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Entre baragakis por vi_18_neko

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Él estaba tirado patas arriba en un contenedor de basura. Él, el protagonista de más de 60 DVDs. El protagonista que, con sus amigos había hecho más de cuatrocientos capítulos en manga, veía, aún con los ojos cerrados, cómo el agua que se filtraba entre las bolsas, y por su cuerpo semidesnudo, hacía imposible definir si lloraba o no. Escuchaba, a pesar de tener sus oídos tapados, cómo un perro comenzaba un ladrido insistente hacia una dirección cercana a la suya. ¿Sería él? ¿Le ladraba a él?

Era cierto: su presencia “sólo” había desaparecido de la memoria de sus seres queridos. No de la tierra. No le quedaba la opción fácil de consumirse en cenizas, n tenía la suerte de haber muerto y evitarse más dolor. Él seguía ahí. Seguía con un cuerpo, y un alma. Seguía sintiendo las gotas heladas de lluvia en su cuerpo, vestido sólo con sus calzones. Sentía los latigazos que los del club SM le habían dado por todo el cuerpo. Sentía el hambre. Sentía el frío. Sentía los ladridos del perro. Sentía en su alma el miedo, helado como un iceberg. Sentía el martilleo de los ladridos del perro en sus tímpanos. Sentía el miedo de haber perdido para siempre ese hogar que había construido con mucho esfuerzo, sudor y lágrimas. Cómo ladraba el perro, cómo las alegres sonrisas de Kagura y Shimpachi se alejaban de él… el ladrido del perro…  La diabólica sonrisa de Takasugi, y su frase “tengo una bestia negra que aula, porque quiere destrozarlo todo. ¿tú no la escuchas, Gintoki?”

“No la escucho, Takasugi… sólo escucho los ladridos del perro. Ni siquiera puedo odiarlos de verdad por olvidarme… “

-Oye, perro- le dijo, ya harto de ese tormento que eran los ladridos sin fin del cachorro- puedes ignorar a un personaje tan secundario como yo. Vete por ahí…- “quiero estar solo. Quiero llorar. Por primera vez, quiero llorar”, pensó, pero el perro o lo ignoró, o no lo escuchó, porque sus ladridos no pararon- ¡¡TE DIJE QUE…!!

Se levantó con un empujón, deshaciéndose de la basura que lo rodeaba. Sus planes eran asustar al perro, pero quedó tan sorprendido que los olvidó por completo. Frente a él, moviéndole la cola con entusiasmo, su bestia blanca favorita, Sadaharu.

Sorprendido, llamó a su nombre, y corrió  a abrazarlo.

Su perro también lo hizo. Incapaz de creerlo, aún cuando lo estaba acariciando, Gin le preguntó.

-¿Será que me…?

Sadaharu le tragó la cabeza. Gin luchó por salirse, alegre como nunca antes. Era un “si”. Un recontra Si. Mientras luchaba en el interior de la boca de su perro, Gin escuchó cómo se acercaba la voz de Tama.

-En este mundo, el oro no ha bañado a  una persona, una máquina y un animal…Estuve buscándolo, Gintoki-sama.

Después de eso, Tama lo cubrió con su paraguas, y le dio aliento. Le dio un lugar donde bañarse y cambiarse, y una muda de ropa.

Durante todo ese tiempo, la frase que Tama le había dicho, le resonaba en la cabeza a Gin.  “En este mundo, el oro no ha bañado a  una persona, y un animal”… “Una persona”… Ese era él, ¿verdad? No podía no ser él, ¿verdad? Él sabía que Kintoki le había robado su puesto, pero… pero…

Al terminar de bañarse, limpio, y cambiado, se escabulló sin que Tama o Sadaharu lo descubriesen. Les dejó una nota que decía que enfrentaría a Kintoki, y salió. Sin embargo, a quien iba a ver, no era a Kintoki. Ni se acercaba a serlo.

Caminó lentamente, y mirando en cada una de las esquinas, por la ruta especial que guardaba, y sólo él mismo conocía: una ruta que le  permitía sus “encuentros casuales” favoritos. Y lo vio.  A pocas cuadras de la casa de la Yorozuya, estaba con Kondo, Sougo, y otros en patrulla aparentemente. Quiso llamarlo, pero sabía que sería raro si no lo recordaba. Sólo lo miró al pasar con una sonrisa triste.

Toushirou Hijikata lo vio. Abrió sus ojos azules de la sorpresa, y sus labios soltaron  su cigarrillo. La palabra “Gin” pareció poder leerse en ellos. Él miró para otro lado. Sabía que la felicidad lo desbordaría de forma difícil de disimular si descubría que realmente, eso era lo que Hijikata había dicho.

Como les había dicho a Tama y a Sadaharu, fue a su casa, y pidió de encontrarse con Kintoki. Pero antes de ser atendido, Tama llegó, lo obligó a esconderse, y le explicó la verdadera naturaleza, nacimiento, y habilidades del enemigo. Gintoki lo tenía más difícil que cualquier otro, porque no sólo Kin-san había nacido para ser el jefe perfecto de sus amigos, sino que se había convencido de que debía reemplazarlo, y para eso, los había hipnotizado a todos, y reemplazado sus recuerdos. Pero como esa hipnosis no funcionaba en  máquinas o animales, Tama y Sadaharu no lo habían olvidado.

Trazaron un plan: ellos debían recuperar los recuerdos de todos antes de enfrentarse a Kintoki, era indispensable la ayuda de los demás para eso. Por eso, Tama se vistió de china, como Kagura, y Sadaharu se puso lentes, y comenzaron a hacer misiones, como una nueva Yorozuya, enfrentándose a la Yorozuya de Kin-chan.

Pero, fracasaron ante Kin-san al tratar de reparar la máquina del karaoke del bar de Otae, y fracasaron de intentar convencer a Jugem (el resto del nombre no es necesario, ¿o sí?)  de que se portase bien.

Enfrentaron un último reto, en las últimas, al bajar a Yoshiwara, donde una de las prostitutas se quería suicidar tirándose de una terraza. Gintoki y Kintoki se enfrentaron en un mano-a-mano, para convencerla de que no se tirase,  pero el odio de Gin lo traicionó a último minuto, e intentó golpear a Kintoki.  La “prostituta” intentó salvarlo, y por eso fue golpeada, y se descubrió que realmente era Sachan.

La ex miembro del Oniwabanshu cayó de la terraza gritando que sólo quería la atención del rubio. Kintoki sonrió. Le empezó a decir a Gin que ese era su final, que no había forma de recuperarse a ese asesinato con tantos testigos, pero Gin no le dio tiempo: saltó tras ella antes que él terminase  de hablar.

Sin  darle a nadie tiempo de reaccionar conscientemente, corrió por la pared del edificio hasta alcanzarla, la abrazó fuertemente contra su pecho, y se dejó caer, en un acto de protección suicida.

Tama y Tsukki se apresuraron a ver cómo había aterrizado, en medio de la paralizada multitud,  y al llegar se encontraron con un curioso espectáculo: Sadaharu, con Kagura y Shinpachi habían logrado salvar a ese hombre. Shinpachi lo retaba, tachándolo de irresponsable, pero la sonrisa de Gin-san no le iba del rostro.

-No soy irresponsable… sabía que ustedes me salvarían.

Dejó a Sachan en el suelo, le acarició la cabeza a Sadaharu, y comenzó a irse. Tama les sonrió a sus dueños anteriores.

-Así que por fin lo recuerdan todo, Kagura-sama, Shinpachi-sama?

-¿Eh? ¿Recordar el qué?

Ambos la miraban sin entenderla en lo más mínimo. Ella quedó sorprendida.  Entonces, una voz cargada de triste resignación le impidió las explicaciones.

-No importa, Tama. Ellos son así: cuando ven a alguien en un peligro mortal, van a salvarlo. No pueden quedarse de brazos cruzados ante algo que les molesta: sus cuerpos actúan solos, sin pensarlo. Los Yorozuya son ese grupo de tontos.  Ellos aún lo recuerdan. Estoy feliz con sólo saber eso. Porque, mientras lo sepan, los Yorozuya seguirán adelante, sin importar quién sea el líder…- giró un poco la cabeza. La tristeza se desbordaba por sus ojos. No lloraba, pero no hacía falta para trasmitir sus sentimientos- ¡Oigan, mocosos,  gracias a ustedes, mi trasero está a salvo!… esto… como decirlo… gracias por todo. ¡Sigan con entusiasmo, Yorozuya!

Tras eso se fue. La multitud lo separó de Tama, que se quedó un poco más con Kagura y Shinpachi, que lucían increíblemente tristes.  En seguida salió de entre la multitud, y notó una mirada fría fija en él.  Levantó la vista, y vio quién lo miraba con tanta intensidad: Hijikata.

Estaba de civil, y apoyado en una pared, y lo miraba a él y a nadie más: no a Kintoki, que seguía visible en el techo del edificio, sino a él.  Repentinamente le dio la espalda, le hizo una seña, y comenzó a caminar. Lo guió por varias callecitas, hasta estar completamente solos en un  pequeño callejón oscuro.

En ese instante, se enfrentaron. Gin lo miraba casi con disculpa.

-¿quién demonios era ella?… Gintoki.

Él quedó paralizado por unos instantes. Tras eso, le puso una sonrisa provocativa, y le preguntó:

-¿Celos, Tosshi? ¿Estás celoso, verdad? No te preocuupeees, nadie querría a esa masoquista…

-¿¿QUIÉN DEMONIOS ESTARÍA CELOSO DE TI??

Antes de que siguiera haciéndole una escena, Gintoki lo tomó del cuello, lo acercó, y lo besó. Por primera vez, el Vice-Comandante demoníaco, se dejó devorar lentamente por Gintoki en un beso que haría morir de envidia a todas las interesadas en ellos.

-¿Por qué me recuerdas, de entre todos? ¿Tanto me amas, que superaste ese obstáculo por mí?

-¡Tsk! ¿Eres idiota? ¡Yo no te recuerdo porque te quiera!. Te recuerdo porque ese Kintoki no se molestó en cambiar los recuerdos que no formaban parte de los DVDs, y por eso, mis recuerdos de ti siguieron presentes.  Todo lo que no se hizo público de nosotros quedó en mi memoria, y me hizo dar cuenta del engaño.  Tardaste en volver, idiota. Tardaste demasiado en volver…

Se besaron otra vez, mientras se acariciaban las mejillas y el cabello con suavidad. Gin le iba a proponer que aprovechasen que estaban en la ciudad sin ley, y se fuesen a un hotel, pero la voz de Tama lo comenzó a llamar.

-¡Gintoki-samaa! ¿Dónde está? ¡Gintoki-samaaaaaaa!

-Lo siento, ¿hoy era tu día libre?- le preguntó al morocho, de perfil, ya a punto de irse, y con cara de disculpa divertida.

-No, es que ya terminé con mis tareas de hoy.

-¡¡GINTOKI-SAMAA!!

-Oye, yo… no puedo hacer nada con ese Kintoki. No voy a comenzar una guerra por ti…- Gin le iba a decir que eso ya lo sabía, pero Hijikata lo interrumpió- pero…  sé que puedo convencer a Kondo—san de que el Shinsengumi no te persiga si el bastardo te manda a hacer desaparecer. Y si algo te va mal, en ese caso… si tu orgullo de Joi te lo permite… puedo darte trabajo como mi asistente, ya que al otro lo aceptaron nuevamente en su casa.  ¡Y NO TE CONFUNDAS! ¡No es que te quiera, o algo!, es que la fuerza de un demonio me vendría bien,  para  cubrir mi espalda.

-…ja, nunca pensé en nada como cariño. Eso es sólo que quieres ocultar que es tu verdadero motivo- Hijikata se ruborizó, e iba  a interrumpirlo, pero Gin siguió hablando-  Pero me alegra saber que no sea lástima. Porque no merezco lástima: yo seguiré peleando, y recuperaré a mis amigos. Definitivamente, sin importar qué me cueste, los recuperaré con mis propias manos. Quiera el bastardo dorado o no.

Hijikata puso una sonrisa cansada en el rostro, y encendió un cigarrillo.

-Bueno, hubiese estado bueno el no tener que escondernos tanto, pero parece que es muy egoísta de mi parte pedirte que lo dejes así… te lo dije, no seré tu aliado en esto, es demasiado molesto meterme con la peor imitación tuya que vi hasta ahora. Golpéalo de mi parte, y…

-…¿y?

-No mueras. Sé perfectamente que irás a enfrentarlos, aunque no eres capaz de ponerle un dedo encima a quién tú quieres, pero… no te dejes matar, ¿lo entiendes? 

-Si yo muriese… ¿me extrañarías? ¿O me cambiarías por Kintoki?

-Ni lo uno, ni lo otro. Ya te lo dije, que no es por cariño- le sonrió, y cuando se vieron a los ojos, supieron exactamente qué tan mal mentirosos eran, y que tan poco sinceros eran al decirse “no es por cariño”. Sus dos mirabas cruzadas bastaron para  darse cuenta que ninguno de los dos podría soportar la ausencia del otro- No quiero que Shiroyasha muera ahora que puedo encerrarlo. Así que vive, hasta que pueda ejecutarte como el Joi que eres.

Gintoki le sonrió, se dieron un último beso, y compartieron una mirada cálida.

-Entonces, hasta la próxima, Baragaki no Tosshi.

-Seh, hasta la próxima, Shiroyasha.

Gin salió del callejón, y le hizo señales a Tama para que lo viera. Salieron juntos de Yoshiwara, y se dirigieron a algún lado en la superficie.

Se sentía como nuevo. Aún lo lastimaba el saber que sus amigos no lo recordaban, pero… pero sabía que no moriría. Que él no moriría, no hasta no volver a ver a Hijikata.

Tal vez, la próxima vez, selo diría honestamente. No había ninguna necesidad de hacerlo, pero tal vez, intentaría decirle honestamente, que lo amaba. 

Notas finales: Omake:

Mientras Hijikata buscaba de salir de aquél callejón por el extremo contrario a Gintoki, vio que Kintoki los escuchaba, hecho un ovillo atrás de unos contenedores de basura. Pasó a su lado, ignorándolo. Pero el rubio no quería ser ignorado, y tiró de sus pies, intentando provocar su caída.

Pero no lo consiguió. Sólo consiguió que Hijikata se soltase de un pie, y le metiera una patada en la cara. Pero, al ser otro un robot, solo obtuvo un agudo dolor en la planta del pie, porque la nariz del otro no cedió ni un milímetro.

 -¿Por qué lo recuerdas, mugroso oficial de policía?-  Preguntó Kintoki, saltando sobre él, y acorralándolo contra la pared. Hijikata, como toda  respuesta, le tiró el humo del cigarrillo a la cara, otra vez, sin efecto- Puedo filtrar tu humo, Toushirou…

El vice-comandante desenvainó parte de la espada.

-No te permito que me llames por el nombre, chatarra.

-¿Pero Gintoki si puede? ¿Puede llamarte como él quiera?

-¿Y a ti qué te importa?- le dijo el oficial, algo ruborizado, y esquivando la penetrante mirada del robot- Oye, oye, no me digas que… también copiaste esos sentimientos de Gintoki…

-Yo soy un robot, no siento. Pero… algo va mal cuando te veo…-se inclinó a besarlo, pero el filo de la katana de Tosshi se lo impidió- Ey, no tenas miedo de mí… soy la versión perfecta de…

-¡¡Y UN CUERNO!!- le dijo el Baragaki, remarcando su enojo, con una patada al pecho del robot, que salió despedido, a estamparse con la pared de frente- ¿No dijiste que no tenías sentimientos? ¿Cómo puede eso ser “perfecto”?… no hay forma de que puedas superar a ese idiota.

-¿T…tanto así… lo amas?

Hijikata, antes que pudiera medir sus palabras, habló sólo por la bronca que esa mala copia de cosplay de Gintoki.

-¡¡SI, LO AMO, Y QUÉ!!

-Ooooh…- escuchó a su lado, en una voz muy divertida. Con miedo, giró lentamente la cabeza. Como lo temía, esa inconfundible voz le pertenecía al Sádico n° 1 del Shinsengumi, Okita Sougo- ¡Confesión grabada! ¡¡De parte del vice-comandante demoníaco, una confesión en primera persona sobre él y un romance prohibido entre un Joi!!  ¡¡Espere a que todos se enteren de esto!! ¡Yo seré el nuevo Vice- Comandante!!

-¡¡SOUGO, QUE NI SE TE OCURRA!! ¡¡OYE, SOUGO!!

Pero el otro ya había salido corriendo, así que salió tras él, desesperado.


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