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Placer por the queen

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Notas del fanfic:

Femslash


La odiaba.

Por su culpa estaba en ése lugar, en aquella situación y por su culpa estaba allí, tomandola. ¡Maldita! ¿Tenía que estar tan irremediablemente buena? Maldita, mil veces maldita; pero una maldita exquisita, deliciosa y sobre todo fascinante.

Hermione Granger estaba completamente sonrojada y de su boca sólo salían leves gemidos, verdaderamente que la chica de cabellera negra que se encontraba entre sus piernas, hacía un magnífico trabajo.

- ¡Oh! ¡Por… ah… Merlín…!-sentía la lengua traviesa de la pelinegra adentrarse y salir constantemente de su lugar prohibido.

Afortunadamente estaban en el baño, y de todo Hogwarts aquél era el lugar más seguro para hacer sus cochinadas, la castaña se encontraba sentada en el lavamanos, mientras que la morena se ocupaba de su sexo.

Sí, definitivamente odiaba a aquella castaña, tan  deliciosa, aún no entendía cómo es qué lograba sonrojarse tan fácilmente, como si mantuviese su inocencia, como si aún fuera virgen. Y simplemente no pudo evitarlo sonrió maliciosamente, no, Granger no era virgen, ella misma se había encargado de ello.

Y la probó, probó la esencia de una de las integrantes del trió dorado, por supuesto que no era la primera vez que lo hacía; pero aquella sangre sucia era tan exquisita, que se había vuelto adicta, adicta a Granger, a su piel, a su aroma y a su lugar prohibido.

Absorbió todo, sin dejar que nada se desperdiciara, sería una gran pérdida, la esencia de Granger no debía perderse.

Ella era Pansy Parkinson y jamás desperdiciaba nada, precisamente por no desperdiciar nada era que Granger gemía gracias a sus caricias.

Terminó de absorber y se enderezó para ahora atender la boca de la castaña, y la besó, con lujuria, con pasión; pero claro está sin amor, ella era una Slytherin y por lo tanto no amaba a nadie, sólo a sí misma, lo que tenía con Granger era algo pasajero, algo momentáneo, algo exquisitamente casual.

- No vuelvas a tocarme, maldita.-adoraba aquello, adoraba la resistencia que ponía la castaña, increíblemente sólo lo hacía luego de que ella le ayudaba a llegar al orgasmo.

- ¿De verdad lo quieres?-susurró en su oído y sintió como la chica se estremecía.-Eres mía sangre sucia y lo sabes.-acotó mientras introducía dos de sus dedos en el interior de la castaña frente a sí.-Nadie te tomará como yo.-besó su cuello, su clavícula y su mentón.

- Ah… Desgraciada.-gemía, era increíble como estando tan a punto de llegar a un nuevo orgasmo, se resistía; pero era aquello lo que le gustaba, era aquello lo que la excitaba, que a pesar de que se corría entre su boca y dedos, la sangre sucia continuaba resistiéndose.

Y no lo pensó, ella también necesitaba llegar al orgasmo, trataba de controlarse; pero los gemidos ahogados de la castaña no la ayudaban en nada. Y lo hizo, mientras su mano derecha se encargaba de Granger, su mano izquierda se encargaba de su propia excitación. Cerró los ojos cuando con sus propios dedos comenzaba a darse placer, sabía que la castaña la observaba y era aquello lo que más la excitaba.

Y ocurrió sintió unos dedos que no eran suyos tocar aquella zona tan intima, perfecto, exquisitamente perfecto, se estaba rindiendo, la desgraciada Granger se estaba rindiendo.

- Maldita Granger.-gimió cuando la castaña se atrevió a aumentar su caricia, sí, la imbécil sabía cómo hacerlo.

- Desgraciada… Parkinson.-gimió la Gryffindor, cuando la morena aceleró también su caricia, el orgasmo estaba pronto, lo sentían y sabían que no aguantarían.

La Slytherin sintió que algo comenzaba a aglomerarse en su estomago, maldito orgasmo… ¿Siempre tenía que llegar tan pronto? Pero una idea cruzó por su mente y no se detuvo a analizarlo.

- ¿Qué demonios?-replicó la castaña justo en el momento en que la pelinegra retiró su mano de ella, y luego retiró la de la castaña de sí misma.-¡Ah…! ¡Parkinson!-Sí, aquello era realmente indescriptible, sus hinchados, excitados y necesitados sexos se rozaban por completo, sin nada que se lo impidiese, aquello era la gloria.

Movimiento acelerado de cadera de partes de las dos, insultos de una hacía a la otra y un abrazo para evitar que cayesen al suelo con semejante orgasmo.

Pansy respiraba agitadamente y Hermione también, estaban extasiadas y aún así querían mas del cuerpo de la otra, sobre todo la morena. Y por eso maldita, mil veces maldita Granger… ¿Por qué tuvo que encontrársela llorando en la biblioteca? Y peor aún ¿Por qué se la había follado en ése lugar? Aún lo recordaba, hacía unos cuantos meses; pero era tan vivido que no podría olvidarlo nunca y mucho menos luego de que tenía éste tipo de encuentros con la rata de biblioteca.

¿Qué rayos estaba haciendo en la biblioteca? Todo era culpa de Draco, si no fuera porque el chico era alguien especial para ella, su mejor amigo, y ahora quería ayudarlo, mejor dicho debía ayudarlo, se lo debía, sólo él sabía cosas de su familia, problemas entre sus padres y el gran sentimiento de vacío que tenía constantemente. Siempre sentía que algo le faltaba y por mucho que lo buscaba no lo encontraba.

- Maldito destino.-susurró con enojo, mientras terminaba de adentrarse a la biblioteca por completo.- ¿Habrá algún libro que le sirva a Draco?-se cuestionó, mientras comenzaba a pasear por los casi vacios pasillos de aquella biblioteca.

Y entonces la vio.

La sangre sucia estaba allí, rodeaba por sus únicos amigos: los libros, sin embargo algo le ocurría, ya que estaba… ¿Llorando? Era cierto de los ojos de la castaña surcaba una gran cantidad de lágrimas, se dio media vuelta, con todas las intenciones de irse; pero algo le incitaba a saber el por qué de las lágrimas de la Gryffindor, quizás hasta pudiese molestarla.

Se dirigió con paso sigiloso hacía ella, quería asustarla, humillarla no darle tiempo de que limpiara sus lágrimas, oh sí, adoraría ver la cara de vergüenza y humillación de la castaña.

- ¿Te sucede algo, sangre sucia?-Hermione se sobresaltó al oír una voz a sus espaldas; pero cuando se dio cuenta de la causante endureció su expresión y al instante trató de limpiarse sus lágrimas.

- ¿Qué haces aquí, Parkinson?

- No te molestes Granger, ya he visto que estabas llorando.-acotó la Slytherin cruzándose de brazos.-En fin… ¿Me lo dirás?

La chica le observó confundida.

- ¿Decirte qué?-refutó de manera altanera.

- Cuidado Granger, recuerda a quién te estás dirigiendo.-dijo con arrogancia si bien la curiosidad la carcomía, no se dejaría amedrentar por aquella maldita sangre sucia.

- ¿Con quién? Según tú, Parkinson.-se levantó furiosa de su asiento, lo último que necesitaba era que una estúpida serpiente viniera a terminar de estropearle el día, suficiente había tenido con Ron y Lavender.


La morena sonrió socarronamente.

- Pues conmigo, claro está.-agregó con sorna.

La castaña rió fingidamente.

- ¡Ja! No me hagas reír, Parkinson.

Maldita, maldita Granger… ¿Por qué era tan difícil sacarle información? Inmunda, Sangre sucia, Ratona de biblioteca, sabelotodo y maldita empollona Granger.

- Te aseguro que si continuas con tu comportamiento lo lamentarás…

- Y… ¿Qué me harás? ¿Maldecirme? ¿Mostrarles a todos que eres una maldita mortifaga? O qué… ¿Qué rayos vas a hacerme, Parkinson?

¿Por qué? ¿Por qué una maldita sangre sucia la retaba? Definitivamente la odiaba, odiaba a la malnacida de Granger.

- No tientes a tu suerte, Granger.-Sí, era una amenaza y si la castaña seguía provocándola no tendría remedio que cumplirla.

La castaña colocó sus manos en su cintura y por alguna razón la morena no podía quitarle la vista de encima a cada acción de la chica.

- No te tengo miedo, Parkinson.-y aquello fue lo último, lo que Hermione sintió después fue el cuerpo de Pansy caer sobre el suyo, mientras que la susodicha comenzaba a hacer estragos con el cabello de la castaña, sin embargo ésta no se quedo quieta si no que al igual que Pansy comenzó a jalarle de sus cabellos negros.

Ambas chicas chillaban; pero como estaban en un lugar apartado y oscurecido de la biblioteca, nadie las escuchaba.

- Te odio, te odio, maldita mortífaga.-chillaba Hermione, mientras jalaba, arañaba e incluso mordía para defenderse, era una Gryffindor y con aquél comportamiento lo demostraba.

- Maldita, maldita Granger, Sangre sucia inmunda.-chillaba a su vez Pansy, estaba enojada, aquella sangre sucia se había atrevido a mucho, le haría pagar, si pudiera lanzarle un crucio, tan sólo si pudiera.

Puños, patadas, chillidos, arañazos, insultos y demás era lo que se observaba en aquella parte de la biblioteca, ninguna daba tregua; pero como eran casi iguales al pelear, ninguna ganaría o por lo menos eso es lo que se observaba.

Aunque poco duró la adrenalina, tan rápido como habían comenzado a pelear, la pelea había terminado, ambas respiraban agitadamente, estaban realmente agotadas, sin embargo aún Pansy estaba encima de Granger y observaba algo curioso en los ojos de ésta, había algo escondido y eso era lo que le había impedido levantarse rápidamente, aunque también se debía al cansancio, algo centellaba en los ojos de Granger; pero no sabía que era… ¿Rabia, quizás? No, era algo más profundo ¿Odio? Tal vez, sin embargo no enteramente hacía ella… ¿Qué era lo que le había ocurrido a la sangre sucia?

Y fue cuando la vio llorar de nuevo que reaccionó. Sí, Hermione Granger volvía a llorar y debajo de ella, se levanto bruscamente, tanto que sus piernas le reclamaron tan hostil movimiento.

- ¿Qué te ocurre sangre sucia?-cuestionó realmente intrigada.

- No te importa.-Y la castaña también se levantó.

- Quizás si me lo dices…

La chica le miró con odio y por primera vez la Slytherin se sintió intimidada.

- ¡No te importa! Es algo que jamás entendería una vil serpiente como tú que no tiene sentimientos.-dijo con enojo la castaña

La morena tomó el cuello de Granger entre sus manos.

- Escucha bien sangre sucia, es mejor que te calles y cuides como te diriges hacía mi, ya que no me temblará la mano para matarte y sin necesidad de varita.-y entonces algo ocurrió, la esencia de Granger llegó a sus fosas nasales, recordó cómo minutos antes sus cuerpos habían estado tan cerca. Y lo sintió, algo en su interior comenzaba a gritar por atención y se humedecía rápidamente. No, aquello no podía ser posible ¿A ella…? Pero… ¡Era Granger! ¿Cómo podía parecerle atractiva aquella sangre sucia? Maldito cuerpo, maldita sexualidad… ¿Por qué tenían que gustarle las mujeres? Y aún peor… ¿Por qué tenía que gustarle Granger?

Sintió como Granger intentaba zafarse de su agarre y seguramente lo conseguiría; pero ahora no podía dejarla ir, no hasta que calmara sus bajos instintos.

- Su..el..ta..me-la voz de la Gryffindor era entrecortada.

Y aunque trató de no hacerlo, la Slytherin se imaginó a la castaña gimiendo, por su culpa. Definitivamente aquello sería divertido.

Una sonrisa maliciosa surcó de sus labios y la castaña se dio cuenta de esto… ¿Qué tramaba Parkinson?. Pansy sacó su varita y sin que la castaña se diese cuenta la inmovilizo, ahora sí, podía hacer lo que le diese la gana. Con los ojos abiertos como platos Hermione observaba cada uno de los movimientos de la morena.

No sería amable, quería tomar a Granger de una buena vez, su interior lo reclamaba y ella nunca se quedaba a medias.

- Sangre sucia, ahora haremos un juego realmente divertido y placentero.-susurró en el oído de la castaña y a pesar del hechizo, sintió como el cuerpo de la misma se tensaba.

Y eran cuatro, cuatro los botones que se encontraban en la camisa de la castaña y todos, absolutamente todos desaparecieron, gracias a las manos de Pansy.

- Lindo…-susurró Pansy y su aliento chocó contra el vientre de la Gryffindor.

La castaña trataba de decir algo, sin embargo no podía, el hechizo se lo impedía.

Y desapareció, al igual que los botones, el sostén de la castaña desapareció y sin dejar rastro alguno. Y ahora Pansy estaba tan entretenida en los senos de Hermione, quién silenciosamente soltaba unas cuantas lágrimas de impotencia, sin embargo muy en fondo disfrutaba de las caricias de la pelinegra y eso la cabreaba.

De repente bufó, Pansy bufó molesta, aquello no le gustaba, quería oír los gemidos o quizás los sollozos de la castaña; pero… ¡Quería oír algo maldita sea! Tanto silencio le enojaba.

- Bien Granger, haré lo siguiente, te quitaré el hechizo; pero juro que si eres capaz de agredirme o hacer algo estúpido te mato de una buena vez.

Y cumplió, el hechizo se desvaneció. Esperó, esperó unos cuantos segundos para ver la reacción de la castaña y sin embargo ésta aún se encontraba en la misma posición.

- Bien, me gusta que seas obediente.

- Maldita.-dijo Hermione con asco.

La ignoró, simplemente la ignoró y continuó despojándola de su ropa. Ya no podía estar más excitada y poco era lo que ayudaban los constantes movimientos de la castaña y por supuesto sus gemidos ahogados, señal de que aunque quisiese ocultarlo también lo estaba disfrutando.

- Seré maldita; pero tú lo eres más, te recuerdo que estás aquí por tu voluntad…-susurró en su oído, mientras lentamente bajaba dos de sus dedos hacía la parte más intima de la castaña.-no estás hechizada, así que tú dirás…

- Maldita ah…-sí, el primer gemido que no pudo esconder. Pansy había introducido su dedo en la castaña y ésta sin poder evitarlo se arqueó, dándole un mejor acceso a la morena de que acariciase como quisiese su cuerpo.

Y la castaña fue victima de un orgasmo, llenando los dedos de la Slytherin de su intima esencia. Se llevó sus dedos a la boca y chupó cada uno de ellos.

- Maldita sangre sucia, sabes exquisito.-y la besó, increíblemente la castaña también le correspondió.

- Desgraciada…-gimió la castaña cuando el beso acabó.

- Ahora eres mía, sangre sucia.-acotó y luego se levantó, dejando allí a Hermione, recuperándose de su orgasmo.


Y luego de aquél día, la buscaba, la observaba, mejor dicho la espiaba, durante toda la noche de aquél día, no había podido dormir, gracias a que el recuerdo del sabor, de los gemidos y de la resistencia de Granger, sólo lograban excitarla más y más. Por eso es que ahora la necesitaba a cada instante, para satisfacer sus bajos instintos y para satisfacer los de ella también.

Ahora estaba en pociones, frente a sí, Granger como siempre con la mano alzada, pidiendo la atención de Snape para responder las preguntas que éste hacía, sin embargo la ignoraba, típico.

Y acabo por fin la clase de pociones acabó, mientras todos salían corriendo, tratando de escapar de aquél lugar, ella se quedaba en tranquilidad recogiendo sus cosas, Snape pronto abandonaría el salón, lo sabía, nadie duraba demasiado en aquél lugar, a excepción de la maldita sangre sucia y ahora ella, porque quería marcarla de nuevo, necesitaba sentirla en sus manos, una vez y mil veces más.

Y se fueron todos desalojaron el salón, dejándolas por fin solas, aunque estaba segura de que la castaña creía estar sola, pobre, no sabía lo inocente, sensual y exquisita que se veía, siempre tenía que ser tan ella, tan Granger, maldita sangre sucia… ¿Por qué la excitaba de aquella manera?

Se acercó a ella con pasos sigilosos, la abrazó por la espalda de manera que sus glúteos rozaran su vagina, un contacto excitante, indescriptible y que logró que se humedeciera rápidamente.

- Maldita Parkinson.-dijo la castaña soltando un suspiro.

- Lo seré; pero te gusta lo que te hago Granger, acéptalo.-y posó sus manos dentro del pantalón de la castaña, logrando que está moviese sus caderas tratando de que aquél contacto fuera más placentero.-Dime que no, dime que no te gusta lo que te hago y juro que no me verás de nuevo, mucho menos me sentirás-paró el movimiento de su mano.-, dime Granger, dime lo que quieres.

La castaña se mordió el labio inferíos inconscientemente,

- ¿Qué es lo quieres, Granger?-cuestionó la morena. Y reinició el movimiento de su mano en la parte más intima de la Gryffindor.

- Joder tómame, tómame de una maldita vez, Parkinson.

Besos, caricias en zonas prohibidas, mejillas sonrojadas y orgasmos casi seguidos, definitivamente si Snape supiese de lo que aquellas alumnas hacían en su salón, de seguro moriría de la impresión.


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