Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Deseo Profundo por _Islander_

[Reviews - 57]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Era una hermosa noche verano. Desde la ventana de su habitación, Zero Kiryuu, observaba el estrellado cielo nocturno, con nostalgia, pero al mismo tiempo, tratando de mantener su siempre frío semblante. Ni tan siquiera en la soledad de permitía el lujo de parecer débil.

Reinaba un silencio total en la ahora vacía academia Cross. El verano se había llevado a todos los alumnos, a algunos de ellos, para siempre.

Aún se preguntaba por qué seguía allí. No estaba claro que la escuela volviese a abrir sus puertas después de lo ocurrido, y su trabajo ahí ya había terminado. De todas formas, y por motivos que él desconocía, todavía había algo que lo ataba a ese lugar. Por eso permanecía en él. Pero ¿Por cuánto tiempo?

Con un suspiro de resignación se aparto de la ventana y de la agradable brisa que entraba por ella. Casi de forma mecánica, se sentó sobre el sillón para seguir meditando que sería de él a partir de ese momento. La asociación de cazadores de vampiros aún lo avasallaba con cartas y constantes visitas, casi suplicando que volviera con ellos al servicio activo. Incluso su antiguo maestro se lo propuso antes de partir, pero él todavía no había dado una respuesta. Muy en el fondo de su ser sabía que tarde o temprano debía volver a su trabajo de cazador, pues ese era su destino y para lo que había sido creado, pero aún tenía que poner demasiadas cosas en orden en su vida, así que, por el momento,  aquello debería esperar. Pero ¿Esperar a qué? ¿Qué era lo que estaba esperando? Un rostro vino a su mente, seguido de un nombre: Yuuki. Su imagen, y su recuerdo, aún estaban demasiado presentes en él. Tan solo había pasado unas pocas semanas desde su partida. Unas pocas semanas desde aquella promesa final, donde juraron volver a encontrarse para ponerle punto y final a todo. ¿Se liberaría de aquello que lo atormentaba llegado ese momento? ¿Serían capaces de hablarse abiertamente antes de que todo acabase? Los sentimientos que profesaba hacia esa muchacha ni siquiera estaban claros, pero lo que sí sabía era que había algo que los unía. Algo que iba más allá de la sangre. Y si de algo estaba seguro era de precisamente de eso. Y de que Yuuki también sentía lo mismo. Ahora solo quedaba aclarar las cosas. Esclarecer que eran exactamente esos sentimientos.

Se llevo una mano, con pesadez, a la cabeza. Aún había demasiadas cosas que lo atormentaban por dentro, y eso, lo único que hacía, era suscitar su otro grave problema. Un problema que, infelizmente, había creído superado. 

Se sentía mareado, aquella horrible sensación de debilidad y sed había vuelto, pocos días antes, a atenazarle desde dentro. ¿Por qué? ¿No se suponía que eso ya había quedado atrás? ¿Acaso no había superado aquel estigma? ¿No se había sobrepuesto a aquella horrible necesidad propia de la maldición que lo había atrapado? Preguntas y más preguntas. Y ni una sola respuestas ni nadie que pudiese darlas. Nadie capaz de poder solventar aquel caudal irrefrenable de cuestiones que atenazaban sin piedad su ya debilitada mente. Sí, se sentía débil. Tanto física como emocionalmente. Aquella horrible sed bajaba también sus defensas psíquicas, engrandeciendo cualquier problema que atormentase su mente. Haciendo que, incluso la cosa más pequeña e irrisoria, pareciese algo de dimensiones desproporcionadas. Y si, como en el caso de Zero, los problemas ya eran grandes, se convertían pues en un tormento anímico.

De forma inconsciente, su mano se deslizo por el interior del bolsillo de su pantalón, extrayendo aquella pequeña caja negra que contenía las tabletas de sangre. La  miro, con repulsión. No quería tener que volver a depender de aquel repugnante remedio. Pero se sentía cada vez más débil, y aquello sumado a las cábalas que atormentaban su maltrecha mente estaban, literalmente, destrozándolo por dentro.

Abrió la caja y observo aquellas pequeñas tabletas. La necesidad era muy grande, pero el rechazo también.

Finalmente, con un desesperado gruñido, las lanzó al otro lado de la habitación. Vencería aquella nefasta e imperiosa necesidad él solo ¿Pero cómo? Ni Yuuki ni Kaname, cuyas sangres eran las únicas capaces de saciarle plenamente y darle un más prolongando control sobre sí mismo estaban allí ¿Qué haría?

Desesperado, enterró su rostro entre sus manos. Ni tan siquiera el director se encontraba allí en esos momentos. Aunque de estar tampoco hubiese podido ayudarle demasiado, no al menos más allá del apoyo moral, el cual, en aquellos momentos de suma desesperación, incluso Zero habría agradecido. Estaba totalmente solo con su dolor.

-¿Me pregunto cuánto aguantarás?

Aquella voz hizo que se le cortase la respiración. La conocía muy bien, al igual que su presencia y su olor.

Alzo, poco a poco, la mirada para encontrarse con Kaname Kuran dentro de su habitación, junto a la ventana abierta.

-Tú necesidad puede sentirse a kilómetros –dijo el castaño, con aquella neutralidad y deje de soberbia que tanto le caracterizaba.

-¿Qué haces tú aquí…? –Alcanzó a preguntar Zero, casi ahogado por la necesidad, ahora acrecentada al sentir el aroma de la sangre de Kaname tan cerca de él.

-Tan solo vine a ver cómo estaban las cosas por aquí. Supongo que he llegado a sentir algo de morriña por este lugar.

Zero logró dibujar una retorcida sonrisa.

-¿Puede un vampiro sentir morriña? –Pregunto, con maliciosa suspicacia, más su voz temblaba-. O mejor dicho ¿Puede el señor de los vampiros tener algún tipo de sentimiento?

-¿Acaso no tú no estás sintiéndote atormentado? –El tono de Kaname no había variado lo más mínimo a pesar del evidente ataque por parte de Zero.

-Yo no soy un vampiro –escupió el peligris.

-Tu necesidad de sangre dice lo contrario.

Ante este último comentario, Zero se puso en pie, furioso. Y a pesar de que, en un principio, estuvo a punto de perder el equilibrio debido al mareo, lo cierto era que ahora se sentía bastante mejor. Tal vez una pelea con Kaname mantuviese su mente ocupada, olvidando así su lucha interna y su necesidad de sangre. Y ya de paso, le serviría para ir zanjando algunos de los asuntos que había dejado pendientes. Ya se había prometido a sí mismo que la próxima vez que se encontrara con aquel sujeto sería la última. Tal vez ese momento hubiese llegado ya.

-No he venido aquí a luchar –le informó Kaname, con calma.

-¿A qué has venido entonces?

-Te lo he dicho. Solo quería saber cómo estaban las cosas por aquí.

-Los colegios acostumbran a estar cerrados en verano. Es una costumbre humana, no me sorprende que no estés enterado –dijo Zero con un evidente matiz de sarcasmo.

Por su parte, Kaname sonrió.

-Eres muy gracioso, pero el sarcasmo no te va –volvió a adquirir su neutro semblante-. Quería hablar con el director.

-El director no está aquí. Ha ido a hablar con las asociaciones de vampiros y de caza vampiros con la idea de iniciar un nuevo curso con el mismo objetivo que el anterior. Como comprenderás, ahora que los de la clase nocturna os habéis ido ya no tiene mucho sentido mantener este centro abierto.

-Entiendo.

-¿Por qué no te dejas de tonterías? –Zero le escruto con una mirada de odio, y Kaname pareció no entender que ocurría-. Tú mejor que nadie sabrías si el director estaría aquí o no. Sabías de sobra que estaba yo solo ¿Qué es lo que quieres? –Lanzo aquella última cuestión casi como una amenaza.

Y una vez más Kaname sonrió.

-Es cierto, sabía que aquí solo estabas tú. Pero no te he mentido. Quería hablar con Kaien Cross, pero no tarde en sentir tu agonizante presencia y decidí pasar a ver como estabas.

-¿Entonces has venido a burlarte de mí?

Con furia, Zero retrocedió un paso, con intención de llegar al cajón de su mesa de noche, donde guardaba su pistola. Pero la voz de Kaname le hizo detenerse.

-¿Acaso te crees tan importante? –Dijo, con altanería.

Zero no contestó, pero seguía fulminándolo con la mirada. Se moría de ganas de coger su pistola y acabar con él, pero de lo que no tenía intención alguna era de iniciar una discusión. Pronto, acabaría con todo aquello. Pero antes, había algo que necesitaba saber.

Dudo. Dudo de preguntar a aquel sujeto. Pero puede que aquella fuese su última oportunidad de saber y, tal y como se encontraba en ese momento, tampoco le importaba mucho lo que Kaname pudiese decirle.

-¿Cómo esta ella? –Preguntó, finalmente.

Kaname agacho levemente la mirada, dibujando una pequeña sonrisa.

-Has tardado mucho en preguntar.

-Vete al diablo.

-Está bien. No te preocupes. Sé cuidar de ella.  

Aquella respuesta no le había sentado nada bien al peligris, pero tampoco dijo nada para demostrarlo.

-Bien.

Había sido una cuestión de mera curiosidad. Yuuki ahora era un vampiro, y nada le ataba a ella, salvo aquella promesa. No tenía derecho a querer saber más. Agacho la mirada.

Pero Kaname, que podía ver más allá del inescrutable rostro del cazador, pudo advertir su melancolía. Aunque, conociéndole, no hacía falta mirarle para saberlo.

-Ella no deja pensar en ti –añadió el vampiro, captando de nuevo su atención.

Zero le miro, sorprendido.

-¿De verdad?

-Yuuki es mi hermana, compartimos un vínculo mucho más fuerte de lo que crees. Soy muy consciente de lo que pasa por su mente. Y tú estás presente en todo momento en ella –dio un paso hacia él, alertando al cazador-. Por eso vine hasta aquí. Aunque ahora es diferente.

Zero le miró, sin entender.

-¿A qué te refieres?

-Mientras sigas con vida, estarás presente en la mente de Yuuki, atormentándola.

Alzó una mano que apuntó directamente a Zero, que se puso en guardia de forma instintiva. Pero aquella tensión desapareció al ver que la mano de Kaname temblaba ligeramente. Finalmente, el vampiro, bajo la mano y suspiro.

-Eso es lo que pensé al principio –dijo-. Pero ahora que te he visto… Sé que si acabo contigo solo acrecentare su dolor. Y sé que ella no me lo perdonaría jamás.

-¡¿Entonces qué quieres?! –Explotó Zero, cada vez más furioso por aquella incómoda situación.

Kaname dio otro paso hacia él, desabrochándose uno de los botones de su camisa, descubriendo así su cuello. Ante aquel gesto Zero retrocedió.

-Ayudarte –contestó el castaño-. No tengo intención alguna de que volváis a encontraros. Pero tampoco puedo permitir que entres en el nivel A. O será como si te hubiese perdido.

-¡Aléjate de mí! –Ordenó Zero, en un tono casi gutural, debido a la mezcla de odio y la sed, ahora creciente, por la proximidad del desnudo cuello de Kaname.

El deseo y el rechazo volvían de debatirse en su interior, y eso estaba volviéndole loco.

-No seas estúpido ¿A cuántas personas crees que permitiría beber de mi sangre? ¿Eres consciente de lo afortunado que eres? Ya te lo dije una vez, esto solo lo hago Yuuki. Vamos –dio otro paso hacia él, haciendo que este retrocediera otro-. Sabes muy bien que mi sangre puede solventar tu dolor.

-¡Mentira! –Gritó Zero, sorprendiendo, momentáneamente, a Kaname-. Tú mismo dijiste antes de irte que aquella sería la última vez que nos veríamos. No estás haciendo esto por Yuuki. Y ya conozco tu forma de actuar. Me controlaste durante demasiado tiempo y me usaste para tus fines. Si de algo estoy seguro es de que siempre haces las cosas por un motivo. Así que dime –se detuvo un momento, para recuperar el aliento después de aquel arrebato de furia. La sed lo estaba agotando por momentos-. ¿Qué quieres?

Kaname lo observo durante unos segundos con asombro. Pero finalmente, y tras otro suspiro, volvió a abrocharse el cuello de la camisa.

-Como quieras –atravesó la estancia, seguido por la atenta y desconfiada mirada de Zero-. Voy a quedarme aquí un tiempo –declaró, cuando su mano tomaba el pomo de la puerta-. Si no te importa, ocuparé la habitación de Yuuki –añadió antes de que Zero pudiese decir nada-. Es la que está junto a la tuya. Así, si cambias de opinión, estaré cerca.

Volvió la cabeza, mostándole a Zero una altanera media sonrisa. Este por su parte le dirigió la más desdeñosa y amenazadora de sus miradas.

-Vete al infierno…

Sin borrar su sonrisa, Kaname salió de la habitación.

Con un gruñido, Zero volvió a hundirse en el sillón. De ninguna manera permitiría que aquel indeseable se quedase allí. Bastante tenía ya con sus propios problemas como para encima tener que lidiar con la presencia de Kaname. Presencia que, además, aumentaba, sin que él pudiese evitarlo, aquella incesante sed. No, desde luego no permitiría que permaneciese allí. Pero ahora se sentía demasiado exhausto como para hacer nada. Trataría de dormir un poco. Con suerte, todo aquello no habría sido más que una provocación por parte del vampiro y al día siguiente se habría marchado.

Se levanto, con pesadez, de su asiento, y prácticamente se arrastro hasta su cama, donde se dejo caer, con pesadez. Se sentía verdaderamente agotado, pero aquella insoportable sed no le permitiría dormir. Sentía una fuerte presión en el pecho, su garganta estaba seca, y un asfixiante calor lo abochornaba. ¿Cuánto duraría aquello? ¿Cuánto soportaría aquel insufrible tormento hasta sucumbir, finalmente, ha sus instintos? Ahora no tenía a nadie para ayudarle. Y aquella sensación de total vulnerabilidad solo acrecentaba su malestar físico.

Apretó la almohada con fuerza entre sus dedos. Sentía la presencia de Kaname en la habitación de al lado. Tan solo una simple pared les separaba. Casi podía sentir el fluir de la sangre del castaño por sus arterias, y eso estaba enloqueciéndole. Le maldijo. Le maldijo una y otra vez. Maldijo su presencia, su persona y sus retorcidos propósitos, fuesen cuales fuesen. ¿Por qué ha venido? ¿Por qué le ofreció su ayuda? ¿Y por qué lo torturaba de esa manera? Odiaba tener que estar haciéndose preguntas constantemente, pero al menos así su mente trabajaba y no se detenía a pensar en el punzante dolor que estaba sintiendo. Si de una cosa estaba seguro era de que Kaname tramaba algo. Que fuese lo que fuese lo que quería de él estaba relacionado con su cruzada personal para ser el más grande de los vampiros. Pero ¿Qué más podría buscar? Ya lo tenía todo.

Continuó, durante bastante tiempo, debatiéndose entre aquellos insoportables dolores, pero finalmente el sueño le venció, y calló dormido.

A la mañana siguiente los rayos del sol que se filtraban por la todavía abierta ventana le despertaron. Se incorporó y se palpó el pecho. Su presión había descendido, y lo cierto era que se sentía mucho mejor. Tal vez eso fue todo lo que necesitaba, dormir. Descansar un poco se maltrecha mente. Desde que Yuuki se había marchado con los de la clase nocturna apenas había dormido correctamente ninguna noche, y finalmente el cansancio acumulado le pasó factura.

Se levanto de la cama y de desperezó. La noche anterior se había quedado dormido con la ropa puesta. Decidió tomar una ducha y bajar a desayunar algo. Se sentía bastante débil.

Cuando paso junto a la antigua habitación de Yuuki, de camino al baño, no sintió la presencia de Kaname al otro lado de la puerta, pero sabía que el vampiro seguía allí. La luz del sol ya no le suponía ningún problema asique puede que incluso se hubiese dado el lujo de salir al exterior. Zero pensó que con suerte no tardaría en marcharse, y de no ser así él mismo lo echaría de allí a patadas. Al fin de cuentas, ahora se sentía mucho mejor.

Se sumergió en la tina y dejo que el agua tibia relajase sus músculos. Permaneció un buen rato en el agua, relajando su mente. Vaciándola de cualquier pensamiento hasta el punto de que por un instante nada perturbo su ánimo.

Cuando salió de la bañera, ahora totalmente relajado, como hacía bastante calor se puso tan solo la ropa interior y decidió bajar a desayunar antes de vestirse, aún con el pelo mojado.

Su sorpresa fue grande al encontrarse en la cocina con Kaname, perfectamente arreglado, como de costumbre, con una cafetera en la mano.

-Buenos días –Saludo, con una leve sonrisa.

-¿Qué diablos haces tú aún aquí? –Fue la poco educada respuesta de Zero.

-¿No te lo dije anoche? Voy a quedarme aquí un tiempo.

-No, no lo harás, no te quiero aquí. Si no te largas te echaré yo mismo.

-Sigues siendo un mal educado –suspiró el castaño. Le mostró la tetera-. ¿Quieres un café?

Zero le fulminó con la mirada. ¿Pero qué se proponía?

-¿Es que no me has oído? Lárgate de aquí.

Kaname le mantuvo la mirada durante unos segundos, pero finalmente la agachó, dibujando en su rostro un evidente gesto de molestia.

-No voy a marcharme, Zero, más vale que vayas haciéndote a la idea.

-Estas equivocado –respondió el peligris, aparentemente ahora más calmado-. Eres tú quien no lo entiende. Vas irte de aquí por las buenas o por las malas.

Kaname sonrió, pareció haber querido reprimir una carcajada. Zero no sabía si molestarse por aquella altanera actitud de superioridad o sorprenderse, pues nunca había visto sonreír a Kaname de manera tan natural, hasta ignoraba que fuese capaz de mostrar tales gestos faciales. Puede que eso fuese lo único en lo que se parecían, en que ambos nunca daban señales de humanidad.

-Lo siento, Zero –hablo de nuevo Kaname-. Pero no pienso moverme de aquí. Y tú no vas a poder hacer nada.

-¿Quieres apostar? –Rebatio el cazador, en tono retador.

-¿Crees que Yuuki te lo perdonaría si me mataras?

-Lo siento, pero ya no me importa lo que pueda pensar Yuuki. Es un vampiro. Y algún día, también tendré que acabar con ella – aquellas últimas palabras salieron bastante forzadas de su boca. Era más que evidente que a Zero le dolía tener que decir aquello, lo cual hacia que resultase muy difícil que aquella amenaza pudiese parecer veraz.

Por su parte Kaname volvió a sonreír.

-Entiendo. ¿Y qué harás cuando hayas acabado con todos nosotros? No te quedará nada. Y el hecho de acabes sucumbiendo a tu sed es algo que, por mucho que te obceques en negar, acabara sucediendo. En el fondo lo sabes ¿Qué harás entonces cuando todo termine? ¿Quitarte la vida antes de convertirte en una bestia incapaz de razonar o controlarse?

-Eso no es algo que deba preocuparte.

-Muy bien.

Con toda la despreocupación del mundo, Kaname se sirvió una taza de café.

-No te lo repetiré otra vez –amenazó Zero.

-Relájate –fue la simple respuesta del castaño, que se llevo la taza  la los labios para dar un trago. 

Furioso, Zero se lanzó a por él, pero antes de que se diese cuenta estaba contra la pared. El antebrazo de Kaname le oprimía la garganta, mientras que, con la otra mano, bebía de su taza, con total tranquilidad.

Zero usaba sus dos manos para intentar zafarse de aquel agarre que le estaba cortando la respiración, pero era inútil. Los músculos de Kaname no cedían lo más mínimo ¿Tan fuerte se había vuelto? O mejor dicho ¿Tanto se había debilitado él? Se suponía que ahora era el cazador definitivo, y ahora no solo su sed de sangre había vuelto, sino que además sus fuerzas estaban mermando enormemente ¿Qué le estaba ocurriendo?

Finalmente Kaname le liberó de su presa. La rodillas de Zero se flexionaron, vencidas por el peso, y en hundió en el suelo, frotándose el cuello y tosiendo.

Kaname le observaba desde arriba, con gesto impávido.

-Te estarás preguntando qué te pasa. Porque tus fuerzas desaparecen y porqué tu sed de sangre ha vuelto.

Le dio la espalda y fue de nuevo hasta le mesa, tomando la cafetera y sirviendo otra taza, la cual acercó al otro extremo de la mesa, dando a entender que era para Zero.

Por su parte, el cazador, con esfuerzo, se puso en pie. Aún respiraba agitadamente, y le dirigía a Kaname miradas de absoluto odio. El castaño le mantenía la mirada, pero al ver que Zero seguía manteniendo las distancias y que no tenían intención alguna de hablar con él dio un suspiro.

-Vamos, siéntate y te contaré lo que te sucede.

Y aunque le llevo un tiempo decidirse, finalmente, Zero se acercó y tomó asiento, frente a él. Sin dejar de mirarle con sumo odio y total desconfianza.

-¿Qué es lo que sabes? –Preguntó, por fin.

Kaname sonrió, complacido.

-No es algo complicado de explicar, estoy seguro de que tú mismo te habrás dado cuenta de lo que pasa. De cómo tu lado vampiro trata de emerger nuevamente de tu interior.

-Pero eso no tiene sentido. Se suponía que me había librado de ese estigma. Que me había convertido en…

-¿El cazador definitivo? –Concluyo Kaname la frase-. Sí, es cierto. Pero no olvides que tú no fuiste mordido por un vampiro normal. Además fue mi sangre la que completo tu transformación, y ahora mismo, es la sangre vampírica más fuerte, por lo que, aplicada a ti, resulto ser un arma de doble filo. Te dio fuerza, sí, pero también acentuó tus actitudes de vampiro.

-¿Quieres decir que esto es culpa tuya? –Pregunto Zero, cada vez más furioso.

-No te equivoques. Tu ya estabas marcado por un vampiro, de no ser por mí ahora mismo estaría muerto o alimentándote de gente inocente, y lo sabes muy bien. Lo único que se podía hacer por ti era controlarlo, y solo yo podía hacerlo de manera eficaz. Pero debes entender que para la condición de vampiro no existe cura. Ya deberías haberlo aprendido.

Zero bajo la mirada, apretando un puño. Presa de la furia y de la impotencia.

-¿Entonces no hay nada que hacer?

-Tan solo controlarlo –ante esta revelación por parte de Kaname, Zero volvió a enfocarlo, con desdén-. Con mi sangre. Tal y como hiciste anteriormente.

Aquello era lo Zero sabía que él contestaría, y lo que, desde luego, no estaba dispuesto a hacer.

-Me niego –dijo entre dientes-. Puede que antes acabase bebiendo finalmente de tu sangre o de la de Yuuki para calmar mis ansias. Pero eso se acabo. No volveré a probar la sangre de nadie.

-Sigues equivocándote –tercio Kaname, con suma calma-. Ya no te servirá cualquier sangre, ni la de los vampiros mayores. Ni siquiera la de Yuuki.

-¿Qué?

Zero le miró entre atónito y asustado.

-Te has vuelto muy fuerte. Tu sangre también se ha vuelto muy fuerte. Por lo que, el mal que llevas dentro también se ha hecho fuerte. Solo una sangre fuerte puede lidiar con tu problema ahora.

-¿Qué quieres decir?

-Solo mi sangre puede ayudarte. De igual manera que fue ella la que completo tu trasformación es ahora la única que puede mantener tu integridad.

Hubo un momento de silencio tras el cual Zero sonrió, con cansancio.

-¿Eso era todo? –Pregunto, ahora aparentemente más calmado.

-Sí, eso era todo –respondió Kaname.

-Bien –su rostro volvió a cambiar de repente, volviendo a mirar a Kaname con profundo odio-. Entonces, lárgate de aquí.

Kaname pareció sorprenderse, como si no creyese lo que acababa de escuchar.

-¿Es que no has oído lo que te he dicho?

-Perfectamente, y ahora quiero que te vayas.

-No aguantarás sin mi sangre.

-Ese no es tu problema.

Resultaba imposible entrar en razón con el cazador, y a pesar de estar perdiendo la paciencia Kaname trato de seguir mostrándose lo más calmado posible.

-¿Por qué rechazas mi ayuda?

-¿Y tú por qué me la brindas?

-Ya te lo he dicho, esto es por…

-¿Por Yuuki? –Le interrumpió Zero-. Déjate ya de tonterías. Los dos sabemos que eso no es cierto. Sé que te importa mucho Yuuki, pero no creo que eso sea ningún impedimento para que acabases como conmigo. Podrías inventarte mil y una escusas, convencerla de que fue un accidente o en defensa propia. O, en un caso extremo, incluso manipular su mente para que piense lo que tú quieras, como ya has hecho en otras ocasiones.

Ante ese último comentario Kaname pareció molestarse.

-Yo jamás he manipulado la mente de Yuuki, ni sus sentimientos. Y creo que tú eres el menos indicado para hacer ese tipo de acusaciones.

Zero estuvo a punto de levantarse y partirle esa cara de soberbio que gastaba, pero se contuvo.

-¿Qué quieres decir con eso?

-Si alguien ha alterado y confundido emocionalmente a Yuuki ese eres tú.

Mil comentarios para refutar aquello acudieron a la mente de Zero, pero ya estaba cansado de todo aquello. Como bien se dijo a sí mismo antes, no tenía intención alguna de discutir con ese sujeto. 

Tomó aire, tratando de relajarse.

-Di lo que quieras, no tengo intención de discutir contigo. Ni tampoco me interesan las intenciones por las que quieres ayudarme porque no pienso aceptar tu ayuda. Ahora vete de aquí. De lo contrario subiré a por mí pistola y te puedo asegurar que uno de los dos morirá.

Con un nuevo suspiro Kaname se puso en pie.

-¿Estás seguro de esto? –Ante aquella fulminante mirada, como muda respuesta, por parte de Zero. Kaname vio que no podría hacer más-. Está bien –dijo mientras caminaba hacia la puerta. Pero, de igual manera que hizo la noche anterior, se detuvo cuando su mano tomó el pomo de la puerta-. Una última cosa –giro la cabeza para mostrarle su sonrisa a Zero-. ¿No te encuentras mejor esta mañana?

De nuevo silencio por parte de Zero. Y sin decir más, Kaname se marchó de allí.

Zero dio un largo suspiro y se levanto para volver a su habitación y vestirse, deseando no tener que volver a ver a Kaname Kuran. 

Notas finales:

Gracias por leer, espero que os haya llamado algo la atención. Pronto actualizare. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).