Mello llegó con su moto.
-Mello... Qué curioso verte aquí.- Dijo Near sin dejar de jugar con su puzle. -¿Colaborarás en el caso Kira conmigo al fin?
-Ts... Blanquito, yo no colaboro, vengo por mi propio interés.- Y abrió una nueva tableta de chocolate.
-Como quieras. ¿A qué has venido entonces?- El albino no mostraba interés por Mello.
-Vengo a que tú colabores conmigo. Últimamente estoy muy aburrido.- Esto llamó la atención de N, que levantó la mirada, arqueando una ceja.
-Estoy realmente aburrido, Near... y tú eres el único que me puede entretener.- Dicho esto, se acercó al pequeño y le elevó la cabeza por el mentón para que le mirara directamente a los ojos.
Near intentaba mantenerse frío, como siempre hacía, pero no pudo evitar sonrojarse y apartar la mirada.
El rubio le desabrochó la camisa de un tirón y lo empujó al suelo, dejando libre el torso del menor. Este abrió mucho los ojos por la sorpresa.
-Mello... ¿qué pretendes?- Mello torció la sonrisa. "¿Acaso no es obvio?"
El rubio fue hasta la boca de N e introdujo su lengua con fuerza, sin importar la resistencia que pusiera el pequeño.
Jugó con su lengua, haciendo sentir sucio a Near.
Cuando el rubio se apartó de sus labios, N aprovechó para suplicar.
-Mello, por favor, ¡para!- Los ojos del menor se estaban humedeciendo.
-No pienso hacerlo. Aún te queda mucho que sufrir.- Puso una sonrisa pervertida y empezó a lamer el cuello y el pecho del albino.
Near estaba asustado. Suplicaba que parara.
La lengua de Mello empezó a acariciar los pezones del menor. Eso provocó un gemido por parte de Near, que realmente estaba sufriendo, pero no podía evitar las sensaciones que le transmitía.
El gemido de Near excitó mucho al rubio, y sin ningún cuidado, le quitó los pantalones junto a la ropa interior. Dejó ver ese aún no completamente desarrollado miembro del albino.
Estaba tan excitado... ese inocente menor estaba bajo su dominio. Verlo completamente indefenso lo encendía.
Se metió en la boca todo el miembro del pequeño y comenzó a subir y bajar.
Near gemía y pedía ayuda.
En un momento, el rubio paró de succionarlo y llevó su cara cerca de la de Near.
Pegó su cuerpo al del niño y frotó su entrepierna con la de él.
Sostuvo la cabeza de Near para que le mirase directamente a los ojos y le mostró cómo lamía los dedos de su mano libre.
Cuando el pequeño intentó hablar, Mello metió sus dedos en la boca del pequeño, presionando contra su lengua para que se empaparan más.
De los ojos de Near empezaron a rodar grandes lágrimas.
Mello las lamío y se dirigió de nuevo al miembro del menor. Esta vez no se lo introdujo en la boca, sino que dió lametazos de abajo a arriba y lo mordisqueó.
Elevó un poco las caderas del albino y bajó la lengua hasta su entrada.
Comenzó a rozar la parte interior de sus gluteos y dibujó circulos alrededor de su cavidad, mojándola. Lamió de arriba a abajo su entrada y separando las nalgas con sus manos, introdujo la lengua lo poco que le permitía.
El tacto de la lengua de Mello hizo que Near se endureciera algo más. Que su miembro reaccionase a tales juegos hizo al pequeño sentirse sucio y humillado.
Mello sabía eso y lo disfrutaba al máximo.
El mayor volvió a lamer sus dedos, ya humedecidos de antes por el propio albino, y los introdujo de golpe en Near. Este soltó un grito de dolor. Lloraba y gritaba. ¿Cómo podía estar pasándole eso?
Ante el evidente sufrimiento del pequeño, Mello quiso incrementarlo, y comenzó a mover de dentro a fuera con rapidez. Cuando notó que el dolor de Near cesaba, porque se iba acostumbrando, retiró los dedos.
Estaba tan caliente... el dolor de Near le estaba provocando una erección enorme. No podía esperar más.
Bajó sus pantalones lo más rápido que pudo y llevó una de las manos del menor a su entrepierna.
-¿Ves esto? ¿Ves lo que me estás haciendo? Ahora asume las consecuencias.- Bajó también sus boxers y elevó las piernas del pequeño hasta sus hombros.
Al ver esto, Near gritó. -¡No! Por favor... e... eso no... te lo ruego.- Las lágrimas caían por todo su rostro.
Mello entró en el interior de N de una vez, con violencia. Empezó el movimiento. Los genitales del rubio chocaban con las nalgas del albino en cada penetración.
-Me... mello... por... por favor... det... ¡detente!- Near intentaba pedirle que parase, pero los gemidos de placer y los gritos de dolor que se escapaban de sus labios no le permitían hablar con frases no entrecortadas.
El mayor llevó una mano a un rosado pezón del menor y comenzó a pellizcarle. Con la otra mano, masturbó su miembro, apretando bruscamente.
Los gemidos de Near cada vez eran más altos, lo que hizo al rubio dejar de masturbarle. "No pienso dejar que te vengas. Solo pienso darte sufrimiento."
Mello se concentró en embestirle con más fuerza. Near apretaba sus ojos, dientes y manos, procurando que el dolor fuera así más leve.
Al correrse Mello, lo hizo en el interior del menor y también fuera, manchando a Near en su miembro y en su vientre.
Mello se apoyó sobre el delicado y blanquecino cuerpo y en el cuello succionó hasta dejar una marca roja que le recordaría esto, y lo marcaría como suyo.
Cuando el rubio se alejó de Near, este jadeaba y se encogía sobre el suelo. No podía moverse. Esa imagen se quedaría grabada siempre en su mente. Era una delicia.
Mello lanzó los pantalones, que se enredaron en las piernas del pequeño.
Near no hacía ningún movimiento ni pronunciaba una sola letra. Solo miraba al frente, allí arrojado. Nunca se había sentido tan mal. Era lo peor que le había pasado en su vida.
El mayor se vistió y recogió su barra de chocolate. Abrió la puerta y dijo a Near: -Volveremos a trabajar juntos.- Susurró "ahora eres mío."
Y la puerta se cerró.