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Capricho por SHINee Doll

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Notas del fanfic:

MinKey is love ~

Notas del capitulo:

Esta historia va dedicada a todas las personas maravillosas que integran el grupo MinKey is love ~ en Facebook. ¡Las adoro, nenas! Pero hay una personita en específico a la que quiero nombrar: Karla Pizarro, que acaba de celebrar su cumpleaños hace un par de días y prometí dedicarle este escrito; en ella he encontrado a una buena amiga, en la que puedo confíar plenamente y que siempre está ahí para brindarme su apoyo incondicional. ¡Muchas gracias por todo, Karlita! 

Capricho


Escuchó la bocina de un auto sonar fuera de su casa. Minho echó un vistazo por la ventana, agitando la mano en cuanto notó a Jonghyun hacer lo mismo en su dirección. Bajó corriendo la escalera, revisando sus bolsillos en busca de su cartera, las llaves y el celular. Apagó la luz del recibidor y salió dando un portazo, corriendo hacia el convertible de su amigo y palmeando el hombro de Jinki, quien se encontraba en el asiento del copiloto. -¿Cuál es el plan?- cuestionó apenas el auto arrancó.


-¿Recuerdas ese nuevo club que abrieron?- interrogó Jinki, revolviendo sus cabellos cobrizos. –Pues escuché que “The First” es la mejor opción para pasar un viernes por la noche.- el menor asintió, poco seguro de desear desperdiciar su noche en un club. No es que fuera un antisocial, sólo que no podía encontrarse entre todas esas luces de colores, el humo y el aroma a alcohol. Y tampoco sentía deseos de bailar con el montón de chicas que se lanzaban a sus pies. –No te preocupes, Minho, si algo te molesta podemos regresar a casa y ver el partido o hacer cualquier otra cosa.- asintió con una pequeña sonrisa, seguro de que eso ocurriría de cualquier modo.

-Con que este es el lugar.- murmuró Jonghyun, siendo seguido de cerca por su novio y su amigo. Jinki se colgó de su brazo, susurrándole algo al oído que lo obligó a soltar una carcajada. Minho sonrió al verlos, sin saber por qué jamás le molestó aquella situación. -¡Taemin!- grito de repente, sobresaltando a ambos. –Miren chicos, es Taemin.- el rubio agitó su mano tan pronto divisó a Jonghyun entre la multitud.

Minho sonrió tímidamente. No conocía mucho a Taemin, sabía que era dos años más chico que él y un excelente bailarín, además del primo de Jinki. Taemin había representado al instituto al que asistían un par de veces en competencias nacionales de baile, aunque aún no podía ganarle a su mejor amigo y entrenador privado: Kim Kibum. Miró disimuladamente a los alrededores, buscando al dueño de la mirada más sensual que alguna vez hubiese conocido, sin éxito alguno.

-Busquemos una mesa.- sugirió Onew, siendo seguido de cerca por los tres. –Taemin, ¿a dónde vas?- preguntó al observar como el rubio se alejaba. El chico hizo un gesto con su mano, restándole importancia y desapareció entre el gentío a mitad de la pista de baile. Jonghyun se encogió de hombros, sentándose en uno de los bancos y Minho le imitó. Pronto los tres se encontraban conversando animadamente mientras bebían de sus vasos. Al parecer, el lugar era mejor de lo que habían creído en un principio.

 

 

Kibum pasó el delineador negro por sus ojos una vez más, sonriendo divertido al percatarse de la mirada embelesada de más de uno en aquel baño de chicos. Estaba acostumbrado a recibir ese tipo de atención a donde quiera que fuese, pero hoy sólo quería la de una persona: Choi Minho, el capitán del equipo de baloncesto. -Key.- Taemin lo abrazó por la cintura, arrinconándolo contra el lavabo. Varios chicos miraron desilusionados aquella escena, viendo perdida la oportunidad de acercarse al muchacho de la bonita mirada felina. –Él está aquí.- el mayor se giró entre los brazos del rubio, rosando su nariz traviesamente. -¿Quieres bailar, Almighty?- 

Kibum soltó una musical carcajada, guiñando un ojo a todos aquellos muchachos que aún le miraban con adoración, para luego entrelazar sus dedos con los de Taemin y llevarlo hacia la pista de baile. –Sabes, baby.- dijo en su oído, acariciándole con su cálido aliento. –Esta es la noche. Minho será mío.- el rubio se rió dulcemente, divertido ante el tono seguro del muchacho de cabellos color caramelo. –Y cuando eso pase, Tae, conseguiré que Changmin sea todo tuyo.- el pequeño dejó de reír, sintiendo todo su rostro caliente y desvió la mirada, avergonzado. Debía recordar no hablar con su amigo de ese tipo de cosas. 

Una nueva canción comenzó y con ella se unieron dos personas más a la pista. Kibum comenzó a moverse al ritmo de la música de inmediato, contorneando sus caderas, moviendo sus torneadas y estilizadas piernas. A Taemin le tomó un par de segundos adaptarse, pegando su cuerpo al del mayor. Pronto ambos se vieron rodeados de espectadores curiosos, quienes no despegaban su vista de aquellas dos figuras que se movían a un mismo y excitante compás. El rubio sonrió, contento ante los comentarios que escuchaba, mientras el castaño susurraba cosas en su oído que le hacían soltar una que otra risita.

Key se giró delicadamente, sin despegar su cuerpo del otro, ahora con la espalda pegada al pecho del más joven. Sus ojos buscaron la mesa donde se encontraba Minho, y sonrió al notar la mirada de éste sobre él, sobre su cuerpo, sobre sus caderas. Se mordió el labio sensualmente, sin despegar su mirada felina de aquellos orbes enormes que sólo parecían verle a él. Jonghyun y Jinki también les miraban, pero no con la misma intensidad, no con ese ardiente deseo.

Se separaron un par de canciones después y entre risas y abrazos juguetones se encaminaron a la mesa donde estaban los otros tres. Minho fingió beber de su vaso cuando se sentó a su lado, como si su presencia no le importara en lo más mínimo. –Hey, chicos.- dijo naturalmente, chocando su mano con la de Jonghyun, su amigo desde viejos tiempos. –Tenía la impresión de encontrarlos en la pista, no en una mesa lejos de la sociedad.- se burló el castaño, sin quitar la sonrisa superior de sus labios con brillo.


-Bueno, no queríamos dejarte en ridículo, Key.- soltó mordazmente Jjong, entrelazando su mano con la de su novio.


-Sí, estoy seguro que Jinki tiene mejor coordinación que nosotros.- repuso sarcástico, sonriéndole traviesamente al mayor de los cinco. El nombrado se sonrojó, haciendo reír a todos. Era bien conocido que el chico listo era extremadamente torpe. Era el único con la capacidad de tropezarse con la nada y resultar herido. -¿Qué hay de ti, deportista?- el alto enarcó una ceja, reparando en la forma que empleaba el bailarín para llamarlo. -¿Tampoco tienes coordinación fuera de las canchas?- el chico iba a responder, pero fue interrumpido por una voz en extremo conocida.

-¡Key, Taemin!- ambos se giraron a ver quién les llamaba, sonriendo inmensamente. -¡Sabía que podría encontrarlos aquí!- Minho rodó los ojos, cuestionándose por qué aquel sujeto gritaba como si fueran incapaz de escucharle.

-¡Dongwoon!- corearon ambos, siendo Kibum el primero en lanzarse contra él y abrazarlo como si no lo hubiera visto en años. El deportista chasqueó la lengua, odiaba a ese tipo. Se había ido hace seis meses fuera del país, ¿por qué demonios no podía quedarse allá? Para ese momento Key ya había enredado sus dedos en el largo y oscuro cabello del chico, y le hablaba al oído, pegando levemente sus cuerpos. La tensión aumentó. -¡Chicos!- gritó el de mirada felina de repente, soltando al pelinegro y agitando ambos brazos. Dongwoon se despidió alegremente y regresó con su grupo, ganándose una mirada reprobatoria de Yoseob.

-Changmin.- susurró Taemin, corriendo hacia él y colgándose de su cuello. –Te extrañaba.- el moreno se rió, revolviendo los cabellos dorados del bailarín. Kibum se acercó a Yunho y Jaejoong, abrazando con mayor fuerza a este último. Jinki, Jonghyun y Minho los miraban curiosos, recordando a las leyendas del prestigioso instituto donde estudiaban. Yunho, Jaejoong, Changmin, Junsu y Yoochun, eran considerados los dioses de aquel lugar; habían sido los cinco chicos más populares de su generación, destacándose en los ámbitos académicos, deportivos y culturales; así como ellos lo estaban haciendo ahora.

-Debo suponer.- comenzó Kibum, picando la mejilla de Jaejoong, algo que sabían odiaba el muchacho. –Que Yunho y tú están saliendo.- señaló sus manos entrelazas y escuchó a la pareja reírse. -¡Y no me habías dicho, Jae! Eres tan cruel.- lloriqueó la diva, fingiendo que su corazón se había roto. –Y tú, Yunho, sigues siendo el mismo insensible de siempre.- el alto se rió, revolviendo los cabellos caramelo del bailarín. –A todo esto… ¿Dónde se han metido Changmin y Taemin?- los tres buscaron con su mirada a ese par, pero ya no estaban por ningún lado. -¡Demonios! Me he perdido el tan esperado reencuentro.-


-Eso te pasa por meterte donde nadie te llama, Bummie.- se burló Jaejoong, dando un par de golpecitos en la frente de Kibum, quien le miró de manera amenazante para luego sonreír traviesamente.

-Que te den, Jaejoong.- soltó de repente, ganándose un gritito sorprendido de Jinki. –Ah no, espera, eso ya lo hace Yunho.- soltó un estridente carcajada, notando la sonrisa en los labios del líder de los dioses. Jae le miró reprobatoriamente, pero pronto sonrió también, del mismo modo que él lo había hecho.

-Quizá debas buscar a alguien también, Keybum.- susurró melosamente. –Lo tuyo es pura tensión sexual.- Key abrió la boca, listo para responder, pero Jaejoong se dio la vuelta y, como si se tratase de un niño pequeño, echó a correr lejos de ahí, siendo seguido rápidamente por su novio. Kibum se quedó así un momento, escuchando las fuertes carcajadas de Jonghyun a su espalda.


-Estúpido Jaejoong.- murmuró tan pronto se sentó en el asiento que hubiese ocupado anteriormente. –Él sabe que puedo tener a quien desee.- se encogió de hombros y tomó el vaso de Minho, dando un sorbo a aquella bebida dulce. El menor no dijo nada, conociendo la actitud caprichosa de Kibum era mejor de ese modo.


-Iremos a bailar.- sentenció Jonghyun, tirando de la mano de su novio y arrastrándolo a la pista. Minho les miró furioso por una fracción de minuto, tiempo que a los mayores les tomó perderse entre la multitud. Key aprovechó ese momento para volver a robar el vaso de Minho y dar otro trago, esta vez un poco más largo.

 

 

-¿No piensas ir con ellos?- preguntó la Diva de repente, cruzando sus piernas y mirando al alto a través de sus pestañas espesas. –Aunque, bueno… Nunca te he visto bailar, Minho.- aquella era la primera vez que pronunciaba su nombre y la manera en que lo hizo, repleta de sensualidad y coquetería, no pasó desapercibida para el de orbes oscuras. –Debe ser un espectáculo digno de admirar.- se puso de pie lentamente, con elegancia y apoyó ambas manos en los muslos del chico alto, inclinándose hacia él hasta llegar a su oído. –Me voy.- 

Tan pronto como se acercó, también se hizo a un lado. El basquetbolista siguió su figura, sin perder detalle de aquellas caderas que se insinuaban con cada paso. Le dio un último trago a su bebida y sonrió, empezando a caminar tras él. No podía negar que el chico bonito le gustaba, y le gustaba mucho. 

Salió del club, notando la figura de su presa a media cuadra de distancia. La casa del castaño quedaba relativamente cerca de ahí, o al menos eso había comentado Jjong de camino al lugar. Lo alcanzó en un segundo, rodeando con un brazo su cintura y pegándolo a su pecho, frenándolo completamente. –Sabes, Kibum.- sintió el cuerpo del más bajo estremecerse y la sonrisa en su rostro se hizo más grande. –Me encantaría mostrártelo. Pero bueno, prefiero que sea en privado.- el mayor soltó una risa traviesa, girándose para rodear el cuello del deportista. -¿Qué dices, Key?- sus miradas se cruzaron fugazmente y el mayor se mordió el labio de aquella irresistible manera.

-¿Crees que mi departamento encaje en tu concepto de privado?- el menor sonrió, asintiendo con su cabeza y liberando la cintura del castaño. –Entonces, ven conmigo.- Kibum tiró de su muñeca, obligándolo a seguirlo. Tres cuadras más adelante se detuvieron y Key le miró divertido. Aquel lugar era un complejo departamental de al menos ocho pisos. Entraron al elevador y tan pronto la puerta se cerró, el castaño lo empujó contra una de las paredes y rodeó nuevamente su cuello, pegándose totalmente a él. –Sabes qué, Minho.- se acercó un poco más, hablando esta vez sobre los labios del más alto. –La cámara no funciona.- antes de poder decir algo, Key se apoderó de su boca, besándolo como si la vida se le fuera en ello. Trató de responder, pero las puertas se abrieron en ese instante y el chico se separó, volviendo a sujetar su muñeca para guiarlo hacia su departamento en el séptimo piso de aquella construcción por demás elegante y costosa. Escucharon un gemido de la habitación de al lado y Key se rió. –Es el departamento de Taemin.- le indicó burlonamente. –He de suponer que consiguió lo que quería.- se encogió de hombros. –Mañana se quejará por haber pasado la noche en el sofá.- Minho se sonrojó, recordando quién era el que acompañaba al rubio. 

Cuando la puerta cedió, Minho contempló aquel espacioso lugar con la boca abierta. Era por demás maravilloso. Sin duda alguna, Kibum tenía un gusto excelente para la decoración y podía apostar que la vista desde aquel enorme ventanal era majestuosa. El mayor cerró la puerta y encendió el equipo de audio, dejando que algunas canciones de moda inundaran el ambiente. Se internó a la cocina, regresando al poco rato con dos bebidas heladas y algunos bocadillos. Incluso en eso era bueno el castaño.

-Quiero presenciar el espectáculo que me prometiste.- pronunció de repente, logrando que el menor se ahogara con su bebida. –Es más, quiero ver otro tipo de espectáculo.- arrastró las palabras con sensualidad, colocando su propio vaso en la mesa de centro y deslizando su mano hasta la rodilla del alto. -¿Estás dispuesto a complacerme, Minho?- 

No obtuvo respuesta alguna. El deportista estaba congelado en su lugar, con los ojos grandes y la boca abierta. Kibum soltó una risita musical, deslizando su mano un poco más arriba, por el muslo del chico alto, para luego levantarse con elegancia y caminar a la cocina, llevando su vaso desocupado y el plato vacío.

Dejó ambos en el fregadero, perdiéndose momentáneamente en sus pensamientos. Sabía que esa atracción hacia el alto muchacho no era sólo eso, pero tampoco podía asegurar otra cosa. Le gustaba mucho, es cierto; le atraía de una manera indescriptible, era verdad; lo deseaba con cada fibra de su ser; pero ¿lo amaba? Negó con su cabeza. No le conocía de nada, sólo sabía lo que Taemin le decía que hablaba Jinki sobre el capitán… No bastaba.

Su celular sonó, despertándolo de ese sueño extraño, liberándolo del mar de confusión que él mismo solía crear al pensar en Choi. Su sonrisa se amplió al reconocer el número en pantalla, por lo que respondió enseguida, con su voz llena de emoción. 

Woohyun. Minho frunció el ceño cuando escuchó aquel nombre dejar los labios del muchacho bonito. Conocía de sobra a Woohyun, uno de los amigos más cercanos de Kibum, aunque más que su amistad, el mayor parecía querer otra cosa del bailarín. Se acercó lentamente al castaño, que se encontraba de espaldas a él, apoyado en el mesón. 

Le rodeó con un brazo, pegándose totalmente a él; y sintió el estremecimiento del otro, robándole una sonrisa. –Eres malo, Bummie.- murmuró en su oído libre, arrastrando el apodo cariñoso de un modo que al nombrado se le antojó exquisito. Dos podían jugar el mismo juego. 

El de mirada seductora siguió hablando con su amigo, pasando olímpicamente del muchacho tras él, aunque no era capaz de ocultar el frenético latido de su corazón; en ese momento agradecía que el nerviosismo no se notara en su voz y que la música de Woohyun estuviese lo bastante alta para que no escuchara a Minho. 

Cubrió con su mano el pequeño teléfono. -¿Qué crees que haces?- le preguntó, sintiendo las grandes manos del basquetbolista posarse de forma descarada en su cadera. ¿Cuándo él…? 

-Nada.- respondió con inocencia, hundiendo la nariz en los cabellos castaños. –Me aburría sin ti.- el mayor sólo negó, volviendo su atención a la llamada, tratando de no dar seña alguna de lo que le pasaba al tener tan cerca al chico de ojos bonitos. “Que idiota”, pensó Kibum, mordiéndose el labio. 

El castaño seguía hablando traviesamente con su amigo por teléfono, sintiendo las manos del alto posadas en su cadera todavía. Fingía no estar interesado en ese cuerpo perfecto pegado a su espalda, en ese rostro hermoso oculto en su cabello, en esos labios que soltaban un suspiro tras otro. Se rió escandalosamente, sobresaltando a su compañero, recibiendo un ceño fruncido como única respuesta. 

Minho estaba molesto, demasiado, para ese momento; pero no quería ser muy obvio. Aunque, ¿qué importaba a esas alturas? Se pegó de nuevo a Kibum, aprisionándola una vez más contra ese mueble, mientras su cabeza se llenaba de ideas no muy santas sobre el otro muchacho. Hacía mucho que lo sabía, que lo quería para él, que lo deseaba. Anhelaba sentir el cuerpo de Key bajo el suyo, con la respiración irregular y cubierto de sudor; anhelaba escuchar de sus labios suspiros con su nombre, gemidos de placer y que rogara por más; anhelaba hacerlo completamente suyo, una y otra vez, hasta que ambos acabasen fatigados bajo las sábanas, abrazados, compartiendo un último beso largo y húmedo antes de quedarse profundamente dormidos.

-Woohyun~- chilló de repente el muchacho, apartándolo de un empujón y dándole la espalda; el alto frunció el ceño. -¡Claro que sí!- seguía diciendo emocionado, apoyándose de nuevo en el mesón y riendo por alguna estupidez dicha por el otro. -¿A dónde me llevarás?- 

Eso fue todo lo que necesitó Choi para arrebatarle el aparato de las manos y mirarlo con el ceño fruncido. –Está ocupado ahora, Woohyun.- murmuró, con el castaño gritándole y golpeando su pecho. –Adiós.- cortó veloz, lanzando el teléfono lejos de su dueño, quien ahora soltaba un sinfín de maldiciones e improperios por la acción del menor.

-¡¿Qué mierda te pasa?!- chilló enfurecido, siendo empujado con fuerza contra el mueble de la cocina. -¡Minho!- 

No pudo segur quejándose, simplemente no tuvo tiempo alguno para reaccionar. Los labios del alto se apoderaron de los suyos en un beso hambriento, necesitado, aferrándose a la cintura delgada, pegando completamente sus cuerpos con desespero. Kibum se dejó llevar por aquel arrebato, olvidando su enfado, rodeándole el cuello con ambos brazos, enredando los largos dedos entre los mechones de cabello oscuro, degustando la boca ajena. Hacía tanto que deseaba aquello…


Se separaron lentamente, mirándose a los ojos fijamente. Key pasó la lengua sobre los labios abultados, retirándose al escuchar aquel suspiro, sonriendo contra la boca abultada antes de besarla nuevamente, con su cuerpo sacudiéndose levemente mientras trataba de no reír con fuerza. El abrazo en su cintura se situó más íntimo, más afianzado y su corazón comenzó a ir a un ritmo irregular que le desesperaba. ¿Por qué debía reaccionar de esa forma? ¿Por qué no podía disimular un poco su estado de creciente excitación? ¿Por qué con Minho siempre era todo tan distinto?


-Eso ha sido ridículo.- se burló el mayor, apartando al alto y recuperando su teléfono, el cual nuevamente se encontraba sonando. –Incluso para ti.- sonrió de aquella manera altanera que le caracterizaba y tomó la nueva llamada, riendo apenas saludó a la persona al otro lado de la línea. Dongwoon. El nombre se repitió en su cabeza un par de veces, ¿por qué demonios todo era tan complicado con Kibum? 

Lo encontró en la sala, apoyado en el respaldo del sofá, de espaldas a él. Una idea cruzó su mente, una que venía enloqueciéndolo desde hacía tiempo. Lo rodeó con sus brazos una vez más, pegando sus cuerpos, escuchando el jadeo del castaño, ¿por qué siempre reaccionaba de esa forma a su toque? Sonrió, apretando aún más ese cuerpo delicado entre el suyo propio y aquel mueble. Y le mordió la oreja, tratando de no reír cuando el chico se excusó patéticamente por teléfono ante su pequeño gemido.

Choi estaba dispuesto a jugar con el humor de su compañero, sólo porque se encontraba terriblemente celoso de todos esos idiotas que se creían con derecho de tenerlo. Porque sabía que Woohyun y Dongwoon jamás vieron a Key como un amigo, sino como una posible pareja… Y él no se los dejaría fácil. Se mordió el labio, emocionado.

 

 

Kibum sintió su respiración cortarse cuando las manos ajenas abandonaron su cintura para deslizarse sobre sus caderas y, posteriormente, acariciar la parte interna de sus muslos. ¿Desde cuándo el alto era tan atrevido? Trató de no hacer ruido, de no indicarle que aquella zona era sensible, que sus piernas hormigueaban bajo el toque lento; pero los suspiros que escapaban de sus labios no estaban ayudándolo. 

Dongwoon no dejaba de hablar sobre su tiempo en el extranjero, pero era incapaz de escucharle realmente porque estaba concentrado en los dedos que jugaban sobre su cuerpo y los labios que acariciaban su cuello tiernamente. Choi Minho estaba jugando con su autocontrol, lo sabía; y lo odiaba por ello. Soltó un quejido cuando esas manos se deslizaron desde la parte interna de sus muslos, casi rozando su entrepierna y se posaron en su cadera de nuevo, apretando suavemente. 

Giró bruscamente, con los pómulos levemente enrojecidos, encontrándose de frente con aquellos ojos curiosos y aquellos labios abultados curvándose traviesamente. Él también deseaba jugar. Empujó al alto sin borrar la sonrisa coqueta de su rostro bonito, arrinconándolo contra uno de los tantos muebles de oscura madera, mirándolo directamente a los ojos. Se mordió el labio de esa forma que a todos trastornaba, brindándole la sonrisa más cínica que podía, con la mano apoyada en el fuerte pecho y la voz de Dongwoon a lo lejos. 

-Te llamo luego.- cortó de repente, sin perder detalle de la mirada confundida del alto. –Minho, ¿qué pretendes?- murmuró risueño, empezando a soltar los botones de la camisa ajena, sonriendo ante la visión de aquel pecho perfecto. –Vienes a casa conmigo, me besas y me toqueteas a tu antojo… ¿qué quieres de mí?- le hubiese gustado escuchar una respuesta, pero no podía quejarse mientras el muchacho le besaba de aquella manera desesperada, robándole más que el aliento. 

Sentía su corazón latiendo con fuerza, resonando en su cabeza, frenético. ¿Por qué debía ser así? Aquella boca que se ajustaba de manera tan perfecta a la suya lo enloquecía, llenándolo de un creciente deseo por alcanzar un punto más alto, por volverse aún más íntimo con el muchacho atractivo que ahora apretaba por vez primera su trasero, provocando que gimiera dentro del beso, que pegara sus caderas y sus mejillas se tiñeran de carmín. No conocía ese lado del más joven, pero había esperado demasiado tiempo una oportunidad para tenerlo a su lado, para morderle los labios y perderse en esa mirada oscura y lujuriosa. 

 

 

Minho jadeó cuando la mano de Kibum soltó el botón de su pantalón y terminó deslizando hacia abajo el zipper, para luego introducirse dentro de su ropa y comenzar a acariciar su miembro con lentitud, torturándolo poco a poco, mientras seguía apresando sus labios entre los suyos, con su lengua acariciando la suya y sus corazones latiendo a un mismo compás.


Llevó una de sus manos al muslo de Kibum, acariciándolo distraídamente, para finalmente enroscar la pierna del mayor en su cadera, provocando un roce delicioso que provocó un gemido en ambos, mientras volvían a besarse con ganas. Descubrir ese lado de Key, más allá de los rumores y las apariencias mantenidos en el instituto, era simplemente excitante. No podía definir realmente sus emociones en ese momento, porque no había palabras suficientes para explicar esa necesidad por marcar el cuerpo del castaño como suyo, por demostrarles a todos que le pertenecía completamente, única y exclusivamente a él.


-K-Kibum…- susurró bajito, sintiendo los dientes del mayor presionar su labio inferior. –M-Me gustas demasiado.-

 

 

Su mente se dirigió al pasado por un instante, permitiéndose recordar el momento justo en que ambos se conocieron y, para qué negarlo, cuando la atracción entre ellos surgió. Miraba los ojos grandes, profundos, tratando de contar las veces que lo atrapó observándole cuando creía que no se daba cuenta; contempló los labios abultados que sólo pronunciaron su nombre un par de veces en todo ese tiempo, pero que esta noche no dejaban de llamarle entre besos y caricias; miró los hombros perfectos, los brazos fuertes, mismos que fueron su apoyo un día que se lastimó el tobillo mientras practicaba con Taemin; siguió descendiendo por el pecho trabajado, donde su espalda estuvo apoyada horas antes en la cocina; las caderas maravillosas donde enredó sus piernas…


Levantó los brazos lentamente, volviendo a la realidad, permitiendo que el alto retirara su playera y la lanzara a algún lugar de la alcoba. Buscó sus labios nuevamente, enredando los dedos en los cabellos oscuros, sintiéndose más que nunca atraído por el otro, deseoso de su cuerpo, su calor, de todo su ser. Suspiró un sinfín de veces mientras los labios abultados se paseaban por su cuello, succionando la piel con el único objetivo de dejar marcas visibles, mordiendo sus hombros, jugando con sus pezones. Sentía todo el cuerpo caliente, expectante, pero esa lentitud le recordaba de cierta forma que no se traba solo de sexo; no esta vez. Porque Choi Minho gustaba de él, así que significaba más que cualquier encuentro que pudo suponer con anterioridad.

 

 

El cuerpo de Kibum siempre le había parecido perfecto. El chico de la mirada felina era delgado, quizá demasiado, pero con atributos indiscutibles. Con su cabello lacio y castaño cubriendo parte de sus ojos pequeños y finamente delineados, mismos que le miraban con curiosidad y algo de burla la mayoría del tiempo, excepto esta noche, donde estaban llenos de un sentimiento extraño mezclado con deseo; los labios delgados que se curvaban en sonrisas coquetas ahora estaban entreabiertos, permitiendo escuchar los gemidos de su dueño, los cuales aumentaban mientras él con sus manos recorría por completo su ser, deleitándose con la textura de aquella piel de porcelana.


Minho marcaba el cuello níveo sin resistencia alguna del otro, dejando pequeños puntos rojizos que pronto serían violetas y que no les permitirían olvidar lo ocurrido. Deseaba más que nunca que sus sentimientos alcanzaran al chico, pero sabía que era complicado. Besó nuevamente la boca que le llamaba entre jadeos, que murmuraba su nombre de una manera inimaginable, entre cariñosa y necesitada.

 

 

-M-Minho…- se sentía desfallecer mientras los labios esponjosos acariciaban apenas los suyos, rozando de vez en cuando sus mejillas y su mentón.


Arqueó la espalda cuando sus cuerpos se fundieron por completo, siendo uno solo. Se aferró con fuerza a los brazos trabajados de Minho, abriendo su boca para soltar fuertes gemidos que inundaban la habitación, que se grababan en su mente. Los grandes ojos le observaban con adoración, con los labios abultados curvándose en sonrisas que le resultaban endemoniadamente sensuales. Cada embestida le acercaba más a ese glorioso momento.


Kibum gritó su nombre cuando el inminente orgasmo lo alcanzó completamente, llenándolo con la esencia del menor, mandando su mente muy lejos de ahí y obligando a su corazón a latir velozmente. Se dejó caer sobre el colchón, respirando irregularmente, con el cuerpo de Minho sobre el suyo tan pronto se unió a él. El alto le apartó los mechones castaños que cubrías sus ojos, besándolo nuevamente, recorriendo entera su boca. Simplemente perfecto.

 

 

Key abrió los ojos de golpe, sorprendido al sentir un peso extra a su lado en la cama. Parpadeó un par de minutos, confundido, tratando de recordar lo ocurrido la noche anterior, sonriendo al pensar en todos los besos y las caricias compartidas con Minho en esa habitación. Salió de la cama cuidando no despertarlo, colocándose su ropa interior y una camiseta holgada para ir a la cocina. -¿Qué debería hacer ahora?- se preguntó mientras ponía la sartén al fuego.
Un par de brazos le rodearon la cintura y un cuerpo se pegó al suyo. –Fue una buena noche.- susurró aquella voz que tan bien conocía. -¿Qué desayunaremos hoy, umma?-


-¿Qué demonios haces acá dentro, Taemin?- le regañó el de la mirada felina, sin dejar de hacer el desayuno.

-Usé esto.- le mostró las llaves sobre el hombro; y aunque Key no pudiese verle, sabía que el rubio tenía una enorme sonrisa en la cara. -¿Por qué hoy estás tan alegre?-

-Cállate.- cortó el otro, revolviendo la comida. –Mejor dime, ¿no te duele la espalda?- el menor se sonrojó violentamente y lo soltó de golpe, apartándose unos pasos de la delgada figura del castaño.

-¿Cómo es que tú…?- Kibum comenzó a caminar en su dirección, atrapándolo contra la mesa. – ¿Tú nos escuchaste?-

-Yo lo sé todo, bebé.- rió divertido, revolviéndole los cabellos. –Aunque no entiendo como…-

Ambos giraron la cabeza al mismo tiempo al escuchar a un tercero entrar a la cocina, encontrándose a Minho de pie, mirándolos con mucha confusión. Se separaron sonrojados, Kibum volviendo a la estufa y Taemin fingiendo servirse agua cerca del refrigerador.

-¿Interrumpo algo?- preguntó el basquetbolista, sonriendo divertido. Ambos negaron, avergonzados.

-Creo que debo irme.- susurró el menor de los tres, casi corriendo lejos de ahí. Kibum fue tras él, sosteniéndolo antes que cruzara la puerta principal. –Hablaremos luego, umma, quiero detalles.- susurró el pequeño, soltándose y cerrándole la puerta en la cara.

Key miró varios segundos la puerta, sin saber qué decir ahora que Minho se encontraba despierto. Finalmente suspiró y regresó a la cocina, donde su compañero le esperaba pacientemente, con una sonrisa en sus labios bonitos. Pasó de largo, directo a recuperar la taza de café servida antes de la aparición de Taemin, pero un brazo en su cintura lo frenó.

-¿A dónde crees que vas?- lo giró hacia él, mirándolo directamente a los ojos y sujetó su mentón. –Kibum, lo de anoche…-

-No lo digas.- murmuró el mayor, mordiéndose el labio.

Simplemente aquella imagen le resultaba irresistible a Choi. Tomó posesión de aquellos labios delgados una vez más, como tantas veces lo hizo durante la noche anterior, como esperaba hacerlo de ahora en adelante. Kibum correspondió lentamente, apenas tocando los labios ajenas, con miles de dudas en su mente y el molesto latir de su corazón acelerado. Pasó ambos brazos por el cuello de Minho, permitiéndose algo más de contacto y que la presión ejercida contra su boca aumentara. Separó los labios, dejando que la lengua experta del deportista jugara con la suya dentro del beso pasional que ahora compartían.

-Cuando dije que me gustabas, no era ninguna mentira.- el castaño parpadeó un par de meses, confundido. –Realmente me gustas.-
-Debes estar bromeando.- murmuró, frunciendo el ceño.

-¿Quieres que vuelva a demostrártelo?- preguntó risueño, pellizcándole las mejillas.

Antes de que pudiese responder ya se encontraba sobre el mesón, con el cuerpo del chico atractivo entre sus piernas y los labios abultados sobre los suyos. Sonrió dentro del beso, volviendo a abrazarle el cuello. – ¿Crees que sea necesario?- preguntó riendo, ocultando el rostro en el hueco entre el cuello y el hombro de Minho.

-¿Tú qué crees?- y ambos sonrieron, volviendo a besarse, olvidándose momentáneamente de todas esas cosas que deseaban preguntar al otro y de tratar de dar explicación a esos sentimientos extraños que se mezclaban con el deseo.

Ya habría tiempo después para ello.

 

Notas finales:

Lamento la tardanza, pero pasaron tantas cosas que al final terminé presentando el FanFic tarde y sin sentido. Me disculpo por una historia tan extraña y carente de un punto claro.


Realmente he sufrido escribiendo este pequeño shot que comencé hace cuatro meses, lo que me lleva a considerar la posibilidad de retirarme pronto. Esperemos sólo sea una etapa; y si no, pues me alegra haberlas conocido. Besos ♥


PD. La que quiera ponerse en contacto conmigo, vaya al grupo MinKey del que formo parte (link arriba; bajo la imagen) y pregunte por su servidora. Siempre estoy ahí :)


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