Lunes.
Muy bien, entonces a partir de éste momento, usted ya forma parte de nuestro colegio.
Un silencio como respuesta le dio aquel chico al director de ese prestigioso colegio estatal de Japón.
-Muchas gracias por aceptarlo, espero no le cause problemas… Hijo, agradece.
-Gracias.
Dijo solamente aquel muchacho que no se veía para nada alegre de que haya podido ingresar a casi mitad del año escolar.
-Bien, la secretaria le entregará sus útiles, horario y uniforme, al salir de la oficina. Su grupo es el Segundo A.
-De nuevo muchas gracias por aceptarlo, mañana estará aquí para cumplir como debe. Por ahora nos retiramos.
-De nada, que pasen buen día. Nos vemos mañana, Suzuki.
El muchacho solo asintió con la cabeza y se levantó de la silla para salir junto con su padre.
La familia Suzuki se acababa de mudar a la ciudad de Tokio, el padre de Akira tenía que mudarse constantemente por el trabajo, pero consiguió que su jefe le diera una plaza permanente en esa ciudad, por lo tanto, sus hijos tenían que seguir con sus estudios.
Al salir de aquel colegio, ambos subieron al coche, el Sr. Suzuki notó de inmediato que Akira no estaba muy conforme de haber ingresado en el colegio.
Comenzó a hablarle de muchas cosas, diciéndole entre ellas que se iba a sentir muy bien en ese lugar, había de todo y le aseguró que en tan sólo unos días el tendría ya amigos con los cuales divertirse.
-Eso dices tú, pero no es tan sencillo como me lo planteas. Tú no eres quien tendrá que aguantar en un lugar lleno de extraños.
-Así se hacen los amigos, además estudiar en ese colegio, te abre las puertas fácilmente a los negocios, es un lugar muy importante. –Recalcó su padre la última frase.
-Ya sabes qué es lo que quiero hacer, pierdes tú tiempo al quererme convencer de trabajar en un negocio como el tuyo.
-Ya te he dicho miles de veces que eso es sólo un capricho de adolescente y se te pasará cuando madures y pienses en tú futuro y en hacer una familia.
-¿Y si no quiero una familia?
-Ya verás que así será, cuando eso pase, recordarás mis palabras.
Y dio fin a la discusión padre e hijo cuando por fin llegaron a su nuevo hogar. Una casa muy grande en comparación a las vecinas.
-Hijo, piensa muy bien en lo que hablamos.
-Sí, claro…
Contestó el joven y al entrar a su nueva habitación, aún estaba sin arreglar y tenía cajas por todo el suelo. Sólo un colchón, cortinas en las ventanas y un bajo recargado en su cama era lo que adornaba esa habitación color blanco.
Akira se sentó en la cama y tomó su bajo, comenzó o hizo el intento de componer una canción con aquel instrumento.
-No me parece interesante este lugar…
Dejó su bajo a un lado y se recostó en la cama, quedándose dormido después de algunos minutos.