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La Naturaleza de los Pingüinos por NeSLY

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Notas del fanfic:

 

SHINee, y sus miembros, al igual que cualquier miembro de otra agrupación, lamentablemente, no me pertenecen. Yo solo ocupo un poco de mi tiempo en escribir fantasias xDD

 

Notas del capitulo:

 

 

La Naturaleza de los Pingüinos

Minho no sabe

Primera Parte

 

 

 

Quisiera poder acentuar su imagen una vez más. Establecerla en sus recuerdos y tratar de sumergirse en los profundos sueños de su ser, que lo conducen tan lejos, que apenas puede pensar en la última vez que se sintió así. Como si se tratara de un sueño perdido entre los engranajes de su mente, y suspira entonces.

 

Duele cuando los deseos no se cumplen con esa facilidad, persisten entre las ambiguas sonrisas y los movimientos delicados, como cuando caminar incluso resulta hasta cansado, cuando el peso sobre la espalda se antepone y los pies solo pesan un poco más. Como aquellas mañanas cuando incluso abrir los ojos resulta cansado.

 

Mover los brazos es una penitencia, y suspirar una costumbre. Como si aquella sabana sobre el cuerpo no cubriera lo suficiente y el frío se colara de todas formas, alguna vez pudo sentirse diferente. Alguna vez cuando no tuvo la oportunidad. La oportunidad que ahora busca. Que tanto desea.

 

—¿No piensas levantarte hoy?

 

La voz de Key se escucha más lejana que nunca, como si en realidad no estuviera necesitando una respuesta y más bien preguntara por educación. Pero Minho solo hunde el rostro en la almohada, escucha los movimientos de su amigo mientras se viste. Y suspira, y cierra los ojos, y murmura: –Creo que no.

 

Los movimientos del muchacho cesan, luego se escuchan pasos y pronto el rostro de Key está a la altura de su cama, lo mira con curiosidad, tal vez se equivocó y Key en realidad está preocupado.

 

—Luces extraño.

—Soy extraño.

—Hoy más de lo normal.

 

La peculiar conversación lo hace sonreír, su rostro aún se encuentra cómodo sobre la almohada y es cien veces mejor que levantarse en esa triste mañana en que la lluvia ha acaparado los ánimos. Pero abre los ojos, el rostro fino de su amigo, de apenas quince años, lo hace sonreír.

 

—¿En serio  no piensas bajar a desayunar?

—No, Key. Hoy no tengo ánimos para nada.

 

Key frunce un poco los labios, como un extraño puchero en su rostro que le roba otra sonrisa. Pero Minho vuelve a cerrar los ojos, escucha los pasos de su amigo alejarse. Hoy es un buen día para permanecer en la cama, como en aquellas películas que a veces suelen poner en el orfanato. Llueve, hace frío. Entonces retorcerse sobre las sábanas es lo mejor.

 

Pronto la habitación que comparte con otros niños más, queda en silencio y la paz regresa.

Hoy no es cualquier día, hoy Minho se fundirá en la calma y disfrutara de la quietud. Hoy es un día para estar en paz.

 

 

 

 

 

 —¿Leyendo otra vez?

 

Si Key levanta la mirada es por mera cortesía, sus ojos oscuros fijos en el rostro masculino de aquel que se ha sentado junto a él en el desayuno. El muchacho que le habla como si tuvieran confianza y supiera muchas cosas de él, quien se cree rebelde por de vez en cuando fugarse del internado y pintarse el cabello de rubio.

 

No tiene sentido fugarse, si siempre regresa.

 

—Si, es un libro nuevo.

 

Y su contestación parca no parece molestar al otro, quien solo sonríe, bebiendo un poco de ese jugo de naranja. Si Key se fija un poco más en él, siempre le ha hablado, desde que tiene memoria, sus ojos se han encontrado y al menos una vez al día le ha dirigido la palabra. Key sabe que se llama Jonghyun, pero no le interesa nada más.

 

Quizá cuando comience a ignorarlo se detenga, tal vez deje de ser tan grosero al hablarle mientras está haciendo algo tan importante, como leer aquel libro que Yunho le ha prestado. Aquel profesor que cuida de todos ellos, con un amor inconmensurable, alguien que se ha ganado el aprecio de Key en grandes medidas.

 

Pero al final solo suspira, desvía la mirada de Jonghyun y vuelve a leer.

No importa al fin y al cabo. Jonghyun ya no lo vuelve a molestar, siempre es así. Como si con hablarle una vez al día bastara.

 

—Han llegado dos nuevos.

—Dicen que son hermanos.

 

Las voces se esparcen de un lado a otro, en un tono tan altanero y molesto que es imposible no escuchar. Por un momento enfrascarse en los dolores de cabeza que su presencia le causa es inútil. Y Key cierra el libro, hastiado, cansado, aburrido de no poder tener un lugar silencioso donde leer, hoy que es domingo y no hay clases en el lugar.

 

Si alguna vez sus ojos se perdieron entre la gente, fue un mero error, su mirada perdida por los cuerpos que iban de un lado a otro. Como si la llegada de dos chicos nuevos en el orfanato fuera algo realmente bueno. Como si lo que ha llevado a esos dos muchachos hasta ahí no hubiera destrozado sus vidas de alguna forma.

 

Key entonces solo piensa en los tontos que pueden ser los adolescentes.

Y piensa más que nada, en que este día sin Minho es más aburrido de lo normal.

 

 

 

 

—¿Hablas conmigo Taemin?

 

Onew está cansado de esta situación, de la psicóloga tratando de comunicarse con su hermano menor, y de lo trillada de la situación cada que van a algún nuevo lugar y la gente piensa que es buena idea hacer que el menor levante la mirada y diga alguna palabra, tontos. Si Taemin no ha querido decir ni siquiera un ‘buen día’ a él, que es su hermano, ¿por qué piensan que le dirigiría la palabra a un perfecto desconocido?

 

Onew a veces se cansa, tanto que cae dormido sobre la cama y pierde la consciencia. No sueña. Por que hace mucho que no lo hace y quizá ya perdió la práctica. No sabe como hacerlo. Pero cuando despierta, encuentra una delgada sábana sobre su cuerpo, cubriéndolo del frío y sabe perfectamente que no pudo haber sido más que otro. Más que Taemin.

 

—Será mejor que dejemos esto por hoy.— Pide, mirando a la psicóloga que solo mira a Taemin con resignación y suspira.

—Tal vez tienes razón.

 

Ella vuelve a su asiento tras el escritorio, y Taemin le envía una mirada de agradecimiento. Una diminuta sonrisa que apenas es visible. Pero sus labios siguen sellados. Inmunes a la intención de pronunciar algo, Onew piensa en ocasiones, que ha olvidado el sonido de la voz de su hermano menor. Como suena, si es dulce, si es fuerte.

 

Mueve entonces un poco sus manos. Ese lenguaje de señas que ambos han ido aprendiendo desde el hospital.

 

“¿Está todo bien?

“Si, ella es muy molesta”

“Lo sé.”

 

Taemin sonríe un poco más, bajando las manos sin notar que la psicóloga los ha observado desde el principio y mira curiosa a Onew.

 

—No sabía que conocían el lenguaje de señas.

—No lo conocemos a la perfección.— Admite Onew con un suspiro entre los labios. –El doctor que nos atendió esas semanas en el hospital nos enseñó las básicas cuando descubrimos que Taemin no tenía la intención de hablar con nadie.

 

—Ya veo…— Ella vuelve a mirar al menor quien parece ausente. Con su pequeño gorro en la cabeza y su mirada puesta en la ventana de la oficina. –Es bueno que al menos puedas comunicarte un poco con él. Necesita mucho de ti.

 

Eso él ya lo sabe. Todos dicen que Taemin necesita de él, de su ayuda, de su comprensión, de su apoyo.

Y no se queja por ello. Ama a su hermano menor.

Pero… ¿Quién cuida de él, quien lo ayuda, quien será su apoyo?

 

Onew baja un poco la mirada, con otro suspiro que pasa más bien desapercibido, escucha en medio del silencio casi intocable de la oficina el bolígrafo moviéndose sobre la hoja que la mujer llena. Suspira y piensa en sus padres, en la familia feliz que un día fueron y en el presente que ahora los acecha. Lee Jinki no está listo para ir a un orfanato.

 

Y quizá nunca lo estuviera.

 

 

 

 

—Hasta que al fin te decidiste por levantarte de esa inmunda cama.

 

Jonghyun a veces siente celos de Minho.

 

—Mi cama está limpia, Key. No tienes por qué decir que es inmunda.

 

Por que es el único personaje, dentro de todo ese oscuro orfanato al cual Key mira a los ojos, sin altanerías o arrogancia, sin aburrimiento si quiera. Es él único ser en todo ese lugar aburrido y perdido de esperanzas en el que el brillante Key ha posado su atención y no ha renegado por ello.

 

Por que Key es como una pequeña luz en medio de tanta oscuridad, brilla por si solo e ilumina el lugar. Jonghyun sabe que cuando Key salga del orfanato brillará como la estrella que es, llegará lejos y se olvidará de ese tormentoso pasado. Por que Key no es como los demás huérfanos, él no es elegido por los adultos que buscan formar una familia. Es él quien los escoge y si no cumplen sus expectativas, Key simplemente no los quiere.

 

Sea adoptado. O por que cumplirá la mayoría de edad.

Jonghyun sabe que un día Key se irá sin mirar atrás y brillará. Por eso él quiere un poco de ese brillo antes de que Key se marche y sea tan inalcanzable como las estrellas en el cielo.

 

—Como sea, vamos a almorzar algo. Has pasado toda la mañana durmiendo. ¿No te aburre estar echado en la cama todo el día?

—Me aburre que me regañes como si fueras mi madre, Key. Eso me aburre.

 

Y los ve alejarse, ambos salir de los dormitorios con Key hablando y hablando mientras Minho bosteza a ratos, aburrido, cansado. Pero puede percibir un poco de esa confianza que solamente Minho posee cuando se trata de alguien como Key, quizá en un futuro Minho sea el único amigo de alguien como Key.

 

Jonghyun siente celos de Minho, a veces.

Solo a veces por que ve en los perfectos ojos rasgados de Key un cariño parecido a la hermandad cuando ve al más alto.

 

Y Jonghyun quiere más, quiere mucho más cuando se trata de él.

Quiere sus manos suaves acariciando su rostro, su voz sonando cerca de su oído, su cuerpo delgado entre sus brazos; Y quiere muchas cosas más que por el momento son imposibles de lograr, mientras Key lo siga mirando como un bicho molesto zumbando cerca de su oído.

 

 

 

 

—¿Por qué hay tanto alboroto?

 

Minho mira de un lado a otro, con el pequeño panqué en la mano mientras los muchachos paren más alborotados de lo usual. Y ríen, y juegan, y conversan. Tanta algarabía que incluso molesto. Tal vez se ha levantado de muy mal humor esa mañana. Quizá por eso hoy todo le parece exagerado.

 

—Escuché que han traído a dos muchachos nuevos al orfanato.— Minho mira a Key fijamente, demostrando que no termina de entender lo relevante en eso por lo que Key respira hondo, no muy complacido con tener que repetir los chismes que por ahí se esparcen. –Son hermanos, y dicen que uno de ellos es muy lindo y toda la cosa.

 

Quizá de verdad se ha levantado de mal humor, por que le parece idiota que todo el mundo ande alborotado por algo como eso. Muerde un poco de ese panqué que se ha convertido en su único alimento de lo que va ese día. Key parece entretenido con continuar leyendo ese libro de más páginas de las necesarias. Que le parece realmente interesante.

 

Minho no puede recordar el día en que llegó a ese lugar. Perdido en medio de la nada, Minho solo había tenido la idea firme de crecer y salir de ahí cuanto antes, luego descubrió que no era tan fácil como parecía. Su mente se escabullía dentro de ese cómodo silencio que Key le otorgaba, por que el resto de adolescentes parecían desconocer el significado de esa palabra.

 

Mira las ventanas del lugar, son pocas y muy pequeñas. Pero afuera todavía llueve y a Minho le place volver a la cama y envolverse en medio de las sábanas. Es un domingo muy triste, oscuro y callado en el que a Minho le place únicamente escuchar las gotas de lluvias al caer contra el suelo. Pero Key insiste en que estar en la cama tanto tiempo hace daño. Y por el bien de su amistad, sabe muy bien que de vez en cuando es bueno obedecer a Key.

 

Muy en el fondo, Minho sabe que sin Key estaría muy solo.

 

 

 

 

—Y ésta será su habitación.

 

Jung Yunho es de esos sujetos que se encariñan fácilmente. Decidió hacer de su profesión una forma de transmitir ese cariño infinito que parecía poseer cuando de niños se trataba. Las personas como Yunho añoraban una gran familia, una hermosa esposa, un buen trabajo. Pero Jung había aprendido de la manera difícil, que las cosas no siempre suceden como uno quiere. Que no siempre se obtiene lo que se desea.

 

De alguna forma había terminado dando clases en ese orfanato. Después se había convertido en consejero y más tarde en dirigente de los muchachos de secundaria. Esa era su familia a falta de una, sus padres que vivían muy lejos en algún pueblito perdido de Corea apenas los veía, Yunho solo tenía a esos niños y los apreciaba como si fueran sus hijos.

 

—¿Dormiremos aquí los dos?

 

—Si, Yoorim pensó que sería buena idea no separarlos debido a su situación.— Yunho odió tener que repetir las palabras exactas de la mujer, pero no había pensado antes de hablar y cuando había empezado ya no había vuelta para atrás. –Estarán con tres muchachos más. Las habitaciones son de cinco en todas las secciones.

 

Pudo ver al muchacho de cabello un poco largo mirar de un lado a otro curioso, con las dos maletas en la mano, maletas pequeñas que seguramente guardaban pocas pertenencias. Vio luego al menor, con su cabello tapado por aquel gorro y ese pequeño bolso que cruzada su cuerpo. Apenas caminaba, pasos suaves que resonaban en el silencio que se habían sumergido.

 

Yunho podía crear historias diversas en su cabeza sobre ese par de hermanos, sobre sus similitudes y diferencias, que eran más obvias que los parecidos razonables. Onew encuentra una cama libre, en medio de esas dos que parecen ocupadas. Yunho nota curioso que mientras Taemin mira por la ventana, completamente ausente. Onew mira la cama que acaba de escoger y la otra que está junto a la cama. Y parece dudar mientras toma una maleta y deja otro.

 

Onew nota su mirada y le sonríe.

Una sonrisa espectacularmente bella y brillante. Una sonrisa envidiable, como pocas.

 

—A Taemin le gusta dormir cerca de la ventana.— Aclara, como si le hubiera leído el pensamiento y cubriera las dudas que tenía en ese instante. Onew entonces camina con una maleta hasta esa cama desocupada junto a la ventana y la deja ahí. Lo ve caminar hasta su hermano y hablarle en señas.

 

Taemin reacciona entonces y asiente, con una pequeña sonrisa, muy pequeña.

 

—Bueno, entonces los dejo.

—Si— Comienza Onew, con otra de sus sonrisas afables y deslumbrantes. –Muchas gracias por todo.

 

Yunho piensa que Onew no tiene mucho que agradecer, pero asiente. Y cuando sale de esa habitación piensa seriamente en que tiene que aprender el lenguaje de señas, el instinto le dice que de algún modo, esos dos muchachos lo van a necesitar como ningún otro dentro de aquel lugar.

 

 

Fin de la Primera Parte

Notas finales:

 

 

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