LECCIÓN 6 –El diablo es impredecible.
La clase de Filosofía se estaba dictando con relativa normalidad, mientras que Sungmin no podía dejar de sentirse observado, pero jamás pilló a quien fuera que lo mirara con tal intensidad.
– “El placer es el cebo del pecado”, dijo Platón. –El maestro caminaba de un lado a otro con una expresión filosófica – ¿a qué creen que se refería?
En el aula reinó el silencio, y justo cuando el profesor estaba a punto de escoger a alguien en específico para que respondiera a su pregunta, Kyuhyun pidió la palabra que enseguida se le fue otorgada.
–Supongo que se refería a que todas las cosas que nos atraen tarde o temprano nos harán caer en lo prohibido porque caeremos en la adicción por obtener eso que no se puede obtener, por deleitarnos en encontrar lo escondido, por conocer lo desconocido… El mal es dulce, muy dulce, pero obviamente es pecaminoso, y aunque sabemos que no debemos ser partícipes de él, al final nos atraerá y sucumbiremos ante él porque simple y sencillamente es atractivo... –Condenó con una deliciosa y sensual sonrisa y uno de sus típicos gestos irreverentes. –Así que creo firmemente en que todos queremos lo que no se puede obtener. Somos fanáticos de lo prohibido. –Giró lentamente la cabeza y miró fijamente a Sungmin, quien hasta ese momento no lo había perdido de vista, incrédulo ante sus palabras. – ¿No lo crees así, Lee Sungmin? –Remató con una sonrisa burlona.
El rubio aludido frunció el ceño y desvió la mirada, presa de la mezcla entre molestia y vergüenza que lo invadió.
–¡Perfecto! –Exclamó el maestro. –Jamás había escuchado una mejor explicación a dicha frase, es usted bastante bueno interpretando la filosofía, señor Cho.
El castaño movió juguetonamente las cejas y conservó su sonrisa.
Lee Sungmin tuvo que soportar cómo durante toda la clase, Kyuhyun participara y le lanzara indirectas demasiado concretas respecto a la maldad y lo dulce del pecado.
Al final acabó la clase, y con ello el calvario de Sungmin.
O eso creyó…
El rubio se hallaba parado frente a su casillero cuando Kyuhyun se le acercó sigilosamente.
–¿Sorprendido, Lee Sungmin? –El rubio guardó silencio ante la pregunta del menor, quien sonrió malicioso –que esta sea una nueva lección para ti… El diablo no solo siempre gana, sino que también es un gran filósofo.
Sungmin soltó un bufido.
–Idiota… –Murmuró, virando los ojos.
–Por cierto… –continuó con su plan de fastidiar al mayor – ¿Dónde jugarás ahora que tú y tus amigos tienen prohibido entrar al gimnasio?
Min entrecerró los ojos, pero no pensó en dejarse humillar por el más alto.
–¿Crees que ese es el único lugar en el que se puede jugar? Vaya niñato tonto… –sonrió ladinamente al ver la desconcertada cara del menor –no creas que moriremos solo por no poder jugar allá.
Kyuhyun hizo un gesto de molestia y Sungmin amplió su sonrisa.
De repente el más alto empujó a Min contra los casilleros, tomándolo por sorpresa completamente.
–¿Qué te…?
–No creas que el juego acaba aquí –sentenció Kyuhyun –de todas formas, ahora que te he visto desnudo, se me ocurre… –pasó descaradamente su mano por el cuello del mayor y rozó sus labios con los propios –obtener más de ti…
Un fuerte sonrojo se apoderó de Lee, quien ya a esas alturas y aunque no se dejaría intimidar, tampoco sabía que más hacer para sacarse de encima al menor.
Apenas unos días después, el rumor de que Kyuhyun había sido enviado a dirección por haber sido cachado teniendo sexo por uno de los maestros más antiguos de la preparatoria y quien siempre hacía cumplir las reglas puesto que era amigo cercano del mismísimo abuelo de Kyuhyun, llegó a los oídos de Sungmin.
“Al fin alguien le dará su merecido a ese pendejo” pensó Sungmin con una sonrisita triunfal.
Pero su sonrisa se esfumó cuando le vio salir tranquilamente de la dirección como si nada hubiese sucedido, y se enfureció al deducir cuál era la única forma de que hubiese salido bien parado de todo eso: el dinero y las influencias.
Resoplando molesto, el rubio apretó los puños al ver cómo Kyuhyun se aproximaba a él con un gesto despreocupado, y mientras lo hacía, sacó un encendedor y un cigarrillo. A sabiendas de lo que el menor estaba a punto de hacer, Lee se apresuró hacia él y condenó:
–¿No has visto el letrero de la pared, Cho? –Dijo, molesto, pero con un deje de ironía y fanfarronería. –No se puede fumar en las instalaciones de la escuela, eso sin mencionar que el cigarrillo provoca cáncer. –Se cruzó de brazos y se puso serio.
Kyuhyun viró los ojos, apagó el encendedor, lanzó el cigarrillo a pesar de que estaba intacto al suelo, y siguió caminando.
–¿A qué juegas, Cho Kyuhyun? –Reclamó el mayor. –Eres el chico malo de la historia, el rebelde sin causa, el que hace lo que se le viene en gana así no más, pero arreglas tus problemas con dinero e influencias, ni siquiera puedes defenderte por ti mismo y además las reglas no son para ti porque eres prácticamente el dueño de todo esto… ¿eso no te avergüenza?
–No veo por qué debería darme vergüenza –se encogió de hombros –Mi vida ha sido así siempre, todo se arregla con dinero en donde provengo, todos hacen lo que les pido –sin darse cuenta, había terminado recostado sobre una columna, y Sungmin se había detenido frente a él, sin darle paso libre para que pudiera salir de ahí, acorralándolo –Tengo dinero y lo gasto como se me viene en gana, ya sea regalándolo, derrochándolo, usándolo en cosas que no necesito o chantajeando y comprando a las personas. Puedo hacerlo y lo hago; sé que no es algo muy justo que digamos para los demás, pero la vida no es justa para nadie, ¿no crees?
–Tienes razón en eso, la vida no es justa –Concordó el rubio –Sin embargo, aún hay un problema con tu lógica –refutó –sin importar cuál sea la situación, tú deberías ser siempre honesto y enfrentar tus problemas, no escapar de ellos con dinero o por tu nombre.
Kyuhyun enarcó una ceja y lo miró burlón.
–¿Y tú? Tú vienes de esa preparatoria en los suburbios… –Cambió súbitamente el tema con la intención de molestar al rubio, como lo hacía siempre – ¿Cuál era su nombre? –Miró al cielo contados segundos, como si estuviese tratando de recordar, y luego chasqueó los dedos –Sí, la Ying Kai High School, esa escuela de gánsteres… –Sonrió con la típica malicia que lo caracterizaba –increíble… el chico que viene de una preparatoria de gánsteres habla diferente a los demás… ¿Eso te lo enseñaron tus amigos los gánsteres?
Sungmin hizo una mueca de molestia. Lo había conseguido. Lo había cabreado seriamente.
–No me importa si me escuchas o no –frunció el ceño con desdén, –pero no te burles de mí ni de mis amigos… Tú no los conoces, no tienes derecho a hablar de ellos, mucho menos así.
Sin más, Sungmin dio media vuelta y comenzó a caminar en otra dirección, pero Kyuhyun lo siguió.
–Está bien, está bien –El rubio apenas y se giro para mirarlo – No te pongas tan sensible…
–Olvídalo…
Sungmin siguió caminando con indiferencia.
–No, no, no. Ven aquí –Con un rápido movimiento, Kyuhyun haló el brazo del mayor –Estás hablando conmigo, no te largues así como así.
–No tengo nada más que hablar contigo, así que suéltame.
Sungmin quiso deshacerse del agarre del castaño, pero éste era más fuerte, y ágilmente se encargó de empujarlo contra una de las columnas, acorralándolo tal cual el mayor lo había acorralado minutos antes.
–Pero yo sí, así que me escucharás atentamente. –Espetó Kyuhyun, mirando fijamente al mayor –La conversación se acabará cuando a mí se me dé la gana, tú no puedes dejarme hablando solo. –Sungmin seguía sacudiendo el brazo en su intento por soltarse pero Kyuhyun imprimía aún más fuerza –será mejor que quieras llevar las cosas conmigo por las buenas, porque de lo contrario haré que te arrepientas.
–¿Me estás amenazando?
–¿Y tú qué crees, pedazo de idiota?
–¡Oye, no me hables así!
–Te hablo como se me da la gana, ¿Qué harás al respecto? –Sungmin no supo que decir, y Kyuhyun lo miró con desdén –No me jodas más, Lee Sungmin, métete en tus propios asuntos y a mí déjame en paz. El único con poder para manejar las vidas ajenas soy yo.
Lo soltó de mala gana y le dio un empujón para luego darse media vuelta y continuar con su camino.
Sungmin sólo lo vio alejarse lentamente mientras él se quedaba inmóvil en su lugar.
Esta vez Kyuhyun no tuvo que decírselo, pero Sungmin aprendió una nueva lección: El diablo es impredecible y bipolar.
Sin embargo, Cho Kyuhyun tenía razón cuando dijo que nos atrae lo prohibido, pues Lee Sungmin era exactamente así…