Despertó con esa sensación de no haber podido dormir del todo. Se desperezó lentamente, estirando cada músculo de su cuerpo con suavidad y resopló rendido. Miró hacia el reloj de su mesita de noche y observó la hora que era. Las 10.48 a.m. Sus ojos se desviaron al techo y lo observó atentamente, como si hubiera algo demasiado interesante allí. Pero en realidad no había nada. Sólo sentía la necesidad de mirar hacia un lugar vacío para intentar olvidar lo que rondaba su cabeza durante tanto tiempo.
Pero no había manera, aquello amenazaba con atormentar su mente durante mucho tiempo. Estaba acostumbrado, llevaba tres años conviviendo con ello, pero siempre tenía rachas, periodos de tiempo en los que todo se le venía encima. Y aquella, sin duda, era la peor racha de todos los tiempos.
Se incorporó en la cama y no perdió un segundo en dirigirse a la ducha para aclarar sus ideas. Prácticamente estuvo toda la noche anterior pensando en lo que acontecía aquel día, ocho de enero. Un escalofrío recorrió su cuerpo al pensar en ello. Tenía miedo. No, estaba realmente acojonado. No sabía cómo iba a enfrentarse a la situación. Quizás estaba exagerando y no iba a ser para tanto, pero conocía perfectamente a la otra persona, lo pasional que era y su forma de ser.
Un poco más tranquilo tras la relajante ducha, se dirigió a la cocina y se preparó un café. Mientras el agua hervía, encendió su ordenador portátil como todas las mañanas para leer la prensa y ponerse al día con las últimas noticias. Seguramente estaría él en portada. Pero tenía que afrontarlo.
Volvió a mirar el reloj. Las 11.23 a.m. Quedaban exactamente treinta y siete minutos. ¿Por qué estaba contando el tiempo que faltaba? Un poco enojado consigo mismo se levantó para servirse el café, que ya estaba hecho, y pronto se encontraba de vuelta frente a su ordenador. Dio un largo sorbo al caldeado café y abrió una página sobre noticias musicales.
Y allí estaba él. Jodidamente perfecto, como siempre había sido. En la foto teaser que había sido revelada hacía escasamente unos minutos, aquella en la que el gran Kim Jaejoong miraba a cámara con una penetrante mirada, apoyando su barbilla en sus manos. Rozando levemente sus labios entreabiertos con sus dedos.
Yunho parpadeó un par de veces y ladeó la cabeza, desviando la vista pronto de la hipnotizante foto. Bebió de nuevo, observando la pared. Al segundo su vista se fijó de nuevo en la foto. A pesar del claro retoque que tenía la fotografía, él sabía que el verdadero Jaejoong, el natural, no distaba mucho de la idealizada imagen que daba en la fotografía. Lo había tenido muchas veces demasiado cerca como para tener estudiado su rostro. Se sabía de memoria su perfección y su imperfección.
11.36 a.m. ¿Debería escuchar la canción? Igualmente terminaría escuchándola tarde o temprano. A partir de ese momento resonaría en todas partes: en las tiendas, en el centro comercial, hasta en el supermercado. Después sería él mismo el que la cantara en todos los programas de variedades. Sonaría la canción hasta hartarle. ¿Debería escucharla en ese momento? Toda la noche estuvo pensando en ello, en qué hacer. Realmente tenía ganas de saber qué cojones se le había ocurrido a su querido Jae en sus canciones. Un día leyó aquellas palabras: “todas las canciones han sido compuestas y escritas por Kim Jaejoong y en ellas refleja su vida y su música”, esas palabras que le pusieron la carne de gallina. Ya lo pasó realmente mal cuando al muy idiota se le ocurrió hacer aquella estúpida canción para Junsu. “No gain”, era el título, y no se le ocurrió otra cosa que contar aquella anécdota. Esa fiesta en la que Jaejoong terminó completamente borracho, llamándole a las tantas de la madrugada y llorando porque aquella relación no iba a ninguna parte, porque Yunho la dejaba demasiado en segundo plano centrándose en el trabajo y en no armar ningún escándalo. Cuántas veces le dijo Jaejoong que él tampoco quería un alboroto, pero que le quería demasiado como para que su relación se basara en aquello tan insignificante. Esa noche Yunho tuvo que correr hacia donde estaba él y besarle públicamente, en mitad de la calle para que el mayor se calmara, tapándole con su chaqueta para protegerse por si pasaba alguien de repente. Lo peor de todo es que, aquella misma historia, él la había contado hacía relativamente poco en un programa de televisión, aludiendo a una "supuesta ex-novia". Evidentemente totalmente ajeno a que su ex-compañero había escrito la dichosa canción. Como era de esperar los rumores entre las fans fueron inmediatos. Hasta cierto punto resultó divertido, pero no dejaban de dolerle aquellos recuerdos. Y aún más le dolía que Jaejoong hablara de ellos tan abiertamente, sabiendo que aquello les dolía a los dos. ¿Qué pretendía?
Yunho volvió a beber un poco más de aquel café que le sabía tan amargo aquella mañana, y no pudo evitar soltar una risita al recordarlo. Así era Jaejoong, impulsivo y pasional. ¿Qué sorpresa le traería esta vez?
Llevaba cerca de quince minutos mirando la foto y no podía apartar su mirada. Era una tontería, en su dormitorio tenía su disco duro repleto de fotos antiguas. Fotos de la época de los cinco. Fotos con Jaejoong, antes y después de comenzar aquella relación tan extraña que habían tenido. Extraña pero intensa y duradera. Y, sobre todo, verdadera. Podía ir y cogerlo, y deleitarse mirando fotos durante horas. Pero, por alguna razón, esa simple foto que había visto en la web le obligaba a observarla con intensidad. Y es que aquella foto parecía decirle algo. Como si Jaejoong se la hubiera hecho pensando en él, como si esa mirada sólo fuera dirigida a su persona.
Con miedo miró su reloj. 11.54 a.m. Quedaban seis minutos para que la canción saliera. Su pierna empezó a moverse rápidamente en un nervioso tic que no podía controlar. Se bebió de un sorbo lo que quedaba de café y dejó la taza sobre la mesa, apoyó sus codos y la cabeza en sus manos e inspiró profundamente. ¿Por qué estaba tan nervioso? Quizás porque sabía que aquella letra escondería sentimientos que no quería revivir para no sufrir. Habían sido tres años sin tener contacto con él, no sólo porque su propia compañía se lo desaconsejara sino porque él mismo no había querido. Había terminado muy decepcionado. Y el tiempo le había demostrado que Jaejoong tampoco tenía mucho interés en volver a hablar con él, porque no había recibido ni un mísero intento de llamada. Las únicas noticias que tenía de él eran musicales. Debía reconocer que a veces había entrado a su Twitter para saber qué contaba por ahí. También habían llegado a sus oídos esas historias sobre la sonrisa que se le formaba a Jaejoong cuando las fans gritaban “Yunho” en conciertos o fanmeetings. ¿Sonrisa? ¿Cómo podía sonreír? Él también había sufrido que le gritaran “Kim Jaejoong” en su cara y le había sentado realmente mal. Como una patada en el culo.
12 p.m. Recargó la página y vio que la noticia había cambiado: ahora había un link que llevaba directamente a una página donde podría escuchar la canción. Sin pensarlo un momento hizo click. Vio un botón de play. Salió corriendo a su habitación, cogió sus auriculares y volvió rápidamente. No quería que justo en ese momento Changmin despertara y le pillara en esa situación. Cuando se colocó los auriculares le dio al botón de play. Entrelazó sus dedos y esperó. Esperó y esperó, pero el link no funcionaba.
-¿Qué cojones le pasa a esto? – Susurró enojado mientras le daba repetidas veces al botón del ratón nervioso. Pero nada, no reaccionaba. Desesperado volvió a la página de música para encontrar otro link. Lo único que encontró fueron comentarios de fans que ya hablaban maravillas sobre la canción. ¿Por qué ellas podían oírla y él no? – Youtube…eso es, Youtube. Las fans son rápidas y desesperadas. – Hablaba solo, aún en voz baja.
Abrió la página de Youtube y tecleó rápidamente “Kim Jaejoong One Kiss”. Bingo. A una chica le había faltado tiempo para subir la canción a la página de vídeos, poniendo de fondo la dichosa foto que tenía hipnotizado a Yunho. Resopló aún más fuerte que todas las veces en que lo había hecho esa mañana y le dio a iniciar el vídeo. Ya no había marcha atrás, escuchaba aquella música bajita empezar a subir de volumen…sólo las primeras notas consiguieron que el corazón de Yunho se sobrecogiera. Se recostó en el respaldo de la silla nervioso, observando la pantalla de forma borrosa y centrándose en la letra que comenzaba en ese momento.
Nacido libre, triste, pero un beso, un corazón.
Con respiración lenta, compartimos un beso.
Lo siento con los ojos cerrados, en este complicado sentimiento.
Oh, intentaré mostrarte un mundo libre.
¿Por qué no salió a mi manera? ¿No es demasiado tarde?
En mi silencio, en mi distancia.
En aquel estrecho camino, me diste alas.
Me enseñaste el camino para ir al paraíso.
Porque nací así como soy, no puedo saberlo.
Sobre este beso corriente y este agrio corazón.
Mi amor, me enseñaste la salida hacia recuerdos ocultos.
¿Estoy sintiéndome como esperaba? ¿No es demasiado tarde?
En aquel estrecho camino, me diste alas.
El paraíso resplandece en ti, resplandece en ti.
Lo estoy sintiendo. Un beso. Un corazón.
Lo estoy sintiendo. Un beso. Un corazón.
El vídeo terminó y Yunho se quedó petrificado frente a la pantalla. Lo único que le hizo reaccionar fue la húmeda lágrima que escapaba por su mejilla derecha. Parpadeó, y lo único que consiguió fue que aquella solitaria lágrima se acompañara de unas cuantas más. Violentamente se secó con el dorso de la mano. La desgarradora voz de Jaejoong retumbaba en su mente, aquellas palabras cantadas con aquel sentimiento. ¿Era demasiado egocéntrico pensar que aquella canción iba dirigida a él?
-¿Por qué me haces esto…? – Sollozó en silencio, escondiendo su cabeza entre sus manos. Por qué tanta insistencia, después de tantos años. Nunca podría olvidarle, lo sabía desde siempre. Pero podía sobrellevarlo si no fuera porque a su jodido Jaejoong no se le ocurría otra cosa que atormentarle con ese tipo de canciones. – Se acabó. No lo aguanto más.
Yunho se levantó rápido y fue a su habitación, casi chocando con Changmin que salía en ese momento de su habitación bostezando. El mayor volvió a salir con su chaqueta, el móvil, las llaves del coche y las de la casa.
-¿Dónde vas? ¿Sales? – Preguntó Changmin extrañado.
-Tengo que hacer algo. – Fue lo único que dijo Yunho justo antes de salir apresuradamente y dando un portazo. Changmin extrañado fue a apagar el portátil de su amigo al ver que se lo había dejado encendido. Sorprendido, vio la página que estaba abierta. Suspiró intranquilo, preocupado, preguntándose qué locura estaría maquinando Yunho ahora. Se sentó en la silla tranquilamente y apretó el botón de apagado del aparato, esperando que por fin y de una vez por todas las cosas se calmaran entre ellos, llevaba mucho tiempo deseándolo. Al final sonrió. A lo mejor había llegado ese momento.
Yunho sabía perfectamente dónde vivía Jaejoong. En el mundillo todos conocían las casas de todos. Si hasta las fans obsesivas terminaban descubriéndolas…Condujo como un loco en dirección al hogar de su ex-compañero, se saltó un par de semáforos y dejó a unos cuantos peatones con las ganas de cruzar pasos de cebra, pero no podía detenerse. Tenía que llegar lo antes posible. Aunque la canción se hubiera publicado en ese momento, seguramente Jaejoong no tendría nada en su agenda hasta la tarde. O al menos eso deseó con todo su corazón.
Las ruedas del coche chirriaron al llegar, se bajó acelerado y ni siquiera cerró las puertas con seguro. Corrió hasta la puerta y pegó al timbre, con mil ideas cruzando su mente. ¿Qué pensaba decirle? ¿Que dejara de atosigarle con estúpidas letras? ¿Que se olvidara de una vez por todas? ¿Y qué le diría Jaejoong? ¿Que pensaba hacer lo que le viniera en gana? ¿Que aquella canción no tenía nada que ver con ellos? Se imaginó mil situaciones en apenas cinco segundos que tardó Jaejoong en abrir la puerta, pero ninguna de ellas coincidió con lo que realmente ocurrió.
Su sonrisa.
Jaejoong dibujó una tímida media sonrisa en su rostro. Como si hubiera estado esperando aquella visita toda la mañana. Yunho abrió la boca para decir algo pero no pudo, no le salían las palabras. Lo único que le salieron fueron unas pequeñas lagrimitas que no pudo reprimir más. En un impulso se lanzó hacia él y le abrazó. Llevaba años sin abrazar a Jaejoong y por fin lo estaba haciendo. No podía creerlo, era como un sueño. El mayor lentamente le rodeó con sus brazos, correspondiéndole el abrazo, y le guió un poco hacia el interior de la casa para poder cerrar la puerta principal. No quería que un periodista les pillara justo en ese momento, aunque el coche de Yunho aparcado en su entrada llamaba demasiado la atención.
Pero Yunho, ajeno a todo, sólo podía centrarse en aquel cuerpo que tenía entre sus brazos, intentando reprimir los sollozos en el hombro de Jaejoong. Fue entonces cuando empezó a pensar en todo lo que tenía que decirle, tantas preguntas, tantas explicaciones, tantas cosas que tenía que echarle en cara. Aun así, sólo tres palabras salieron de los labios de Yunho que resonaron en el hueco del cuello del mayor.
-Te amo, Jaejoong.
Jaejoong, sobrecogido, se separó de él. Ahora él también tenía los ojos vidriosos.
-¿Por qué has tardado tanto…? – Le dijo con una amarga sonrisa, sosteniendo el rostro del más alto entre sus manos. Se miraron a los ojos, con ganas de besarse pero a la vez dudando sobre si estaría bien. Sin embargo, algo en el corazón de ambos le decía que era lo que tenían que hacer en ese momento.
Y así fue, lentamente sus labios se unieron en un cálido, tierno, y tan esperado beso que les llevó hacia el paraíso, tal y como Jaejoong había descrito en su canción. Un largo beso que sólo fue interrumpido unos segundos por unas dulces palabras que salieron de los labios de Jaejoong en un susurro.
-Yo también te amo, Yunho.
FIN