Estaba en su cama debajo de las cobijas, temblando.
¿Qué hacer? ¿Qué hacer?
Contuvo su aliento cuando escuchó que algo se arrastraba detrás de su puerta. Sentía como sus manos sudaban, su corazón latía como loco y su respiración estaba entrecortada. Afuera estaba lloviendo a cántaros, y un frío paralizante se mezclaba en cada rincón del departamento. Cada vez que se escuchaba algún trueno temblaba. Odiaba que eso ocurriera, porque él en cualquier momento podría llegar, y si seguía todo así… Un momento. Ahí estaba.
Llegó.
Misaki no se atrevía a moverse. Lo escuchaba. Lo escuchaba claramente. Vendría a por él, porque ya sabía la verdad, y Suzuki-san quería que todo quedara en secreto, como lo había sido siempre. Ese maldito oso… debería de haberlo dejado encerrado en el cuarto de osos pero no, claro, ¿cómo dejar al oso favorito del gran Usami Akihiko encerrado junto a los otros osos?
Había sido un completo tonto. Era obvio: no importa en dónde lo encerrara, Suzuki-san sabía abrir puertas.
Abrir…
Como si alguien le hubiera puesto un hierro caliente en la piel, saltó de su cama y como un rayo corrió a poner seguro a su puerta, para luego saltar de nuevo a su cama y volverse a meter debajo de las sábanas y hasta las cobijas. Se quedó temblando.
*Toc* *Toc* *Toc*
Tres simples toques en su puerta. Tragó saliva y detuvo su respiración. Escuchando.
*Toc* *Toc* *Toc*
No necesitaba preguntar “¿quién es?” Lo sabía, lo sabía perfectamente.
Era Suzuki-san. Lo estaba buscando. Le quería pedir que guardara silencio respecto a su secreto, de lo contrario, Usagi se desharía de él…
*Toc* *Toc* *Toc*
Se estaba volviendo loco. No podría dormir con esos sonidos alterando sus nervios.
¡Si tan solo no hubiera subido esa noche! ¡Si tan solo no le hubiera cambiado el listón a Suzuki-san! Si no lo hubiera hecho, no hubiera visto al oso moverse, y seguramente ahora estuviera durmiendo.
Pero el saber que el oso tenía vida no era lo importante. Lo importante era lo que había visto que ocultaba. Lo vio, lo vio, mierda, ¿porqué tenía que haberlo visto?
“NO. VAYAS. CONTARLO. NUNCA.”
Habían sido las palabras del oso. No, no había hablado, no había movido su hocico. Esas palabras simplemente resonaron en su mente, etéreas, sin definir su Suzuki-san era en realidad “macho” o “hembra”.
Miró el reloj. Apenas eran las dos de la madrugada. Suzuki-san solía quedarse tranquilo hasta las cinco. Tres horas. Solo tenía que soportar tres horas más…
- Basta… -dijo en un sollozo- Por favor, basta… detente… no lo hagas…
*Toc* *Toc* *Toc*
¿Cuánto tiempo tendría que estar así? ¿Cuánto tiempo podría soportar?
Ah, cierto. Suzuki-san quería correrlo del departamento, porque quería a Usagi para él solo. A pesar de todo lo que lo había cuidado, no aceptaba su presencia.
“USAGI. SOLO. MIO”.
Ya lo vería. Soportaría. De alguna forma soportaría y ganaría. Un oso no podía ganarle.
*Toc* *Toc* *Toc*
Pero…
Vaya que es más fácil decir las cosas que hacerlas…