Diez meses. Habían pasado diez jodidos y aburridos meses desde el fin de la guerra. Al enfrentar a Madara junto a Naruto, se le perdonó su traición. Y tras un comienzo un poco accidentado, debido a un mal entendido con unos ANBU (no tenía nada que ver la mala leche marca Uchiha), la vida poco a poco se normalizó. Cayeron, en una monotonía muy parecida a la que tenían cuando todos eran genins. Naruto, con su cabezonería de serie, acabó integrándolo si o si, en su viejo grupo.
Era por ese motivo era que ahora se encontraba en aquella casa, celebrando el cumpleaños de uno de sus antiguos compañeros. No recordaba cual. Bah! ¿Qué importaba? El solo estaba allí por el dobe. Había insistido tanto para que fuera…. Había puesto uno de sus famosos pucheros y… ¡¿Cómo negarse?! Por favor, que no se diera cuenta de lo que provocaba ese puchero o toda la aldea estaría en problemas. Si sería capaz hasta de hacer que Kakashi dejara el Icha Icha!!!! Bueno es verdad, sólo dejaría de leerlo en la calle… pero de todos modos sería un gran avance!!!!!
Con una botella de cerveza se alejó del barullo rumbo al jardín. Ah! Paz y tranquilidad! Dió un trago a su bebida mientras recorría con la vista el hermoso lugar. A su derecha, entre un árbol cercano y la propia pared de la casa; divisó un bulto. Al sentir su chakra, lo reconoció al instante. ¿Qué demonios hacia el Hyuga escondiéndose en un lugar como ese? Se miraron en silencio.
-Sa-Sasuke-kun… - le llamo una voz desde el interior. Él se giró.
-Mmp? – respondió a Hinata
-¿Has vi-visto a Neji-kun?- arg, esta niña era irritante.
-No- si el Hyuga se escondía, sus motivos tendría, pensó el Uchiha.
Salio al jardín y se acercó al otro muchacho.
-Gracias – murmuró el propietario de Byakugan.
- Mmp – fue la seca respuesta de Sasuke.
Silencio. Un cómodo y refrescante silencio les envolvió, bueno si no tenemos en cuenta el eco de la música que escapaba de la casa. Un movimiento rápido a su izquierda les puso en guardia pero, al distinguir unas risas se fundieron con las sombras. Así no los encontrarían.
Y allí, ante sus atónitos ojos, aparecieron dos ninjas. Bueno… eso de que eran dos… la verdad lo descubrieron con gran esfuerzo porque ellos ponían todo su empeño en ser uno solo. Se besaban con pasión y violencia, brazos y piernas se enredaban sin control, haciendo su avance errático. Al separase para poder coger aire, los dos espías se quedaron en shock. Oh! Por Kami-sama!! Kakashi e Iruka !!
El más alto acarició la mejilla al menor y murmuró “vamos a casa”; el otro sonrió tiernamente. Se besaron esta vez con ternura, antes de desaparecer en un pufff!!! y dejar tan solo una nube de polvo.
-son afortunados - murmuró Neji con melancolía
-son correspondidos- susurró Sasuke bajando la mirada
-aun así… son afortunados por poder estar juntos- suspiró el pájaro enjaulado.
El último de los Uchiha giró la cabeza para observar al otro con el ceño fruncido. ¿No podía estar con la persona que quería aun siendo correspondido? ¿Por qué? ¿Por deber? ¿Por honor? Hyuga… deber… honor… La mente de Sasuke funcionaba a toda velocidad. Responsabilidad… él era el heredero de la rama secundaria, por lo tanto tenía responsabilidades. Entre ellas casarse y asegurar la continuación de dicha rama. Espera un momento, eso era herederos…
-Elegiste a un hombre…- concluyó en voz alta Sasuke.
Un asentimiento fue lo único que obtuvo de Neji.
- Tu también… - contesto devolviéndole la mirada.
En ese momento, recordó el azabache que estaba frente al genio de los Hyuga. Lo había descubierto y eso no le hacia ninguna gracia. Él no estaba acostumbrado a estar en desventaja. Por eso repasó lo que sabía de sus compañeros, recordó el comportamiento del muchacho que tenia delante con cada uno de ellos, pensó en cómo ellos se relacionaban con él. Sonrió arrogante.
- Nara Shikamaru… - anunció el dueño del sharingan.
- Uzumaki Naruto…. – respondió el otro.
Silencio de nuevo. Una media sonrisa adornó la cara de Neji mientras alzaba su bebida, ofreciéndola para un brindis. El otro miró la botella, sin dejar de sonreír, y la golpeó con la suya, entendiendo la ironía de sus respectivas situaciones. Ahora, ambos, sabiéndose comprendidos apuraron su bebida de nuevo en silencio.