Capitulo 1
Como las estrellas en una noche oscura.
Así eres tu mi querido.
La familia Namikaze era muy importante en Netherfield. Su cabecilla: Minato Namikaze, era un banquero y dueño de una pequeña hacienda. Su suerte le había dado una hermosa y preocupada esposa llamada Kushina y tres hijos. El mayor, Deidara, el del medio Naruto y la menor Ino, la cual estudiaba en Londres.
Pero nada comparado con los duques que en ese momento llegaban al pueblo. Vivían en Londres, pero querían por primera vez en sus vidas pasar unas vacaciones en su mansión de campo.
-Hoy los duques hará una fiesta privada –les decía Kushina a sus hijos mientras los vestía con sus mejores ropas –tienen que estar presentables, no dejaran pasar a cualquiera.
Naruto se trataba de arreglar su cabellera en el espejo y Deidara ondeó la suya.
-¿Crees que tienes un mejor cabello que él mío?, ¿Eh?, hermano.
-Si –después de aquella respuesta salieron de su habitación
-Vamos Deidara –se montaron en un carruaje que los llevaría a la mansión
A Deidara le parecía un verdadero fastidio. No era que le incomodara los bailes, mas bien, se consideraba un gran bailarín, pero odiaba estar entre tanta gente que sólo le importaba su dinero.
-Espera Naru.
El rubio se bajó rápidamente del carruaje cuando llegaron a las puertas de aquella imponente mansión, sus jardines eran tan hermosos y los detalles de las puertas seguramente fueron talladas por los mejores artistas.
-Me dijeron que ahí viven unos duques que quisieron salir del ajetreo de la ciudad –le decía Naruto a su hermano mayor –mientras lo jalaba hacia los portones –dicen que si eres lo suficientemente hermoso te dejaran pasar porque los hijos de los duques buscarán pareja.
-No me interesa –Deidara y Naruto pasaron por los portones sin ningún problema –ves, dejan entrar a cualquiera –miró su atuendo –no sé como nuestra madre pudo vestirnos con nuestra mejor ropa.
Al entrar al palacio no esperaron para quedarse maravillados por su belleza (La cuál era digna de un duque). Los ventanales, las estatuas de mármol, las joyas que muchas personas exhibían. Todo era tan jocoso y especial.
-Me siento como de la plebe –le susurró Deidara a su hermano menor al comparar su traje con los de las personas que estaban allí.
-Son unos estirados –los dos rieron y se adentraron en el glamoroso baile.
Damas y caballeros bailaban con gracia, una pieza digna de ser interpretada por los mejores los deleitaba a todos.
-¿Gustaría bailar esta pieza conmigo? –Deidara miró asombrado al chico que le había propuesto un baile a su hermano menor. Era un moreno de cabellos cortos y de ojos inmensamente negros. Sus ropas eran de una fina tela y de una elegancia incomparable.
-A... pues... yo –las mejillas del rubio se coloraron –me gustaría –susurró y le ofreció su mano al caballero.
Deidara no sabía en qué momento entre trago y trago se había sumergido en una conversación con otros hombres de temas tan banales que estaba a punto de dormirse.
-¿Qué le parece el baile? –le preguntó uno, como si la propuesta para bailar estaba a un paso de salir de su boca.
-Me parece una buena manera de conocer a la gente.
-¿Por qué? –por primera vez se unió a la conversación un pelinegro de cabellos lizos y largos, muy parecido al chico que había invitado a bailar a su hermano menor y tan o más elegante que este.
-Porque cuando estás bailando no puedes fingir. Tu pareja está pendiente de tus pasos, así que te ves obligado a defenderte como puedas, no hay otra manera.
-Por otra parte, el baile a mi me un acto tan banal y poco recatado.
El rubio lo miró extrañado.
-Es un acto simplemente molesto.
-Itachi –un hombre rió –no le des esa impresión al caballero.
-Siento molestarlo con mi comentario señor Triblin, pero considero que tengo la razón.
-¿Y por qué usted considera que tiene la razón?
-Es obvio, porque si así se siente estar sobre su presencia, cómo será bailar con usted.
-Eres un idiota –dicho esto se marchó, no soportaba estar con alguien así -¿En dónde estará Naruto?
Siguió caminando por ese gran palacio y negando muy grácilmente las proposiciones de los caballeros o de las damas de bailar con él hasta que llegó a los jardines y lo asustaron.
-Se dio cuenta que tengo razón –volteó y al ver que era el odioso moreno con quién había hablado anteriormente frunció el ceño.
-¿Acaso me estaba siguiendo? –suspiró molesto –ni siquiera sé cómo se llama.
-Itachi –el moreno hizo una reverencia –lo siento, ha sido sólo una coincidencia nuestro encuentro. Me encanan estos jardines.
-Usted debe ser muy apegado a los duques.
-Me permite conocer...
-¡Deidara! –su hermano se acercaba a paso ligero –Deidara, el carruaje ya está aquí.
El rubio miró a Itachi y le hizo una reverencia.
-Espero no verlo más en mi vida Señor Itachi –dicho esto se marchó y el moreno quedó en blanco.
-¿Acaso ese rubio no sabe quién soy?
Al día siguiente los rayos del sol iluminaban el rostro de un sonriente rubio que se arreglaba tanto como podía, pero a Deidara le molestaban, así que no dudó en pararse de su cama y cerrar las cortinas.
-Bueno días.
-¿Quién eres y qué hiciste con mi reservado hermano?
-Es que –Naruto se roció su mejor perfume –hoy llegan los duques a la casa.
-¿Los duques?, ¿Por esos estirados?
-No son estirados... bueno, Sasuke no lo es –se sonrojó.
-¿El chico que te sacó a bailar?... –Deidara no cabía en su asombro -¿Naruto?
-Si, es Sasuke Uchiha.
Deidara suspiró y en ese momento escuchó la voz de su madre llamarlos para que se vistieran rápido.
-El tiempo apremia –susurró Deidara –como si los duques fueran realmente importantes