¿Y que importaba si no lo amaba como lo amaba a él?, ¿Acaso eso cambiaria sus sentimientos?
No, claro que no.
Lo amaba como antes. Incluso más.
Conocía todos sus defectos. Y eran muchos.
Muchos más que las virtudes. Y eso que apenas podía hallar virtudes en una persona como lo era él.
Entonces, ¿Por qué lo amaba?
¿Por qué se había enamorado de un hombre así?
¿Por qué no abandonaba aquella ridícula idea si sabía que no le convenía, que no le llevaría a nada bueno?
Porque si, si lo sabía.
Era muy consciente que si seguía enamorado… si se llegaba a involucrar con esa persona, terminaría más que destrozado.
Era demasiado peligroso. No para su cuerpo, eso podría resistirlo; pero para su corazón, podría ser el final si eso pasaba.
Había visto de primera mano como terminaban las personas que se enamoraban de él.
Era algo completamente aterrador.
Y aunque había estado amándolo desde mucho antes que cualquiera; cada vez era más aterrador contemplar lo que sucedería, cada vez más doloroso, más desolador.
Poder ver cómo salía con mujeres y hombres por igual, sin importarle si estaban casados, solteros, si tenían hijos o eran menores de edad. Eso no le importaba mientras pudiera divertirse.
Ver como rehuía a quienes le molestaban al pegársele demasiado, o como botaba a alguien cuando se aburría de esa persona.
Ver todo lo que podría sucederle si entraba a ser uno más de las personas con las quienes mantenía una relación, le asustaba.
Pero aunque dijera que eso no era lo que querría, que no podría soportar ser uno más de las personas con las que se acostaba, no iba a negar que una parte dentro de sí lo anhelara; porque sabía que nunca podría conseguir más que eso, porque pensar si quiera solo en conseguir que esa persona pensara si quiera en tener cariño por alguien, solo era un bonito sueño. Una fantasía sin posibilidades de realidad,
Él por lo menos había podido acercarse a la zona de amigos.
Pero su ambición era de más, esa maldita ambición que lo llevaba a caminar en esos momentos a la puerta del departamento donde bien sabia que estaría él acostándose con quien sabe. Sin compartir besos o palabras. Solo puro deseo carnal.
Algo por lo cual estaba botando su puesto como único amigo, y ahora pasaría a ser uno más de su cama.
Un puesto por el cual se entregaría por completo hasta que él se cansara y lo arrojaría a un lado para hacer paso a alguien nuevo.
Un suceso que lo hundiría hasta el más oscuro de los posos del cual nunca podría levantarse y donde seria que su felicidad muriese, como lo había visto pasar en muchos otros.
Pero se arriesgaría, por su estúpido e irracional corazón, lo haría.
Y moriría sabiendo que se siente pertenecerle, aunque sea solo de momento, a aquel hombre que le había robado el corazón y la cordura; a aquel hombre que aunque no poseyera sentimientos por alguien más que por él mismo podía robar el de los demás. A ese ser que podría ser el mismo diablo en persona y al cual le entregaría su alma sin dudarlo más.
Por eso, mientras le ve sonreír malicioso desde su puerta, aun desnudo, sabe que aquella persona ya lo había visto venir. Había caído en la maldita tentación. En una trampa a la cual no le veía, y no quería, escapatoria; queriendo entregársele sin miedo y con una decisión tomada desde el segundo que lo vio por primera vez.
Era su final. Su maldito, placentero y doloroso final.