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LLuvia por Yeru-chan

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Notas del fanfic:

Como ya saben, los personajes de Junjou Romantica no me pertecen para nada, son propiedad unica de Shinjiku Nakamura, la idola total.

Notas del capitulo:

 

Hola a todos y todas... este es mi primer fic yaoi, y como toda chica corrompida por el yaoi me encanta el lemon, jeje por lo tanto este es el primer lemon que escribo.. acepto cualquier critica y/o sugerencia para mejorar, son todas bien recibidas, espero que mi trabajo sea de su agrado y sin mas que decir, les dejo mi primer one-shot de junjou, especificamente de misaki y usagi, aun no entiendo bien como funciona la pagina y les agradeceria un monton su ayuda por si habre cometido algun error en la subida, gomen.. bueno.. ya.. lean y dejen sus comentarios por fis.. saben que eso es la motivacion de un escritor/ra! n_n

 

 

MISAKI

 

 

El delicioso y embriagante aroma de la comida preparada por Misaki embargaba completamente la residencia Usami. Tenía planeado dejar el desayuno en el refrigerador para que Usagi-san pueda entibiarlo en el microondas, pero se rindió y optó por prepararlo a tiempo para cuando éste despertara. El reloj marcaba exactamente las 09:00 horas de la mañana. El joven Misaki permanecía sentado en el sofá grande, frente a  Suzuki-san mientras sostenía su cabeza entre las manos agitando sus cabellos frenéticamente.

 

–¡Diablos! ¡Tonta lluvia! –exclamó con frustración.

 

El muchacho se quejaba de su suerte maldiciendo el día. Se había levantado tarde y pensaba ir a la universidad antes de que el temporal le ganara, pero para su desgracia, lo que ocurrió fue todo lo contrario. Justo cuando llegó a la planta baja del edificio comenzó la torrencial lluvia que lo obligó a quedarse. Además de eso, tenía trabajo que hacer en la editorial, ya se había comprometido con Aikawa-san. Aunque esto último no le hacía perder la esperanza de que la lluvia cesaría y que podría asistir al trabajo. Aún así sentía mucho coraje, hoy tenía un examen, si bien no era tan importante, para él significaba mucho, ya que se había preparado tanto por si solo, sin la ayuda de nadie mas y ansiaba esmerarse el día de hoy con un rendimiento óptimo, pero este pensamiento quedó simplemente como un vago anhelo, ya que por culpa de su casero se desveló toda la noche.

Eso es. Todo era culpa de Usagi. De no ser por su “supuesta” falta de “inspiración” esto no hubiera pasado. Pero entonces ¿Cómo culparía a la lluvia? De seguro Dios le estaba castigando por desviarse tanto del camino que su querido hermano trato de forjarle y que hasta ahora cree que está siguiendo al pie de la letra.

 

–Tonto Usagi. –Reprochó en voz baja. – Aah… A quien quiero engañar, no puedo culpar a ese pervertido o a Dios por las cosas que yo dejo que pasen. Aunque la lluvia no fuera culpable y sea algo completamente natural, se que es mi culpa dejarme llevar por los caprichos de Usagi. –Alzó la mirada y posó sus ojos en el gran oso de peluche que yacía frente a él. – ¿Qué opinas tu? ¿Crees que hago lo correcto? Al igual que tú se que es raro que dos hombres tengan este tipo de relación, a veces pienso que tal vez hubiera sido distinto si uno de los dos fuera mujer… pero –en ese momento una imagen de Usagi como una mujer posesiva de mirada libidinosa y sonrisa terriblemente arrogante cruzó por su mente – No.. No, creo que todo sería igual que ahora –río de si mismo por imaginar cosas así. – De todas maneras, ya me he acostumbrado a Usagi-san, no del todo, pero si un poco, bueno, lo suficiente para poder soportar esto, y no me quejo, soy feliz así por que lo quiero como es… –calló abruptamente tapando su boca con las manos. ¿Qué fue lo que dijo? “lo quiero como es” esas pocas palabras resonaron en su mente una y otra vez, en un vaivén interminable, dejándolo bastante sorprendido. Ni él mismo creía que dijo eso con tal ímpetu y determinación. Imposible.

 

–Es mejor que cierre la boca, yo no dije nada y tú no oíste nada Suzuki-san –dijo volteándose con una sonrisa que reflejaba confusión.

 

–Yo si oí perfectamente lo que dijiste Misaki. ¿Podrías repetirlo para mí?

 

–Eh… N-no fue lo q-que quise decir exactamente jejeje –rió nervioso, le tomaron por sorpresa y con semejante confesión – estoy seguro de que lo malinterpretaste todo como siempre jejeje –trató de justificarse, pero a juzgar por la expresión de Usagi era demasiado tarde para rectificarse ahora. Indudablemente ésta situación se saldría completamente del alcance de sus manos. Misaki era muy conciente de que una vez metida una idea en la cabeza de Akihiko, éste ya no lo dejaría en paz.

 

–No lo creo. No quieras contradecirte y tampoco intentes engañarme Misaki.

 

–P-pero que dices Usagi-san. Es solo que aún sigues medio dormido –

 

– ¡Para nada! Ya estoy completamente lúcido. –espetó ligeramente extasiado. Esa declaración implícitamente hecha por el castaño lo había puesto tan feliz, y aunque lo había escuchado por accidente, se alegra mucho de haberlo oído. Esta vez no lo dejaría escapar pase lo que pase. Después de todo estaba lloviendo ¿Adónde mas podría irse con el tiempo así? Eso pensó Usagi-san mientras se acercaba peligrosamente al joven Misaki. El muchacho ya advirtió en su casero aquella mirada tan familiar que siempre le daba escalofríos, aquella que desprendía la intención de sus actos que se hacían presentes al momento de darle un dulce beso, pero a su vez bastante insinuante, obviamente, insinuante de deseo y locura. Como el beso de ahora.

 

–E-espera Usagi-san –interrumpió el muchacho apartando su rostro totalmente ruborizado. El mayor buscaba nuevamente el contacto de sus labios, pero las manos del menor lo empujaron levemente para alejarlo. – El desayuno ya está servido, será mejor que comamos antes de que se enfríe-

 

–Luego habrá tiempo de desayunar Misaki –agregó Usami, acercándose otra vez.

 

–El desayuno es importante –replicó el más joven. Sentándose en la mesa.

 

–No tanto como tú. Prefiero desayunar Misaki –dijo divertido, tomando asiento del otro lado. El menor lo miró con algo de rabia.

 

–No digas cosas así. Idiota. Estoy hablando en serio –se quejó con un gesto adorable: infló sus mejillas y se sentó de espaldas al mayor. Akihiko rió espontáneamente mientras se levantaba.

 

–No me provoques. –abrazó a Misaki con ternura, suspirando suavemente en su oído derecho. Esta acción hizo que el castaño sintiera un agradable y cálido escalofrío en el vientre.

Usagi comenzó a darle besos en el cuello, rozándole apenas la piel, prácticamente solo con el aliento hasta su hombro, desde ahí aspiró con entusiasmo el delicioso aroma de Misaki, deteniéndose nuevamente a la altura del oído, para pronunciar amorosamente:

 

–Me alegra que esté lloviendo, de esa forma hoy te tendré solo para mí –susurró de manera clara. Misaki se inquietó.

 

–D-déjame comer tranquilo –bufó a punto de rendirse. Akihiko se volteo y lo abrazó de frente. – O-ye, no hagas eso… tú…!

 

No tuvo de otra más que callar, los labios de él ya se posaron en los suyos, evitando así que formulase cualquier otra palabra o incluso algún pensamiento. El beso que él le daba era fascinante, suave, ágil, voraz y definitivamente alucinante. Armonizaba con todo lo demás pero tampoco dejaba de ser hambriento. Pasó todo tan rápido, que de apoco se dejó vencer por los deseos de aquel hombre y sin darse cuenta, no supo como, pero ya se encontraba acorralado en el sofá.

 

Esos besos se esparcían por la totalidad de su rostro, y simplemente se rindió, era imposible oponerse al maravilloso tacto de su casero.

 

Mientras que Akihiko por su parte, redescubría la sedosidad de la piel del menor, era como si estuviera besando un trozo de seda, bajó por el suave cuello del joven, al tiempo que con una mano jugueteaba con las hebras de su cabello castaño y con la otra iba sacándole el sweater de color azul que tenía puesto.

 

El otro simplemente se dejaba hacer. Ya no tenía remedio, aunque su mente le decía una y otra vez que se detuviera, su cuerpo hacía todo lo opuesto. Se movía de manera sensual sin darse cuenta, lo que al mayor le resultaba extremadamente excitante. Todo lo que le hacía le proporcionaba placer, incluso el suave tacto de sus manos en su cabello, todo.

 

El joven Misaki se arqueaba cada vez que Usami mordisqueaba su cuello, pegándose más a su cuerpo, como si intentara acercarse aún más a él. Mientras que con sus delgadas manos desabotonaba la camisa de éste. Akihiko se ocupaba de besar con mucho esmero la clavícula del castaño, sin dejar un solo lugar de su piel que no sea tocado por sus labios.

 

Misaki sintió por completo las gentiles manos de Akihiko que lo hacían sucumbir ante sus caricias, que ahora bajaban por su espalda, como si se tratase se una escultura tan frágil y delicada, recorriendo sitios impropios, hasta que mordió el lóbulo de su oreja en un movimiento erótico, haciendo que un sonoro suspiro escapara de su boca. Abrió los ojos y se encontró con los de su amado Usagi-san, lo miró avergonzado, le había descubierto, toda la vaga resistencia que oponía se hizo añicos ante sus provocadoras palabras y gestos. Usami sonrió complacido y se sumergieron una vez más en un beso que hacía que Misaki olvidara todo. Definitivamente besaba de maravilla, acariciando el interior de su boca con la lengua, lentamente disfrutando. Como si el destino lo impuso, se abrazó con fuerza a él y correspondió su beso con la misma pasión.

 

Cada minuto que pasaba era una eternidad, pero muy bien aprovechada. El mayor descendió por su torso, haciendo una parada en cada pezón del castaño, a lo que el otro solo cerraba fuerte los ojos mientras echaba su cabeza para atrás, luego descendió más dejando un camino de besos por su vientre. Rápidamente Akihiko le brindo una tan esperada atención al miembro de Misaki, quien a pesar de no estar tan acostumbrado ese tipo de estimulo, no negaba para nada lo mucho que le gustaba. Todo lo que usami-san le hacía lo volvía loco.

 

–U-usagi-san apártate porque… v-voy…

 

El placer era tanto que no podía hablar. Usagi hizo caso omiso a las palabras de su joven amante y continúo hasta que se hizo presente la advertencia del castaño. Avergonzado por lo que pasó, Misaki desvió la mirada hacia otra parte. ¿Por qué Usagi-san no comprendía la pena que le causaba cada vez que se corría en su boca? Tal vez era por el placer de molestarlo o parque en realidad le gustaba hacer algo como eso. Mientras se debatía con éstos cuestionamientos internos, Akihiko le dio la vuelta y apretando los dientes comenzó a introducir su deseoso miembro en el cuerpo de Misaki, lento pero seguro. La diversidad de sensaciones que se apoderaba de ellos era indescriptible. Pronto comenzó a moverse, luego de que el menor se haya acostumbrado a la intromisión. Mordía sus labios tratando de reprimir su voz. Pero a medida que empujaba, eso parecía imposible. Misaki gemía dejando atrás todo decoro.

 

Nada le importaba, no existía nada más que solo el momento. Los estragos que causaban en su cuerpo todas esas caricias, besos y embestidas, todas juntas, eran demasiado. Ninguno aguantaba más, acelerando sus movimientos se inclinó más para alcanzar el miembro del menor y masturbarlo, avisando de esa forma que el clímax ya estaba cerca. Y así fue. Un altisonante gemido de ambos reverberó en toda la casa.

 

Sus respiraciones discordantes se iban normalizando. Akihiko se levantó cargando a Misaki entre sus brazos, dirigiéndose a la habitación, mientras que el otro todavía era víctima de los espasmos, intentó reprochar, pero se contuvo, prefirió callar y no decir nada, después de todo, no tenía aliento para hablar.

 

–Quiero continuar celebrando Misaki. Me has hecho muy feliz con tu declaración de hoy. Amerita festejo. –canturreo dichoso Usami, mientras se acomodaba en la cama.

 

–N-no, tengo que irme al trabajo, ya fue suficiente por hoy –repelió el castaño, haciendo ademán de levantarse. Usami posó sus manos en su hombro para detenerle.

 

–Apenas son casi las diez de la mañana y afuera parece que es de noche. ¿En verdad crees que puedes salir así? Llueve a cántaros Misaki.

 

–Levaré paraguas.

 

–No hay –sentenció feliz.

 

–Si la hay –respondió apartándose y tomando un paraguas que estaba en una esquina de la habitación. Akihiko lo siguió.

 

–Pues ya no –repuso quitándole el paraguas y lanzándolo por la ventana. Misaki palideció. Un sentimiento de ira burbujeaba en su sangre.

 

–Idiota. Eso es lo que eres. ¡Idiota! –soltó con todas sus fuerzas. Usagi solo sonrió y se acerco a él, con esa mirada característica de el.

 

–O no. No de nuevo Usagi-san.

 

–O si, claro que si Misaki.

 

Dicho esto lo tomó por la cintura y lo arrastró hasta la cama, con una sonrisa radiante en el rostro. Esta torrencial lluvia, indudablemente le había traído a Akihiko buena suerte. Pero por sobre todo, Misaki era su buena fortuna de siempre.

 

 

Fin

 

Notas finales:

bueno... ojala que haya llenado sus espectativas, no sean tan malos conmigo, aunque llevo proteccion anti-tomatazos (?) ok no XD que tengan mucha, suerte, gracias por leer aunque sea algo cortito juju

 

se cuidan *estruja o todos y se va*


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