La excepción de la regla
SasuNaru
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—Cállate — Repitió acariciando con dos de los dedos de su mano derecha su fruncido ceño, siguiendo así el consejo de su idiota hermano.
-“Sasuke, no frunzas el ceño. Arrugas, arrugas” -
Suspiró al darse cuenta que Naruto no acataría su orden. Lo observó desviando la mirada del libro abierto ubicado sobre sus inclinadas piernas, arrugó la esquina de la hoja para evitar la confusión al retomar la lectura y se levantó del suelo, quedando así a la misma altura del rubio.
Naruto silenció abruptamente —Bien, ya me callo— Farfulló con el ceño levemente fruncido.
El moreno no pudo evitar sonreír —¿Qué sucedió?— Cuestionó ignorando aquella vocecita que le aconsejaba no preguntar tal idiotez.
El rubio suspiró hondamente —¿Alguna vez escucharás lo que digo?—Pregunta estúpida-Pensó Sasuke. Él siempre escuchaba lo que Naruto decía, por más remoto que fuera, no por nada era su mejor amigo —A veces me siento hablando con una pared.
—¿Era algo sobre matemáticas, no?
El Namikaze profundizó su ceño —Imbécil.
El último dispuesto a marcharse dio media vuelta, ofreciéndole de lleno su ancha espalda al Uchiha; sin embargo, no pudo siquiera dar un paso, ya que la mano de Sasuke atrajo su atención.
—Me contabas que tu hermano Kyubi continúa entrometiéndose en tu habitación y que en esta ocasión quebró uno de tus vídeo juegos favoritos — Comentó atrayendo la mirado del otro —¿O estoy en lo equivocado?— Preguntó una vez no obtuvo respuesta del ojiazul.
Este sólo engrandeció su blanquecina sonrisa — ¿No estabas acaso leyendo tu libro?— Respondió en modo de pregunta.
—Puedo hacer varias cosas al tiempo. No todos carecemos de aquella habilidad mental.
— ¿Ah?
—Y Mi afirmación acaba de ser confirmada.
Antes de unir sus labios en un casto beso, Sasuke alcanzó a escuchar un nada disimulado: bastardo arrogante pero no le importó.
Luego cuando el Uchiha se alejó de Naruto, éste continuó con su discurso. Platicando sobre lo duro que era tener un hermano gemelo irritante mientras Sasuke se acostaba en el pasto, utilizando su maleta de soporte para la cabeza. El ojiazul imitó su movimiento, apoyando así su cabeza en el estomago del otro.
Sasuke suspiró —Sólo cambia la cerradura de tu habitación— Sugirió. El ojiazul se sentó velozmente, mirándolo sonriente.
—¡Eres un genio!— Exclamó para luego sentarse a horcadas sobre él, darle un tosco beso sobre sus labios, y arrebatarle el libro de los dedos justo antes huir literalmente de allí —¡Eso te ganas por bastardo!
—Arrugas, Sasuke, arrugas— Se dijo a sí mismo al observar a Naruto correr lejos de él.
Finalmente se dispuso a irse a su casa. Honestamente la única razón que tenía para quedarse en el instituto más de la cuenta era Naruto y sin él ahí, ya no era necesario.
Sonrió. Eso era algo que Naruto nunca sabría. Porque su mayor justificación era la búsqueda de tranquilidad. Como si eso fuera posible con el dobe rondando cerca todo el tiempo.