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Mordisco por ashram

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Notas del fanfic:

Es un drable que escribí hace un tiempo y que espero que les guste^^.

Otro atardecer despertando a su lado. Las ventanas totalmente cerradas, impidiendo que los nocivos rayos del sol se colaran por cualquier rendija, mientras escuchaba el suave respirar de Roberto, quien se hallaba acostado a mi lado, apretando con sus masculinos brazos mi cintura, asiendo mi cuerpo junto al suyo. Abrí los ojos y me encontré con su perfecto rostro relajado, con sus largas pestañas negras acariciando sus pómulos, sus sonrosados labios entreabiertos, húmedos; la suave piel de su rostro cetrino e inmaculado, sin rastro de cualquier imperfección. Observarlo es adorarlo.

 

En algunas ocasiones, como ésta, rememoro nuestro primer encuentro, lleno de miedo y de pánico, de incertidumbre, incluso de odio. Pero ahora, 25 años después, sólo puedo agradecer que se cruzara en mi vida ese fatídico día, compartiendo su eternidad conmigo, haciéndome cómplice de ella.

 

Cuando lo recuerdo, algunos pensamientos están revestidos de una cierta bruma, que aumenta con los años. Mi camino a casa borracho, tras la despedida de soltero de Jorge. El callejón en el cual me paré, mareado por el alcohol que circulaba por mi cuerpo. Su cuerpo apretando el mío. Sus largos y afilados colmillos enterrándose en mi cuello por primera vez. Todo parecía tan irreal. Y luego, sus ojos, esos ojos negros, profundos, tan sabios y a la vez tan temidos, provocando que mis piernas temblasen y que un grito histérico subiera por mi garganta, el cual jamás fue expulsado, pues sus labios habían encontrado los míos.

 

Jamás he sido capaz de recordar como sabía mi propia sangre, aunque…recuerdo lo que sentí, ese estremecimiento que recorrió mi cuerpo ante la mezcla de saliva, sangre, lenguas. Pero, no fue deseo, ni placer, sino el más puro e instintivo miedo, sabiendo que no viviría para ver un nuevo amanecer.

 

En eso, no estuve del todo equivocado. No he vuelto a ver un nuevo amanecer, pero eso ya no me molesta.

 

Me susurró al oído muchas cosas durante ese corto momento, pero su promesa es la que grabó a fuego en mi muerto corazón. “Acompáñame bebé, compartiré contigo la eternidad”. En ese momento, me parecieron tan insignificantes esas palabras. Ahhh! Necio de mí, no fui capaz entonces de ver el lazo que dibujaría entre nosotros, tan indestructible como nosotros mismos, y tan eterno.

 

Su parpadear sereno me arrancó de mis recuerdos, transportándome a un presente dichoso. Sus ojos se fijaron en mí y su boca se torció en una perezosa sonrisa, mientras sus manos me acercaban aún más a su duro y frío cuerpo.

 

-Buenas noches, bebé!- y un beso siguió a sus palabras, el cual respondí con la misma solicitud que él imponía.

 

-Buenas noches!- respondí, a penas a milímetros de sus sabrosos labios mientras mi nariz acariciaba la suya y mi mano recorría lentamente su fuerte brazo, aquél anclado en mi cintura y el cual no tenía intenciones de moverse.

 

Entonces fui yo quien lo besé, con más ganas, con anhelo, empujando mis caderas en busca del contacto íntimo deseado y que sirvió para avivar de nuevo el fuego que nos había consumido al amanecer, en esa misma cama…nuestra cama.

 

En un solo momento, su cuerpo aprisionaba al mío contra el colchón, mientras su boca lamía y besaba mi cuello, depositando delicados mordiscos de donde brotaban pequeñas gotas de sangre que se perdían en su paladar. Tan erótico. Su candente movimiento mientras se introducía en mí, volviéndome loco, susurrando palabras de amor, de gratitud por permanecer junto a él. No hubiera podido ser de otra forma.

 

Su clímax llegó junto al mío, provocando sendos gemidos que llenaron la habitación. Sólo existíamos nosotros, nadie más. Nosotros y la eternidad.

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado.

Ashram


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