijo dándole la bebida. – Arigato Syusuke- le dijo tranquilo y relajado. – Saa ya van a tocar – dijo el tensai emocionado.
- ¡Hola, buenas noches! … - dijo el vocalista saludando por e micrófono – Estamos agradecidos por poder venir hasta aquí… Corea. - ¡Esto es Japón! – grito alguien del publico. – Como sea – dijo el del micrófono sonriendo socarronamente – Uno, Dos, Tres…
Todos se movían al ritmo de la música, parecía una clase de revolución o que alguien se había apoderado de ellos. “You had my heart, and we’ll never be in a world apart, maybe in magazines but you still are my star…
Bueno, el menor se estaba aburriendo. Hubo un grito, nadie le tomo importancia, pero siguieron más. El lugar se incendiaba. - ¡Por aquí! – grito Fuji tomando a su novio del brazo y jalándolo. Llegaron a una habitación, había una cama como en un motel ¿Era esto un burdel?
- ¡Fuji sempai, no es momento para lo que estas pensando! – dijo el menor sonrojado. El mayor abrió una ventana, las llamas llamaban a la puerta de la habitación… debían salir. Primero Ryoma y luego Fuji. Estaban a salvo. – Ora, ora ¿daijobou des ka? – pregunto alguien cerca de ellos. Voltearon, era el vocalista con una lata de Ponta en su mano. – Te busque – dijo refiriéndose a Ryoma; se le acerco, lo tomo del brazo y empezó a llevárselo.
- ¡Oe! – grito Fuji molesto, pero por detrás apareció alguien, eran los demás miembros de la banda. Los chicos lo sostuvieron hasta que el jefe dio la señal. - ¡Nos vamos! – grito el vocalista, Todos subieron a la camioneta negra.
El castaño miro a todos lados. - ¿Ryoma? – pregunto mirando como loco. La camioneta se había ido. El lugar exploto, pero seguía paralizado. El chico había perdido la sonrisa tan linda, angelical, la cual había iluminado la cara de sus padres en día que nació.
Empezó a caminar hacia el carro en el que habían llegado. Debía volver a casa y no había tiempo que perder.