EL COLUMPIO DEL CEREZO
Nuevamente me encuentro aquí; sentado en el columpio de este hermoso cerezo japonés, mientras el viento del ocaso vuela mis lacios y negros cabellos. Diariamente me encuentro aquí, pensando en que es lo que siento hacia ese hermoso ángel de cabellos verdes como el jade, mientras que dentro de la mansión todo es risas y gritos. Estar aquí solo es como mi condena, pero al mismo tiempo como mi edén, mi salvación… pero siento que falta algo, siempre lo he sentido, nuevamente me pregunto qué es lo que falta en mi vida y siempre aparece su imagen.
Shun ¿Por qué te recuerdo siempre?, ¿Cuál es la razón de que te encuentres en mis pensamientos?, ¿Por qué creo que si no siento que tu bello rostro sonríe moriría?, ¿Por qué me pregunto esto?, ¿Por qué?...
Mientras el viento susurra nuevamente, algunas hojas se desprenden de este árbol que es mi única compañía, cuando una de ellas roza mi mejilla delicadamente y quisiera que en lugar de una hoja fuesen sus manos las que me acariciasen. Otra vez pensando en ello, cada vez que trato de poner mi mente en blanco llegan recuerdos suyos invadiéndola, como si no fuese suficiente ya no tenerle junto a mí.
El sol se oculta indefinidamente tras el horizonte, el viento vuelve a soplar y yo aquí sentado inmóvil, recordándote. Las estrellas hacen su entrada, se posan magnificas sobre el obscuro cielo y ahí me tienes nuevamente pensando en ti, postrándome tus pies.
La llegada de la noche anuncia que debo entrar a la mansión, pero sin saber porque deseo quedarme un poco más de tiempo sentado en el columpio de aquel cerezo que es el único confidente de mis palabras, pensamientos y deseos.
Una brisa cálida al igual que las anteriores se presenta, nuevamente se mesen mis cabellos y escucho los pasos de alguien que se acerca a mí, no es un enemigo, mi mis amigos, ni a la diosa a la cual debo proteger… es él… el cual me tiene aquí sentado, pensando, recordando…
-Shiryu, va a ir al cine ¿quieres ir con ellos o hacerme compañía?
-¿te vas a quedar Shun?
-sí, quiero ir temprano a la cama
-hoy quiero dormir temprano- respondo suavemente.
De un momento a otro sentí sus manos sobre mi espalda que me mecían delicadamente. En el silencio se escucho el motor de un auto encendiéndose y luego alejarse. Ambos nos habíamos
quedado solos. El dejó de columpiarme, yo me levante y él se sentó, yo hice lo mismo en el pasto.
-no podemos estar juntos Shiryu y lo sabes
-¿Por qué no?- hice la pregunta a la respuesta que ya sabía.
-no es necesario que la conteste
-pero quiero que la respondas, tal vez así me empiece a dar a la idea de que no me correspondes
-yo te correspondo, como ti a mi… pero…
-anda, di por qué no podemos estar juntos, porque aunque yo me lo repita, no puedo hacerme a la idea.
Él tomó mi rostro entre sus delicadas manos
-porque... tu eres novio de Seiya y… y yo lo soy de Hyoga
Coloque mis manos sobre las suyas.
-esto es una realidad cruel, una horrible pesadilla… la persona a la que amo también me ama… pero estamos atados a cuerpo a las personas a la cuales no queremos herir… solamente porque ya fueron heridas.
-Shiryu… tú sabes que siempre te amare, que mi corazón y mi alma son tuyas para siempre.
-lo sé mi ángel... también mi alma y mi corazón por derecho te pertenecen, por toda la eternidad, incluso después de la muerte
-Shiryu…
Ambos lloramos aferrándonos, no queriendo soltar nuestros cuerpos, pero lo que teníamos del otro era el alma que es más importante. Nos comenzamos a besar apasionadamente, nos acariciamos profundamente, iniciando el juego prohibido, un juego que no era un juego, haciendo aquello que quedaría marcado a fuego en nuestras mentes, pensamientos y recuerdos.
Esa noche nos entregamos a la luz de la luna, al lado de aquel columpio que se encuentra sujeto a las ramas de nuestro precioso cerezo…