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Hearts por SHINee Doll

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Notas del capitulo:

» Back.


Había dicho en Twitter (@HeyDoll!) que escribiría un shot para este día; así que eso hice. No tiene un principio ni un final definido, incluso hay dos canciones ocultas entre los diálogos. No lleva dedicatoria especial; sólo es algo que deseaba compartir con ustedes. Aunque es más que nada un regalo de cumpleaños para mí misma (¡20 años! #Wujuuu), una forma de celebrar el comienzo de mis vacaciones de verano y es la forma en que es digo: “¡estoy de vuelta!”. Así que esperen noticias mías pronto ~

 Hearts

— ஐ —


— ¡Basta! No volveré a repetirlo. — Minho permaneció en silencio después de aquella declaración por parte de su compañero de apartamento. Lo cierto es que deseaba responderle, decir cualquier cosa, pero el mayor estaba poco dispuesto a escucharlo; como siempre.


— Ya van de nuevo a discutir. Pensé que con el tiempo su relación mejoraría, ahora me doy cuenta de lo equivocado que estaba. — Jinki negó con la cabeza, ocultando perfectamente la sonrisa que trataba de aparecer en su rostro.

— Él debería ser capaz de entender que esas cosas no me interesan. — se quejó el rubio, revolviendo sus cabellos en señal de frustración. — No me mires con esos ojos, Minho, porque puedes estar seguro que no funcionará esta vez.

— Pero que no sea Jonghyun quien te lo pida, ¿no? Es ahí cuando deja de parecerte una idea estúpida y haces hasta lo inimaginable. — el menor se cruzó de brazos, apartando sus ojos de aquel maravilloso rostro ahora sorprendido.

— No metas a Jonghyun en esto. Él no tiene nada que ver…

— Siempre es igual contigo. ¡Eres tan…! — se levantó del sofá, internándose en el pasillo que conducía a las habitaciones.

— ¡Vuelve acá, Choi Minho! — comenzó a seguirle, poco importándole que su amigo se encontrase aún con ellos. — ¡No hemos terminado de hablar!

— ¡No hay nada que hablar! — gritó el otro antes de azotar la puerta.

Jinki se echó a reír tan pronto escuchó a Kibum colarse en la habitación del alto, cerrando la puerta con un golpe sordo. Escuchó un par de gritos por parte del de ojos felinos, pero no alcanzó a distinguir lo que estaba diciendo, o quizá no quería hacerlo. Otro golpe en la puerta, uno torpe. Después de aquello, reinó el silencio. Lejos de preocuparse como cualquier persona normal haría, el de ojos pequeños se dirigió a la cocina y abrió el refrigerador como quien está en su casa. Pensó en comer algo del pollo frito que Kibum guardó de la noche anterior, pero un nuevo ruido lo alertó de que lo mejor era marcharse.

Salió rápido del departamento, chocando torpemente con Jonghyun en el pasillo y regando el contenido de la bolsa que el castaño llevaba consigo. Se sonrojó hasta las orejas, principalmente cuando su amigo le pregunto si se encontraba bien y ambos repararon en la cercanía de sus cuerpos y los dedos del más bajo sobre su cadera.

— ¿Ha pasado algo? — preguntó el menor de los dos, sonriéndole con amabilidad. A Jinki le hubiese gustado hacer muchas cosas en ese momento, como probar esos labios que pedían a gritos ser besados. Tragó pesado, nervioso, avergonzado de sus sentimientos.

— Discutieron de nuevo. Se han encerrado en la alcoba y… — Jonghyun se echó a reír, alborotando sus cabellos. Jinki enarcó una ceja, confundido.

— Nunca van a aprender. — movió la cabeza en señal de negación. — Ese par sólo busca una excusa para reconciliarse.

— ¿Lo que tratas de decir es que ellos…? — el mayor se quedó con la boca abierta, atando los cabos sueltos.

Y cuando veía aquella expresión entre distraída y concentrada, esa imagen de alguien que piensa en algo que quizá no debería, el corazón de Jonghyun se aceleraba inexplicablemente y su mirada no se apartaba de aquel rostro maravilloso e infantil. Se había negado por mucho tiempo a aceptar lo que ocurría con su amigo, pero ya era tiempo de tomar valor y hacerle frente. Justo ahora.

— Están juntos. — pronunció con una enorme sonrisa, algo nervioso por lo que estaba pensando hacer. — No pienses más en ello. Mejor vayamos a comer pollo a ese lugar que tanto te gusta, Onew. — tomó su mano y tiró de él, dejando olvidada la bolsa en el suelo. Después de todo, un par de bolsas de patatas fritas no se comparaba con la calidez que lo embargaba al poder entrelazar sus dedos con los del mayor.

 

 

Kibum se estremeció de pies a cabeza. Arrinconado por el menor contra la puerta ahora cerrada, sentía su corazón latir violento y las piernas débiles. ¿Cuándo es que había empezado aquel juego? No era capaz de recordar el tiempo que llevaban de aquella forma, siendo todo sin ser nada, pero jamás podría olvidar la primera vez que fue atrapado por ese cuerpo, acariciado por esas manos y besado por esos labios. Se estremeció de nuevo, sonrojado.


— Key. — ¿por qué le llamaba de esa forma, por qué con ese tono?Caprichoso, esa es la palabra.

El rubio le miró por largo tiempo, buscando en los orbes oscuros alguna señal de broma. No la había. Sonrió de esa forma que sólo él podía, con los ojos felinos llenos de emoción y los sentimientos desbordándose. Cerró las manos sobre la tela de su camiseta, tirando del alto hasta chocar sus labios. El menor sonrió contra su boca, aferrándose a las caderas del otro, pegando aún más sus cuerpos.

— M-Minho… — soltó en un jadeo ahogado, sintiendo los labios del alto trazar un camino de besos por su clavícula.

— Kibum. — miró los ojos felinos, maravillado. Ese chico ante él, aferrado a su cuerpo, correspondiendo a cada caricia, era todo lo que necesitaba para sentirse completo. ¿Por qué tenía que provocar tantas cosas en él? ¿Por qué no podía simplemente decirle lo que sentía y dejar ese vacío juego? — Cada vez que respiro tu rostro aparece en mis pensamientos. — le temblaron los labios al pronunciar aquello, pero no había marcha atrás ahora que se había decidido. — Y entonces me pregunto: ¿estás sonriendo?, ¿no estás llorando?

Key había permanecido hasta ese momento con la sorpresa reflejada en su rostro y cientos de preguntas dando vueltas en su cabeza. Las últimas palabras le habían recordado todas esas veces que Minho fue su refugio, su consuelo, su amigo. Llevaban mucho tiempo de conocerse, cerca de dos años viviendo juntos y alrededor de seis meses compartiendo la cama del otro sólo porque sí. No era suficiente; ya no.

— Entrégame tu corazón. — pidió contra sus labios, apenas rozándolos, disparando el pulso del otro. — Déjamelo a mí, nunca haré que te arrepientas. — Kibum llevó ambas manos al rostro del alto, mirándolo con sus orbes llenos de una calidez incomparable, con la sonrisa bonita bailando en sus labios. — Camina conmigo hacia un futuro sin límites; a un lugar que nadie conoce, nuestro mundo, un lugar secreto. — marrón sobre marrón; los sentimientos aflorando con cada palabra, con cada gesto. 

— Minho. — habló por fin, sin saber realmente que debía decir. — ¿Puedes sentirlo? — colocó la mano del menor sobre su pecho, a la altura del corazón. — Sólo late de esta forma cuando estás cerca, cuando me miras de esa forma, cuando me llamas. — sonrió una vez más, acariciando su mejilla. — Este sentimiento definitivamente permanecerá igual, porque te amo y nada cambiará eso.

— Por siempre estaremos juntos. — susurró tiernamente, entrelazando su mano con la del más bajo. — Lo prometo.

Sus labios se encontraron de nuevo, pero esta vez la sensación fue diferente. No había más inseguridades, más dudas, más temor. Ahora ambos sabían que ese sentimiento que trataban de ocultar no era sólo suyo, que sus corazones estaban más cerca de lo que alguna vez pensaron. Kibum se aferró una vez más a ese cuerpo que tan bien conocía, moviendo sus labios lento sobre los otros, dichoso por saber que aquello era real, que sus sentimientos fueron capaces de alcanzar a Minho.


— Te amo. — susurró Minho mientras volvía más firme el abrazo en torno a la cintura del de mirada felina, conduciéndolo lentamente a la cama entre besos y caricias que se sentían a flor de piel, que llenaban el corazón de gusto y que prometían una felicidad que antes sólo podían imaginar. Ahora todo era maravilloso.

 

 

Jonghyun mantenía su mirada puesta sobre Jinki, encantado completamente por su amigo. Como un hechizo, había dicho muchas veces cuando pensaba en la forma que se enamoró del mayor. No estaba seguro del sentir de su amigo, nunca lo había estado. Lee Jinki era una de esas personas que siempre mostraban una sonrisa al mundo, una de esas personas que enfrentan los problemas con ánimo y siempre está para apoyar al resto. Tan poco egoísta, tan generoso, tan amable con todos, tan poco preocupado por sí mismo, tan Onew…


— ¡Jjong! — exclamó sorprendido por la cercanía del castaño. — ¿Ocurre algo? — apartó el plato vacío y tomó la mano del menor.


Los ojos de Jinki reflejaban una mezcla de preocupación y cariño, algo que su corazón no lograba soportar. Entrelazó sus dedos, chocando su mirada con la otra, armándose de valor para pronunciar las palabras que rogaban escapar de sus labios, de su alma.

— Ahora me doy cuenta de todo el tiempo que pasé contigo. — comenzó, sorprendiendo al otro. — Los momentos felices que pasé sin darme cuenta. — sonrió dulcemente, acariciando distraídamente el dorso de la mano unida a la suya. — Tú has hecho todo diferente. — los ojos pequeños del mayor temblaron, se inundaron en lágrimas que rogaban por salir, pero no se lo permitió. — Ahora entiendo la razón del por qué este camino ante mí es tan bello. — llevó la mano izquierda al rostro de Jinki, acariciándole la mejilla. — Dime, ¿puedes comprender a mi corazón?


Onew bajó la vista con las mejillas enrojecidas. ¿Cómo debía responder a eso? Su corazón dio un vuelco cuando nuevamente sintió la mano de Jonghyun acariciarle la mejilla. Tan cálido. El menor le obligó a mirarle de nuevo, pidiendo con sus ojos de cachorro una respuesta, cualquier palabra que rompiera el silencio; le temblaron los labios. ¿Por qué Kim Jonghyun podía decir las cosas de manera tan maravillosa?


— Lo lamento. — se disculpó el menor, rompiendo todo contacto y levantándose de su silla. — No debí haber dicho todo eso. — Jinki le miraba perplejo, incapaz de hablar. — Olvida todo lo que dije, por favor. — dejó el dinero sobre la mesa y salió de ahí a paso torpe, nada propio de él.


Onew tardó un par de segundos en procesar todo lo escuchado y salió de ahí rápidamente, divisando la figura de Jjong algunos metros más adelante. Corrió en su dirección, tropezando con sus propios pies y chocando con la espalda del muchacho tan pronto le dio alcance. Se abrazó a él, ajeno a las miradas curiosas de los que se encontraban alrededor. No deseaba olvidar una sola palabra. No pensaba hacerlo.


— Te prometo que ahora viviremos en el mismo tiempo. — susurró, sintiendo las primeras lágrimas mojarle las mejillas.


Jonghyun se giró con una pequeña sonrisa, limpiando con sus dedos aquellas gotas salinas. — Fuiste tú toda la razón del por qué este camino ante mí es tan bello. — habló sobre los labios abultados de Onew, apresándolos con los suyos en un beso lento y dulce.


— Tú eres la razón de mi sonrisa, Jonghyun. — su declaración se perdió en los labios del castaño. Sintió los brazos fuertes rodearle la cintura, su pecho se inundó de calidez; le rodeó el cuello con torpeza, sintiendo la sonrisa del menor contra sus labios. Sentía sus mejillas arder, el corazón desbocado, las piernas débiles.


La fuente de la plaza se encendió tras ellos. Pequeñas luces blancas iluminaron los alrededores. Algunas personas curiosas que presenciaron aquella declaración comenzaron a aplaudir. Se separaron lentamente, Jinki avergonzado, Jonghyun con esa sonrisa de saberse correspondido. Tomó la mano de Onew y depositó un beso en la palma, mirándole a los ojos, acariciándole con la mano libre una vez más la mejilla.


— Te amo, y siempre lo haré.

No hubo más palabras después de aquella confesión; tampoco fueron necesarias. Jinki le había abrazado tiernamente, buscando su calidez, dejándole acariciar sus cabellos suaves y besar su frente con delicadeza. De ese modo todo era perfecto.

Notas finales:

» END


Acá es donde todo se vuelve mágico. Como dije antes, hay dos canciones ocultas en los diálogos. Una se encuentra en el MinKey y la otra en el JongYu. Dedicaré un shot a la primera persona que logre adivinar cuáles son esas canciones. ¡Suerte!


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