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My Dearest King por Yais

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Notas del fanfic:

** Esto es un: ItaDei - SasuNaru y Gaara[aún no me decido]

** Advertencia:

Esta es otra de esas historias que tal vez no les guste o no se lea mucho porque no es el tipo de escritura que generalmente se busca en un fan fiction y mucho menos cuando soy una vaga de las actualizaciones.

Esto irá lento, cada pareja y escena la he pensado – un poco, pero lo he hecho – así que las interacciones entre los personajes, por más extrañas que sean, son necesarias y desarrollaran las pautas que nos llevarán al final.

Esto es para satisfacer los gustitos que generalmente el fandom de Naruto no me da, ósea que tocaré todas mis parejas favoritas – o la mayoría – hasta que lleguemos a las finales que son, evidentemente, el típico SasuNaru e ItaDei – El orden me es irrelevante la verdad pero estoy acostumbrada a escribirlo de esa manera – para Gaara, Lee y Sai – los otros personajes principales – aún no he decidido las parejas finales - He pensado en ese trio que tanto me gusta - ya se verá.

** Más Notas:

Parte 1: Destino

Capitulos 1,2 y 3: Gaara 13 años, Naruto 10 años, Sai 13 años, Sasuke 14 años, Deidara 16 años y Sasori 12 años.

Parte 1.5

Capitulos 4 y 5: Gaara 16 años y Lee 14 años. [Kankuro 19 años, Kiba 18 años, Shino 20 años]

Parte 2: Desastre

Capitulos 6 en adelante: Naruto 16 años, Sasuke 19 años (Casi 20), Sai 19 años, Gaara 19 años, Lee 17 años, Sasori 18 años, Deidara 22 años e Itachi 26 años.  [Neji 20 años, Hinata 17 años, Sakura 19 años, Tenten 19 años]

 

¿Alguien me podría hacer un nuevo resumen? =^o^=

Notas del capitulo:

Advertencias: None

Deidara/Sasori

 

Parte 1

Destino

 

Su nodriza solía decirle que existían muchas cosas que no se podían evitar, el transcurrir del tiempo y la muerte eran un claro ejemplo de ello – Sin embargo, el destino no está tallado en piedra – le recordaba con voz anciana mientras le ayudaba a cambiar sus ropas y él, a pesar de su corta edad, la contradecía diciendo que aquello era una falacia.

 

Deidara sabía que su destino había sido resuelto incluso antes de que él naciera. Su deber y futuro estaban trazados por las líneas que significaban ser el primogénito de los Namikaze, el heredero al trono del reino de Hi no Kuni y la promesa al pueblo de que, como solía decirse en sus tierras, sería portador de la voluntad del fuego.

 

Sus padres, la reina Kushina y el rey Minato, le habían enseñado que ser parte de la familia real significaba defender y amar a su pueblo sobre todo, por eso, siempre supo que su deber era la tinta que escribiría su destino.

 

 

 

 

 

Capítulo 1

 

Nacidos para encontrarse

 

 

 

La distancia existente entre Konoha y Suna correspondía a un viaje en carruaje de 3 días con sus noches. Era un recorrido agobiante si se hacía sin escalas y, a pesar de que la naturaleza ofrecía un paisaje memorable, el calor sofocante de la zona hacia que la situación fuese poco soportable.

 

 El camino era sinuoso y ya entrada la noche lo único que podía escucharse eran los cascos de un grupo de caballos al trote. La mayoría pertenecían al ejército que iba de custodia, pero unos provenían del par de sementales que tiraban de un lujoso choche negro que, en sus costados, lucía bañado en oro el escudo de la familia real de país del fuego.

 

 

 

 Dentro del coche, sentado sobre un cómodo sillón forrado en terciopelo escarlata, Deidara cerró los ojos en un vano intento por despejar su mente y sucumbir al sueño.

 

Frente a él se encontraba su madre, enfundada en un vestido azul añil, con volantes en la base de la larga falda, y un apretado corsé que recordaba la moda actual en su amado país; a su derecha se encontraba su hermano menor, el cual se removía inquieto agregando nuevos pliegues a su pantalón y camisa de lino blanco.

 

–  Naruto cariño pronto llegaremos – Kushina intentó apaciguar al menor de sus hijos posando una mano sobre la pierna que el chico movía de arriba hacia abajo en un tic de desesperación.

 

Fuera el cochero comenzó a silbar una de las tonadas típicas de su nación y Deidara, dentro, intentó seguir el ritmo tocando un piano imaginario al resolver que a pesar de que lograse conciliar el sueño no podría conservarlo por mucho tiempo.

 

–  Pero Madre – Naruto, el joven príncipe que rondaba los 10 años, hizo un puchero – ya no lo soporto, odio al país del viento –

 

Kushina apretó el abanico que antes agitaba a la altura de rostro y se permitió mirar de manera severa a su hijo – No digas semejantes cosas Naruto –

 

– Pero es verdad – giró el rostro y miró por la ventana emberrinchado

 

– Pues tendrás que aprender a amarlo hermanito – Deidara interrumpió su sinfonía mental para molestar al menor – porque con suerte te dejaremos aquí –

 

Naruto entrecerró los ojos y le dedicó una mirada altiva al tiempo que le sacaba la lengua en un gesto infantil e insolente.

 

– ¡Naruto! – Kushina lo amonestó – Te he dicho que no hagas eso –

 

El menor la miró culpable y se encogió de hombros. Deidara hizo una mueca y decidió volver a lo suyo, Naurto y él eran iguales pero 6 años ciertamente representaban un abismo.

 

– Y tú Deidara, te he dicho que no molestes a tú hermano – ensombreció el rostro ligeramente – ya verás que cuando llegué el momento de separarse lo extrañaras –

 

Hicieron silencio, aquella idea resultaba muy densa para los 3 ocupantes del carruaje.

 

– Es sólo una broma madre – el mayor intentó granjearse la complacencia de la mujer y luego lanzó el suspiro que había estado conteniendo – Sólo estoy nervioso por mi compromiso. El cuarto Kazekage ha hablado mucho de príncipe Sasori con padre pero mucho me temo que sea un miembro de la casa real sobre estimado, además creo que es muy joven para mi gusto… no me imagino comprometido con un infante como Naruto –

 

El mencionado hizo un morrito y se contuvo a golpear a su hermano puesto que su madre volvería a reprenderlo – No soy un infante – rumió por lo bajo, él era un perfecto adulto noble de 10 años.

 

Kushina dejo aflorar una pequeña sonrisa – Deidara, Sasori es apenas 4 años menor que tú. Además debes recordar que el objetivo de la visita es presentarse, aún falta tiempo para el enlace. Ya verás que el joven Akatsuna es tan bueno e incluso mejor de lo que te imaginas – ella sabía el significado de un matrimonio arreglado, los nervios que conllevaba y la incertidumbre que causaba creer que aquello no funcionaría.

 

 El rubio recargó la cabeza en el respaldo del sillón, de verdad esperaba que Sasori fuera mejor de lo que imaginaba puesto que tenía una idea muy peyorativa del joven príncipe.

 

 

 

El país del Fuego y el País del viento colindaban al este y oeste respectivamente. Así pues, tiempo atrás, en la época de sus abuelos,  solía haber conflictos entre ambos por mínima que fuese la provocación. La frontera fue durante mucho tiempo un territorio inseguro y lleno de mercenarios o exiliados, un lugar simplemente ingobernable que comenzaron a llamar “El paso del infierno”.

 

Los reyes de ambos países habían decidido dejar morir el lugar y la situación conflictiva habría seguido así de no ser porque, tras una sucesión de hechos desconocida para muchos, el tercer Kazekage decidió exiliar a su hijo menor otorgándole como reino la pequeña parte que correspondía al paso del infierno. La mayoría decía que aquel castigo fue con la esperanza de que el nuevo rey fuese asesinado, sin embargo nadie imaginó que el astuto joven contrajera nupcias con la hija de uno de los mercenarios más influyentes de la zona.

 

Para Deidara, el príncipe Sasori era fruto de un castigo deshonroso y heredero de sangre que era todo menos noble. Sin embargo intentaba no pensar mucho en ello, más cuando su enlace con aquel niño resultaba favorable para su nación y un paso que extendería sus dominios. En unos años, no sólo el país del fuego alcanzaría una extensión mayor al adherir las tierras de Akatsuna, si no que se convertirían en la mayor potencia y aliada de Kaze no Kuni cuando su hermano, Naruto, se enlazara con el primogénito del cuarto Kazekage, el heredero al trono.

 

 

 

 

 

Cuando llegaron al lujoso palacio Deidara ya se mostraba reticente a bajar pero se contuvo a demostrarlo, no así Naruto que lo exteriorizó aferrando los dedos, haciendo símil de garras, al asiento.

 

Kushina inhaló y exhaló hondo antes de, con un jalón de fuerza infrahumana, sacar a su hijo menor del carruaje.

 

Naruto se tambaleó al pisar el adoquín que adornaba el ante recibidor del palacio, pero su madre conservó la gracia que típicamente la acompañaba cuando bajó la escalerilla, ella era una reina de armas tomar pero aparentaba una delicadeza angelical.

 

 

 

- Muy buena tarde tengan y bienvenidos sean a mí morada Reina Kushina, Príncipe Deidara y Príncipe Naruto – Kushina acomodó su largo cabello rojo con una mano mientras extendía la otra para que el cuarto Kazekage, Rey del Pais del fuego, besara su muñeca con una reverencia teatral.

 

- El gusto es nuestro, me place tanto por fin conocer su tan bello y afamado reino – ella reverenció ligeramente y con una mirada disimulada amonestó a sus hijos para que ellos también acompañaran el gesto y saludo.

 

El Kazekage les sonrió y a pesar de que Deidara aguantó bastante bien su mirada escrutiñadora, sin hacer un solo gesto de desagrado, no pudo evitar exteriorizar una mueca enfadada cuando notó como el hombre miraba ávidamente al pequeño Naruto.

 

- Mucho gusto – dejó escapar amargo el rubio mayor. Esperaba que el brillo malsano que cubrió los ojos del rey al ver a su hermano fuese fruto de su imaginación.

 

- Sus hijos, sin duda son herederos de su legendaria belleza – El Kazekage volvió la mirada hacia Kushina – Kankuro estará encantado de conocer al príncipe Naruto – La pelirroja aceptó el comentario con una sonrisa neutra – Pero eso será después, ahora he de suponer que el viaje ha sido cansado así que pasen por favor –

 

 

 

Su madre se adelantó un par de pasos siendo guiada por el Kazekage y Deidara apremió a su hermano a seguir sus pasos tomándolo con firmeza del hombro.

 

No era un secreto para Minato y Kushina que los príncipes de Hi no Kuni eran reticentes al matrimonio con un par de desconocidos. Habían aceptado porque era su deber pero Deidara dejó ver su descontento antes de responder con un simple “Como usted diga padre” y Naruto, por su parte, se había negado tajante.

 

Deidara tenía la hipótesis de que, a pesar de ser el primogénito, sus padres tenían predilección por su otouto. Su madre decía que Naruto necesitaba más atención pues había heredado su carácter obstinado, muy a diferencia del mayor que era un poco más sensato, Minato decía que era ese carácter el que había hecho que se enamorara de su esposa.

 

Así pues, ambos reyes le propusieron al menor que visitara el país del viento cuando Deidara fuese a formalizar su compromiso con Sasori. Si, al volver, tenía razones de peso para decir que el príncipe Kankuro no era de su agrado sus padres revocarían el compromiso. El Kazekage no tenía idea de aquella resolución y si Naruto lograba convencer a sus padres de retractarse del compromiso, los años de diplomacia se irían por el drenaje.

 

 

 

Deidara sonrió melancólico a su hermano que comenzaba a inspeccionar el lugar girando el rostro de un lado a otro – Naruto sólo compórtate – él quería mucho al menor, tanto que no sentía celos a pesar de que, a su parecer, él lo tenía todo más fácil.

 

El pequeño gruñó como respuesta y luego se enserió por completo – sé cuál es mi deber – en ese momento ambos rubios cruzaron la mirada y Deidara tuvo la certeza de que Naruto estaba consciente del verdadero significado de la oportunidad que sus padres le brindaban.

 

 

 

 

 

La tarde pasó rápida. Después de tomar una obligada taza de té en el salón, los sirvientes los condujeron a sus habitaciones para que descansaran y el Kazekage les prometió que conocerían al resto de la familia real cuando llegara la hora de la cena.

 

 

 

Deidara asomó el rostro por la ventana y desde el tercer piso pudo apreciar los amplios jardines del palacio. El clima era un poco más caluroso que en Konoha, la capital del fuego, pero se notaban las corrientes de aire mecer los árboles y hacer ondas en el lago. La luz del sol se estaba apagando pero aún podía apreciar un laberinto de matorrales y  al agudizar la mirada creyó ver a una persona corriendo entre ellos.

 

Podría jurar que aquellos pantalones negros con distintivos naranjas pertenecían a su otouto pero se negó a creerlo y más cuando la figura desapareció tan rápido que pareció que nunca estuvo ahí. Naruto podía ser un niño revoltoso pero en esas circunstancias no podría serlo… tanto.

 

 

 

Decidió despejarse y se lanzó a la cama. La habitación era amplia, pero no tanto como la suya, y estaba adornada con cuadros de los paisajes más bellos del país del viento. La mayoría tenía escrito Suna en cursiva y el rubio no se dio cuenta de que había conciliado el sueño hasta que una sirvienta se atrevió a despertarlo porque la cena estaba pronta a ser servida.

 

 

 

 

 

Cuando comenzaron a servir el banquete todos apreciaron lo sobrio que era. Sin embargo Deidara no le tomó especial atención, pues pensaba que era el momento de conocer a su prometido y tenía la garganta seca.

 

Sabía que Sasori era un niño, menor que él, y que, a diferencia suya, abandonaría su reino para irse a vivir con Deidara. Puede que en comparación con Sasori el rubio no tendría nada de qué preocuparse, pero la verdad era que cruzaba los dedos no sólo porque su consorte fuera atractivo sino también inteligente, daba su colección de arte entera para que lo fuese.

 

A la mesa estaban sentados su hermano, su madre, el Kazekage y un chico castaño rojizo que antes habían presentado como Kankuro. Había una silla vacía a la derecha del último y el Kazekage la fulminó con cierto enfado antes de hacer un gesto severo a una de las sirvientas, que no necesitó palabra alguna para interpretar lo que el Rey quería.

 

- Tendrán que disculpar la espera, pero mi hijo debe haber olvidado lo importante que es ser puntual –

 

Kushina se decantó por esbozar otra de sus bellas sonrisas -  Nos dará tiempo para comenzar una pequeña platica. No imaginaba lo mucho que habías crecido Príncipe Kankuro – Se dirigió al joven y este respondió con un gesto de cabeza pero no pudo hacer más porque en ese instante las puertas del comedor se abrieron y por ellas atravesó un niño de cabello rojo sangre y ojos verdes un tanto apagados

 

– Disculpen la tardanza – reverenció y su mirada vagó rápido por todos, salvo a su padre al que le rehuyó, hasta que sorprendido se detuvo sobre Naruto, el cual respingó levemente.

 

- Siéntate Gaara – El Kazekage no parecía muy feliz por su retraso y el joven miró hacia el suelo avergonzado al tiempo que ocupaba un asiento – Mi segundo hijo – presentó el rey como si nada y con un gesto los sirvientes comenzaron a servir la comida.

 

 

 

Deidara se sintió un poco desorientado. Por un momento creyó que aquel chico era su prometido, pues parecían rozar la misma edad y características, pero no lo era ¿Acaso no era en la cena cuando lo conocería?

 

Su pregunta fue resuelta cuando, entre platos, el Kazekage comentó que Sasori llegaría de su reino a Suna la mañana del día siguiente. Al parecer había sufrido algunos contratiempos en su viaje y estaría ahí justo antes del desayuno.

 

 

 

Deidara hizo una mueca disimulada, comenzaba a agarrarle manía.  “Otra noche que no dormiré bien” pensó y lo confirmó tiempo después cuando Naruto se escabulló en su dormitorio alegando que había fantasmas cerca de su habitación.

 

 

 

 

 

 

 

El sol de mañana lo desoriento y más la habitación que no parecía ser la suya. Naruto se había removido mucho en la cama, haciendo que conciliara el sueño ya muy entrada la noche y logrando que por su rostro surcaran notables ojeras.

 

- Naruto despierta – Lo removió empujándolo del hombro, pero como respuesta el pequeño se enredó entre las sabanas

 

- No tteba – Naruto se resistió a la insistencia de su hermano con una mueca – Dei nichan aún es temprano –

 

El mayor se llevó una mano a la frente. Él sabía que era temprano pero debían alistarse, sin embargo ver dormir al menor lo animó a dejarse caer en la cama y adormilarse de nueva cuenta entre el calor y la suavidad de la seda. ¿Su desconocido prometido habría llegado ya?

 

 

 

Pero no, el jovencito no había llegado y el ánimo interno de Deidara era lo que correspondía a una bomba.

 

Llegada la sobremesa Kushina platicaba llenando el silencio que sus hijos no se molestaban en cubrir. Deidara prefirió irse a su lugar feliz y no lamentarse porque no podía continuar con la escultura que había dejado a medias, pensaba que pasados todos esos días la inspiración desaparecería y jamás podría terminarla. Por otro lado Naruto parecía más interesado en mirar fijamente al hijo menor del Kazekage.

 

El pelirrojo tenía un aspecto sombrío y a su alrededor había un aire tétrico. Tal vez para el pequeño Naruto, que siempre iba rodeado de un halo de felicidad, aquel comportamiento era muy extraño e interesante.

 

- Naruto Kun – Kankuro esbozó una ligera sonrisa cuando el menor deshizo su mirada sobre Gaara y la posó en él - ¿Te gusta montar?, hoy teníamos programada una cacería pero parece que la presa principal se escapó antes de tiempo – hizo un ademan con la mano para desechar el suceso – sin embargo podríamos ir a conocer los terrenos si te parece –

 

El rubio asintió ligeramente con la cabeza – Me gusta montar y quiero conocer los jardines – Kankuro se mostró feliz ante la aprobación – Pero quiero que él nos acompañe – elevó la mano y sin pudor señaló a Gaara que sólo atino a mirarlo fijo, bastante serio.

 

- ¿Gaara? – el castaño se mostró ligeramente sorprendido – Me parece bien si le apetece, de igual forma no pretendía que paseásemos solos ¿A su majestad Kushina san y Deidara san les apetecería acompañarnos? –

 

- Claro - los ojos de la pelirroja brillaron en emoción por poder estirar las piernas

 

- Muy bien entonces, yo los dejo en manos de mi hijo que sé podrá portarse a la altura. Me gustaría acompañarles pero me temo que asuntos urgentes lo evitan – el Kazekage se levantó de la mesa y el resto acompañó el gesto.

 

 

 

Atravesaron los pasillos y pronto llegaron a la parte trasera que dejaba ver los jardines que Deidara antes había apreciado desde la ventana.

 

- Yo – el rubio se detuvo llamando la atención del resto – No me encuentro con ánimos para hacer el recorrido, los espero – y sentó en una de las sillas que, frente a una mesilla, estaban a la sombra en el jardín.

 

- Esta bien -  dijo Kankuro – Pero si cambia de opinión no dude en pedir un caballo – señaló al mozo que había llevado los animales.

 

- Claro – Deidara acomodó su cabello en un gesto que hacía semejanza a su madre.

 

 

 

Cuando los 4 caballos desaparecieron de su vista Deidara se permitió recargar la cabeza en la mesa frente a él e intentó dormitar para recuperar el sueño perdido. Podrían considerarlo adicto pero ahora necesitaba sentir arcilla entre sus manos.

 

 

 

- … h…hace un bonito clima ¿No es así? – Deidara respingó ligeramente perdiendo el estupor que había logrado adquirir

 

- No, no lo es – no tenía la intención de levantar la cabeza. Aquella voz pertenecía a un joven pero no se le hacía conocida e incluso aunque lo fuera no tenía ánimos para la formalidad.

 

- No lo hace – fue un susurro y Deidara creyó escuchar reproche en ello ¿Acaso estaba corrigiendo su forma de hablar? – Yo… ¿Podría sentarme a su lado? –

 

- ¿Puedes? – pensó en un desquite sutil y cuando escuchó algo parecido a un resoplido no pudo evadirlo y levantó la cabeza.

 

 

 

Cuando cruzó la mirada con la persona frente a él descubrió que era un chico, unos cuantos años más joven y a pesar de haberse sentado pudo intuir una estatura por mucho inferior a la suya, no supo porque pero de pronto sintió como si le hubiesen dado un tirón en la base del estómago. Por un momento la mente se le puso en blanco y lo único que atinó a hacer fue perderse en aquellos ojos caoba y apreciar los cabellos rojos del chico que caían semi revueltos a los lados de su rostro.

 

Sintió que el aire se le iba cuando el niño frente a él coloreo su rostro con un ligero carmín.

 

- Deidara – se presentó el rubio extendiendo la mano para poder tomar la del otro entre sus dedos

 

Pudo ver como el chico sonreía nervioso – Sa…Sasori – y las tres silabas fueron una bendición a los oídos de Deidara

 

- Mucho gusto de poder conocerte al fin – y al besar su mano sintió como el menor se estremecía

 

- Igualmente… su majestad –

 

 

 

Se sonrieron de vuelta y Deidara pensó que aquello era muy gracioso. Amor a primera vista ¿Quién lo diría?

 

 

 

 

 

Estuvieron mirándose un par de segundos hasta que Deidara animó la plática volviendo al tema del clima.

 

Al parecer la tardanza del pelirrojo se debía a que su carruaje se había atascado y como aún no desayunaba le sirvieron una pequeña merienda en la mesilla, el rubio para acompañarle degustaba un té y galletas.

 

 

 

Al platicar el rubio descubrió que Sasori era todo lo contrario a lo que imaginaba. Era joven sí, pues rondaba los 12 años, pero poseía una inteligencia notable y era capaz de abordar una conversación interesante, Deidara podía leer en sus ojos el alivio del joven al ver que él también podía hacerlo.

 

 

 

- Debes conocer los terrenos ¿No es así? – Deidara quería estirar las piernas y lanzó la pregunta en cuanto Sasori cambio ligeramente de posición en la silla

 

El pelirrojo asintió – No parecen haber cambiado mucho –

 

- Pues espero que no – El rubio se paró y extendió la mano para ayudar a Sasori a incorporarse – Porque desde que lo vi me apetece adentrarme en aquel laberinto –

 

El pelirrojo le dirigió una mirada un tanto nerviosa pero luego sonrió y comenzaron la caminata hacia la entrada.

 

 

 

Deidara comprobó que los caminos no era elaborados, sería muy difícil perderse y más cuando cada ciertos metros había una estatua como referencia.

 

 

 

-  Ésta – señaló la figura de mármol frente a él – es bastante hermosa – su voz denotaba la más pura admiración y Sasori dirigió la mirada también el pedazo moldeado

 

– Le gusta Ma… Deidara San – desde el principio el pelirrojo se había sentido cohibido en su presencia y parecía que aún no lo superaba. La diferencia en tamaño de sus reinos era abismal, más había que tomar en cuenta que una vez se enlazaran el reino de Sasori dejaría de existir y pasaría a ser parte de Hi no kuni.

 

- Así es – sonrió el rubio condescendiente – los detalles son – llevó la yema de su dedo por todo el perfil del mármol – perfectos – el gesto del rubio era tan puro, tan bello que Sasori no pudo más que asentir. Era verdad, era perfecto – Sólo que es una verdadera lástima – Deidara arrugó ligeramente la nariz y el pelirrojo salió de su ensimismamiento

 

- ¿A qué se refiere? Majestad – Deidara sopló aire al escuchar de nuevo como usaba esa forma tan impersonal de hablarle, pero decidió omitirlo.

 

- Sus ojos – señaló deteniéndose a la altura de los recién nombrados – en ellos se puede ver el deseo del artista, sus mirada dice que quiere ser eterna –

 

Sasori abrió sus iris verdaderamente sorprendido, ¿Deidara podía descifrar el deseo del artista con solo mirar su obra? –  ¿De verdad? – Preguntó escéptico y el rubio asintió - ¿Por qué eso es una lástima? –

 

- Porque – Deidara dejó de admirar la estatua y centró toda su atención en el pelirrojo, que por ese instante olvidó que se sentía nervioso, la curiosidad en el menor a sus siguientes palabras era tal que el rubio no pudo evitar sentirse satisfecho, Sasori era sin duda su prometido – el verdadero arte no debe hacerse pensando en la eternidad –

 

El pelirrojo no lo pudo evitar y frunció el entrecejo, aquel estamento era de lo más absurdo – perdone majestad pero lo que está diciendo es una incoherencia – su voz fue igual de suave que antes pero ahora había firmeza y seguridad

 

Esa vez fue Deidara el que se sorprendió – ¿Cómo dices Sasori kun? –

 

- El arte – Miró a la estatua decidido – está hecho para ser eterno, para expresar la belleza que jamás cambiará, sin importar el tiempo y el espacio. La prueba física de su existencia y que ha de ser venerada –

 

- Venerada – Deidara imitó el tono de voz de Sasori – Yo soy venerado y no soy eterno – se enserió y el pelirrojo se atrevió a mirarlo confundido. - ¿Estás diciendo entonces que solo lo eterno merece ser venerado? que alguien como tú… como yo no lo merece – Sasori se sobresaltó no tenía respuesta a aquello y el corazón comenzó a latirle con rapidez.

 

Deidara dio un par de pasos hacia el pelirrojo y éste retrocedió – Majestad yo no… no quise decir algo como aquello, ja…jamás cruzó por mi cabeza que… –  no podía entender en qué momento se permitió contradecir al rubio

 

El ojiazul tenía un gesto serio que solo lograba que el menor no supiera como redimirse, pero él más que enfadado se sentía entretenido, así que cuando Sasori ya no pudo huir más de él lo tomó de la barbilla.

 

El pelirrojo cerró los ojos instintivamente, la respiración se le cortó y Deidara sonrió haciendo que sus labios hicieran contacto.

 

Fue suave, fue corto, tan bueno que al momento de separarse la sensación se le hizo tan efímera. Avergonzado bajó la mirada y en la privacidad que le dio el gesto se mordió el labio inferior.

 

- Eso – Deidara se sentía satisfecho por haber logrado la reacción que buscaba en su compañero – es arte – Sasori volvió la mirada hacia el rubio y el mayor pudo apreciar su expresión con mejillas arreboladas – aquello que es tan perfecto que no puede durar eternamente. Nada debe, de hacerlo se haría banal y perdería todo lo que lo hace especial –

 

Sasori no supo que decir y aún perdido en el momento se llevó una mano a la boca -… si fuese eterno, sería perfecto… – la voz le salió del alma y tras darse cuenta de lo que había dicho su rostro se coloreo aún más.

 

Deidara se impresionó de nueva cuenta y sonrió deleitado con la imagen del chico frente a él. Tomó su mano – respeto tu opinión, pero espero que cuando llegue el momento de desposarte hayas cambiado esa idea tan errónea que tienes y puedas apreciar el verdadero arte – y besó el dorso de su muñeca.

 

El pelirrojo arrugó la nariz ligeramente y no pretendiendo ser muy brusco retiró la mano – espero lo mismo de su majestad –

 

Quedaron en silencio unos instantes hasta que Deidara volvió la vista a aquella estatua que había originado el debate entre ellos – Tu pasión me fascina Sasori – era tan sincero que no permitía que Sasori saliera del azoro – esperaré con impaciencia el momento de nuestro enlace –

 

 

 

No hacía falta que él contestar a aquello, su gesto y ojos brillantes llenos de esperanza y adoración decían que él también lo esperaba.

 

Eso era Amor a primera vista… una vez más ¿Quién lo diría?

 

 

 

 

Notas finales:

Ésta fue mi primera apreja favorita en el fandom de Naruto O,o... seee no fue el SasuNaru ¡POr KaMI NO! XDDDD.

Nos vemos pronto... espero ¬¬U

¿Alguna sugerencia para el nombre del papá de Gaara y Kankuro?, es que ahora no era "muy" relevante pero para el próximo chap si.


Capítulo 2:  Sálvate, ya no te fallaré

Gaara&Naruto  +   Kankuro


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