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Eternal connection por Kurenai_no_Angel

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Notas del fanfic:

Hacía mucho que no publicaba por aquí aunque no dejé de escribir. Esta serie me fascinó desde que la vi (hará un año o así) y la pareja GilxOz siempre me pareció super tierna. Asi que ahora me ha dado por verla otra vez, me han invadido unas nuevas ganas de escribir sobre estos dos xD Solo espero que os guste y que si me dejáis críticas, que sean constructivas ^^

Notas del capitulo:

Como ya sabéis, a mi solo me pertenece la "imaginación" puesta en esta historia. Los personajes le pertenecen a sus respectivos autores, al igual que la serie. Gracias por leer.

-¿Qué crees que tendrá tan ocupada a Alice?- preguntó Oz de repente.

 

 

Estaban sentados en el jardín de la casa de la familia Bezarius, a la sombra de un árbol. Gilbert descansaba apoyado sobre el tronco con los ojos cerrados y a su lado estaba Oz pensativo.

 

 

-No lo sé, solo se me ocurre que se esté pegando atracones de carne.- contestó sin darle demasiada importancia.

 

 

Oz sin embargo seguía dándole vueltas al asunto. Solamente la veía a la hora de la comida y cuando la preguntaba le evitaba. Después volvía corriendo con Sharon, la cual estaba pasando unos días con ellos, junto a Break. “Es agradable estar con todos”, pensó Oz. En ese instante, una hoja cayó sobre su nariz. Al alzar la vista gritó.

 

 

-¡¡Oz!!- Gilbert se incorporó rápidamente mirando a todos lados, hasta que escuchó a su amo reírse a carcajadas.

 

-Break, no me des esos sustos apareciendo tan de repente.- dijo Oz entre risas.

 

 

El susodicho saltó de la copa del árbol cayendo justo delante de Gilbert, lo que provocó que se sobresaltara.

 

 

-¡Break! ¿No puedes presentarte como una persona normal?- le recriminó.

 

-Vaya. Si lo hago dejaría de ser yo y eso sería… problemático… Gilbert-kun~… deberías ser más considerado conmigo, ¿no?- dijo guiñándole un ojo.

 

 

Cuando Gilbert iba a responder, Oz intervino.

 

 

-Break, ¿a que se debe tu visita?

 

-Oh, es verdad, se me olvidaba. Creo que estáis interesados en lo que Alice está haciendo, ¿me equivoco?

 

-A mí no me importa mucho lo que haga el estúpido co…- la mirada de Oz hizo que Gilbert se callara.

 

-Bien- continuó- La señorita Sharon la está ayudando para ser una señorita.

 

-¿Qué Sharon-chan está haciendo qué?- preguntó Oz sorprendido.

 

-Le está enseñando a Alice-kun como ser una señorita- repitió como si no lo hubiera entendido.

 

-Me da pena, tiene un gran trabajo con ese estúpido conejo- dijo Gilbert colocándose el sombrero.

 

-Iré a buscarla para que me lo explique. Esto es muy raro en Alice y me tiene interesado.- echó a andar en dirección a la mansión.

 

-Break, ¿sabes realmente lo que se propone el conejo?- preguntó Gil un poco preocupado que temía saber la respuesta.

 

-Quiere conquistar a Oz-kun, claro- respondió tranquilamente.

 

-¿¡Qué!?

 

-Vaya, parece que hoy todos estáis un poco alterados.-comentó sonriente.- Está enamorada de Oz (aunque ella no lo sabe del todo) y le ha pedido a la señorita que le ayude para agradarle.

 

-¿Por qué no se lo dijiste a Oz?

 

-Es mejor que lo descubra él solito- dijo entre risas.

 

-¡Oz! ¡Oz!- gritó mientras corría para alcanzarle.

 

-Emily, vamos, te compraré unos pasteles- dijo a su muñeco mientras también se alejaba de allí.

 

-No seas mentiroso, los dos sabemos que luego te los comerás tú- replicó.

 

 

Break sonrió.

 

 

-Tengo ganas de ver como… se soluciona esto…-susurró mirando a Gilbert a lo lejos correr.

 

 

 

Cuando Gilbert alcanzó a Oz, este estaba espiando por una rendija de la puerta de una de las habitaciones. Al verle sonrió y posó un dedo en los labios de su sirviente para que se mantuviera callado. Dentro, Alice resoplaba sin parar.

 

 

-Sharon, estoy es demasiado para mí- se sentó en el suelo con cara de cansancio.

 

-Debes sufrir si quieres conseguir el corazón de Oz- contestó amenazante con su abanico.

 

-Mi… ¿corazón?...- susurró el aludido detrás de la puerta.

 

-Pero Sharon… Oz nunca se fijaría en mi de ese modo, para él solo soy su Cadena- puso morritos.

 

-Con más motivo tienes que esforzarte. Tienes que conseguir que te vea como su amada- dijo emocionada.- Y yo te ayudaré.

 

 

Oz se apartó de la puerta un poco confuso.

 

 

-Alice… ¿está enamorada de mí?

 

 

Gilbert no sabía que responder. Se sentía un poco incómodo y por alguna razón, molesto. Le inquietaba el saber que estaban intentando conquistar a Oz.

 

 

-A… a Alice le gusto…- una sonrisa iluminó su rostro.

 

 

Gilbert agachó la mirada. Notaba que las lágrimas iban a brotar de un momento a otro de sus ojos y no entendía el porqué de ese sentimiento. Le hería el hecho de haber visto esa sonrisa en Oz, esa… ¿felicidad?

 

 

-Oz… a ti… ¿te gusta Alice?- se atrevió al fin a preguntar.

 

 

Oz le miró aún sonriente. Gilbert no sabía si tomarse eso como un sí. Solo tenía ganas de salir corriendo y encerrarse, dejar de ver esa sonrisa en su cara.

 

 

-¿Quién sabe?- se giró hasta quedar enfrente de la ventana y miró el cielo distraído aún con esa expresión en su rostro.

 

 

Gilbert también dio media vuelta y se fue por el lado contrario. No se veía capaz de soportar de nuevo esa sensación de angustia. Escuchó a Oz llamarle pero no hizo caso. Solo quería irse de allí. Cuando llegó a las escaleras para subir a su cuarto, se chocó con alguien.

 

 

-¡Ouch!

 

-¿Estás bien? ¡Ah! Ada, eres tú- dijo al reconocerla.

 

-Gilbert-kun. Lo siento, yo…

 

-Tranquila, fue culpa mía. No iba atento.- se disculpó acariciándola el pelo. Lo hizo de manera automática, pero al instante se dio cuenta de que eso solo lo hacía con Oz y se sintió un poco raro.

 

 

Ada se agachó y recogió algo del suelo.

 

 

-Veo que lo sigues llevando- sonrió con nostalgia mientras sacudía el sombrero negro.

 

-Sí, no me lo he quitado ningún día- respondió mientras se lo cogía de las manos.- Bueno, me tengo que ir-se disculpó con una sonrisa y continuó su camino.

 

 

Ada se quedó dónde estaba y le vio mientras se alejaba.

 

-¿Por qué Gil?... ¿Por qué mi hermano y no yo?...- susurró cabizbaja.

 

 

Gilbert llegó a su cuarto y cerró la puerta con un golpe. Se quitó el sombrero y la chaqueta, dejando ambas cosas tiradas en la cama. Se encendió un cigarro y comenzó a pasear nervioso por el cuarto. ¿El conejo enamorado de Oz? ¿Una Cadena enamorada de un humano? Era paradójico que alguien que le estaba matando poco a poco tuviera ese sentimiento. Gilbert no podía entenderlo. ¿Y Oz? ¿Acaso la correspondía? Era todo muy confuso. Le dio una calada a su cigarrillo.

 

 

No entendía porque su pecho ardía y dolía de solo pensarlo. Era como una presión que no le dejaba respirar. Se sentía mareado. Apagó el tabaco contra el suelo enfadado y agitó la cabeza. No sabía que le estaba pasando. Se tumbó en la cama y sin darse cuenta se quedó dormido. Le despertó un sonoro estruendo proveniente del pasillo. Se levantó asustado y fue hacia la puerta. Al abrir vio a Sharon jadeando.

 

 

-Oz…- dijo sin aliento.

 

-Sharon, ¿qué pasa? ¿Qué le pasa a Oz?

 

-Oz-sama… se fue… con Alice- tosió.- Una Cadena apareció y se fueron. Me dijo que te avisara.

 

-Maldición- susurró.

 

 

Regresó dentro, cogió su cazadora, su sombrero, abrió el cajón de su cómoda y cogió también la pistola.

 

 

-¿Sabes dónde está esa Cadena?

 

-No, pero salieron hace escasos diez minutos, todavía puedes alcanzarlos- dijo con una mano en el pecho e intentando tranquilizar la respiración.

 

 

Gilbert echó a correr todo lo rápido que pudo.

 

 

-“Oz, espero que estés bien.”

 

 

Saltó los escalones de dos en dos. Al abrir la puerta principal se dio cuenta de que todo estaba nublado.

 

 

 

 

Oz estaba arrodillado en el suelo. Esa Cadena era más fuerte de lo que parecía y a Alice se le estaba resistiendo. Se sentía débil y le costaba respirar. Pero no podía detenerse ahora. No podía rendirse o Alice no se lo perdonaría nunca. En ese momento, B-Rabit se estrelló con un edificio de un golpe que le dio la Cadena y parecía no poder moverse.

 

 

-¡¡Alice!!

 

 

Suspiró aliviado cuando vio que se movía y volvía a la carga.

 

 

-¡Como te atreves a hacerme esto a mí, basura!- gritó furiosa mientras blandía su enorme hoz contra la Cadena.

 

 

Consiguió darle un buen golpe a su enemigo y eso hizo que Oz volviera a resentirse y gritara de dolor. Parecía que el pecho le iba a estallar en mil pedazos. Sudor frío le recorría la piel. Era como si algo le estuviera destrozando por dentro. B-Rabit cada vez estaba más cansada, así que su energía la adquiría de Oz.

 

 

-Gil…- dijo con la garganta seca.- G…Gil…- lo único que deseaba ahora con toda su alma es que él estuviera a su lado. Con él se sentía protegido, como si diera igual lo que pasara a su alrededor que él estaría allí.

 

 

Como si sus deseos hubieran sido escuchados, escuchó como gritaban su nombre entre las sombras y el polvo que se elevaba de la batalla.

 

 

-¡¡OZ!! ¡¡OZ!!

 

 

Su negra silueta apareció a su lado con plumas flotando alrededor. Con el pelo revuelto y esa mirada dorada parecía un verdadero ángel, algo que no pasó desapercibido para Oz. En cuanto vio a su amo se arrodilló al suelo y le abrazó.

 

 

-Oz, ¿estás bien?- preguntó angustiado.

 

 

Pero no fue capaz de responder porque la voz de Alice le reclamó.

 

 

-Oz, lo siento. Tiene un fragmento de mis memorias- le dijo mientras esquivaba un golpe de la Cadena.

 

-¡Estúpido conejo!- gritó Gilbert enfadado.- Oz está en las últimas, no puedes seguir luchando de esa forma. Esto tiene que acabar ya, ¿no te das cuenta? Está muy débil.- Oz tosió.

 

-Estoy bien…- trató de levantarse pero perdió el equilibrio.

 

-¡Oz!- le sujetó.

 

-Gil, tranquilo. Todavía puedo aguantar un poco más- sonrió.- No voy a dejar a Alice en la estacada.

 

-Pero… Oz…

 

 

Gilbert no pudo terminar porque se oyó un agudo chillido. La Cadena había conseguido herir a Alice en el brazo derecho y sangraba abundantemente. Oz también sintió en dolor en su propio brazo y se lo agarró con fuerza. Gilbert le cogió por detrás preocupado. La batalla tenía que acabar y tenía que hacerlo ya. Daba igual.

 

 

-Oz, por favor…-suplicó Gilbert que no soportaba verle así.

 

-No… no puedo…- jadeó.- Yo…

 

 

De nuevo Alice gritó. Apenas podía defenderse. Oz la miró aterrorizado.

 

 

-Alice… Alice…- comenzó a avanzar a donde ella se encontraba.- ¡¡¡¡ALICE!!!!

 

 

Una potente luz roja le rodeó y un viento zarandeó al enorme conejo que recobró toda su energía. Entre aquel resplandor, Oz se había incorporado del todo y en sus ojos relampagueaba el valor y sus ganas de salir adelante. Alice, con fuerzas renovadas, volvió al ataque. Gilbert miraba a su amo atónito. Le seguía sorprendiendo la capacidad que tenía para desbloquear por completo todo el poder de B-Rabit en situaciones de peligro. El conejo sangriento esta vez venció a la Cadena enemiga con un solo movimiento y recuperó un trozo de memoria en el que aparecía ella junto a Jack.

 

Cuando Alice se des transformó, Oz cayó desmayado en los brazos de Gilbert que le cogió con todo el cuidado del que fue capaz. Alice se acercó corriendo.

 

 

-¡Oz! ¿Está bien?

 

-Sí, solo está exhausto. Alice deberías ser más responsable. Si ves que la Cadena a la que te enfrentas es más fuerte tú no deberías iniciar una batalla. ¿No te das cuenta que eso solo perjudica a Oz? ¡Conejo estúpido!- la regañó.

 

 

En vez de discutir, como acostumbraban, Alice agachó la cabeza y murmuró un “Lo siento”. Gilbert llevó a Oz en brazos hasta la mansión seguido de la chica. No le quitó ojo en todo el trayecto a su amo. Cuando al fin llegaron, le llevó hasta su habitación y le depositó en la cama. Rehusó de la ayuda que le ofrecían para tratar a Oz y se encargó él mismo de todo. Le desvistió con delicadeza para meterle bajo las sábanas. Al quitarle la camisa, se fijó en su pecho. Con horror comprobó que a la manecilla de su reloj solo le quedaba un avance más para completar la vuelta completa. Oz estaba a punto de ser tragado por el Abismo. Otra vez. O eso, o moriría.

 

Gilbert se sintió desfallecer. Intentó tragar saliva pero no podía. Tenía un nudo en la garganta y en el estómago. Sentía como si el corazón le hubiera dejado de latir. Iba a perder a su amo de nuevo. Eso era demasiado de lo que podía soportar. Y lo peor de todo es que Oz no le había dicho nada. ¿Cómo había sido capaz de ocultarle algo así? Apretó los puños de rabia. No sabía que podía hacer para salvarle y si le perdía, de seguro se moriría. No concebía la vida sin él. Él era su todo. Tenía que hacer algo para evitarlo, pero ¿qué? La única opción viable que veía era matar a Alice. Así el contrato se anularía. Pero sabía perfectamente que Oz jamás le permitiría algo así. Por lo tanto todo se reducía a dos: salvar a Oz matando a Alice y que este le odiara de por vida o resignarse a perderle. Cualquiera de las dos las detestaba. Además, ¿sería capaz de vivir sabiendo que su pequeño amo le odiaba? ¿Era eso mejor que perderle, esta vez para siempre? Estaba muy confuso.

 

 

Cogió una silla y la puso al lado de la cama. Pensaba estar todo el rato al lado de Oz hasta que despertara. No se movería de ahí. Tenía miedo incluso de cerrar los ojos por si al abrirlos, descubría que la cama estaba vacía. Al final, el cansancio pudo con él y acabó dormido a los pies de su amo.

 

 

 

 

Cuando Oz despertó, habían pasado ya dos días, aunque él no lo sabía. La habitación estaba completamente a oscuras, solo iluminada débilmente desde el exterior, por lo que dedujo que sería bien entrada la noche. Notó un peso en la parte inferior de su cuerpo. Tanteó con las manos y se encontró con algo sedoso. Sonrió. No hacía falta ser muy listo para saber de quién se trataba. Le acarició con ternura. Era increíble hasta qué punto llegaba su fidelidad. Oz le tenía un gran aprecio y cariño. Habían estado juntos desde pequeños. Todavía recordaba todas sus trastadas y como Gil tenía que defenderle ante la señorita Kate. Echaba de menos esa vida tranquila y divertida a su lado. Aunque también tuviera su lado malo, Gil hacía que todo fuera simplemente perfecto.

 

 

Una especie de ronroneo salió de los labios de su sirviente. Como Oz ya se había acostumbrado a la oscuridad, vio como sus ojos se abrían adormilados. Al darse cuenta de que le estaba acariciando el pelo, suspiró de satisfacción y se quedó un poco más en esa posición, disfrutando del momento.

 

 

-Oz…- susurró.

 

-Gil, ¿cuánto tiempo llevo así?- preguntó sin dejar de mirarle.

 

-Llevas dos días en cama. Me alegro de que despertaras.- respondió entre bostezos.

 

-¿Has estado todo este tiempo conmigo?- preguntó un poco tímido.

 

-Eh… sí…- desvió la mirada. Por suerte, debido a la poca luz, Oz no se fijó en el rubor que le tiñó las mejillas.

 

 

Oz sonrió para sus adentros. Aunque no quería reconocerlo, eso le producía cierta satisfacción y felicidad. Ni siquiera en estos momentos le dejaba solo. Gil era increíble.

 

 

-Oye… Oz…- titubeó. No sabía cómo abordar ese tema tan delicado.

 

-Dime, Gil- su voz sonaba tan dulce…

 

-Tu pecho…-continuó sin mirarle.- ¿Por qué me lo ocultaste?

 

 

-¿Mi pe…?- se llevó la mano al sello instintivamente. No se había dado cuenta de que estaba sin la camisa. Se incorporó hasta quedarse sentado entre quejidos.

 

-No me dijiste que la manecilla estaba tan avanzada.- Gil también se levantó. Su rostro estaba serio.

 

 

Oz encendió la lamparita de su mesilla.

 

 

-Lo siento. No quería preocuparte.

 

-¿Cómo quieres que sea capaz de protegerte si me escondes cosas como estas?- Gil se levantó de la silla enfadado.- Intento hacerlo lo mejor que puedo, pero Oz, no ayudas nada. No haces más que complicar las cosas.

 

 

Oz no contestó. Agachó la cabeza y aferró las sábanas con las manos, estrujándolas.

 

 

-Lo siento Gil…- su voz era apenas un murmullo.

 

-Oz, yo… no sé cómo hacerlo…- Gil parecía destrozado. Se volvió a sentar dónde estaba antes y se tapó la cara con las manos.- No quiero perderte Oz, no quiero perderte otra vez…- dijo en un sollozo ahogado.

 

-Gil…- le cogió de una mano y le empujó un poco hacía él. Gilbert un poco sorprendido se dejó hacer. Aún más sorprendido quedó cuando Oz le abrazó con ternura. Enterró su rostro entre los brazos de su amo y respiro profundamente. Reconocería ese olor en cualquier parte. Solo de pensar que perdería algo así hacía que su corazón se partiera en mil pedazos.

 

 

Tragó saliva para evitar llorar. Si tuviera que morir, elegiría ese instante. Se sentía feliz tan solo de tener a Oz de esa forma. Gilbert también le rodeó con sus brazos y le miró a los ojos. De nuevo Oz sonreía. Y esta vez no lo hacía falsamente. Sonreía de verdad, porque quería sonreír, de felicidad. Gilbert no pudo soportarlo más y las lágrimas brotaron de sus ojos. Agachó la cabeza para que Oz no le viera, pero él se lo impidió.

 

 

-No pasa nada, Gil.- dijo bajito y aún sonriente.- Todo estará bien, te lo prometo- le levantó el rostro y le rozó las mejillas con cariño.

 

 

Gilbert se acomodó entre los brazos de Oz y se desahogó, mientras le tocaba el pelo. Al rato se quedó dormido, con los mofletes rojos y mojados. “Está adorable”, pensó Oz. También se quedó dormido abrazándole.

 

 

La mañana les sorprendió sin que se enteraran. El primero en darse cuenta de que ya era tarde fue Gilbert. Se separó con cuidado de su amo tratando de no molestarle en su sueño, aunque lo hizo con un poco de pena. Antes de salir de la habitación, le revolvió el pelo.

 

 

Gogo no hikari madoromu omaeno yokogao (El atardecer trae una luz que brilla en tu rostro dormido.)

Nani wo kakushi? Nani wo mamorou to shiterunda? (¿Qué ocultas? ¿Qué estas tratando de proteger?)

Wasurenai sa shinjirumono wo nakushita. (No voy a olvidar que perdí muchas cosas en las que creía.)

Ore no kokoro wo toki hogusu itoshii hohoemi (Esa bella sonrisa, que tranquiliza mi querido corazón.)

 

 

 

 

Pasaron dos días más hasta que Oz se recuperó del todo. En esos días, Gilbert estuvo en la mansión Rainsworth. Estaba constantemente con Break. Tuvo varias reuniones con él en las que se pasaban varias horas hablando. Oz no estaba al corriente de esto. Solo sabía que Gilbert iba a estar fuera por asuntos de Pandora. Pero su ausencia fue sustituida por su hermana. Ada estuvo esos dos días con él haciéndole compañía.

 

 

-Gilbert-kun te trata muy bien, ¿no es cierto?- le preguntó un día a Oz mientras le servía té.

 

-Claro, es el deber de todo sirviente. Está siempre pendiente de mí.- contestó con deje de orgullo en la voz.

 

-Qué suerte debe ser tener a alguien así a tu lado. Que te cuide y te quiera- comentó.

 

-¿Qué me quiera?- preguntó fingiendo un desinterés que no sentía.

 

-Sí, se le ve muy unido a ti. Es como si viviera por y para ti.

 

-Es muy leal y muy buen compañero- dijo quitándole importancia.

 

-Se ve una gran pasión en él cuando te mira- le dio la taza de té.

 

-¿Tú crees? Wa, esto esta delicioso Ada- tomó otro sorbo, desviando el tema.

 

-Gracias- dijo complacida.- Tú le conoces bien, ¿verdad?

 

-Bueno, se puede decir que sí. Somos algo así como inseparables.

 

-¿Tanto como para saber cómo se siente?- preguntó mirándole fijamente.

 

-Creo que no entiendo muy bien sus sentimientos.- reconoció.- Pero Gil es muy importante y hago lo posible por comprenderle.

 

-Pero eso no es suficiente para entender su corazón.- dijo Ada.

 

-Su corazón es… confuso- dijo mirando fijamente la taza.- Me gustaría descubrir que se esconde en él- recordó cuando se abrazaron mientras Gil lloraba y se sonrojó.

 

-Yo creo que es bastante claro lo que siente…- murmuró Ada.

 

-Pero lo que sí sé es lo que sientes tú por él nee-chan. No sé si te corresponde o no, pero creo que deberías intentarlo.- afirmó.

 

-No lo creo onii-chan.- dijo con una sonrisa.-A diferencia de ti, si sé cuáles son sus sentimientos. Y créeme, no son hacia a mí.

 

-Así que Gil está enamorado- dijo feliz.- ¿De quién será?

 

-Onii-chan creo que es de t…

 

-¡Oz!- la puerta de la habitación se abrió con un estruendo.

 

-¿Tío?- dijeron los hermanos a la vez.

 

-¡Hey!- saludó.- Oz, venía para decirte que Gilbert ha vuelto.

 

-¡Eso es genial!- colocó la taza en la bandeja y se levantó de la cama.

 

-Onii-chan, ¿puedes…?

 

-Estoy perfectamente Ada.- contestó con una sonrisa.- Gracias tío Oscar.

 

 

Salió corriendo emocionado. Bajó las escalinatas en pijama. Al pie de las escaleras le aguardaba su sirviente con una media sonrisa. Ya no estaba con su “uniforme”. Vestía unos pantalones blancos y una camiseta negra algo holgada. Abrió los brazos para recibir a Oz. Él saltó hacía Gilbert alegre cuando quedaban dos escalones para el final.

 

 

Pero justo cuando se iban a fundir en un abrazo, Oz se llevó repentinamente una mano al pecho. Una mueca de dolor atravesó su rostro.

 

 

-¡Oz!- Gilbert logró cogerle antes de que cayera.

 

 

Se arrodilló en el suelo sosteniéndole. Rápidamente le desabrochó la camisa. El sello le brillaba.

 

 

-¡Quema!- gritó.- ¡Gil, quema!

 

-¡¡Alice!!- vociferó Gilbert.

 

 

La Cadena apareció tranquilamente mordisqueando un muslo de pollo.

 

 

-¡Oz!- lo tiró al suelo y corrió a donde estaban los dos.- ¿Qué pasa?

 

-No lo sé.- respondió.- El sello le quema. ¡Rápido, trae paños húmedos!

 

 

Alice siguió las órdenes sin pestañear y se apresuró a cumplir el encargo. Mientras, Oz no paraba de revolverse y de jadear apretándose el pecho con fuerza. Gilbert se sentía impotente porque no sabía qué hacer. Al tiempo llegaron Ada y el tío Oscar, preocupados por tanto alboroto. No tuvieron que preguntar para saber qué pasaba.

 

 

-Oz, aguanta- sollozó.- Por favor, aguanta.

 

-Gil…- gimió.- ¡Gil!

 

-Estoy aquí. Estoy aquí Oz.- le cogió la mano con fuerza.- No me separé de ti.

 

 

Un grito desgarrador salió de su garganta. La manecilla del reloj avanzó. Una vuelta completa.

 

 

-¡¡¡NO!!!- exclamó Gilbert desesperado.-¡¡No, por favor, no!!

 

 

Un chillido inundó el vestíbulo. Alice ya había vuelto con los paños cuando un enorme agujero negro y morado surgió del suelo. Se le cayó todo lo que llevaba en las manos de la impresión.

 

 

-Vaya, parece que ya terminó todo. La puerta al Abismo se ha abierto.- Break apareció al lado de Gilbert y Oz, venido de la nada.

 

-¡Break, ayúdame!- suplicó Gilbert.

 

-Gilbert-kun, sabes tan bien como yo que Oz-kun no tiene escapatoria.

 

-¡¡Break!!- las lágrimas salían a borbotones.- ¡Por favor!

 

-Solo tiene dos opciones. Ser absorbido junto con Alice, o morir.

 

 

Gilbert no podía creer que Break hubiera dicho eso con tanta calma. Al levantar la vista, vio que los pies de Alice comenzaban a hundirse y la cara de horror de Ada, que abrazaba a su tío.

 

 

-Gil, estaré bien.- dijo Oz con esfuerzo.- Además, no puedo dejar a Alice sola, me necesita.

 

-¿Y qué pasa conmigo?- le reprochó entre lágrimas.

 

-Gil…- le secó la mejilla derecha con una mano temblorosa.- Sabes que no hay más opción que esta. Gracias de corazón por todo. Has sido lo mejor que me ha pasado en la vida, Gil…-respiraba entrecortadamente.

 

-¡Oz! No me dejes, por favor no me dejes.- el llanto apenas le dejaba hablar.

 

-¡OZ!- de Alice solo quedaba de cintura para arriba mientras se sumergía sin remedio en las profundidades del Abismo.

 

-No quiero perderte otra vez- sollozó.

 

 

Con mucho esfuerzo, Oz se levantó escapando de los brazos de su sirviente. Con la mano en el pecho avanzó hasta donde estaba Alice.

 

 

-¡¡¡NO!!!- Break retuvo a Gilbert.

 

-Déjale marchar. Es su destino. No puedes hacer nada.

 

-¡Me niego! ¡Me niego a creerlo! ¡Tiene que haber otra solución!

 

-No la hay- dijo Oz mientras se desvanecía junto a su Cadena. Lo dijo de nuevo sonriendo.- Gil, te echaré mucho de menos allá abajo. Cuida de Ada, ¿vale?

 

-Oz…- las lágrimas no cesaban de salir.

 

-Gracias por todo este tiempo, Gil.- su sonrisa se amplió.- Has sido el mejor sirviente que podía desear.- su cara, aún con una sonrisa, también se tiñó de lágrimas.- Disfruta de la vida por mí, Gil. Sé feliz.- le deseó antes de desaparecer junto a Alice, que también lloraba.

 

 

-¡¡¡¡OZ!!!!- extendió la mano justo para ver cómo se desvanecía delante suyo.-No puedo ser feliz sin ti- su llanto era descontrolado.- ¡¡¡¡OOOOOOOOOZZZZZZZZZZZZZ!!!!- su grito se escuchó en toda la mansión Bezarius.

 

 

Itsudatte omae ga nozomu (Tus queridos deseos estarán muy encerrados por siempre)

anzoku wa tooku dekuchi no nai meiro no you. (en un laberinto sin ninguna salida.)

Notas finales:

Antes de nada, decir que la canción empleada la canta el propio Gilbert y está dedicada realmente a Oz, la traducción es REAL no ha sido modificada para que quedara mas bonita o emotiva, salvo en algún caso que cambién algunas cosas para que fuera mas entendible. Solo empleé dos estrofas pero el resto aparecerá en la segunda parte del fic. La canción (por si os interesa) se llama "Truth" y sale en el CD "Character's song" (creo que era así xD)

 

PD: Siento que Gil llore tanto, pero es que me parece tan mono que no puedo resistirlo *0*


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