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Ali Jäisten Vetten por Yais

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Notas del fanfic:

¡Saludos!... algo de tiempo tenía que no escribía un shot y creo nunca había escrito uno de Gaara&Lee. Espero les guste pues he disfrutado, sobremanera, escribirlo.

Debo decir que he hecho algo de trampa puesto que he usado 2 páginas del 7o capítulo, que aún estoy escribiendo, de "My Dearest King" con grandes/pequeñas modificaciones.

Ali Jäisten Vetten es el título de una cación de Korpiklaani y que, como toda su música, merece que la escuchen ^___^.

Ali Jäisten Vetten

por Yais

 

Era de noche, la luz de la luna se colaba por la ventana y aquella semioscuridad jamás le había causado tanta paz como ahora. Estaba en su habitación, acompañado por la persona que, cada vez que miraba, le hacía experimentar una gran cantidad de sentimientos encontrados.

Culpabilidad, liberación, tristeza, alegría, deseo y repudio. Todo aquello porque aún recordaba aquella última vez que se vieron fuera de esa habitación.

Recordaba el vació sin sentimientos que eran los usualmente expresivos ojos de su pareja y que en ese momento parecía que quisiese emular la expresión que él siempre ostentaba. Un instante agónico en el que fue como si hubiesen cambiado de lugar, pues él era un cumulo de sentimientos exudando por cada uno de sus poros, tan diminuto y cediéndole el control de su destino a alguien más, cuando siempre fue él quien dirigió a quienes le rodeaban.

 

Pero eso no tenía importancia ahora…

 

A esas alturas ya no se preguntaba por qué él estaba ahí, por qué le permitía desearlo descaradamente e incluso no se cuestionaba la razón por la que no se alejaba mientras se le acercaba con lentitud y lo besaba con un deje de rudeza. No, eso lo había preguntado unas semanas atrás y había arruinado aquel momento tan perfecto.

Se daba cuenta de que su acompañante era Rock Lee, aquel ninja que extrañamente le y se permitió llamar amigo. Era extraño porque él sabía que era extremadamente difícil hacer brotar esa palabra de los labios de alguien cuando se referían a él.

 

Pero en ese entonces no tenía explicación…

 

La existencia de Lee fue demasiado impactante, fascinante y desagradable, pero esos eran razonamientos de horas, días, semanas, meses, años antes… cuando aún no se daba cuenta de que podría disfrutar de aquellas cosas que detestaba.

Lee no dijo nada mientras él lo desvestía y se trepaba sobre su cuerpo, resbalando sus dedos por su piel para sentir las formas que el duro entrenamiento al que se sometía le daban a su cuerpo. El pelinegro sólo cerraba los ojos y le permitía hacer todo lo que gustase y él, Sabaku no Gaara, el Kazekage; hacia justamente eso.

Se deleitaba con su piel pues representaban un antagónico. Las heridas de aquel cuerpo que cubrían el alma más pura y llana que hubiese tenido a su alcance y él, el liso de su piel a costa de la sangre de tantos, el envoltorio de lo que sabía era su alma deforme.

 

Pero tampoco quería pensar en eso…

 

En ese momento se dio el gusto de acariciar sus cabellos con gentileza para después recorrer su mejilla con la punta de los dedos y lamer su clavícula, morderlo y succionar su piel dejando marcas rojas que tardarían poco en volverse moradas.

Lee jadeó en cuanto siguió bajando y atrapó uno de sus pezones entre sus dientes, dándole el mismo tratamiento que antes diera a su cuello.

Sonrió al notar como, apenas y comenzando, su acompañante ya estaba tan excitado que no le costaría mucho hacerlo terminar. Era un alago darse cuenta de que sólo bastaban unos cuantos toques para tener al chico así de dispuesto y sólo para él. Aquello demostraba su pertenencia, lo mucho que lo conocía, lo fácil que era hacerlo vibrar cual instrumento fabricado sólo para él.

Atrapó la erección del pelinegro en una sus manos y no dejó de mirarlo fijamente pues deseaba perderse en sus facciones. Morirse en ese instante si era algo necesario para jamás perderlo.

 

- Gaara – gimió su nombre de una manera tan natural, sin honoríficos y tan seductor que él también sintió derretirse – ahmm – y entonces Lee se cubrió el rostro, avergonzado de que lo mirase.

Al mencionado le brillaron los ojos y con un movimiento firme posiciono ambas muñecas del chico por encima de su cabeza para que lo dejara mirarlo. En ese momento, cuando sus ojos conectaron y se perdieron en el brillo de lujuria que proyectaban, no quiso postergar más su deseó y se hizo un hueco entre las piernas de su pareja.

Sin mediar palabra, él jamás hablaba más allá de lo necesario y en ese momento era tan evidente lo que deseaba hacer, lo que haría, que sería una pérdida de energía.

 

A pesar de que en el fondo sabía que debía decírselo…

 

Lee se quejó de manera audible. Gaara fue brusco y pudo sentirse ligeramente culpable pero aquello era remotamente lejano, poco comparado con la sensación de la estrechez envolvente que le daba su acompañante. Además sabía que Lee era intenso, que si estaba ahora con él era por masoquista, ambos adoraban el dolor que rayando lo excitante se convertía en gozo.

 

… eran el uno para el otro ¿Por qué insistía en negarlo?

 

Lee intentó abrazarlo pero Gaara aún no lo soltaba y después de un par de intentos fallidos se tuvo que conformar con el calor que compartían ahí donde sus cuerpos hacían contacto con cada embestida.

El sonido de sus pieles sudadas al chocar le decía que aquello era real, que ya no necesitaba fantasear con sus carnes fundiéndose. El momento ocurría ahora y se reducía al movimiento ondulante de las caderas de ambos, a los gemidos y gruñidos.

 

Se resbalaba en su interior demostrando, una vez más, que estaban hechos el uno para el otro.

 

Y cuando logró que su compañero terminara, el pelirrojo lo obligó a girarse para volver a enterrarse en él. El pelinegro temblaba los brazos producto del cansancio y la almohada le permitió secar sus ojos llorosos por el reciente orgasmo, así como ocultar sus mejillas sonrojadas y así ya no mostrarle, al pelirrojo, esa excitante expresión de lujuria que adornaba su rostro en momentos como aquel.

Cuando Gaara dio el último embate e intentando calmarse se dejó caer a su lado, pudo, por fin, sentir los brazos del pelinegro aferrándose a él. Embriagarse con aquel contacto que anhelaba pero se decía no merecía recibir.

 

Entonces, por fin, se rindió al calor, al suave y delicado amor. Hasta ese momento se permitió besar la frente del pelinegro, sólo para sentirlo removerse incomodó.

- Gaara – llamó Lee quedo y dudoso – yo no soy… - pero el mencionado, sabiendo lo que le diría lo acalló poniendo un par de dedos sobre sus labios.

- ¿Me amas? – cuestionó y sintió como el otro curveaba su labios bajo sus dedos.

- Desde el primer momento en que te vi – sintió su cálido aliento acariciar la piel de sus manos.

Gaara se permitió hacer un gesto similar a una sonrisa. Sabía que aquello era mentira pues la primera vez que lo vio Lee era su contrincante, por muy increíble que fuese el ninja de Konoha jamás podría haberse enamorado de él en esas circunstancias, no cuando intentó matarlo.

 

Incluso ahora sabía que... Lee no lo amaba.

 

- ¿Tú me amas Gaara? ¿Más que a Naruto? – y a esas alturas se dio cuenta de que ya no podría negarse a la realidad.

 

Si no hubiese sido él habría compuesto un gesto de evidente tristeza… el rostro del pelinegro se le hizo difuso y fue mucho más evidente que Lee jamás preguntaría aquello, sobre todo, porque él era el único que se hacía aquella cuestión.

 

Cerró los ojos y cuando los abrió se dio cuenta de que estaba sólo. Sin Lee y con la luz de mañana colándose por la ventana.

 

Otra vez había tenido aquel sueño, ¿tormentoso? Sí. Pero la placentera razón por la cual había comenzado a dormir apenas entrada lo noche, desde hacía unas semanas no paraba de soñar con Lee y siempre terminaba con aquella pregunta.

 

¿Soñaba con él porque lo amaba?

 

- Naruto – se susurró así mismo recordando a su amado esposo y se convenció, como cada mañana, que Lee era una fantasía pasajera. Culpa de los atribulados acontecimientos del día a día, de encontrarse y la despreocupada actitud que el pelinegro tenía frente a él. Era evidente que ya no lo amaba y tal vez eso le había causado cierto impacto.

Ahora recordaba aquel día que lo había abandonado para quedarse con su amado rubio. El fatídico viernes en que se despidió de él y Lee le sonrió, le deseo lo mejor, pero… sus ojos le dijeron lo frió que se sentía por dentro.

- Naruto – repitió intentando ya no sentirse culpable. Lo que él hacia no era engaño, era anhelo por lo perdido.

 

“Lee”

 

Porque aún entre los brazos de su amado esposo… no tener al pelinegro era como estar bajo aguas heladas.

 

 

 

.: Fin :.

 

 

Notas finales:

T________T

=O ¡Gracias por leer hasta aquí!, espero recibir sus comentarios y nos leamos pronto ;D.

Yais =^^=


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