Por que era dulce, maravilloso y casi mágico, por que el sabor de sus labios era perverso y deseado; era … Simplemente, lo más delicioso que hubiese probado nunca y algo que estaba seguro jamás podría ser comparado con nada ni con nadie. Y su perfumado y fresco aliento golpeteó con la suavidad de una pluma los labios rojos y carnosos del otro, y sus manos acariciaron, suave y pausado, la esbelta figura de aquel ser que tanto amaba, que tanto codiciaba y que jamás, podría suplir con nadie por que siempre había sido así, por que el único que estaba y estaría siempre en su corazón era él y sólo él y se odió, de golpe y de repente, se odió por que no era justo, nada justo lo que hacía. Y de repente las lágrimas corrieron por sus ojos sutilmente mientras sus brazos se aferraban a aquel cuerpo inconsciente.
– Perdóname, perdóname por favor. Sabes que te amo, ¿verdad?, siempre lo he hecho y eso no va a cambiar nunca – Por que su voz era un susurro desesperado y lleno de necesidad, por que, muy en el fondo, no podía creer aquello que había hecho. ¿Por qué?, ¿Qué había pasado para que todo hubiese acabado así?, las cosas se habían desarrollado de una forma turbulenta pero eso no quería decir que también acabasen igual por que simplemente, no podían … ¿Verdad?. Y entonces la verdad le golpeó de forma certera y punzante como una hoja al rojo vivo, quemando su corazón de una forma dolorosa pero verdadera y entonces, muy suavemente, miró a la persona que yacía entre sus brazos, más pálida que de costumbre y de nuevo, se odió, por que le amaba, más que a nada, más que a nadie y verlo en ese estado sólo hacía que su culpa y su dolor incrementasen – Despierta, te lo ruego, te necesitamos … Te necesito – Y aquel suave susurro fue de repente una verdad aplastante que le hizo abrir los ojos como platos mientras las lágrimas descendían de nuevo por aquellos ojos chocolates y sus brazos inconscientemente apretaron aquel suave cuerpo entre sus brazos buscando poder darle un poco del calor perdido. Y maldijo, maldijo por que la ambulancia aún no estaba allí, maldijo por que todo había sido culpa de ellos y maldijo también por su inmadurez, por querer ser siempre el que se burlase de los demás y el que obtuviese el premio – “Pero ahora el premio está entre tus brazos, debatiéndose entre la vida y la muerta, ¿era a ésto a lo que querías llegar?” – Y su conciencia atacó, severa y voraz, recordándole lo que había hecho – “Lo que todos habíamos hecho” – Se dijo, tristemente, mientras apretaba más al cuerpo entre sus brazos y sentía como los demás gritaban de forma histérica, buscando todo aquello que pudiese servirles hasta que llegasen los paramédicos y la ambulancia.
Y de repente su cuerpo tembló entre espasmos de llanto, no pudiendo contenerlo por más tiempo y dejando que aquel llanto desgarrado se hiciese de su cuerpo, moviendo, también, aquel cuerpo que yacía entre sus brazos, y le miró, le miró y besó sus labios de nuevo, sintiendo el amargo sabor del dolor en aquellos fríos labios – Vamos Hyung, tienes que volver, despierta por favor. Ya pronto vendrá la ambulancia, pronto … P-pronto te pondrás bien – Y aquello acabó en un doloroso gemido mientras llevaba una de sus manos a su boca, intentando acallar aquellos ruidosos sollozos que escapaban de su garganta – Tenemos que detener la hemorragia, es lo único que podemos hacer – Y aquella voz varonil le hizo voltear la cabeza mientras veía como se acercaba con pequeñas lágrimas en sus bonitos y rasgados ojos; parpadeó y el mayor ya estaba ahí, con vendas y gasas y una botella de alcohol y vio como éste cogía una de las ensangrentadas muñecas de la persona que tenía entre sus brazos y como, con sumo cuidado y adoración, limpiaba la sangre de sus heridas, aquellos hilitos rojos que descendían sin cesar de ambas muñecas y él, queriendo hacer lo mismo, dejó con mucha suavidad aquel grácil cuerpo en el frío suelo del baño y con la misma dedicación y cariño empezaba a lavar la otra muñeca para, seguidamente, poner un poco de alcohol en una gasa y enrollarla alrededor de la herida del durmiente. Observó, además, como el hombre a su lado ya había acabado y ahora se dedicaba a acariciar con mucha suavidad y con todo el amor y adoración del mundo el rostro pálido y frío del hombre inconsciente sobre las frías losillas del piso – ¿Se pondrá bien, verdad? – Preguntó con un hilito de voz al mayor, mirándole mientras se mordía el labio inferior con fuerza y apretaba sus manos hasta convertirlas en puños. Se sentía tan impotente ahora, que no sabía que hacer. El mayor le miró y, muy suavemente, se acercó a sus labios, a esos labios dulces y deseables que poseía el menor. Los besó pausadamente, con amor – Se pondrá bien, no te preocupes, por que todos sabemos muy bien que él es fuerte … J-JaeJoong es fuerte, ChangMin – Dijo el mayor entre suaves sollozos, temblando levemente ante aquel pequeño pero desgarrador llanto que se había formado en su garganta y el pequeño le abrazó, le abrazó con fuerza mientras ambos se acurrucaban a ambos lados del castaño, intentando darle calor con sus cuerpos – Esperemos que tengas razón, YunHo Hyung – Susurró el menor, viendo de reojo como los paramédicos habían llegado y JunSu y YooChun se acercaban con ellos, ambos hechos un mar de lágrimas y totalmente desesperados. Los dos más altos se pararon y ayudaron a los paramédicos a que pudiesen poner a JaeJoong en la camilla y así transportarlo a la ambulancia. YunHo abrazó a ChangMin mientras JunSu hacía lo propio con YooChun, todos se vieron y salieron apresurados con los paramédicos para poder ir dos en la ambulancia y otra dos en alguno de los coches.
YunHo tomó sus cosas, pasando las llaves a JunSu pues el moreno de largo flequillo no estaba en condiciones de conducir y ChangMin parecía que en cualquier momento le iba a dar una crisis nerviosa así que ChangMin y YooChun serían los que acompañarían a JaeJoong en la ambulancia “Si tan sólo nada de ésto hubiese pasado, ¿por qué lo hicimos, maldita sea, por qué?” Se preguntaba el líder una y otra vez mientras todos, DBSK y paramédicos, desaparecían por la puerta envueltos en desesperación.