El sol resplandecía y cubría de brillo cada rincón, el cielo era de un azul intenso y el pasto era de un verde parecido al de las esmeraldas. Las flores se mecían al ritmo de la brisa. Era un hermoso lugar, un lugar donde todo era paz, armonía y felicidad, un hermoso lugar. Era el reino de los Dioses.
Un hermoso joven de cabello celeste caminaba tranquilamente por la orilla de un lago. Miraba como los peces se movían en el agua, el volar de los pájaros y escuchaba su cantar. Se sentó a la orilla, sobre una roca y mojo sus pies, solo hasta los tobillos. Sus ojos turquesas miraban su reflejo sobre el agua cristalina y su pelo se movía al compás del viento.
-pronto este será mi reino- se dijo para si mismo, todavía mirando el agua. Estaba feliz.
Un joven caminaba por un bosque oscuro, sin rumbo alguno. En su cara podía verse un dejo de tristeza. Su pelo era de un color tan negro como la noche y sus ojos tan celeste como el cielo.
-será mejor que empiece a acostumbrarme - se dijo para si mismo.
Había estado caminando durante varias horas y ya estaba empezando a cansarse. Conforme iba avanzando puedo ver como la luz del sol comenzaba a filtrarse entre la copa de los árboles, debido a que el espacio entre estos se agrandaba. Salio del bosque y sus ojos tuvieron que acostumbrarse a la brillosa luz. No muy lejos pudo ver a un chico, de no mas de 16 años, sentado sobre una roca. Avanzo hacia él y cuando estuvo a pocos metros se dio cuenta de que lo conocía.
-que haces aquí?- le pregunto haciendo que se sobresaltara debido a la sorpresa
-miro el agua- contesto el aludido con total tranquilidad – y vos?-
-caminaba un poco- fue a sentarse en la roca junto a su hermano.
-que sucede?- pregunto el de ojos turquesas
-por que lo preguntas?-
-te noto triste.-
-no es nada- dijo en un susurro casi inaudible el de negro cabellos
-sabes que puedes contarme lo que sea ¿no?-
-si lo se-
-entonces…- volvió a insistir. El otro no dijo nada, solo se dedicó a observar el agua.
Pasaron un rato en silencio, sin decir ni una palabra. Solo mirando el paisaje que se extendía en frente de ellos.
El joven de cabello azul observaba detenidamente a su hermano, intentando adivinar que era lo que le sucedía. Este al sentir la mirada de su hermano clavada sobre si, decidió enfrentarlo y mirarlo fijamente a los ojos.
-dime… que es… lo que te pasa- le suplico- me preocupas-
-yo…- las palabras se hicieron un nudo en su garganta. Era increíble la forma en que la mirada de su hermano hacia que su corazón se acelerara hasta tal punto de dejarlo sin habla.
Se acerco un poco más al peli-negro y lo miro fijamente con esos hermosos ojos turquesas.
-dimelo nii-san, por favor-
-yo... yo no… no quiero perderte- confeso.
Esto provoco que el menor se sonrojara
-yo tampoco quiero separarme de ti- abrazo al peli-negro. Este lo abrazo y beso su cabeza. Se miraron fijamente, mientras la distancia entre ellos se iba acortando, hasta finalizar con el choque de sus labios. Fueron profundizándolo de a poco, haciendo pequeños movimientos con sus labios. Dieron por finalizado el beso cuando la falta de aire se hizo presente.
-te amo Poseidón- dijo al cabo de unos minutos el de ojos celeste
-yo también te amo Hades- respondió el otro
Nuevamente beso los labios del peli-azul, pero esta vez profundizándolo un poco más, entrando en la boca del menor y jugando con su lengua. Hades levanto la camisa que tenía en ese momento y así poder sentir su piel, acariciaba su espalda y su pecho. Poseidón estaba completamente entregado.
Hades lo recostó sobre la roca, colocándose entre sus piernas. Sus manos subían y bajaban por todo el cuerpo del menor provocando en este leves gemidos. Su cuerpo temblaba a causa de la excitación.
Se deshizo de la camisa que le impedía admirar ese hermoso cuerpo. Dejo sus labios y descendio de a poco, lamiendo y besando su cuello, hasta llegar al pecho. Ahí se entretuvo un rato, besando y jugando con los rosados botones del menor. Llevo su mano hasta su entrepierna y empezó a acariciarla, provocando un gemido que, el futuro dios del mar, no pudo contener.
Poco las prendas que todavía cubrían sus cuerpos fueron quedando regadas por el pasto.
Hades quedo maravillado con la perfección y belleza del cuerpo de su hermano.
-eres hermoso- dijo, lo que provoco que el menor se sonrojara.
Bajo hasta su entrepierna y tomo su miembro, ya erecto, entre sus manos y empezar a masajearlo. Primero beso la punta y luego lo demás, se le metió en la boca y empezó a chuparlo, al tiempo que lo masturbaba, lo que provocaba profundos gemidos de parte de Poseidón
-me… me ven…go- logro decir entrecortadamente. Hades dejo de chuparlo, pero siguió con lo otro haciendo que se viniera en su mano. – lo siento- se disculpo todo sonrojado.
-no te preocupes- le sonrío.
Nuevamente lo beso, al tiempo que introducía dos de sus dedos en la entrada del menor y los movía lentamente.
-estas listo?- le pregunto al oido.
-si-
Se acomodo entre sus piernas y de a poco introdujo su miembro en la entrada del peli-azul, haciendo que este arquera su espalda por el dolor.
-si te duele, me detengo-
-no… esta bien-
Una vez adentro, se quedo así hasta que el menor se acostumbrara. Empezó a moverse, primero despacio, mientras acariciaba y besaba el cuello del menor, para después aumentar un poco más la fuerza de las embestidas. Empezó a masturbarlo de nuevo, al tiempo que besaba sus labios.
Poseidón acariciaba la espalda del mayor y tocaba su trasero.
Los gemidos se hacían presentes por parte de ambos. Cuando ya no aguataron decidieron acabar al mismo tiempo, Hades dentro de Poseidón y este entre sus vientres. Respiraban con dificultad.
Hades se recostó al lado de su hermano y lo abrazó, haciendo que este pusiera su cabeza sobre su pecho.
-te amo- dijo el menor
-yo también…
Cuando despertó observo a su alrededor y pudo ver que estaba en su habitación. Una sonrisa de podía ver en su rostro. Había vuelto a soñar con ese hermoso día, en que él y su hermano se habían vuelto uno. Lo extrañaba, no lo negaba. Pero nada podía hacer. No tenía permitido salir del inframundo, el lugar que le había sido designada para cuidar…