No existe una razón para el amor, tarde o temprano a todos nos pasa, sin fijar fechas ni mucho menos horas…
-Lambo!!!- se giro el chico de cabellos rizados al escuchar que lo llamaban.
-Gokudera-san, buenos días- se inclino un poco al saludarlo.
-vaya, te has vuelto un chico educado después de todo- el joven de ojos verdes y cabello plateado, coloco su mano sobre la cabeza de Lambo y le dio unas pequeñas palmaditas –vienes por una misión?-
-si, Vongola… digo el jefe Tsuna me mando a llamar-
-ya veo, nos vemos adentro entonces- el joven corrió en dirección donde se encontraban dos pelinegros –Yamamoto- grito y le dio un gran abrazo –buenos días Reborn-san- dijo al compañero que se encontraba platicando con el otro.
-Buenas- dijo cortantemente y empezó a caminar rumbo a la entrada, junto con los otros dos.
Nuestros ojos solo siguen a esa persona en específico, queremos saber como esta, que le gusta, que le disgusta, pero lo que más tememos es saber si gusta de nosotros.
-Reborn…- dijo entre un gran suspiro el ojiverde de cabellos rizados, llamado Lambo, llevaba algunos años ya, enamorado de la fría y elegante presencia de aquel hombre, camino en silencio hasta llegar a la oficina del jefe.
-Buenos días, Tsuna-nii- dijo tímidamente el más pequeño de los guardianes.
-Buenos Días Lambo- dijo alegremente el jefe de la familia Vongola, aun tenía esa apariencia de tonto pero ahora era maduro, responsable y un digno jefe de seguir.
-Bueno, aquí tienes tu misión, todos los detalles están dentro del sobre, como aun eres menor de edad te acompañara un adulto-
-me asignaras un compañero?-
-así es, dado que están todos ocupados tendrás que arreglártelas con Reborn por el momento-
-pero… Reborn… - coloco el sobre en su mochila.
-ya sé que ustedes no se llevan bien pero no es bueno que se guarden rencores entre ustedes-
-entiendo- el chico camino hacia la puerta –nos vemos después Jefe- y cerró la puerta.
Nos volvemos torpes y un poco ingenuos…
-Que pasa vaca estúpida, sigues molesto porque no te ayude?- dijo en tono burlesco el pelinegro de patillas rizadas que se encontraba sentado a la izquierda del menor.
-claro que no- dijo haciendo un puchero el pelinegro –no esperaba nada de Reborn-san- dicho esto siguió frotando el pequeño pedazo de algodón sobre sus heridas.
-bueno, esto ha estado divertido, pero podrías salir del vagón- el pelinegro lo pateo hacia afuera
-donde se supone que vaya?- el ojiverde lo miro con furia –todos los vagones están llenos- respondió.
-ese es tu problema- acto seguido una joven de cabellos largos camino hacia el vagón de donde minutos antes lo habían corrido, toco la puerta –adelante querida- dijo y dio una sonrisa de satisfacción al ojiverde que se encontraba sentado a medio pasillo.
-“estúpido Reborn”- dijo en su interior –“tendré que buscar con quien quedarme, me congelare aquí afuera”-
Pese a lo que todos pensaran, Lambo podía ser un estúpido, pero como todo Hitman era un mujeriego de primera, no le agradaba estar con una chica y con otra, sabía que estaba mal, pero solo sintiendo el calor de otro ser humano, era capaz de dormir y de dejar de pensar en aquella persona que constantemente lo atormentaba.