Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Nada es imposible por DraculaN666

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Bueno, esta es una historia que escribí para LadyHenry por su cumpleaños. Sin embargo no está beteada porque ella ha estado ocupada y yo no quiero que se me termine agosto sin subir la historia porque, de por si es un regalo de cumpleaños muy atrasado, no quiero que llegue también un mes después.

 

Así que, una disculpa por poner la historia sin pasar aún por el control de calidad :P

 

De igual forma he tenido muchos problemas para escribir últimamente. Ya no es tan fluido como al principio y lo único que me puede sacar un poco del hoyo es escribir algo sin una trama muy complicada y que va a lo que va. Setso :B

Notas del capitulo:

Advertencias: Sexo en lugares non santos, algún fallo perdido que mis repasos entre líneas nunca corrigen y cosas sin sentido de una escritora fracasada que está a veces pensando en dejarlo.

 

 

 

La historia es mía, los personajes son míos, los lugares... ¡también! No plagio, no referencias no nada porque me cagan y soy una persona vengativa. Cualquier parecido con la realidad, con personas ya sean vivas, muertas, escondidas o desaparecidas se debe a lo mucho que me gusta relacionar las cosas con el mundo real, pero nada de esto pasa, desgraciadamente :c

 

 

 

Dedicado a: LadyHenry por su pasado cumpleaños. Dije lo poco que tenía que decir por el mensaje que le envié, pero me gusta recalcar que ella es genial, que me alegro muchísimo de haberle conocido y espero que continué leyendo lo que escribo de vez en cuando y le siga gustando porque sus comentarios siempre me hacen feliz de una forma muy gae.

Mordió fuertemente sus labios intentando vagamente que su garganta no soltara ningún vergonzoso sonido. Pero cuando esa boca volvió a contraerse, apresando entre sus húmedas paredes su miembro, todos sus esfuerzos se fueron al carajo.

Su boca se abrió dejando salir un gemido ahogado y si hubiera tenido un poco de autocontrol, se habría sonrojado por lo poco masculino que había sonado.

Pero toda su concentración estaba en esa boca que hacía maravillas con su miembro. Subiendo y bajando tan lentamente, sorbiendo cuando era oportuno y aumentando el ritmo cuando creía que no se podía sentir mejor.

La verdad no recordaba con exactitud cómo había terminado en un salón vacío, con el chico con el que había estado fantaseando los últimos meses haciéndole la mejor mamada que en la vida le habían dado.

En realidad nunca creyó que tendría una oportunidad como esa. No era por el hecho de que ambos fueran hombres, pero Eddie parecía del tipo al que le gustaba controlar la relación en toda la extensión de la palabra y él era igual. A pesar de que había algo que le llamaba poderosamente la atención, tenía muy en cuenta que las cosas entre ellos, ni siquiera en el sexo, podrían funcionar. No se creía capaz de ceder el control, ni que Eddie se lo diera. Un tira y afloja que al final terminaría cansándoles y separándolos. Por eso dio todo por perdido y continuó con su vida.

Pero entonces fue Eddie quien comenzó a acercarse a él. “Hola Richie, come conmigo”, “hola Richie, vuelve a casa conmigo”, “hola Richie, ¿salimos esta noche?”. Y así sucesivamente. Hasta que no había momento en el que no pudieran ver al uno sin el otro. Trataba de no darle importancia, a fin y al cabo también salían a ligar juntos. Eddie solía irse con chicos delgados y un tanto afeminados. Y ¿por qué no decirlo? Algo fáciles de llevar a la cama. Él no era tan selectivo y si pasaba una buena noche y el otro era de buen ver le daba una oportunidad en los cubículos de los baños.

Aunque esas noches cada vez se hacían más esporádicas, pues Eddie comenzaba a preferir ir a la casa de alguno de los dos y beber tranquilos con algo de música de fondo.

Teniendo en cuenta el tipo de chicos con los que solía irse, Richie nunca creyó que aquel castaño de ojos juguetones ni siquiera hubiera contemplado la idea de pasar una sola noche con él.

Pero ahí estaban, con el anochecer casi sobre ellos, con los cabellos castaños de Eddie subiendo y bajando por su entrepierna y sus preciosos ojos color miel cerrados, completamente absorto en lo que hacía.

Puede que en realidad todo comenzara esa mañana, cuando vagamente le comentó a su amigo su intención de tener una relación un poco más seria con un chico bastante lindo de otra clase. No es que realmente le gustase, pero le parecía un buen primer paso para sacarse a Eddie de la mente. Y aunque pareció bastante indiferente y le dio todo su apoyo con un “qué tengas suerte”, se había presentado al final de la clase y le había comenzado a reprochar un sinfín de cosas que nunca terminó de entender.

Recordaba vagamente un par de diálogos donde le reclamaba el haberle dado falsas esperanzas y luego soltarle sin más que pretendía tener una relación seria con alguien más.

— ¿Falsas esperanzas? ¿Cuándo he hecho eso? —Recordaba haber preguntado con bastante incredulidad.

— Salíamos juntos. Bebíamos en casa para ya no volver a ver a otras personas.

— Oh —murmuró quedo—. ¡Oh por dios! ¿En serio? Creí que era porque ya estabas aburrido de los bares. No pensé que… Oh vaya… —habían sido sus sabias palabras.

En realidad no estaba muy seguro de qué es lo que debía decir. Desde el inicio de la conversación estaba totalmente perdido. Tenía la vaga sensación de haberse estado perdiendo muchas cosas en los últimos meses.

— ¿Hablas en serio Eddie? ¿Consideras a eso salir con alguien? —había preguntado en un momento de lucidez.

— ¿Y tú no? —fue la respuesta del castaño, mientras arrugaba ligeramente la nariz en una graciosa mueca de confusión—. Nunca he salido con nadie en serio, yo creí que… nos estábamos tomando las cosas con calma… con mucha calma.

Richie estaba bastante alucinado. No estaba muy seguro de en qué momento pasaron de ser amigos de ligue a tener una relación. La verdad es que ni haciendo memoria podía precisar un momento en que llegaran “juntos” a esa decisión.

— A ver, Ed, vamos por pasos. ¿En que momento, exactamente, llegamos a ser… nosotros?

Y el silencio incómodo que se formó después de esa pregunta fue bastante denso. La atmósfera pesada le daba una sensación de estarla cagando como nunca.

— La primera noche que bebimos en mi casa dijiste que conmigo te lo pasabas muy bien y que te gustaba. Creí que te estabas declarando.

— Sí, y también dije que de igual forma no creía que funcionáramos juntos. Por cuestión de gustos y forma de ver las cosas. Después de eso no me dijiste nada más.

— Bueno… quizás me quedé un poco adormilado después de eso. Pero nunca has rechazado mis coqueteos y siempre dices que te parezco muy guapo.

— Y sexy —agregó de forma inconciente, ruborizándose casi al instante.

— Y tú a mi Richie. Creo que eres bastante sexy y me gustas mucho.

— Piénsalo bien Ed, soy de tu mismo porte, lo que es casi el doble del tamaño de la mayoría de tus ligues.

— Esto no tiene nada que ver con eso. ¿Cómo me bajo el calentón que me provocas sino es con el primer culo que se me insinúe?

— ¿Estás diciendo que soy el responsable de tus noches desenfrenadas con cuanta loca se te presentaba?

— Sí, a eso se resume.

— Oh por dios —volvió a exclamar mientras recargaba su frente contra una pared, golpeándose suavemente un par de veces—. ¿Por qué no eres una persona normal? Ni para ligar ni para entablar una relación. ¿Sabes lo mucho que me he estado atormentando con esto? Por eso quería una relación más seria, para dejar de pensar en lo imposible que es estar juntos.

— ¿Por qué imposible? —susurró el otro, demasiado cerca, tanto que podía sentir su respiración en el cuello, su pecho pegado a su espalda y cosas un poco más abajo conociéndose y haciendo buenas migas—. Verás cómo puedo hacerte cambiar totalmente de opinión —terminó de decir mientras lo giraba y le plantaba un beso profundo y húmedo.

A pesar de haber besado a varios hombres a lo largo de su vida, había algo que se sentía diferente. Era demandante, una pequeña lucha por el control del beso. Y se sentía tremendamente bien. Se sentía bien no saber desde el principio que era él que llevaba el ritmo del momento, que cualquiera podía ceder un poco durante unos instantes y volver al ataque. Rozando las lenguas, mordiendo los labios y fundiéndose como si nunca en su vida hubieran besado a nadie más.

Una de las manos de Eddie jugueteaba con su espeso cabello negro, revolviéndolo más de lo normal. El beso había hecho que sus anteojos oscilaran de forma vacilante en el puente de su nariz y la otra mano se perdía peligrosamente por su pecho, bajando lentamente hasta llegar al borde de su pantalón de mezclilla.

El cinturón fue una barrera más molesta de lo que recordaba, Richie se lo quitó apresuradamente y lo aventó sin preocuparse de su paradero.

Entre besos los dos sonrieron por la gracia que les producía esa desesperación que nunca antes habían sentido.

Richie se encargo de hacer lo mismo con el cinturón del castaño, que sufrió el mismo destino mientras Eddie se encargaba de liberar un poco la erección ambos y comenzaba a masturbarlos al mismo tiempo, sintiendo la dureza contraria. Todo ese calor piel contra piel.

Sus labios eran los más perfectos amortiguadores de los sonidos obscenos que quedaban atorados en sus gargantas. Richie unió una de sus manos al lento movimiento que la mano del castaño controlaba, intensificando la velocidad.

Eddie se separó de ese beso con una última lamida a los labios rojos e hinchados de Richie, que sentía su boca ligeramente satisfecha aunque tenía la impresión de que pasaría los siguientes días totalmente prendado de esos labios que le habían conquistado con besos tan intensos.

Pero siendo Eddie un hombre tan posesivo y que se sabía tan buen besador, notó perfectamente cómo Richie se moría por seguirle besando, totalmente prendado. Y eso estaba bien, después de meses completamente loco por aquel chico le iba a demostrar que besar no era lo único que se le daba de fábula con los labios, mientras observaba una vez más los ojos grises del moreno, completamente cegados y acuosos por la lujuria.

Y de esa manera habían llegado a esta situación, con Eddie entre las piernas de Richie, engullendo golosamente toda su erección y haciendo que el moreno no pudiera hilar con coherencia sus pensamientos. No es que realmente los dos quisieran pensar en algo más productivo a parte de “Oh joder, creo que estoy en el cielo”.

El suelo era frío, duro e incómodo, pero era lo de menos en ese momento, cuando ya habían terminado de desnudarse y Eddie trepaba sobre el cuerpo de Richie hasta quedar sentado sobre su cadera, volviendo a unir sus erecciones. El castaño volvió a unir sus labios, de forma más pausada, saboreando mejor, tomando con más intensidad todas esas húmedas sensaciones que estremecían su cuerpo y se sentían tan jodidamente bien.

— Recuerda que la próxima vez me toca — susurró Eddie quedamente al oído del otro, lamiendo lascivamente el lóbulo de su oreja.

Richie no tuvo tiempo de entender a qué se refería exactamente con eso cuando sintió como su húmeda y dura erección se perdía en lo más profundo del cuerpo del castaño.

Tuvo que cerrar fuertemente los ojos y jadear con fuerza por esa extraordinaria explosión de sensaciones que estremecieron su cuerpo. Era apretado y muy, muy caliente. Tenía que hacer un terrible esfuerzo para no correrse de una vez.

Eddie se quedó quieto, muy quieto intentando acostumbrarse a estar tan lleno.

— Vaya, —murmuró con dificultad— hace mucho… mucho que no hacía esto —resopló un poco, acomodándose e intentando reprimir una mueca de dolor—. No es tan malo como lo recuerdo —volvió a decir cuando en un pequeño balanceo sintió un cosquilleo bajo el vientre y su garganta amenazaba con comenzar a soltar gemidos.

El moreno tomó sus caderas y con un poco de esfuerzo logró levantarle un poco, para volver a dejarle caer sobre su erección, al mismo tiempo que levantaba sus caderas, enterrándose un poco más profundo.

— Oh, joder —exclamaron los dos al mismo tiempo, sintiendo una corriente extenderse placenteramente por sus cuerpos.

Repitieron una y otra vez los movimientos, siendo ahora Eddie quien elevaba sus caderas y se dejaba caer en cuanto sentía las caderas de Richie elevarse.

El salón de clases estaba lleno del eco que provocaban sus gemidos. No podían evitar jadear y maldecir un poco, abrumados por el torrente de sensaciones. Sus cuerpos estaban completamente empapados en sudor. Las manos del moreno estaban prácticamente clavadas en las caderas del otro, intentando guiar sus movimientos. Balanceándose hacia atrás y hacia delante, o de arriba abajo.

El castaño notaba como sus piernas se acalambraban un poco, por lo que ayudó a Richie a incorporarse e invertir posiciones. Cuando su espalda hizo contacto con el frío piso, no pudo evitar estremecerse por el contraste que hacía con su piel. Estaban ardiendo completamente. Richie entre las piernas de Eddie, con las piernas de éste envolviendo perfectamente la cintura del moreno, que en cuanto pudo acomodarse comenzó a embestir con bastante fuerza. Les gustaba un poco más de esa forma. Así sus cuerpos tenían más contacto y podían volver a besarse con más soltura. Sus lenguas parecían no querer separarse de cada tramo de piel que alcanzaban, saboreando lo salado del sudor y lo dulce de los besos. Sus manos iban en todas direcciones, memorizando cada pedazo de húmeda piel.

El moreno lamento mucho haber tardado tanto en llevar todo eso acabo, pensando en lo bueno que sería recuperar el tiempo perdido de la forma que fuera, siempre y cuando pudiera dejar sus manos vagar por ese cuerpo bien definido, trazar cada músculo, desde sus caderas hasta su pecho, entre los muslos hasta la erección que masturbaba al ritmo de sus embestidas.

Sintió un ligero estremecimiento cuando escucho la ligera risa de Eddie, parando por un momento con su tarea.

— ¿Qué te hace gracia? —preguntó mientras con una de sus manos acomodaba el rebelde cabello castaño que se pegaba a su rostro por el sudor.

— Somos contradictorios —dijo besando ligeramente sus labios.

— ¿Qué?

— Yo siempre creí que era muy probable que termináramos juntos. Tú lo veías imposible. Y aquí estamos, follando. Irónico ¿no? Y la verdad es que nos encanta.

Richie intentó no reír por lo absurdo de la situación y volvió a besarle, reanudando lentamente las embestidas.

— Eddie, deja de pensar.

Y para estar seguro de que así sería continuó besándolo, al mismo tiempo que le masturbaba y le embestía lo más fuerte que podía. Quería que ambos tuvieran la mente en blanco, sintiendo sin pensar. Sólo experimentando cómo sus cuerpos se estremecían al más ligero roce, cómo las manos del castaño se aferraban fuertemente a su espalda mientras terminaba entre sus vientres, humedeciendo más sus cuerpos y su mano.

Aunque hizo todo lo posible por soportarlo un rato más, esas deliciosas contracciones provocaron que todo su cuerpo convulsionara en el mejor orgasmo que jamás había tenido.

Los dos se quedaron un rato en esa posición, tratando de recuperar el aire a grandes bocanadas.

Richie salió lentamente del cuerpo Eddie, recostándose suavemente a su lado.

— Lo que no entiendo —el moreno fue el primero en hablar—, es qué te llevo a decirme estas cosas justo ahora —posó sus ojos en el rostro del otro.

El castaño sólo frunció el ceño levemente, como si acabara de recordar algo realmente molesto.

— Porque me dijeron que si te declarabas a ese tipo era seguro que recibirías un sí y, joder, ¿crees tú que yo dejaría las cosas así como así? Claro que no. Más te vale que lo tengas claro y que el otro entienda que puede irse a la mierda.

Richie no pudo controlar su risa contagiando inmediatamente a Eddie. Desnudos, acostados en el suelo de un aula vacía por la noche y desternillándose de risa. La escena sería bastante peculiar si alguien llegaba a verles, pero era algo a lo que no querían arriesgarse, por lo que se incorporaron y comenzaron a localizar toda su ropa.

— No sabía que eras tan celoso, Ed —comentó mientras se abrochaba el pantalón.

— ¿Tú no lo eres? —preguntó el castaño.
— No lo sé, pero mejor no intentes averiguarlo, no me haría gracia que alguien más te tocara de aquí a unos cien años —dijo seriamente aunque con una sonrisa en los labios.

— En cien años ni tu querrás tocarme —puntualizó como si fuera realmente importante.

— Pero seguirás siendo mío.

Sonrieron torpemente. No les parecía tan mala idea. No es que tuvieran nada asegurado pero tampoco sonaba tan mal, y eso les hacía sentir verdaderamente satisfechos.

— Y es en serio Richard, la siguiente vez es mi turno —recordó el castaño mientras estrujaba un poco su trasero.

— Lo que tú digas —respondió abrazándole por el cuello y volviendo a besar esos adictivos labios.

Al final no había sido tan imposible. Teniendo en cuenta que el sexo era de puta madre. Así que ceder un poco de vez en cuando no estaba tan mal.

Notas finales:

Algo que odio a la hora de escribir son los títulos. Antes lograba escribir algo a partir de un título que me llegaba de pronto. Pero hoy en día es la historia lo primero que se me ocurre y al final es un suplicio intentar pensar en un nombre decente para la historia.

 

Pero nunca lo logro, y me he dado por vencida definitivamente. Pero igual espero que se relacionen un poco con la historia para que no sea tan de “wtf?”

 

Igual supongo que eso de no escribir tan seguido se debe a muchos factores externos que parecen no quererse arreglar. El más leve es el hecho de que mi carrera comienza a aburrirme y no puedo salirme, más que nada porque no existe nada más que quisiera estudiar y no puedo darme el lujo de no hacer nada y vivir como sanguijuela de mis padres. Aunque la idea es tentadora.

 

En fin, comentarios, mentadas de madre, declaraciones de amor, chocolates, comida y dinero siempre es bienvenido.

 

My Lady, Happy Birthday muy atrasado :3 me esforcé con mucho amor para ti (L)

 

PD: Datos curiosos de Dra-chan (así llamaré a esta sección (?)) Los nombres en mis historias siempre tienen un significado o un origen. Por ejemplo, ellos dos, aunque las descripciones son totalmente diferentes, básicamente pensé en Richie y Eddie de Stephen King, dos personajes de su novela "IT" :3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).