Comencemos...
Hoy es el día. Sí. Hoy es ese maldito día. Me abotono el último botón de la camisa, fui a buscar mi corbata, me la pongo y comienzo a hacer el nudo y veo nuestra foto juntos.
Mi nombre es Viktor y hoy asistiré a la boda del amor de mi vida.
Me ajusto la corbata hasta el cuello y tomo un gran bocado de aire; para colmo de mis males él no se casara conmigo...
Su nombre es Josué, viene de una familia adinerada por esa razón no se puede casar con él un simple médico como yo pero sé que yo lo amo y él a mí pero así jamás podremos ser felices juntos.
Me coloco el saco y me dirijo al auto que a duras penas pude comprar y enciendo el motor. Obviamente su matrimonio es arreglado con una chica que conoció hace un mes que tiene una gran fortuna como él.
Llego a la iglesia y entro, me siento lo más atrás que puedo. No quiero verlo o me partiré a llorar como la noche anterior. Él está esperando adelante a que llegue la novia; en ese momento llega ella, comienza a sonar la marcha nupcial y un nudo se me hizo en la garganta; llegó con su largo vestido blanco al altar y el Padre comenzó con la ceremonia y ahí estaba yo escuchando como se prometían amor sin poder hacer nada...
Pero bueno, aquí no comienza la historia; esto se remonta a años atrás cuando estudiaba en la facultad de medicina.
Era un chico animado que se la pasaba con su mejor amiga y lo que menos le importaba era el amor, pensaba que enamorarme sería algo patético pero siempre cuando menos quieres algo tiene que llegar, esa es la lógica del universo...
Ese día era como cualquier otro: salí a comer con Aimée, después nos íbamos a ir a nuestro turno al hospital para nuestras prácticas. Salimos de comer y nos fuimos en el auto de Aimée, al llegar entramos, registramos nuestra llegada y mi primer paciente fue un ángel o un demonio, ni yo lo sabía, tenia cabello castaño, ojos café claro y una piel bronceada hermosa, tenía una horrible cortada en el brazo izquierdo que necesitaba ser suturada, así que procedí.
Esto te dolerá un poco – dije comenzando a introducir el hilo - ¿cómo te lo hiciste?
Me distraje viendo a un estudiante de medicina mientras iba en bici y me caí – dijo muy sonrojado.
¡Ah! ¿te gustaría que te atendiera él? - pregunté, yo conocía a todos y podía llamarlo – podría llamarlo
No te preocupes, ya lo hace ¡ouch!
Lo siento, lo siento, es que me pusiste nervioso
Está bien, no te preocupes pero concéntrate – dijo aguantando el dolor.
¿Y cuál es tu nombre? - pregunté mientras seguía con mi labor.
Josué ¿y el suyo? - pregunto él.
Viktor y por favor háblame de tú – dije sonriendo y cortando el hilo.
¿Ya está? - preguntó viéndose.
Aun no, me falta limpiarte, y cubrir la herida para que no se infecte.
Ah, ok – dijo suspirando.
Esto dolerá un poco más pero si no lo hago puedes perder el brazo – apliqué el desinfectante y al entrar en contacto con su piel vi su expresión de dolor.
¿Un poco? Me dolió mucho más – dijo mirándome con odio.
Pareces un niño pequeño quejándote – dije yo poniéndole la gasa - ¿cuál paleta quieres, la roja o la morada? Jajajaja
No es gracioso, si lo hubieras sentido no te reirías – dijo tomando la morada.
Yo no me distraigo viendo estudiantes de medicina – dije metiéndome la paleta roja a la boca y terminando de ajustar sus gasas.
Déjame y mejor acepta ir a tomar un café conmigo – dijo él.
Amm está bien Josué, te veo en la entrada a las 8, es cuando acaba mi turno – le dije, mientras me sonreía.
Claro, ahí te veo, por cierto, ¿cuántos años tienes? - preguntó antes de irse.
21 ¿y tú? - dije mientras hacía pasar al siguiente.
Igual, ¡adiós! - dijo y se marchó.
Cuando los niños accidentados dejaron de llegar tuve un tiempito libre, fui con Aimée y le conté de mi cita con Josué.
¿Qué? - preguntó ella sin poder creer que saldría con alguien – al fin Dios me escuchó.
No es para tanto Aimée – dije mientras me quitaba el cubrebocas – solo iré con el por un café tampoco es una cita súper romántica.
Pero debe de serlo; por lo que me dijiste te enamoraste a primera vista.
Así es y déjame en paz que yo igual así lo quiero – y me fui porque había más pacientes. Después de poner un yeso a un niño con el brazo roto terminó mi turno, me quité la bata y en el baño me cambié el pantalón blanco por uno de mezclilla y me puse una chamarra con la que Aimée dice que me veo muy galán, al salir ahí estaba con sus gasas y todo, con ropa limpia.
Bien... ¿nos vamos? - preguntó extendiéndome la mano.
Amm claro, te llevaré a un café de aquí a la vuelta, está delicioso y es muy bonito.
Claro – dijo y me sonrió.
Después de platicar demasiado rato en el café nos dieron las 12 de la noche y yo aún tenía tarea. Justo cuando salimos comenzó a caer un diluvio sobre nosotros y comenzamos a correr hacia algún lugar donde cubrirnos; llegamos a un parque con un pequeño kiosco donde entramos y nos refugiamos.
Viktor – me llamó.
¿qué sucede? ¿algo mal con tu brazo? - dije yo preocupado y con mi instinto de médico.
No es eso – dijo – acércate.
Me acerque muy lentamente a él, cuando vi que sus ojos cafés se posaron sobre los míos del mismo color, nos sonrojamos pero no dejamos de acercarnos el uno al otro, lo tomé de la cintura y el puso sus brazos sobre mis hombros y me besó. Una unión de labios perfecta, comencé a mover mis labios lenta y pausadamente, y él me siguió, abrió la boca y metí mi lengua para explorarlo más a fondo, un sabor dulzón a café y a crema de cacahuate me recorría la lengua, la saqué y cuando me estaba separando me mordió el labio inferior.
Nos separamos lentamente, la lluvia comenzó a cesar, abrí los ojos y lo vi con los ojos cerrados y con una enorme sonrisa, abrió lentamente los ojos, me miró y me dijo:
La lluvia ya se calmo, podemos irnos.
Sí, pero antes dame tu número de celular para llamarte ¿ok?
Ya está anotado en tu teléfono, lo anote cuando fuiste al baño en el café
Ah, ok
Nos vemos luego, yo vivo hacia allá y tu hacia el norte ¿no?
Claro, te marcaré cuando llegue a casa, adiós
jajaja adiós – y antes de irse me dio un beso de piquito y se echó a correr, yo sólo lo vi desaparecer por la calle y después regresó la lluvia.